Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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LOS FINALISTAS ENTCERRADOS

 

Muchas gracias por este ENTCerrados Extra. En nombre de Reme Llano, mi compañera en el el jurado (muchas gracias, Reme!!!), y de mi mismo, os estamos agradecidos por habernos hecho pasar una convoctoria tan placentera, tan igualada y tan diversa. Parece mentira pero, alguno se ha quedado fuera de concurso por haber sido “infectado” por las palabras prohibidas…

Y del resto, nos ha costado mucho decidir; hemos establecido un sistema de valoración en el que predominara la coincidencia de ambos… y al final, en estos 15 relatos estábamos de acuerdo… y en otros 6 más que se nos han quedado fuera por… exigencias organizativas.

Estos son los que hemos seleccionado como FINALISTAS:

 

Paloma Casado Marco

3. ORDEN BURGUÉS

  • En la mansión cada uno ocupaba su lugar como corresponde a las buenas costumbres. Los padres abajo, en las butacas del salón frente a la chimenea. La criada tocada con cofia al pie de la cocina. La hermana mayor sentada al piano de la sala de música y los pequeños juntos en la sala de juegos de la buhardilla. Desde que se había hecho mayor, la niña apenas los sacaba de allí y así sin abrir a menudo sus puertas, dentro de la casa de muñecas olía a cerrado.

 

Javier Palanca

7. NO ME CANSO

En un tiempo ya lejano, yo creía que la Luna llena era un disco que si yo fuera gigantesco podría alcanzar, y que la bajaría a la Tierra lanzándola sobre el agua para ver cuantos botes conseguía, como todavía hago con los guijarros que encuentro y no sé cuando parar.

Cuando me enamoré de Laura, se lo conté. Se rió mucho, pero no había limpieza en ello. La ofensa valió para la distancia.

Ahora, Cris y yo, llevamos años juntos, pero de vez en cuando me pide que se lo cuente otra vez al oído mientras nos amamos. Su calor y fantasía habitan en un corazón que nunca está cerrado.

 

Salvador Esteve

8. INDECISIÓN

En la cuna, protegido por encajes de cariño, observo el semblante de expectación de mis progenitores. Juntos esperan mi primer vocablo con babeante ternura, «paaaaapá, maaaaamá». Quiero ser solidario con su anhelo, pero mi recién estrenada moralidad me impide defraudar su amor y mis labios se inhiben y callan.

El tiempo transita implacable, a mis cuarenta años ninguna palabra ha brotado de mi garganta. Mi madre ha muerto, la lloro y la echo de menos, mas una variable ha desaparecido de la ecuación de mi tormentoso silencio. Así pues, me acerco a mi padre y mirándole a los ojos pronuncio mi primera palabra.

—Paaa…pá.

Por fin, mi titubeo existencial quedó cerrado.

 

PILAR ALEJOS MARTINEZ

10. Tras la tormenta

En cuanto estalló la tormenta, propuso ir a su casa para refugiarnos de la lluvia. Era nuestra primera cita. Apenas lo conocía, pero acepté porque estábamos empapados. Al llegar, me impresionó encontrarla tan impecable. Todo estaba ordenado. Se notaba que le habían hecho una limpieza a fondo. Olía a desinfectante. Nos quitamos la ropa mojada y la sustituimos por toallas. Estábamos pasando una noche maravillosa juntos hasta que sacó un maletín, me hizo tumbar en una camilla y se empeñó en maquillarme. No sé qué pasó, pero desperté sola, muerta de frío y sin rastro de él. Como despedida, dejó un cartel que decía: «Hasta nuevo aviso, este tanatorio permanecerá cerrado».

 

Rafa Olivares

18. FESTIVIDAD DE LA PATRONA

En cuanto empiezan los lentos acordes de una melancólica balada, se cierra suavemente sobre sí mismo. Primero pliega sus extremidades sobre el torso, después encoge y dobla la cabeza integrándola en el pecho. Finalmente, recubre con grasa, músculo y piel los huecos que sus vísceras han liberado al comprimirse, hasta quedar convertido en un gurruño del tamaño de una pelota de tenis. Más tarde, al cesar la música y los aplausos, vaciarse la sala y apagarse las luces, los del servicio de limpieza lo recogen en una bolsa y, junto a globos, farolillos y banderitas, antes de marcharse a casa, lo depositan en el contenedor, frente al penal ya cerrado.

