Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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LIBROCONCURSO del DÍA DEL LIBRO 2024

El blog concurso Esta Noche Te Cuento quiere sumarse a todos los eventos del próximo día 23 de abril de 2024, fecha en la que celebramos el DÍA DEL LIBRO. Además, aprovecharemos esta propuesta para hacer un homenaje a uno de los libros de ficción más importantes de la literatura universal, Cien años de Soledad, de Gabriel García Márquez.

 

Estas son las bases de nuestro libroconcurso:

 

1 – PARTICPANTES.

Pueden participar usuarios de la web estanochetecuento.com y amigos y conocidos de la página: no es necesario ser usuario de la web para participar.

2 – Podrá presentarse un relato por autor.

3 – MODO DE ENVÍO.

Solo serán admitidos los relatos que lleguen a los organizadores del concurso a través del FORMULARIO QUE OS ENLAZAMOS AQUÍ. Los relatos serán publicados como comentarios en este post por los organizadores apareciendo públicamente de manera anónima. Solo se publicará el nombre de los 5 relatos que obtengan las mejores puntuaciones una vez terminado el concurso.

4 – CONDICIONES DEL RELATO.

Las condiciones del concurso son las siguientes:

  • Extensión máxima de 120 palabras, incluyendo la frase propuesta y sin contar el título.
  • Inclusión literal como parte integrante del relato de una de estas 5 frases extraidas de Cien años de Soledad.
    • «Uno no se muere cuando debe, sino cuando puede».
    • «Porque tratando de que ella lo quisiera terminó por quererla».
    • «Uno no es de ninguna parte mientras no tenga un muerto bajo la tierra».
    • «El secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad».
    • «Demasiado tarde me convenzo que te habría hecho un gran favor si te hubiera dejado fusilar».
  • Será libre (no obligatorio) el homenaje extra de usar personajes, tono, escenarios, recursos del género… del libro elegido este año, Cien años de soledad, pero os invitamos a que probéis …

5 – PLAZOS

El plazo para su presentación se iniciará con la publicación de este post y durará hasta el MARTES 23 de ABRIL de 2024. Posteriormente se presentará una lista (entre 10 y 15 relatos) de seleccionados por la organización para una segunda fase de elección de los ganadores por voto popular.

6 – JURADO

El jurado, por tanto, será mixto. En la primera fase un jurado seleccionado por la organización se encargará de la elección de una primera lista (entre 10 y 15 relatos) y para la segunda fase se abrirá un formulario de votación popular en la que podrán participar los usuarios de la página de ENTC y participantes en este concurso que no estén en la página que aportarán una de las votaciones del jurado. En caso de empate, prevalecerá el voto popular.

8 – PREMIOS

Para los dos relatos ganadores del concurso

  • Los relatos serán incluidos en el libro recopilatorio
  • Los relatos serán candidatos a los premios anuales
  • Cesta de productos Alonso de la Torre
  • Un ejemplar a elegir entre todos los que se muestran en la sección “ La Biblioteca” con el compromiso de intentar que os llegue firmado por el autor.

 

Los otros tres relatos finalistas

  • Serán considerados como los relatos “mencionados” del concurso oficial y por tanto podrán ser repescados para incluirlos en el recopilatorio de 2024.

 

49 Responses

  1. JAMS

    1. CONTRICIÓN
    Estuvo encerrado dieciocho meses escribiendo su novela. Cuando abrió las puertas, salió con mil trescientas cuartillas, que tituló «Cien años de soledad». Dentro, desechadas, otras cinco mil que yo me adueñé. De ellas saco provecho: adapto ideas y párrafos para escribir relatos que presento a concursos.
    Pero ayer algo cambió en mí. Me sorprendió un espíritu nuevo, original, clarificador. Entonces comprendí que «el secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad», que nunca formé parte del realismo fantástico de aquel Macondo al oeste de Riohacha, que esta fantástica realidad solo es pura ficción.
    Escribiré sobre mi mundo y con mi corazón. Aceptad esta confesión y permitidme el atrevimiento de intentarlo de nuevo.

  2. JAMS

    2. ZAFARRANCHO
    Mi primer aviso a domicilio en el cuartel.
    La coronela, estaba en la cama con un salto de encaje al vacío.
    Creí morirme, pero uno no se muere cuando debe, sino cuando puede.
    Me senté a su derecha y saqué del maletín el fonendo. Me froté las manos, deslicé el raso hasta su braguita negra y palpé un abdomen blando, sin nódulos.
    Colocó sus manos sobre las mías y las llevó a su sexo pasándolas por debajo de la gomilla. Estaba muy húmeda y los ocho dedos pudieron entrar en formación de a cuatro.
    Vi su lascivia, ojos suplicantes y boca donde se asomaba una lengua carnosa; ágilmente abrió la bragueta y tomó con sus labios el cornetín.

