08. MÁGICO (A su diosa, Towanda; con permiso de Mª José Viz y de Nuria Rubio) E.M.Z.
Consigue que todas sean sus mamuchis, y cualquiera papá adoptivo, en cuanto se den cuenta de que la silla de ruedas es una nave espacial que abandona para acariciar a la luna, insinuándosele por la ventana. En cuanto vean que la tiene hipnotizada, arrodillada a sus pies, que ella le sonríe y escuchen besos lunáticos. O cuando, hop, se convierta en tiranosaurio, aterrorizando a la concurrencia, muerto de risa.
Se levanta cuando quiere y pliega velas cuando le apetece. Multiplica lágrimas, como especie de fuente de fantasía, cuando asegura tener, cosido entre las manos, al mismísimo sol. Su roma nariz mía la arruga, hasta hacerla desaparecer por completo, no vaya a colarse en su fantástica y amorecida «Eduardópolis» la pestilencia de la injusticia, que intuye y deplora vuelto un coloso ceñudo.
Hubo un tiempo en que no cabía su magia dentro de mi cabeza. Cambié de idea en cuanto contemplé el gesto que compuso, entre suspicaz y divertido, verdaderamente mágico, cuando aterrizó una mosca en uno de sus pezoncillos. Me hechizó para que me tiñera el pelo: así nunca le parecería viejo. Si os llama papás, no le contrariéis. No vais a arrepentiros de ser sus lunas y sus soles.
Hola, Eduardo. Es precioso este relato y por lo que deduzco real. Solo puedo decirte que tus propias palabras te definen y para mí eres genial.
Un besazo y un maravilloso año nuevo.
Hola, Inés.
Muchísimas gracias por el comentario y por los buenos deseos. Lo que me gustaría es «saber ser» en cada momento y circunstancia. Y muchas veces no lo consigo. En fin… como poco hay que intentarlo. Y no guardarse rencor a uno mismo si no da la talla.
Un beso muy grande y feliz todo para ti siempre.
Hola, Eduardo.
Sin duda, un homenaje hermosísimo para Edu. Él sí que es un ser mágico porque hace que salgan de ti tan bellos sentimientos.
Felicidades sinceras.
Le das un achuchón de mi parte, no se te olvide.
Gracias por esa dedicatoria (exagerada e inmerecida), pero creo que el mérito de hacer feliz al niño, cada día y con tesón, es de su mamá y de su papá: sus verdaderos dioses.
Un abrazo grandísimo, Eduardo.