18. LO PROHIBIDO, LO MÁS TENTADOR
A Eloísa le gustaba que su madre la enseñara su joyero con tan alhajas distintas. Había una en especial que le causaba una emoción incontrolable: un collar de oro con una piedra verde en el centro que era de su abuela. Se lo ponía y lo veía brillar. ¡Le quedaba enorme!
-Cuando seas grande será para ti—. Decía siempre su mamá antes de cerrar el cofre.
Eloísa empezó a comer más de la cuenta. Comía a escondidas, se aficionó al pan, a las patatas fritas, a comer bollos a todas horas, daba igual que le gustaran o no; se hartaba de chuches al menor descuido. Comía y comía sin parar.
Dejó de jugar al baloncesto, de salir con sus amigos, de nadar en la piscina. Su cuerpo empezó a crecer, las faldas se le quedaban cortas y estallaba las costuras de blusas y jerséis. Ganó seis tallas en varios meses y con solo doce años.
Un día, cuando volvieron a abrir aquella caja de las maravillas, Eloísa cogió el collar con tanta prisa que su madre empezó a entenderlo todo. ¡Le sentaba tan bien!
Pero primero habría que visitar al endocrino.
Me gusta mucho, María!! Hay veces que el deseo nos lleva a hacer algo inconveniente para conseguir eso que tanto nos atrae. A tu protagonista le ha fallado la paciencia y ha querido acceder a sus anhelos por el camino más corto y tal vez perjudicial. Muy bueno es final en el que ofreces soluciones y que sugiere un final feliz.
Mucha suerte!!
Besossss!
Hola, María. La impaciencia por un deseo convertida en cuento. Preciosa forma de narrarlo y un final sorprendente. Abrazos y suerte.