  3. JAMS

    3 ANTICIPACIÓN
    Aureliano bebía los vientos por sus ojos porque tratando de que ella lo quisiera terminó por quererla. Había hecho apuestas con Gabo de que al finalizar las lluvias él sería elegido como alcalde y ella sería la alcaldesa. Su amigo se había reído mientras pedía otra ronda de tequilas, recordándole que el padre de la joven tenía otros planes en mente. Gabo sabía que, según dejó escrito el sabio Melquíades, el destino de Aureliano era ennoviarse con su tía Úrsula, claro que esto no se lo iba a revelar ahora, cuando aún no había escrito ni la mitad del libro, saber que ni él ni ella, ni siquiera el propio Macondo, existían, podía ser la ruina de su amigo.

  4. JAMS

    4 ECHAR RAÍCES
    ¡Lo primero que he ido a ver después de la mudanza! No sabes lo arregladitos que dejan a los difuntos en la capital, Conchi, cómo lucen en un tanatorio en condiciones. Ni en nuestra boda iba tan elegante mi Antonio. ¡Si no se quita el chándal ni los domingos! ¡Me da un coraje! A misa hay que ir presentable, como yo, con mis alhajas y mi vestido negro de lunares, ¿sabes cuál te digo? ¡Ay, Conchi, mejor me hubiera ido con cualquiera de estos, pobrecitos míos, que no con semejante patán toda mi vida! Solo esperar, hija, no queda otra, porque no me canso de repetirlo: uno no es de ninguna parte mientras no tenga un muerto bajo la tierra.

  5. JAMS

    5 EL PRECIO
    Se llamaba Remedios, como su bella antepasada que flotó hacia los cielos. Aunque solo compartían el nombre: cuando asomaba a la calle, los pájaros caían fulminados del susto y las iguanas verdes se tornaban amarillas. Su rostro ahuyentaba a cualquier pretendiente. Sin embargo, Reme poseía una inteligencia extraordinaria capaz de resolver cualquier problema filosófico o mundanal, de predecir malas cosechas, catástrofes inminentes, embarazos deshonrosos y enlaces desventurados. Mas solo prodigaba sus acertados consejos con las buenas gentes que le inspiraban afecto.
    Rogelio, contrabandista y vividor, llevaba meses tratando de camelarla para que le desvelara el secreto de la riqueza infinita. Su ambición no quedó sin penitencia: porque tratando de que ella lo quisiera terminó por quererla sin ser jamás correspondido.

  6. JAMS

    6 REPOSO DE LOS CAMINANTES
    De sol a sol vagan por los caminos, dispuestos a ganarse el sustento.
    Algunos caen antes de tiempo, yaciendo entre margaritas amarillas o malas hierbas. Sin tener siquiera un madero para señalar con una cruz su lugar de eterno reposo.
    Todos los caminantes conocen los terrenos que pisan, llenos de huesos de aquellos que deambularon antes que ellos; sabiendo que uno no es de ninguna parte mientras no tenga un muerto bajo la tierra. Y que todos ellos son uno. Y algún día alguien también transitará sobre ellos. Estos mismos que ahora dejan sus huellas y su sudor en busca de pan.

  7. JAMS

    7 EL ÚLTIMO REGALO DE LA VIDA
    Llegó con las nubes de marzo y, al sonar el pulsador de la calle, hasta las paredes del pasillo tiritaron. Aunque no estaba escrito en su línea de la vida, el viejo Melquíades consiguió abrir la puerta y, al instante, quedó prendado de una sonrisa tierna que, acostada sobre un cesto de mimbre blanco, portaba una carta. Es un ser especial, decía la misiva, y aprenderá a volar antes que a caminar. El viejo, consciente de que “uno no muere cuando debe, sino cuando puede”, se apiadó de aquella criatura que, algunas veces, parecía una niña y, otras, una mariposa. Y la asistió. Sólo cuando le brotaron las alas, regresó Melquíades a la tarea de enfriarse lentamente en el sofá.

  8. JAMS

    8 ALITAS DORADAS
    Siempre he creído que el secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad, no estaba equivocado puesto que mañana, cumpliré cien años.
    En casa de mi hija, junto al aparador, me he convertido en un mueble más, no me importa, nada de lo que dicen me interesa, lo llenan todo de palabras vacías.
    Ocupo mis días haciendo pescaditos de oro, en realidad son de plastilina amarilla, pero todos me siguen la corriente, es lo bueno que tiene el hacerse viejo.
    La única que parece entenderme, es mi nieta pequeña, que junto a mí, moldea pequeñas alas para los peces, alitas doradas que algún día me permitirán, por fin, volar.

  9. JAMS

    9 BRIGADISTAS
    Él le contará curiosidades de su residencia subterránea: cómo crecen las raíces de las plantas, qué túneles horadan las hormigas o hasta dónde se filtra el agua cuando llueve. Ella los pormenores de su vida fuera: que no regresó a su país porque “uno no es de ninguna parte mientras no tenga un muerto bajo la tierra”, que aquí nació el hijo que esperaban, que la vida no fue fácil después de perder la guerra, que nunca dejó de buscarle a pesar de las negativas de los que quieren olvidar la historia, que años después sus nietos consiguieron localizar sus restos.
    Ahora que por fin descansan juntos hablarán de tantas cosas…

  10. JAMS

    10. LIVIANO
    El secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad, sentenció el anciano con la determinación del que no acepta replica alguna. Así al menos lo entendieron las sombras que lo venían acompañando. Y una a una, desde aquel primer amor de adolescencia, pasando por su compadre hasta llegar a la mamá, se fueron desvaneciendo para dejarlo, ahora sí, completamente solo.

