Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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94. Lección de aMatomía (Piel de Retales)

A pesar de que Nicolás Pieterszoon Tulp gozaba de la admiración de sus colegas y de un prestigio cultivado durante toda su carrera como anatomista oficial de la ciudad, la tristeza invadía cada pliegue de su luto.
Una vez al año, siempre en invierno para favorecer la conservación de los cuerpos y evitar el hedor y las moscas colándose por cada vano del fallecido, ejecutaba la disección pública de un criminal. A tal evento acudían compañeros de profesión y público adinerado y sin escrúpulos que pagaba por ver el «espectáculo» en primera línea.
Aquel día ocurrió algo extraño. El doctor Tulp se topó en la camilla con una mujer. Nos han traído esta prostituta, le aclaró su ayudante; dicen que se ha suicidado por amor.
El cirujano observó su cabello y recordó los bucles que años atrás cosquilleaban sus hombros cuando besaba a su amada. Sin mediar palabra realizó una incisión por debajo de la caja torácica y extrajo el corazón de la muchacha.
Los asistentes al acto aplaudieron su pericia y vitorearon la precisión con el bisturí. La distancia, sin embargo, hizo que no pudieran observar las lágrimas de alivio del cadáver y las de tristeza del doctor.

 

12 Responses

  1. Me llevaste a otra época, he visto las calles de un imaginario Londres o de algún lugar parecido una «ejecución» forense pública entre niebla y un ser enamorado, pero con pocas agallas, debió haberse decidido antes, pero claro el qué dirán…. una prostituta…. Buena apuesta me gusta. Suerte!

  2. Ángel Saiz Mora

    Todo el mundo tiene su corazoncito, quienes venden su cuerpo como medio de subsistencia también.
    Bien está lo que bien acaba. El doctor tuvo el corazón de su amada, que tiempo tardó en darse cuenta de que así era. De esta forma se cerró un círculo que había quedado incompleto. Ella ahora descansa satisfecha, pero a él le queda la nostalgia de lo vivido, la tristeza de no haber vivido más y el dolor por lo que ya no podrá vivir con ella.
    Una historia fantástica, de amor, tristeza, nostalgia y disecciones
    Un abrazo y suerte, Raquel

    1. Ángel Saiz Mora

      Añado que me encanta el nombre del doctor, propio de un sabio despistado, que tardó demasiado en darse cuenta del milagro que se había producido entre una mujer y él.
      Otro abrazo

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