Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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LA FINAL DEL «ENTCerrados Día del Libro 2020»

Tenemos pendiente de resolver ese ENTCerrados del Día del Libro.

Hemos querido retrasarlo hasta después de La Copa ENTC 2020 un poco para darle el protagonismo que merece y poder disfrutarlo… sin distracciones.

Ernesto Ortega y JAMS ya hicieron los deberes hace un par de semanas. Leyeron todas vuestras propuestas, hicieron una lista de los 17 relatos que consideraron más interesantes y coincidieron en 11 de ellos, que han sido los que hemos considerado finalistas.

Como estaba establecido, la segunda ronda de este concurso consiste en un jurado de 4 personas, que serán las dos ganadoras del anterior ENTCerrados, Belén Mateos y Belén Sáenz y los dos jurados de la primera fase, Ernesto Ortega y JAMS , y una Votación Popular que contará con su valor definitivo en los posibles empates.

Recordad que los 2 relatos ganadores pasarán directamente al recopilatorio de 2020 y sus autores podrán elegir un «libro enteciano» como premio.

Estos son los candidatos:

 

2. AL TERCER DÍA. De Ángel Montoro

En un lugar del Caribe se tostaba al sol la Magdalena; pero lograron adaptar el guion. Luego anunciaron su marcha cuatro apóstoles y el Cireneo; y la última vez que vieron a Pilatos, llevaba bajo el brazo un catálogo de Formentera. Y es que desde que inauguraron la agencia de viajes, la tradicional pasión teatralizada del Sábado Santo compite con las ofertas de escapadas. El cura, que se ha empleado a fondo para adaptar la obra a las sucesivas deserciones, abandonó toda esperanza cuando Jesucristo reservó un paquete de vacaciones multiaventura a Isla Navidad. A finales de diciembre todavía estaba allí.

 

8 FANTASÍAS, de Paloma Hidalgo

En un lugar tan caótico como mi mente era difícil encontrar las palabras precisas para declararme a Amanda. Varios intentos fallidos me llevaron a la biblioteca en busca de las novelas románticas que devoré, en pos de la frase perfecta. Junio coloreaba sus mejillas y el final de curso se columpiaba en el horizonte, y yo seguía sin saber qué decir. A la desesperada, escribí un te quiero temblón en el examen final de lenguaje, que para mi desgracia, corrigió doña Pura, la profesora que sustituyó a mi amada. Aún fantaseo sobre qué habría pasado habiéndolo hecho en abril, cuando todavía estaba allí.

 

14 CASTILLOS EN AIRE, de Juancho Plaza

En un lugar oscuro aguardan nuestros sueños. Aquel, tal vez trivial, de ver anochecer en una playa alentejana. O el otro, recuerdas, quizá más trascendente, de tener tres hijos antes de los treinta. Hasta el sexo habíamos elegido, y los nombres. A veces veo caminar a Pablito por la avenida complutense, recién licenciado en Medicina, pero se diluye en el aire contaminado de Madrid, antes de llegar al metro de Moncloa. El piso en las afueras y el ciento veinticuatro; la tele en color y un apartamento en Guardamar. Pero me distraje en otras faldas, y aunque quise después rectificar, tu marido todavía estaba allí.

 

26 EL NAÚFRAGO, de María Gil

En un lugar infinito como el mar parecía imposible encontrar tierra firme. Agotado, siguió nadando para no perder la conciencia. Sus brazadas levantaban figuras de origami en la espuma blanca. Hasta que hizo pie. Una isla color canela abrazó al náufrago. Se tumbó boca arriba y dio gracias a Dios. ¿A qué Dios? Él sólo creía en sí mismo. Y, como si la cólera divina le castigara por su soberbia, se formó un huracán. Cuando la mano dejó de agitar la cucharilla, el azúcar moreno ya se había disuelto. Pero el náufrago todavía estaba allí.

 

30 EL JARDINERO, de María José Escudero

En un lugar del salón había un inmenso retrato sonriente. Lo vio cuando, animado por ella, entró en la mansión. Estaba empapado y tenía el barro adherido a las pestañas, pero evitó posar la pala y el azadón sobre la alfombra persa. Tras un baño de espuma, heredó los trajes del amo, y también la bata de seda. Luego ocupó su lugar y fue feliz como se adivina en ese cuadro que ahora preside la estancia. Aunque, pasado un tiempo, observó la complicidad que ella mostraba con el nuevo jardinero y perdió la calma. Entonces, recuperó sus herramientas y otra noche de tormenta, demostró que todavía estaba allí.