  11. JAMS

    11 EXPERTO EN LENGUAS AMAZÓNICAS
    «Dice que uno no se muere cuando debe, sino cuando puede, o quizá haya dicho todo lo contrario», balbucea João, nuestro intérprete. Tiene la cara sudorosa y llena de picotazos y sus ojillos suplican comprensión tras las gafas empañadas. Yo me limito a mostrar extrañeza —como cuando ha explicado que nuestro interlocutor elogiaba el bacalao inglés y la Bauhaus—, y él baja la mirada. Plantado mientras tanto ante su cabaña, Korumi, único miembro de su tribu, espera digno e impasible más preguntas. Se trata de una costosa expedición, al mismísimo corazón de la selva, y sería una pena malograrla por culpa de un currículum hinchado. Llenándome de paciencia, le digo a João: «Cuando debe o cuando puede; ¿en qué quedamos?»

  12. JAMS

    12 ENTERRADOR
    «Uno no es de ninguna parte mientras no tenga un muerto bajo la tierra», solía decirse al recorrer, parsimonioso, las filas del cementerio. Simples u opulentas, infantiles o adultas, las tumbas eran la familia que la vida le había negado. Por eso se afanaba lustrando las placas y barriendo las veredas. Por eso derramaba letanías y oraciones donde el olvido se hacía patente. Por mucho tiempo había sido de ninguna parte y desde entonces, desde aquel primer terrón que su pala le arrancó a la tierra, se sintió pertenecer. Respetuoso, tomó el pequeño ataúd, y amorosamente, cubrió a la niña recién llegada.

  13. JAMS

    13 AQUÍ YACE UNA ARTISTA
    Llegaste a mí sin pedirlo y te fuiste sin quererlo. Quince años de homenajes diarios que yo te compensaba como podía: había harmonía, conexión inalámbrica y por cable.
    Cuando cesaron tus habilidades, me sentí especialmente agasajada por el gran esfuerzo que hacías para continuar agradando: saltabas sin poder, comías sin querer, respondías a la petición de ser peinada sin escatimar ronroneos y, sobre todo, me recibías en la puerta cuando llegaba.
    Muy al final, te arrastrabas como podías para orinar en su sitio. Siempre preciosa, inteligente y diva. Llegaste a percibir mi impotencia para ayudarte a marchar y tus ojos me suplicaron sosiego: Uno no se muere cuando debe, sino cuando puede.
    -Entendido, mi señora. Y, apenada, hui.
    Bienvenida, Soledad.

  14. JAMS

    14 LOS VIAJES DEL ABUELO

    Uno no es de ninguna parte mientras no tenga un muerto bajo la tierra, decía siempre mi abuelo. Él, que nunca salió del pueblo donde enterró a sus padres, sus hermanas, su mujer e incluso al menor de sus hijos, colmaba su sed de aventuras pasando la tarde en Macondo, investigando en Baker Street, surcando los mares de Lilliput, paseando por Oz o viajando en tren hasta Hogwarts. Por eso no nos sorprende que, ahora que ya no puede leer, sobre su tumba haya crecido un colosal árbol que llega hasta las nubes, cuyas ondulantes ramas están siempre atestadas de aves migratorias que, de camino a casa, paran a susurrarle al abuelo los increíbles secretos de sus maravillosos viajes.

  15. JAMS

    15 GRATITUD ETERNA
    Padecí la cólera de Aquiles y guie a Ulises hasta Ítaca. Acompañé al florentino en su descenso al infierno. Compartí experiencias con el insigne historiador arábigo manchego. Y, sin embargo, no pude salvar al príncipe de Dinamarca.
    Cuando creí llegada mi hora, recibí una nueva vida. Desde entonces soy inmortal. Porque uno no se muere cuando debe, sino cuando puede. Yo no puedo. Mis conocimientos de alquimia me protegerán, mi misión me dará fuerzas. Preservaré la memoria de quien me hizo visible, me dio nombre y me situó al lado de la estirpe de los Buendía. Se lo debo a uno de los grandes, y sé de lo que hablo, creedme. Me llaman Melquíades.

  16. JAMS

    16 TIQUISMIQUIS
    Con más de noventa años, a doña Gertru no le faltaban achaques; que si tos una semana, que si lumbago la siguiente, que si reuma cuando cambiaba el tiempo…; pero uno no se muere cuando debe, sino cuando puede, y nada permitía augurar cuál sería la causa de su fallecimiento cuando este llegara.
    Tres días con fiebre hicieron que los sobrinos, ansiosos por heredar, se movilizaran y llamaran a un doctor de confianza quien, después de que el párroco ya le hubiera administrado los santos óleos, la auscultó, le tomó el pulso y expidió el oportuno certificado de defunción. Aún así, doña Gertru, que nunca fue de buen conformar, desde el ataúd pidió recurrir a una segunda opinión.

