26. La casa de mis abuelos
Recuerdo el silencio del salón, roto por el crujir de la madera en la chimenea. Sobre la tarima, la foto de bodas de mis abuelos: serio y gris el patriarca, enlutada ella y solemnes ambos. Él siempre sentado en su sillón de orejeras con flores y pájaros rosas; alrededor, mi padre, mis hermanos y yo, absortos en el juego de luces y sombras de la chimenea, y en el tic-tac monótono del reloj de pared, que marcaba cansino las horas.
El salón se hizo más pequeño y mi padre encaneció. En el entarimado del hogar dos figuras de porcelana, la foto de mis abuelos, el retrato desleído de la boda de mis padres, y algún libro granate y oro. En la pared, el tic-tac del reloj, custodiando el paso de las horas y los días.
Hoy, cansado y plateado, en el sillón, con el fogón apagado y los accesorios y el soplillo arrinconados, miro el entarimado de la chimenea cubierto por una fina capa de polvo, la foto velada de mis abuelos y ambarina de mis padres y el retrato feliz de mi boda ya sin brillo. Mientras, el tic-tac del reloj, inalterable, resume las horas, días y años.
Un de las virtudes de una fotografía es la de inmortalizar momentos. El tiempo parece respetarlas, aunque puedan perder vigor los colores, o amarillear el papel. A quien no respeta es a las personas, que saben que no son eternas, pero parece que solo son conscientes de ello a medida que avanzan los años, observan esas fotos y se comparan con ellas.
Un relato en tres tiempos, con el mismo número de párrafos. Al final de cada uno, siempre, como un juez implacable que no hace distinciones, el reloj que marca la suma de los días y el paso de las generaciones, con su tic-tac dinámico, frente al sentido estático de las imágenes.
Todos tenemos nuestras circunstancias, pero hay historias que saben ser universales, como le sucede a tu relato.
Un abrazo y suerte, Ezequiel
Gracias, Ángel.
Efectivamente, es un relato universal, pero yo nunca olvidaré la foto ni el sillón de orejeras con su tapicería con flores y pájaros rosas y beis.
El paso del tiempo es inevitable y deja señales tanto en las personas como en los objetos, sin embargo hay cosas que permanecen, como en tu relato, el tic tac del reloj y el entarimado de la chimenea. Me ha gustado mucho. Suerte, Ezequiel. Un abrazo fuerte.
Gracias, Aurora. El pasado está lleno de señales que nconocemos y seleccionamos y, si no es así, nos buscan.
El tiempo detenido en las fotografías de esta familia, y el tic-tac inexorable de la vida, ese contraste que es una constante, te ha permitido hacer un relato universal en el que todos nos reconocemos de alguna manera.
Mucha suerte, Ezequiel.
Las fotos son un visor, el reloj una constante señal de alarma que nos advierte del futuro, nos recuerda el pasado y nos advierte de la cercanía del futuro.
Me quedo con la foto, el visor que me permite ver lo que quiero.
Lo de la chimenea me parece algo más atemporal.
El tic-tac, inapelable.
Las fotos no son atemporales ni inmutables, envejecen y cambian con nosotros. La diferencia es que nosotros no estaremos y ellas sí.9
Que es el tienpo sin un cansino tic tac de un reloj y una sucesion de fotos, demasiado efimero, demasiado eterno. Demasiado triste a mi pesar. Cuidate Ezequiel y gracias. Muy hermoso el devenir junto a los protagonistas de tu historia.