Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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88. Música en la nueva normalidad (Mar González)

Cada día a las ocho de la tarde, Mauro salía al balcón con su oboe y ponía música al confinamiento. Lo hizo durante las tres primeras pandemias. Al principio sus vecinos le aplaudían e incluso, una vez, le citaron en el Telediario, pero ya no queda nada de aquello. Primero fueron faltando los vecinos. En un barrio antiguo y obrero, la gente humilde y anciana de su bloque fueron los primeros en caer. Él siguió tocando en el balcón hasta que declararon el estado de ruina del edificio.

El banco de la esquina tiene buena sonoridad y, a veces, los viandantes le dejan algunas monedas. De un tiempo a esta parte, son cada vez menos. La calle queda desierta y la música asciende sin obstáculos hasta los tejados, se enreda en las antenas y se mece con el viento.

Con cada nota, Mauro sueña que, en algún lugar del universo, a millones de años luz, alguien, algo, capta su melodía. Una estrella parpadea. Pide un deseo. Cierra los ojos y escucha los aplausos. Los de antes de los balcones.

2 Responses

  1. Rafa Heredero

    Como homenaje a la música, y como forma de comentario alternativo, quiero compartir con vosotros una canción que esté relacionada con algún aspecto de vuestros relatos. Espero que te guste la que he elegido para el tuyo.

    TALKING HEADS – Dream operator
    https://youtu.be/KT2ruI2FihQ

  2. Ángel Saiz Mora

    El ser humano es así, tornadizo. Con qué entusiasmo nos lanzamos sobre algo para olvidarlo con la misma facilidad. Nunca tuvo Mauro un público tan entusiasta, sin necesidad de desplazarse a una sala de conciertos. Perdió su audiencia y hasta su casa, pero no por ello deja de perseverar.
    Mauro tiene el encanto de los perdedores que no se resignan. Se trata de un luchador nato con el que resulta difícil no sentir simpatía, aunque solo sea por su perserverancia, como tampoco no sentirse un poco identificado. Sin ir más lejos, a quienes nos da por escribir, tenemos, lo confesemos o no, la intención de agradar, de que al menos nos lean, algo que no siempre se consigue, ni mucho menos, en tanto no solo depende de uno, sino de un cúmulo de circunstancias, pero no por ello deja de hacerse.
    Un abrazo y suerte, Mar

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