  17. JAMS

    17 EL SICARIO
    Lo que comenzó como un acto en defensa propia se ha convertido en la forma de ganarme la vida. Me sorprendió la falta de remordimiento tras matar a mi padre. El psicólogo me explicó que era normal tras tantos años de maltrato. No sé qué diría si supiera que tampoco siento nada cuando asesino al objetivo de turno. Debido a mi profesionalidad, he viajado por todo el mundo como embajador de la Parca. Leí un día que uno no es de ninguna parte mientras no tenga un muerto bajo la tierra. Quizá por eso tardo en responder cuando me preguntan de dónde soy. Y es que no hay relato en el que no me cargue algún personaje.

  18. JAMS

    18 AÚN NO

    Estaba más muerto que vivo desde hacía días. Como moribundo algo ególatra, él lo sabía y se recreaba en sus cuidados.
    Algunos familiares lo acompañaban para darle la mano en el inicio de ese caminar oscuro y solitario o le acariciaban la frente helada y descolorida; también le miraban a los ojos, que eran ojos de muerto, fijos y ligeramente entreabiertos.
    El moribundo se quedaba sin respiración por momentos y hacía que sus vivos también pararan la suya acompañándoles en la agonía. Así lo hizo varias veces.
    Finalmente solo el verdadero agonizante murió porque es de todos sabido que “uno no se muere cuando debe, sino cuando puede”

  19. JAMS

    19. TIERRA ROJA
    Benavides culpaba de la deformidad de su hija al malsano cuerpo y falta de espíritu de su esposa. Ansiaba echar raíces, mas era consciente de que “uno no es de ninguna parte mientras no tenga un muerto bajo la tierra”. Observando a la pequeña, tomó una decisión.
    Su mujer jamás le perdonó, pero el miedo la retuvo junto a él, ahora teme por su vida y por la que crece en sus entrañas.

    Los gritos del parto quiebran la noche. Los puños de Benavides esperan, jamás permitirán otra decepción. La mujer aprieta la daga en su mano. En una esquina, sentada sobre un sillón de mimbre, la parca se mece sonriendo; sabe que esta noche no se irá de vacío.

  20. JAMS

    20 LA RIADA
    La pilló acostada a doña Daría la inundación. Y a Mirta, la sirvienta, subida a una escalera colocando bien alto alimentos, fotos, el ajuar, por si entraba el agua; tantas semanas lloviendo nada bueno presagiaba.
    Pero entró. Como una avalancha, anegándolo todo. Tan rápido como pudo, buceando a ratos, chocando con objetos que flotaban como si estuviera en un barco naufragado, llegó Mirta hasta su cama. Había quedado sumergida y al intentar sacarla, la vieja, en un espasmo, la agarró, la atrajo hacia sí, no la soltaba… y el agua continuó subiendo, subiendo, hasta ahogar a ambas.
    «Uno no se muere cuando debe, sino cuando puede», parece burlarse, meses después, una de las dos calaveras. La otra sigue contrariada.

  21. JAMS

    21 Doña Soledad cumple cien años
    A punto de cumplir cien años doña Soledad había adquirido carta de naturaleza en Macondo. Nadie conocía sus orígenes, aunque todos daban por hecho que estaba allí desde siempre. En realidad aquel lugar parecía hecho a su medida. Pese a sus achaques y sinsabores no parecía tener intención de pasar a mejor vida. Decía que uno no muere cuando quiere sino cuando puede. Doña Soledad gozaba del privilegio de ser la última superviviente de una larga estirpe. De hecho, muchos de sus miembros, hacía tiempo ausentes seguían ventilando sus cuitas en su prodigiosa memoria. Ella confiaba en que algún día podría compartir sus recuerdos con alguien capaz de sazonarlos con sal y pimienta.

  22. JAMS

    22 LECCIONES
    La luz tenue entraba por los ventanales del aula. Los alumnos miraban, en silencio, a aquel viejo profesor cuyos ojos reflejaban la sabiduría adquirida tras la pérdida de su amada esposa.
    “La vida”, comenzó con voz serena pero temblorosa, “es efímera. Nos aferramos a momentos que creemos eternos, solo para verlos desvanecerse ante nuestros ojos”.
    Sus palabras, llenas de la verdad cruda que solo el dolor puede revelar. “Uno no se muere cuando debe, sino cuando puede”, pronunció con solemnidad.
    «Queridos alumnos, no desperdicien un solo día. Aprovechen cada instante, amen con intensidad y persigan sus sueños sin demora. Porque la vida es un regalo cuya duración desconocemos». Con estas palabras, se despidió, dejando una huella imborrable en sus corazones.