 

36 SENTIMENTAL, de Álvaro Abad

En un lugar olvidado, en una provincia de esas en las que nunca pasa nada, nuestro coche dijo basta. Realmente, lo que dijo fue (resollando): “aquí os voy a dejar tirados por no llevarme al taller, rácanos”, y murió. Caminando cayó la noche, y rogué a las estrellas que me enviaran su calor… Pero ni leches, caía una rasca esteparia que congelaba el vaho y lo despeñaba hasta quebrarse en el suelo.

Recorrí carreteras y caminos, atravesé bosques, escalé montañas, destrocé los zapatos… Al tiempo me dio pena, y regresé a por él. Cubierto de maleza, el calzonazos de mi esposo todavía estaba allí.

 

47 INTRAMUROS, de Javier Igarreta

En un lugar recoleto de sus amplias mangas, pellizcaba con saña sus manos trémulas, autoimpuesta penitencia por sus sentimientos inconfesables. Era el tiempo de oración y el abad Segismundo miró suplicante al enorme Cristo que desde lo alto, le otorgaba el perdón con su muda aquiescencia. Segismundo, fervoroso en sus plegarias y desafinado en el canto, intentaba ahuyentar la tentación, pero su propósito perdió fuelle ante la mirada de aquel novicio que unos bancos más allá sonreía ambiguamente. Ya en la soledad de su celda, el abad se ciñó con rabia el cilicio, consciente de que el maligno todavía estaba allí.

 

49 SECRETO EN POLVO, Gelines del Blanco

En un lugar inaccesible al ojo fácil, tía maruja cicatrizó un secreto. Atravesó los días bordando un ajuar eterno y las noches evocando un amor efímero. A pesar de la amputación del dedo anular en extrañas circunstancias, dominaba los primores del encaje, las vainicas y bolillos. Cada noche, después de santiguarse, guardaba el dedal y dos suspiros en la caja de madera que presidía su mesita. En las intermitencias del sueño, estiraba el brazo, abría el doble fondo del joyero y removía el polvo de falanges mutiladas, para comprobar si el anillo de compromiso todavía estaba allí.

 

51 ENTRE ANTIGÜEDADES, de Rafa Olivares

En un lugar recóndito del desván lo encontré: el álbum de cromos de la liga 78-79. Para localizarlo tuve que mover de sitio el paragüero viejo, después la casita de muñecas de mi prima Laura, luego el amplificador, la pletina y los bafles del equipo de música, y por último la mecedora de rejilla con la mantita de cuadros y el abuelo, el pobre, que todavía estaba allí.

 

52 FANTASMA, de Alberto Jesús Vargas

En un lugar al sur, entre casas encaladas, las sábanas de las azoteas ondean como banderas horizontales agitadas por el viento de levante. Atrapando con su blancura la luz generosa y sabiendo que en la claridad del día nos reímos de aquello que por las noches nos hace temblar, el fantasma de las madrugadas finge no ser más que uno de tantos lienzos tendidos a secar al sol. Así espera las horas oscuras. Pero hoy, faltando a su cita con los insomnes, se abandona a la brisa nocturna que lo mece y soñando ser espejo de luna y no espanto, todavía estaba allí.

 

66 CASI INSEPARABLES, de Miguel ÁngelMolina

En un lugar preferente de sus recuerdos siempre me tuvo a mí. Cuando era un niño compartimos alegrías, penas, juegos y secretos. Y aunque muchas veces quisieron separarnos, ni médicos ni psiquiatras lo consiguieron. Nuestra unión se deterioró al empezar el instituto. Allí conoció a aquella muchacha que le cambió la personalidad y logró alejarnos. Ahora, años después, cuando la apatía, la depresión y las voces están de nuevo en su vida, he vuelto. Hace unos días él celebraba mi regreso. Ayer, cuando supo lo que le hice a su mujer, saltó al vacío desde el noveno piso. Yo, su amigo imaginario, todavía estaba allí.

 

Abrimos un FORMULARIO DE VOTACIÓN para que podáis votar. Tendréis que votar a TRES RELATOS. Podréis  hacerlo todos los usuarios de la web Esta Noche Te Cuento hasta las 8 de la tarde del próximo Jueves 21 de mayo.

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