Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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102. LLAMA DE CARBÓN

Entregué el cubo de carbón a Madre. Ella levantó las arandelas de la cocina y echó dos paladas. Las piedras negras casi cegaron el rojo encendido de las ascuas, pero enseguida surgieron varias llamitas relampagueantes que danzaban y hablaban entre ellas. Era un momento crucial, porque por primera vez, estaba entendiendo lo que decían. Algo así como darle su merecido, no pude escuchar a quién, porque, justo entonces,  Madre colocó las arandelas en su sitio con un gancho y me tapo la visión. Por dentro, el choque de los hierros resonaba como un gong. Era un sonido de máquina de tren cuando entra en un túnel. Y luego reverberaba con eco de tambores alejándose. Madre salió. Yo me subí a una banqueta para mirar por el agujerito de la arandela pequeña. Lo poquito que veía bastaba para adivinar lo demás. Los tamborileros volvían. El demonio se puso en pie y se hizo el silencio, hasta las llamas dejaron de crepitar. Alzó su tridente y ordenó: sí, dadle su merecido. Entonces salió un chorro de humo y hollín que impregnó la cocina con olor a peces muertos. Luego escuché el llanto inconsolable de Madre. Mi hermano nos había dejado para siempre.

1 Response

  1. Ángel Saiz Mora

    Una historia entre el realismo fantástico y los cuentos clásicos, que nos hace preguntarnos qué mal pudo hacer aquel a quien el mismo príncipe de las tinieblas pone en su punto de mira. El hermano de la víctima, observador privilegiado y buen cronista, puede que sepa más de lo que cuenta. Fuera lo que fuese, una madre siempre se desgarra cuando pierde a quien engendró.
    Un saludo y suerte, Alberto

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