  23. JAMS

    23 MIGRACIÓN
    La vieja Reme era eterna. No acumulaba tiempo ni arrugas, sino vivencias y emociones. En torno a su hamaca desgranaba consejos, aliviaba penas, relataba vivencias que eran mentira y mentiras que parecían de verdad. En su nívea melena anidaban exóticas aves que traían a sus oídos secretos de otros lugares, noticias sorprendentes y fórmulas de brebajes que alargaban su vida. Iban y venían conforme sus ciclos migratorios, pero el último invierno fue especialmente crudo, ningún ave anidó en su pelo, tan solo un negro cuervo rondó su casa. La encontraron cubierta de escarcha, con su melena cercenada. Alguien musitó, mientras la amortajaba, que uno no se muere cuando debe sino cuando puede.

  24. JAMS

    24 FINAL PRORROGADO
    Cruza el océano. Atraviesa una selva tras otra. Sufre ataques crueles, no exclusivamente de animales. Pasa hambre. Soporta temperaturas extremas, fiebres, diluvios… Lo pierde todo. Menos el libro hecho trizas que acarrea amarrado con lianas, seguro de que sus páginas maltrechas aún pueden guiarlo. Del título ya solo queda la última palabra: soledad. En su delirio, cree divisar un gran letrero borroso que debería poner Macondo. Alcanzarlo le hará tocar el cielo. No tiene fuerzas para felicitarse. Sigue caminando, arrastrándose casi. Cuanto más avanza, más lejos ve el cartel. En unos segundos de lucidez, decide rendirse; pero la ilusión lo agarra del cuello y le grita al oído que uno no se muere cuando debe, sino cuando puede. Continúa.

  25. JAMS

    25. AÑORANZA

    Arcadio intentaba leer en vano una novela, pero no podía concentrarse, pues su mente no cesaba de revisitar el hecho que le mantenía postrado en la pusilanimidad.
    Inesperadamente, sonó el timbre de la puerta. Tras el umbral había un repartidor de Glovo.
    —No he hecho ningún pedido —dijo Arcadio.
    —En realidad, sí, Sr. Buendía —repuso el repartidor, sacando del enorme cubo amarillo que llevaba con él una cajita-. Soy su autocompasión y le traigo el olvido que ha estado clamando en silencio desde…”el hecho”.
    Arcadio abrió la cajita y miró embelesado el revolver plateado que contenía. “El hecho” -pensó- es que ella partió y él la echaba mucho de menos, porque tratando de que ella lo quisiera terminó por quererla.

  26. JAMS

    26. RÍOS DE TINTA
    A través de las ventanas, los vecinos miran con impotencia cómo el pueblo se va desdibujando con cada nuevo chaparrón; el último los ha tenido recluidos más de dos años, pero hoy, al fin, luce un sol radiante.
    Y, como uno no se muere cuando debe, sino cuando puede, se acuerda y el tiempo le acompaña, poco a poco todos comienzan a salir de sus hogares con pasos indecisos y, en cuanto sus ojos oxidados se acostumbran a la luz, se lanzan a perseguir caracoles por las calles licuadas. Todos menos Melquíades que, ajeno al barullo, termina de escribir un nuevo capítulo antes de que se seque la tinta.

  27. JAMS

    27 DESTINOS INEXPLORADOS
    Me pareció aceptable una condena de cien años de fría y oscura soledad. La fotografía que idealicé en mi mente no se parecía en nada a esta aplastante realidad. Viajé en el tiempo sin cambiar de ubicación, pero aterricé en un sitio radicalmente distinto. Aquí, soy sólo un anacronismo de mí mismo, una pieza antigua insertada a la fuerza en un nuevo motor. No consigo adaptarme. Me esfuerzo en pensar que uno no se muere cuando debe, sino cuando puede y que yo podía y quería seguir viviendo mucho tiempo más, por eso, hice que me criogenizaran y por eso llegué aquí, aunque, cada día estoy más convencido de que este no era mi destino.

  28. JAMS

    28 INTUICIONES
    Igual que sus antecesores, recorrió caminos como vendedor ambulante de productos novedosos, hasta que su cuerpo fatigado, unido a una soledad profunda que parecía pesarle desde cien años atrás, le reclamaron concluir esa vida errante.
    Sintió que debía asentarse en cierta ciudad, construida sobre las ruinas de un pueblo mítico que terminó arrasado por el viento. En su casa instauró un club de lectura, para viajar por mil mundos en compañía y sin moverse apenas.
    Sorprendentemente feliz, desconocía que su abuelo Melquiades, gitano y buhonero de avanzados objetos, le había transmitido desde sus huesos, sepultados entre los cimientos de la vivienda sin él saberlo, que «uno no es de ninguna parte mientras no tenga un muerto bajo la tierra».

  29. JAMS

    29 LO QUE TRAE LA CALIMA
    Las tardes en que la calima engulle el pueblo, él se apresura a meter las macetas del patio para que las hormigas, enloquecidas por el fragor inaudible de la arena, devoren las fragancias de la albahaca y el orégano. Sus cuerpos diminutos metabolizan las esencias y las esparcen por la casa, claveteando las paredes con hileras de nostalgias antiguas. Aureliano, con los ojos cerrados, aspira con deleite los domingos de comidas familiares, las cenas bulliciosas con los amigos, las veladas románticas mirándola a los ojos entre aromas de lasaña y vino.
    Después se va en paz a su cama desierta, consciente de que el secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad.