 

Susana Revuelta

20. LA ALCOBA

En el mismo portal encontró sitio para aparcar. No le había pillado ni el atasco de la rotonda ni el semáforo de siempre ni la salida del colegio. Subió en ascensor a casa y entró en la habitación.

En la mesilla vio dos copas medio vacías junto a una botella de champán. Sobre las sábanas revueltas jadeaba Manoli en cueros, totalmente colorada y con las piernas abiertas. La miró unos segundos y desató los pantis que la sujetaban a las patas de la cama.

―Hoy no, me duele la cabeza ―se excusó, bajando la persiana y recostándose―, necesito descansar.

Tuvo que esperarse Basilio hasta oír sus ronquidos para salir del armario cerrado.

 

Alvaro Abad

23.- CUANDO BROTEMOS

En cuanto despego los párpados de mi ojo ileso descubro el perverso contador. Marca ahora, exactamente, doce años, ocho meses y veintitrés días. Es el tiempo que llevamos en sedación, con sondas para respirar, alimentarnos y evacuar. Juntos, desnudos, en posición fetal, suspendidos en gelatina viscosa hidratante, dentro de un arca hermética de aluminio. Ocultos en el fondo de una ignota mina, a salvo de la cruda limpieza que el invasor impuso en el exterior. Perdimos todas las batallas, la antigua humanidad sucumbió. Encarnamos el germen de la nueva, pero deberemos permanecer aquí durante décadas. Intentaré volver a dormir unos años más, y procuraré mantener mi ojo siempre cerrado.

 

María Gil

27. SERVICIO A DOMICILIO

En cuanto vio mis pechos desnudos se excitó. Un hilillo de baba recorría su barbilla. Lo atraje hacia mí con delicadeza. Sabía que era su primera vez y quería hacerle disfrutar. Su madre no cruzó ni el umbral de la puerta. Los dos solos. Él y yo juntos en el dormitorio. Necesitábamos intimidad. Después, ella misma me pagó —lo mío no es un acto solidario—. “¿Cuándo podrás volver? —preguntó—. Me gustaría que él fuera tu único cliente”. Y me hizo una suculenta oferta. Por ese dinero, pensé, el bote de leche en polvo para su bebé estará mucho tiempo cerrado.

 

Patricia Collazo

31. Los dioses no descansan

En casa la limpieza es religión. Su dios, la lejía. Su principal mandamiento, limpiarás sobre todas las cosas. Su máximo representante en la tierra, mi madre. Los obligados feligreses no tenemos más remedio que soportar el irritante olor de nuestro dios, y venerarlo para evitar los castigos nada divinos de su representante terrenal. Pisar lo fregado es pecado mortal. El sacramento de la confesión (el que ensució el lavabo fui yo) no exime de duros castigos. Pero el peor sacrilegio es, hoy lo hemos descubierto, pisar las baldosas mojadas del balcón y entrar en la sala sin quitarse los zapatos.

Lluvia y aplausos, mala combinación. Como madre obsesiva e instituto cerrado.

 

Luisa Hurtado

36. PARA ELENA

En las paredes de la casa han estado rebotando durante meses los ecos de las discusiones que tuvimos. Ahora, en cambio, han empezado a preguntarme por ti, quieren saber por qué ya no estamos juntos; y yo no sé qué decirles. Quizás la respuesta esté en el sobre que la policía encontró junto a tu cuerpo, cuando decidiste abandonarme, ese que a día de hoy sigo mirando con miedo y guardo en mi mesilla perfectamente cerrado.

