33. Light it up blue
Mi hijo me mira, pero siento que no me ve. Sonríe y tampoco su sonrisa de dientes grandes y torcidos es para mí. Yo abro fuerte mi sonrisa para que sonría conmigo. Y escondo mis lágrimas y mis angustias en el cajón azul donde fui guardando todo lo que los médicos le iban diagnosticando. Ni ellos mismos sabían por qué mi niño viviría en una especie de burbuja. Su pequeño mundo azul, de miradas oblicuas, sonrisas aleatorias y palabras de bebé. Que a mí me correspondería traducir con cariño y paciencia.
Mi corazón a veces se quiebra cuando me despiertan sus gritos nocturnos, llenos de un pánico tal que solo puedo calmarle acariciando su piel de bebé grande, tan suave y delicada, casi azul, mientras intento sacar alguna nana de voz suave del cajón, enmarañada y casi perdida entre cientos de evaluaciones confusas de tantos y tantos médicos.
Por si acaso, he dejado una luz azul encendida dentro de mi corazón para que nos guíe. Y así no nos perdamos en este extraño camino, lleno de más dudas que certezas, que juntos hemos de recorrer cada día.
Hola, Esperanza.
En tu relato, entre tanta duda, se atisba una certeza: a ese ser nunca le faltará el amor de su madre.
Un cálido saludo y mucha suerte.
Este amor de madre azulado emociona. Muchas gracias por tu relato.
Precioso, Esperanza. Mucha suerte para ti.