  30. JAMS

    30. ¡Y NO VUELVAS EN CIEN AÑOS!
    — Ahora debes venir conmigo, niña. Prometo amarte para toda la muerte.
    — ¿Debo? Tú deliras, yo soy Úrsula Iguarán y tengo un papel que cumplir. Como diría el coronel: “uno no se muere cuando debe, sino cuando puede” y yo no puedo traicionar a Gabo. Yo elijo vivir. ¿Y tú? ¿Qué eliges?
    — Ojalá tuviera yo elección. El infortunio quiso que tropezara con el primer difunto y me señalaran gritando: ¡Ha sido ella, la Parca! ¡Que ella se lo lleve! Alguien tenía que cargar con el muerto. Desde entonces arrastro esta guadaña.
    —Ay, perdóname. Olvidaba que tu vida debe ser un infierno, peor que tener cola de cerdo: tú mueres porque no mueres; estás condenada a vivir eternamente, para todas las muertes.

  31. JAMS

    31 ABLACIÓN
    Cuando Úrsula nota la primera falta, engancha la aguja y la vasija de alcohol con cadáveres de escarabajos y aceite de romero. No es la primera vez que lo hace ni tampoco será la última. Después riega las tamarillas con la sangre del feto aún caliente, limpia la vulva con el elixir de los coleópteros y se echa a dormir sobre la hierba abrasada del verano. Uno no se muere cuando debe, sino cuando puede, por eso, al despuntar abril por la sierra de Santa Marta, al desbordarse el otoño por los valles del César y el Catatumbo, Úrsula renace con las primeras lluvias y camina hacia la casa de su hombre para impedir, otra vez, que fructifique su simiente.

  32. JAMS

    32. «EXISTENCIA DERRAMADA»
    Piso la tierra bajo la que yace mi hijo buscando las palabras justas para despedirlo. Cómo expresar la ironía de la existencia, la gran broma universal. Hasta el día de su muerte, anduvo tropezando con la vida. La transitaba como quien no quiere la cosa, sin pena ni gloria. Como si su paso por este mundo fuera un simple error.
    Hasta que conoció el aroma de una nuca despejada y saboreó unos ojos de rama de olivo. Fue entonces cuando encontró el sentido a todo, al cabalgar a lomos de la mismísima diosa Epona, a la que le entregó hasta el último aliento. Como decía el abuelo Aureliano: Uno no se muere cuando debe, sino cuando puede. Descansa en paz.

  33. JAMS

    33. AURELIANO SIN PAPELES
    Vivo agotado de tanto vagar dando tumbos. Tuve que huir muy pronto de mi pequeña aldea, hecha de barro y cañabrava. Marchándome salvé la vida, aunque no mejoró mi existencia. En los nuevos escenarios conviví con alimañas sin ética ni empatía, que nunca me reconocieron como ser humano. Pero una vez leí, entre bandadas de mariposas amarillas, que uno no es de ninguna parte mientras no tenga un muerto bajo la tierra. Y aunque a quien acabo de enterrar no lleva mi sangre, fueron mis manos las que le quitaron la vida. Muchos años después de mi huida, frente al pelotón de fusilamiento, puedo decir que por unos minutos he sido ciudadano de pleno derecho.

  34. JAMS

    34. EL PACIFICADOR

    Vivía al calor de los suyos hasta que se marchó a terminar con las guerras que contaminaban el país. Lo consiguió sin usar su fusil. Los contendientes firmaban la paz rendidos por el rescoldo de sus palabras. Regresó aclamado por sus vecinos, pero nadie lo esperaba en su casa. Encontró una nota escrita por su mujer que lo culpaba de dejar desarrapada a su familia y advirtiéndole de que no la buscase, pues iba a reconstruirla en un lugar donde no existieran los héroes. Convencido de que el secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad, y ésta ya lo había derrotado mientras leía la carta, por primera vez cargó su fusil.

  35. JAMS

    35. LAS FLORES DE BUENDÍA

    Que la vida pasa rápido es algo que cobra un sentido diferente según el momento en el que nos encontremos. Para Buendía ahora tenía un significado apremiante, era una inyección de adrenalina. La soledad de los últimos años le había permitido escribir varios libros y atesorar un número considerable de especies raras de plantas, cuyas semillas recopiló en sus múltiples viajes. Siempre había pensado que el secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad. Ríe con la idea. Recorta y hace un ramo de flores especiales: la que tiene los pétalos de papel, la que suena como una campanilla, la que huele a mar. Camina contento, ya sabe para quien las cultivó.

  36. JAMS

    36. Desertor
    El coronel juró que lo mataría. Él, en cambio, decidió que nada más era posible morir de amor. Recordaba a la bella Remedios, los precipicios de sus caderas, el abismo de su olor. Lo bajaron por la barranquera en penumbra y que la noche lo oscureciera. Pero lo escoltaban mariposas crepusculares y la lluvia le hacía hueco para que caminara sin mojarse. Volvieron a su pensamiento los labios guayaba de su amada. El militar no le tenía más paciencia. Por el camino le asestó un golpe con el arma en la cabeza. Lo dejó tirado creyéndolo sin savia, sin embargo, solo él sabía que uno no se muere cuando debe, si no cuando puede. Y él aún no podía.

