Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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22. Ironías del destino

Adiós a las cartas perfumadas de incienso. No más sesiones calibrando gestos, indagando miedos y ansiedades, reforzando certezas. Fuera los amuletos tangibles. Todo se había evaporado como el humo artificial con que ambientaba su gabinete. En las redes sociales tendría un nuevo espacio. El equipo y la conexión inalámbrica corrían de su cuenta.

Lo que más le incomodaba era el periodo de descompresión. Según le aclararon, ese paréntesis le serviría para reinventarse. Como los artistas, pensó. Él no era del gremio, aunque se preciaba de sus interpretaciones: de confesor, psicólogo, mago, curandero, hipnotizador o experto en pleitos y trucos contables.

Lo habían instalado en el sector C, sección cuarta. Las estancias estaban aisladas, pero le llegaba el runrún. Creyó identificar mensajes sobre el fin del mundo, gritos de furia indiscriminados, consignas contra la ciencia y la historia, promesas de soluciones drásticas. Confiaba en que el poco espacio disponible y la restricción de movimientos fueran el único peaje que tuviera que pagar. Y que sus convecinos ya no gritarían cuando se solucionaran los problemas de cobertura. Mientras tanto, él echaba de menos la vieja consulta en la que incluso llegó a prestar su voz a los muertos.

3 Responses

  1. Rosa Gómez Gómez

    Es preciso adaptarse a los nuevos tiempos o morir. Aunque espero que estos fulleros de pacotilla que juegan con la vulnerabilidad de la gente si no desaparezcan, se conviertan en profesiones muy muy residuales. ¡Tiene que haber de todo!
    Muy bien urdido, profundizar en ese submundo sin aterrizar en casos concretos, pero desgranando todas las patrañas a las que recurren para ganarse el sustento.

  2. Ángel Saiz Mora

    Los tiempos cambian, pero las personas que necesitan que alguien les diga lo que va a pasar, o cómo deben actuar, siempre existirán, es más fácil eso que buscar el propio camino. Igual que sienpre habrá aprovechados dispuestos a interpretar el papel de gurú y vivir a costa de los ingenuos. En ese gremio, como en todos, habrá quien añore tiempos pasados y contactos más cercanos, como tu protagonista.
    Un abrazo y suerte, José Luis

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