56 Impedimentos
Imaginar realidades en las que su amigo Luis no estuviera. Eso sí que lo había hecho Nicanor infinidad de veces. Mundos en los que no existiesen impedimentos entre él y Azucena. Algo muy distinto era desear que desapareciera. Ni siquiera le gusta pensar en ello ahora, con él de cuerpo presente. Aunque no por eso deja de mirar a su viuda —con ese discreto jersey de pico y esa falda por las rodillas que no consiguen disimular la hermosura que esconden—, de despojar con los ojos sus deseadas carnes de ese luto que tan bien les sienta. Se ha puesto de pie al verlo acercarse y lo ha abrazado con ternura. Está deshecha de dolor, y al escuchar sus palabras de pésame, rompe a llorar desconsoladamente, gimiendo de pena, expulsando el aliento en su oreja y chorreándole lágrimas y hasta alguna moquita por el cuello, balbuceando entre sollozos los detalles de la prematura muerte. Y Nicanor le mantiene el prolongado abrazo aparentando escucharla, aunque en realidad está repasando la lista de los reyes godos, las paradas de la línea siete del Metro, la biodiversidad de una charca de agua dulce, la inmensa gama de esencias florales usadas en perfumería.
Solemos estar bien entrenados para actuar en cada momento social como se espera de.nosotros, de la manera orrecta, más aún en los tristes y solemnes. Otra cosa es que esa fachada de cara a la galería se corresponda con los verdaderos anhelos, deseos e intereses, e incluso también algún que otro desinterés, como el que muestra tu protagonista hacia las sentidas palabras de la viuda, mientras deja pasear la mente por cualquier vericueto, bien graciosos, por cierto.
Un relato muy bien penaado, acorde con el tema propuesto, escrito con maestría, con un personaje divertido y sincero, con el que cualquiera podría identificarse, en todo o en parte, y si no, que tire la primera piedra.
Un abrazo y suerte, Enrique
Muchas gracias, Ángel. En efecto, sabemos lo que se espera de nosotros en cada uno de esos momentos sociales y procuramos estar a la altura de esas expectativas, adoptando una conducta lan previsible como correcta. Los deseos ocultos del personaje se imponen en este caso, en contra de su voluntad, en su conducta hasta el punto de llegar a traicionarlo. Totalmente de acuerdo contigo en que cualquiera podría identificarse con él. Me alegran mucho tus palabras.
Un abrazo, amigo.
(Disculpa las erratas, Enriqie. Es lo que tiene escribir con el móvil y con una vista que ya no es la que era).
Sólo faltaba que pidieras disculpas, Ángel. Agradecido y en deuda siempre con tu atención y generosidad. En cuanto a lo de la vista, no sabes cómo te comprendo, jajaja.
No sé si es más incorrecto desear a la mujer del prójimo o pasar de sus sentimientos. Nicanor se luce. Y tú también, pero en positivo, con calidad de buen cuentista.
Muchas gracias, Edita.
Esta es la segunda versión que he hecho del relato. En la primera pensé que dejaba demasiado evidente lo que le ocurre, o amenaza con ocurrirle, a Nicanor durante ese abrazo, y ahora veo que me he quedado corto con la información que he dejado al respecto, cosa que no dice mucho sobre mi calidad como cuentista, jajaja.
Un abrazo.
A ver si yo he visto eso que en la primera versión quedaba evidente: los reyes godos, la líneas 7 y la biodiversidad son cosas que han vivido juntos durante su infancia, adolescencia y juventud (imagino a Nicanor sentado en un pupitre mirando embelesado a Azucena recitar los reyes godos, por ejemplo). Y las esencias florales son un nuevo recuerdo, que está aspirando en ese momento. Ah, y creo que ha sido muerte natural, nada me lo indica.
Ya me dirás si he acertado o me ido demasiado por las ramas!
Un abrazo y suerte.
Muchas gracias, Rosalía.
Ojalá todas esas enumeraciones tuvieran tanto sentido narrativo como apuntas. Sólo la última lo tiene, como bien deduces, queriendo significar que todas esas maniobras de evasión que intenta el personaje están condenadas al fracaso. Porque lo único que pretende con ello (desesperadamente) es evitar una inoportuna erección, creando él en este caso los impedimentos, y así no va muy bien. Y sí, no hay ningún misterio detrás de la muerte de Luis.
Te agradezco de nuevo el interés, y lamento que todo resulte más prosaico de lo esperado.
Un abrazo.
Me gusta mucho este relato cuya enumeración final te deja con una sonrisa. El pobre Nicanor es profundamente humano y supongo que ahí radica su «incorrección». Un abrazo y suerte, Enrique.
Muchas gracias, Ana.
Me alegra que comprendas a Nicanor, porque se podría pensar (dadas las circunstancias) que su «incorrección» es el resultado de una mente turbia, cuando en realidad es una «reacción» natural provocada por un deseo que le viene de largo.
Otro abrazo fuerte para ti.
He entendido el relato perfectamente, Enrique, y me ha gustado mucho sobre todo por esa sensibilidad que transmites con lo que lo escribes. Un abrazo fuerte.
Muchas gracias, Aurora.
Me alegra mucho lo que dices. La situación planteada no da para mucho, pero he intentado al menos que no destacara su lado jocoso.
Otro fuerte abrazo para ti.
Un relato que da gusto leer.
Felicidades, Enrique.
Muchas gracias, Patricia.
El gusto es mío también, por tus palabras y tu visita.
Un abrazo