  37. JAMS

    37 EL PACTO

    El abuelo César aprendió a leer de viejo. Decía que él era un hombre de campo y los libros no se podían ni sembrar ni plantar.
    En el entierro de la abuela Daniela no soltó ni una lágrima, pero cuando nos escuchó hablar de “Cien años de soledad” se preguntó si en ese libro alguien se sentiría tan solo como él.
    Con el maestro del pueblo pactó un trueque secreto de lecciones por hortalizas, y en menos de dos vendimias ya leía de corrido.
    En Macondo se vio reflejado más allá de los espejos de Melquíades. Pero sólo cuando llegó a la frase “porque tratando de que ella lo quisiera terminó por quererla” comprendió sus sentimientos por la abuela.

  38. JAMS

    38. DOLENCIAS
    La doctora Green es una eminencia. Dice cosas como que uno no se muere cuando debe, sino cuando puede, o que siempre hay que creer a los niños, aún sospechando que se inventan la dolencia. Ayer, llevé a mi Alvarito a su consulta porque decía que tenía una planta en la barriga que al crecer le daba hipo. La doctora le hizo una radiografía y me mostró el resultado guiñándome un ojo. Su hijo tiene razón, mire, un rosal con sus espinas y todo. Esta tarde mismo le operaremos y santas pascuas. Después, se quedó observando la reacción del niño, que comenzó a berrear a moco tendido. ¡Qué crueldad, asustarlo así! Para confortarlo, tuve que darle tres bolitas de abono.

  39. JAMS

    39 FOLLETÍN

    Desde que llegó con su cabecita asomada entre los bártulos que inundaban la carreta, la abuela quiso construir su hogar aquí. Decidió casarse, eso sí, siempre con gente del pueblo: un alcalde, «la erótica del poder», decía ruborizándose; dos carteros, «es tan romántico el correo», suspiraba al recordarlos; un sereno, «menudas noches en vela», soltaba entre risitas; el médico, «ese sí que sabía dónde palpar», resoplaba y se santiguaba una cara roja como un tomate; y el maestro, «y yo que creí saberlo todo», asentía mirando al cielo. Pero todos se le fueron, «uno no es de ninguna parte mientras no tenga un muerto bajo la tierra… o más», explicaba satisfecha por ser tan de aquí.

  40. JAMS

    40 CUANDO VENGA A BUSCARME LA PARCA
    Según cuenta la leyenda, las mujeres de mi familia siempre tuvieron la capacidad de presentir la fecha exacta de su propia muerte. La última, mi abuela paterna, que nos dejó con más de cien años. Ninguna de ellas sintió miedo y todas recibieron el aviso mientras dormían, con tiempo para poder prepararse antes del postrero viaje. Y yo… que soy la siguiente, temo a la noche y a los sueños. Anoche, vi en ellos a la abuela, susurrándome: “Uno no se muere cuando debe, sino cuando puede”, para luego desvanecerse en una triste sonrisa. Me desperté sobresaltada, oyendo llorar a la pequeña Úrsula. Había soñado que una señora oscura la perseguía por el jardín. “Era la Paca” relató entre suspiros.

  41. JAMS

    41 APRENDER A MORIR
    Primero ―me explicó el coronel Aureliano Buendía― sientes un despegarse del suelo de la planta del pie derecho que dirías torpeza o cojera, acompañado de un ligero mareo como de haber bebido vino sin aperitivo. Luego, casi imperceptibles, el traspiés del corazón y la admiración por las palomas son señales inequívocas. Todo el cuerpo se torna liviano y las primeras levitaciones son breves, hasta sobrepasar la coronilla de los viandantes. Es ahí cuando hay que deshacerse de los poemas de adolescencia ―si nos avergüenzan― y leer novelas con voz de funeral. Con práctica, llegado el momento porque «uno no se muere cuando debe, sino cuando puede», solo tendrás que cerrar los ojos y dejarte ir.

  42. JAMS

    42 EL FINAL

    Aureliano Babilonio, último miembro de la familia Buendía, fundadora de un pueblo llamado Macondo que habitaron a lo largo de cien años menos un día, dedicó su vida a descifrar unos pergaminos escritos por el gitano Melquiades. Y aunque había abrazado la frase de que «el secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad», tras la muerte de su amada, de su único hijo, y la desaparición de todos los habitantes, decidió devolver a la tierra lo que le pertenecía. Aquella mañana se tendió en el centro de la plaza dispuesto a disfrutar de una eterna soledad.