 

Eva García

40. CATARSIS

En aquella primavera sin abrazos, en la que aprendimos a acariciarnos con las palabras, nació un nuevo lenguaje. Ya nadie hablaba de sueños perdidos, sino de nuevas oportunidades; ni de odiarse eternamente, sino de amarse otra vez. En aquella primavera los besos se volvieron extremadamente caros y el tacto, hambriento de semejantes y cohibido por el látex, se marchitó. Cuando nos abrieron todas las puertas, en un verano tardío, las cosas habían cambiado de nombre y de valor, los sentidos percibían de un modo distinto y vislumbrábamos un futuro juntos, solidario, en el que no cabía ningún lugar cerrado.

 

Alberto Jesús Vargas

50. INTEMPERIE

En libertad. Siempre había querido sentirse así. Vivir en la calle, dormir en cualquier lugar que le proporcionara refugio, permanecer en un continuo presente sin más propósito que conseguir lo esencial para seguir siendo. Pero hoy, al despertar, todo parecía distinto. La ciudad, su territorio, se había replegado sobre sí misma y los lugares de tránsito estaban llenos de vacío y silencio. Los habitantes, confinados en sus casas, sólo eran rostros asomados con miedo, a ventanas y terrazas, juntos en un paisaje de viñetas inconexas. Y por primera vez se sintió prisionero en su intemperie y comprendió que el aire libre se había convertido ahora en un espacio triste y cerrado.

 

Belén Sáenz

52. SOLEDAD

EN el umbral del ático izquierda se marchitan las flores que los admiradores dejan para Lucinda Love. A la señora de la limpieza le gustaría pedirle un autógrafo, y recoge los pétalos caídos mientras los nuevos inquilinos hacen el amor al otro lado de la pared. Hay música de jazz y juegos de niños que se cuelan por el hueco del ascensor, olor a pan tostado en el descansillo del tercero. Ella remolonea, trazando mil estelas jabonosas con la fregona. El eco de un ladrido le recuerda que debe irse a casa, que es hora de bajarse de la rueda de la vida y echar dos vueltas de llave al portal CERRADO.

 

M. Belén Mateos

58. «NINGUNA ESTACIÓN SE LLAMABA DESEO»

En primavera deambulaba por casa semidesnuda, con la toalla enlazada en mis caderas, ese dulce pecado confinado en mis piernas y un deseo ácido en el vientre de mi imperfección.

En verano cada noche la plegaria se abastecía de un ruego solidario al consolador para que sus pilas, ansiosas de silencio, acariciaran de manera desbocada, sin pudor mi más íntimo secreto.

En otoño mi ombligo comenzó a despuntar hacia el infinito, los tobillos, junto a las náuseas, exageraron su medida y mis pechos se abultaron de savia.

En invierno, tras la pérdida de lo imposible y rota toda esperanza, colgué en el tirador de la mesilla un cartel que rezaba: “cerrado”.

 

Juancho Plaza

59. El diezmo

En lo alto de la torre tañen las campanas. Son las ocho y el pueblo se asoma a las troneras. Lanzan vítores a favor del clero y del señor. Desde el frío aburrido de sus casas piden libertad. Que alguien acabe con la bestia y puedan volver a labrar sus campos y cuidar de sus rebaños. Al atardecer, un alguacil recorre las calles en penumbra, su sombra alargada semeja a un ángel vengador. Ordena, a voz en grito, obediencia y oraciones para espantar al mal. Mientras, un viento solidario, engrosa las arcas del patrón, atiborra los silos de la iglesia y acrecienta de reses su cerrado.

 

Y ahora está en vuestras manos.

Desde ESTE ENLACE podéis VOTAR a DOS RELATOS de los FINALISTAS.

Ya sabéis que solo se admiten los votos de los usuarios registrados en esta web.

Podréis hacerlo hasta el miércoles 1 de abril

1 Response

  1. Alvaro Abad

    Hola Jams. Me alegra aparecer entre los seleccionados, pero en el cuestionario de votación aparezco como Angel Abad. A ver… no tengo nada contra los Angeles, los tenemos muy buenos en ENTC, pero es que, después de tantos años, le he cogido aprecio a mi nombre, y si fuera posible corregir ese detallito… Gracias!!

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