47. La importancia de finalizar a tiempo un cuento (María José Escudero)
Tropezó con él a la salida de un Taller de Escritura y surgió, de inmediato, un sentimiento vivo, una instantánea atracción. Y como ambos tenían prisa, el noviazgo duró poco, aunque no estuvo exento de momentos mágicos, de escapadas románticas y de alguna pequeña discusión. Pero al cerrar la puerta de la suite nupcial, tras el banquete de boda, él, transmutado, reclamó protagonismo y ella, desconcertada, recibió el primer insulto seguido de un bofetón —por el escote, por el maquillaje y por con quien bailó—.
Después del llanto y las disculpas, él se quedó dormido y entonces fue cuando ella se despertó: Aquello ya no era un binomio fantástico y en nada se parecía a un relato de amor. Desencantada, repasó sus apuntes vitales, y recordó que no estaba dentro de sus planes ser una cifra estadística ni cinco minutos de silencio en una plaza Mayor. Y haciendo un ejercicio de estilo, resolvió saltarse el nudo de la historia, se cubrió con unas gafas oscuras la penosa introducción y, para precipitar el desenlace, recogió el vestido blanco del suelo—porque hasta el mejor escribano echa un borrón— y bajó a pedir un taxi urgente al mostrador de recepción.
Ole, María José. Esa es una mujer con criterio. A ver si sirve de inspiración y ejemplo para que otras muchas pongan la misma premura en acabar con este tipo de historias dejando con dos palmos de narices a estos elementos machistas y misóginos tan detestables.
El título es apropiadísimo y el final sobresaliente.
Felicitaciones, mi querida amiga. Si yo fuese jurado, este relato sería uno de mis favoritos.
Un abrazo.
Pd. Se ha colado una errata al comienzo del segundo párrafo «del el llanto»
Un tema muy actual, María José.
felicidades
Muchas gracias por la visita y el comentario. Un beso.
Muchísimas gracias, Barceló por tu generoso y amable comentario. Hay que saber retirarse a tiempo de una mala historia. Como bien señalas, tener criterio es muy importante, tener bien claro lo que uno no desea y plantarle cara a un error y convertirlo en «error creativo». Gracias de nuevo. Ya he corregido la falta, no me había dado cuenta. Un beso.
El enamoramiento trae consigo una ceguera, algo natural y a menudo sin importancia, que forma parte del proceso, pero en ocasiones impide ver lo esencial que, antes o después, termina por aflorar. Tu protagonista ha tenido el buen tino de saber dar un giro argumental, por mucho que algunos la critiquen después.
Lo más importante de un relato, sin duda, es el desenlace, algo en lo que el tuyo incide, en eso y en una rectificación a tiempo, como bien anuncia el título.
Un abrazo y suerte, María José.
Hola, Ángel. También creo que el desenlace es lo mejor. Yo quería salvarla y por eso hice que se salvara y que creara escuela. El amor es un estado de locura, pero hay cosas inaceptables y la violencia no es amor. Muchísimas gracias por tu visita y por tu comentario. Es un placer. Un abrazo.
Buen ejercicio el tuyo, M. José. No tuvo mejor desenlace aunque este relato no tuviera el clásico: «Fueron felices y comieron perdices», que por otro lado suele ser solo final de cuento.
Felicidades y suerte.
Besicos muchos.
Hay que saber decir » Hasta aquí hemos llegado » y hacer pedagogía, mucha pedagogía para que la violencia desaparezca de las relaciones, de todas partes…
Muchas gracias, Nani por la visita. Un beso.
Qué bueno el título. Es de esos que te llaman la atención y entras de lleno.
Desde luego hizo bien tu prota no esperando por las perdices. Para la próxima historia. O no.
Felicidades. Y Mucha Suerte
La violencia nunca puede ser la base de ninguna relación, Si hay violencia, no hay amor, esta debe ser la principal certeza, y cortar a tiempo, la mejor apuesta. La vida da para mejores historias, claro que si. Una buena educación es lo que nos hace falta.
Muchísimas gracias por la visita y por el comentario. Me alegra mucho. Un besin, Esperanza.