  43. JAMS

    43. CRÓNICA DE UNA MUERTE ALTERADA
    Muchos años después, frente al panteón familiar, el hacendado Juan Ernesto Mendoza había de recordar aquella tarde en que su amante intentó persuadirlo de que se casara con Amalia. Una mujer enjuta como raspa de sardina y propietaria del latifundio más grande. Él aceptó. Sin embargo, no cumplió con todo lo acordado, a pesar de la promesa de su amante: “Será rápida y serena”. Lo impidió su matrimonio porque tratando de que ella lo quisiera terminó por quererla. Y descubrió que en la noche plúmbea de sus ojos habitaba la bondad. Hoy Amalia ya lo espera bajo tierra. En el mismo cementerio donde yace “la otra” desde que los tres compartieron café. Tenía razón: su muerte fue rápida y serena.

  44. JAMS

    44 AFINCADO
    Ya ves, quién me iba a decir a mí, un nómada en otros tiempos, que este rincón del mundo fuera a convertirse en mi hogar. Tu sonrisa, tu cabello al viento, tus ojos azules como el océano que contemplo, toda tú me apresaste haciéndome esclavo de tu amor. Y ya ves, uno no es de ninguna parte mientras no tenga un muerto bajo la tierra. Ya no quiero seguir recorriendo mundo, quiero quedarme a tu lado, y ver crecer a los hijos y contarles quien fue su madre. Quiero quedarme contigo, porque éstas siguen siendo las mejores vistas, que pueden observar mis ojos.

  45. JAMS

    45 AJUSTE DE CUENTAS
    «Uno no se muere cuando debe, sino cuando puede», repetía mi madre en cada funeral, a modo de despedida. Después, mientras regresábamos a casa y con el muerto todavía caliente, me explicaba en voz baja que Eusebio debía haber muerto la primera vez que pegó a su mujer, pero solo pudo hacerlo cuando los dolores de la enfermedad que se lo llevó le hicieron purgar su culpa. O que Rosario no murió el día que Julián la abandonó, dejándola encinta y con la vida cuesta arriba, si no que esperó a hacerlo cuando él se quedó viudo y fue a pedirle perdón.
    Al final siempre añadía: «recuerda que solo podemos ajustar cuentas mientras estamos vivas. Después, ya no hay remedio».

  46. JAMS

    46 DESMEMORIA
    Demasiado tarde me convenzo que te habría hecho un gran favor si te hubiera dejado fusilar antes de que te asaltaran aquellas fiebres que te postraron en cama con temblores recurrentes, ojos desvaídos y palabras sin sentido deshilachándose entre tus labios pálidos en los calurosos atardeceres de Macondo. Rebeca no se aparta de tu lado, te acaricia la mano crispada, te susurra al oído cuando te agitas, te recoloca ese mechón rebelde que se obstina en caer sobre tu frente perlada de sudor. Finalmente, no puedo soportarlo más y saco el viejo fusil del armario para hacerte recordar, aunque sea a balazos, que no la elegiste a ella sino a mí.

  47. JAMS

    47 EL CEMENTERIO DE MANOLÍN

    El jefe de mi padre dice que uno no se muere cuando debe, sino cuando puede. Por eso padre siempre se muere en vacaciones, para no faltar al trabajo. Alguna vez ensaya una muerte súbita en un puente, o para navidades, pero indefectiblemente el primer día hábil está al pie del cañón para darlo todo.
    Como en vacaciones papá está muerto, terminamos yendo al pueblo a enterrarlo y de paso nos quedamos unos días, esperando que resucite justo a tiempo para volver a trabajar.
    Lo enterramos siempre en el cementerio viejo, detrás del bar de Manolín. Para ahorrarle tiempo, porque, aunque no lo confiese, y nos obligue a llorar mucho su pérdida, todas sus muertes las pasa en el bar.

  48. JAMS

    48 CASTILLOS EN EL AIRE
    Los franceses, los llamábamos, aunque en realidad creo que eran belgas. Llegaron al pueblo para pasar el verano, sin blanca. Les ofrecimos trabajo en el restaurante, nos irían bien cuatro brazos más para atender las mesas y nos servirían de intérpretes con los clientes. Notamos enseguida que ella venía de familia adinerada y que él buscaba exhibirse ante la muchacha. Luego supimos que fue él quien le propuso escapar de vacaciones fuera del control de sus padres. El magnetismo de ella era indiscutible y así vimos como el chico se transformaba, porque tratando de que ella lo quisiera terminó por quererla. Al final le salió el tiro por la culata, pues la joven decidió a quedarse a vivir aquí.

  49. JAMS

    49 DE SOLEDADES

    Pude ser aplastado por alguna apisonadora, liquidado por cualquier gas pestilente, pero no.
    Mi naturaleza extraña e impredecible se resistió a los diversos ataques.
    Hubiera sido más fácil para todos que sucumbiera, pero uno no se muere cuando debe,sino cuando puede.
    Y es inútil.
    Continúo en las manos y en las mentes de muchos,siendo ese ser monstruoso en el que un día amanecí, siendo yo y siendo otro
    Día tras día, página tras página, arrastro mi vida en esta inmunda carcasa que me envuelve.
    Uno no es de ninguna parte mientras no tenga un muerto bajo la tierra, recuerdo haber leído alguna vez esa frase.
    Pero yo no sé, ya, quiénes son mis muertos.

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