87. La Guitarra
La guitarra
A pesar de su corta edad, cada vez que escuchaba aquel sonido se le erizaban los pelos de la piel y dejaba de jugar para poder disfrutar de la melodía.
Una tarde decidió, resuelta, pedir para su cumpleaños una guitarra; tras escuchar en el receptor al maestro Paco de Lucía y a Jimi Hendrix volando con su música.
Los padres de Marta quisieron hacer realidad su sueño.
Juan recorrió varias tiendas; entró en el mundo de las cuerdas y se empapó de información,hasta llegar al convencimiento que aquel instrumento, que había elegido, sería del agrado de su hija.
Llegó el día. Toda la familia había acudido a la fiesta y estaba expectante, porque conocían la ilusión de Marta.
Sobre la mesa del salón reposaba un bulto, enfundado en una caja negra, y la música de Narciso Yepes envolvía la estancia.
El corazón de Marta se aceleró y no conseguía abrir la caja; su cuerpo temblaba emocionado. Cuando al fin, sostuvo el instrumento de cuerda entre las manos; lo arrojó al suelo y escapó llorando.
Atónitos, los padres recogieron el laúd y la cajita de púas, que se había abierto con el golpe, y corrieron tras ella.
Como homenaje a la música, y como forma de comentario alternativo, quiero compartir con vosotros una canción que esté relacionada con algún aspecto de vuestros relatos. Espero que te guste la que he elegido para el tuyo.
MADREDEUS – Guitarra
https://youtu.be/RxQN_oPIGkU
Hola Rafa: Todo un detalle.
Este grupo me encanta. La canción es preciosa.
Un saludo.
Padres que tratan de satisfacer hasta los menores deseos de su hija, quien a su vez, no sabe valorar el esfuerzo y la intención que, como suele decirse, es lo que cuenta. Seguramente habrían acertado con una guitarra española, o una eléctrica, un laúd es otra cosa, pero tampoco es para ponerse así.
Una historia sobre unos padres que necesitan aprender algo más sobre instrumentos, así como su hija, madurar y ser agradecida.
Un saludo, M. Carmen
Hola Ángel: Es verdad lo que dices; que necesaria es la gratitud en todos los aspectos de la vida.
Gracias por tu comentario. Un saludo.
Hola, Mari Carmen. Tu historia, aparentemente sencilla, nos da para reflexionar sobre las actitudes de algunos ante ciertos «errores» o circunstancias por las que deberían estar agradecidos. ¿por qué no darle una oportunidad al pobre laúd? (que bien se la merece, por cierto). Aunque lo entiendo y seguramente, a mí, me pase lo mismo, puede que no debiéramos obsesionarnos tanto con algo, por mucha «ilusión» que tengamos. Cuántas veces compramos una prenda u otro artículo que anhelamos poseer y al llegar a casa, o incluso fuera de la tienda, ya no le vemos la «gracia» a tenerlo. Y el esfuerzo de los padres, dónde queda. Esperemos que Marta recapacite y al tener en sus manos el instrumento descubra sus virtudes. Que las tiene, como cualquier otro, De todas formas, si está en buen estado, siempre tiene la opción de devolverlo y, para la próxima… a ver si aciertan al comprar. Saludos.
Hola Jesús: Un comentario muy acertado el tuyo. A veces los padres, con la mejor intención, no quieren que sus hijos sufran las carencias que ellos han pasado. Sería un tema interesante
para comentar con muchas aristas.
Muchas gracias por leerme. Te mando un abrazo.
Hola. Bien hecho!!
Como decía BB King: ¿quieres verme feliz? – dame una guitarra y seré feliz.
No obstante, te voy a contar una anécdota, que me contó a mí un antiguo profe de guitarra: por lo visto, Paco de Lucía era aficionado al submarinismo, y tuvo un accidente en el que se hizo un corte en la mano. Le preguntaron qué sintió en aquel momento, y para sorpresa de muchos, dijo que liberación.
Buen relato, estoy seguro te va a ir genial con él. 1 abrazo, y buena suerte.
Comprendo la decepción de tu protagonista, M. Carmen. Un laúd es muy bello, pero no tiene nada que ver con una guitarra, que es lo que ella tanto deseaba.
Buen micro. Te deseo mucha suerte.
Besos apretados.