43. Lo que se espera de mí
Estás frente a mí. Y mientras sueltas lo que has venido a contarme no sabes que te estudio con detenimiento, que apenas escucho lo que repites y repites, que asiento, que sonrío; que imagino qué pasaría si te besase en este instante, si mis dedos hicieran lo que se mueren por hacer, si en lugar de sostener el bolígrafo y garabatear en tu historia se elevaran hasta tu frente para cuidar de esa cicatriz que aún está fresca. Y te pierdes, y escuchas voces que no existen y ruidos que no se oyen, y desaparezco, pero te digo: «Mírame». Y te toco con la fugacidad que se espera de mí, con la sutileza que me permite este lado de la mesa porque necesito que me encuentres en medio de tu locura. Pero no lo consigo. Y te tienes que ir; ha terminado tu media hora, y entonces soy yo la que enferma, la que quisiera detener el tiempo, arrancar las puertas, la que oye su propia voz que no habla; la que cierra tu historia, suelta el bolígrafo y te dice «hasta mañana» mientras sales de la consulta arrastrando la vida y un amor prendido a la espalda.
Ohh, Mery! Qué relatazo! Me encanta y rebosa «punch» por los cuatro costados… ¿Ves por què te insisto tanto en que escribas, que escribas, que escribas…? Pues, por esto.
Felicidades!!!
¡Graaaaaaciiiiiaaaaas! Primer micro post oposición, ojalá sean muchos más y tú qué los veas. Besos mil.
María Requena, me ha encantado, no recuerdo haber leído nada tuyo, pero ya me estoy quedando varada en tu orilla para saber qué más vas a escribir.
Muchísimas gracias por tus palabras, Elena. Me alegra mucho de que te guste. La verdad es que no me pródigo mucho escribiendo, pero a ver si cojo el ritmo y no lo suelto. Un abrazo muy fuerte.