58. LA MUERTE DE PETER PAN
–Pudo haberlo matado, pero no lo hizo. Peter Pan es tonto.
Adel cerró el libro con furia, enfadado con su personaje favorito. Esperaba un final distinto, donde la batalla se hubiera resuelto con el ajusticiamiento de los perdedores. Miró por la ventana. El sol vestía de paz la pobreza de su pueblo.
–Papá, ¿por qué Peter Pan no mató a Garfio?
Su padre lo miró con ternura. No pudo evitar que sus ojos delataran una angustia fatal. Ayudó a su hijo a vestirse lentamente, ocultando los vendajes que cubrían su dolorido abdomen. Luego lo acompañó a la puerta y lo besó en la frente.
Adel se dirigió al mercado, repleto de gente a esas horas.
Cuando varias horas después, entre el caos y el horror causado, entre gritos de madres y charcos de sangre y barro, un bombero encontró el brazo amputado de un niño, no entendió la nota que apresaba entre sus dedos: “Cambiaré el final del libro”.
La infancia que murió con el niño dio paso a una adolescencia que tuvo un mal comienzo. Felicidades.
Un saludo
JM
Cierto, Juan Manuel. Lo triste es que existen millones de niños sin infancia.
Saludos y abrazos.
Terrile y actual, desgraciadamente.
Y qué pena que sea actual, M Carmen. Y tan cercano…
Un abrazo.
Fernando muy bonita historia.
Por desgracia hay tantos cuentos que debieran cambiar el final…
Un abrazo
Otro abrazo para ti, Blanca. Gracias por comentar (y por ilustrar…).
Uhmmm…me ha resultado confuso, me parecía una historia bonita pero que no acababa de comprender. Después de releer, releer y pensar creo haber visto un atentado y una inmolación para acabar con un Garfio vestido de barras y estrellas. Me parece una idea muy, muy buena que por un poco no ha quedado redonda. Mucha suerte.
Abracísimos.
Vaya, siento que no te haya llenado del todo Barlon. No hace falta vestir a Garfio de barras y estrellas, basta con pensar en fanatismo e intolerancia, venga de donde venga.
Muchos abrazos para ti.
Peter Pan es un niño eterno, como ese que debería habitar dentro de nosotros. Pero una explosión no respeta nada y puede acabar con cualquiera, hasta con un mito.
Suerte y un saludo
El problema es que Peter Pan, Campanilla y cualquier otra fantasía infantil están muertos en muchos lugares de este planeta. Llamémosles guerra, corrupción, pobreza, explotación… Da igual. Y todos somos culpables.
Saludos.
Una historia dolorosa en que has revestido la intransigencia con rostro humano. La imagen del padre ayudando al niño a ocultar el vendaje que sujeta los explosivos me parece desgarradora.
Un saludo.
Muchas gracias por tu comentario, Eduardo. Me alegro de que hayas apreciado lo más íntimo del relato, aquello que quería transmitir y no sabía si llegaría. Todos somos humanos, todos sentimos…
Saludos.
FERNANDO DA CASA DE CANTOS: ¿podrías cambiar el final del relato?
Ya, supongo que no.
Menudo final más duro.
Ayyyyy, Reve, si me lo pides así…
«Cuando varias horas después, entre el caos y el horror causado, entre gritos de madres y charcos de sangre y barro, un bombero encontró a Adel ileso aferrado a unas hojas de papel, no entendió la frase que masculló entre dientes: “Cambiaré el final del libro”.»
¿Te gusta más así? A mí no.
Saludos y besos.
No, Pero gracias por el intento…jajaja
Cruel e inhumano, pero demasiado real. Así es lo que está pasando…
Tan real como que creo que has comentado dos veces, M Carmen. Te lo agradezco y compruebo que te ha impactado. Si lo prefieres, puedes quedarte con el final que he escrito para Reve, unas líneas más arriba. No es que me guste mucho (de hecho, cambia radicalmente el sentido del relato), pero es menos duro.
Un abrazo.
Fernando, la pregunta de Adel nos dice que su inocencia y niñez ya había muerto antes de la explosión. Terrible la cultura de las armas y la muerte. Durísimo y buenísimo. Abrazos.
Eso es, Salvador, yo creo que Adel quiso ser niño y no le dejaron. Como tantos otros.
Un abrazo.
Buenísima tu forma de contar una historia, más frecuente de lo que nos imaginamos. Me ha tocado la fibra sensible.
