16. La pequeña de siete hermanos
Ni gritos, ni portazos, ni un correr por el pasillo. Nadie en la casa, todo en silencio. La niña sintió una sensación de libertad tan extraña como deseada, algo que nunca había experimentado.
Entró en el dormitorio de su hermana Carmen, la mayor. Tuvo suerte porque el armario no estaba cerrado con llave. Comenzó a probarse la ropa nueva que ella heredaría, después de Rosa, su hermana anterior.
Con el vestido rojo y las sandalias de tacón parecía mayor, aunque tuvo que meterse relleno en el escote.Ya sin trenzas y con los labios pintados se sentó frente al espejo cruzando las piernas y entornando los ojos. Mientras se fumaba un cigarro imaginario imitando aros de humo, comenzó a leer algunas cartas que su hermana guardaba entre la ropa interior. La mayoría eran de Fernando, el chico más guapo que ella había conocido y que cada vez que coincidían le guiñaba un ojo sacándole los colores.
¡Y qué cosas decía el muy picarón!
Leía en voz alta, disfrutando de cada frase, de cada palabra. Solo tuvo que sustituir el nombre de Carmen por el suyo, Elena.
La imaginación de esta muchacha, alimentada por estímulos externos que le son ajenos, de una intimidad envidiada y que no le corresponde, ha creado una situación a su medida, seguro que única. Otra cosa es qué pensarían Fernando y Carmen, de saberlo.
Un relato de sueños, deseos y realidades.
Un abrazo y suerte, Pilar
Gracias Ángel por el tiempo que dedicas a comentar. Las/los hermanos más pequeños suelen querer imitar a los mayores. Estos les van abriendo los ojos al mundo.Esta niña tuvo su momento de «sueños, deseos y realidades», como bien dices.
En cuanto a Fernando y Carmen seguro que de saberlo les causaría cierta gracia.
Un abrazo
Me he visto representada como hermana menor. Siempre en el vagón de cola, o esa era la sensación. Con el tiempo he recordado que mi hermana mayor debía asumir más responsabilidades por ostentar el título, de modo que no todo eran ventajas.
Tu personaje, “toda una trasto”, retrata los anhelos de la infancia, el deseo de crecer tan rápido y convertirnos en algo que casi nunca seremos.
Bien contando.
Hola Rosa, siempre he pensado lo mucho que condiciona el carácter de una persona, dependiendo del los hermanos que tengas o del número que hagas. Yo no hubiera querido ser la mayor, ni la pequeña. A las del medio nos hacen menos caso, por eso vamos a nuestra bola y somos más soñadoras je,je…
Seguro que me entiendes.
Gracias por comentar
Abrazos
Pilar, qué historia más bonita y más bien contada. Imagino lo que puede ser la soledad en una casa tan llena, y el maravilloso poder de la imaginación. Muy chulo.
Un abrazo y suerte.
Así es Rosalía. Elena se sintió feliz y en su salsa ese día en que no había nadie en casa. Algo que difícilmente se pueda volver a repetir en un hogar con familia numerosa.
Gracias por pasarte a comentar.
Un abrazo
Historia muy visual de una escena perfectamente descrita que se deja imaginar perfectamente.
Muchas gracias Edita por pasarte a leer mi relato.
Un abrazo
Tierna y muy realista historia de hermanos pequeños, en este caso hermana. Esas ansias por crecer, por imitar a los mayores, están muy bien reflejadas en tu micro, así como la imaginación de la protagonista. Suerte y un abrazo, Pilar.
Así es, Jesús, realista. A veces no entendemos a los adolescentes. No nos olvidemos de que lo hemos sido.
Gracias por pasarte y comentar.
Un abrazo