76. La entrevista
«Averiado», indicaba el cartel. Maldije en silencio, la entrevista era en la última planta. Miré a mi alrededor. El portal parecía descuidado y por allí no se veía al conserje. Encontré la escalera detrás de una puerta. La luz tampoco funcionaba. A paso ligero, subí un peldaño tras otro. Llegaba tarde y no quería causar mala impresión. Necesitaba el trabajo. A partir de la cuarta o quinta planta tuve que detenerme varias veces a descansar. La escalera era interminable y cada vez parecía más empinada. Estuve a punto de darme la vuelta, pero ¿y si todo era parte del proceso de selección? ¿Si solo se trataba de desechar a los candidatos incapaces de subir andando? ¿A aquellos que no se esforzaban? Aceleré el paso. Empecé a sentir la falta de oxígeno. No sabía en qué planta estaba. La temperatura descendía según iba ascendiendo. Un viento gélido me heló el rostro. Empezó a nevar. El suelo se volvió resbaladizo. Tuve que esquivar varios cuerpos tendidos en la escalera. Otros candidatos, supuse. No podía detenerme a ayudarles. Seguí subiendo muy despacio, agarrado a la barandilla. Pronto caería la noche. A lo lejos, creí divisar al abominable hombre de las nieves.
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Magnífico, Ernesto. Imaginativo hasta más no poder. Enhorabuena.
Sobrevivir a esa escalera maldita con sus avatares crecientes no es para cualquiera. Si realmente forma parte de un proceso de selección, los elegidos están preparados para cualquier cosa.
Muy imaginativo, como ha dicho Manuel.
Un abrazo y suerte, Ernesto