Muchas gracias, María Jesús. Desgraciadamente, tienes razón en lo de la frecuencia.
Un abrazo.
Duro relato, que no deja indiferente.
Un abrazo
Sí, Mª Belén, es duro. Como la realidad de tantos millones de niños.
Abrazos.
Gracias por tu nueva (y enésima) lección linguística. Apuntaré «shadid» a la lista de cosas que he aprendido por tu generosidad literaria.
Un abrazo.
Hola Ana, tienes una versión «light» en la respuesta a Reve, por si te gusta más.
Me alegro de verte por aquí, como siempre.
Abrazo y beso.
Fernando, es un relato muy bueno, además trata de Peter Pan, un personaje que me apasiona. Yo he visto la realidad de la trama leyendo el comentario de Eduardo, quizás estoy con Barlon, pues me hubiese faltado algo para conectar el niño bomba con ese brazo amputado y el torso dolorido. Pero no me hagas caso que seguro que eso no lo he pillado por empanado nada más.
Hola Lorenzo, siempre tan amable y correcto. Muchas gracias por pasarte por aquí y comentar, y no te preocupes, el que debe estar algo empanado soy yo, porque si varios maestros del microrrelato ven confusión en el texto, será por algo. Cuando el río suena…
Un abrazo.
Un relato pata reflexionar, yo lo he leído varias veces con este resultado: creo que los cuentos y la fantasía es necesaria, aunque luego nos demos de bruces con la realidad. Al menos de niños es necesario fomentar corazones puros.
Arazos
Yo diría que deberíamos fomentar ser niños hasta cumplir los ciento veinte años, por lo menos. Seguro que nos irían mejor las cosas.
Abrazos y besos.
Ay, Fernando, Peter Pan, no puede morir por el simple razón que es inmortal. La única manera de matarle es matar la imaginación entonces el mundo se acabaría. Me imagino que todo sucede en época de guerra el relato tiene algo que lo hace especial. No sé qué es ,pero te aseguro que lo tiene. Un abrazo, Sotirios.(Los tres demonios donde participas lo colgaré a principio de mes que viene. He encontrado unos concursos de terror y me ido a por ellos seguro que los gano)
Me alegra mucho verte por aquí, ya lo sabes, aunque ahora sea solo para comentar. Un abrazo, amigo.
Estaré atento a tu relato, me hace ilusión ser un personaje en el cuento de un amigo. Eso sí, ponme alto, guapo, exitoso, inteligente, gracioso… Humilde que es uno. 😉
No puedo hacerlo por el simple razón es que lo eres todo eso y mucho más. Un fuerte abrazo,a mí guapísimo ,amigo, Sotirios.
Sólo un niño de la guerra puede pensar en ajusticiar a Garfio. Un niño que ya no lee los cuentos con la inocencia de su edad. Pobrecitos.
Exacto Isabel, esa es la lectura precisa del mensaje que quería transmitir. Gracias por expresarlo tan bien.
Un abrazo.
He leído el título en la lista y no me he resistido a entrar. Que buena historia, Fernando, que redonda por todas partes. Que Peter Pan no muera nunca, que no le pongan su nombre a un ‘¿complejo?’.Enhorabuena.
Muchas gracias por tus palabras, Eva. Me ha gustado mucho eso de que no le pongan su nombre a un «complejo», jajaja. En este país no se reconoce a nadie hasta que se muere, es verdad. Buen tema para un micro…
Un relato valiente. Seguro que es culpa mía, pero necesité alguna segunda lectura, no para entenderlo sino para encontrarle todo el sentido que entiendo le has querido dar al texto. El relato está para crecer y creo que lo limita el número de palabras. O igual no. En cualquier mucha suerte 🙂
Muchas gracias por tus palabras y consejos, Juan Antonio. Los tomaré muy en cuenta.
Me ayudaron algunos comentarios a ver algunas cosas más claras que sólo se intuyen, y una vez espabilada mi mente gracias a los compas, reconozco que me ha encantado.
Es muy duro pero muy muy tremendista y directo.
Abrazos y suerte
Me alegro de que, finalmente, te haya gustado, aunque hayas necesitado la ayuda de comentarios y segundas lecturas. No debo haber transmitido bien el mensaje, cuando sois varios los maestros que me sugerís cierta falta de claridad en el relato. Tomo nota para próximos ejercicios. Un abrazo.