Make Heaven Great Again
Urdió el malévolo pero necesario plan, Jacob tenía la facultad de ver aquella escalera por la que transitaban querubines y benjamines, por eso, cuando vio subir a ese diantre de cara anaranjada y rubio tupé, supo que algo no iba bien. Con su compinche, su ángel de la guarda, dulce compañía, decidieron embadurnar con aceite los escalones de la escalera y provocar un accidente que evitara que aquel diablillo cumpliera sus amenazas; últimamente se paseaba brabucón por la escalera, p’arriba y p’abajo, vociferando que Dios le había elegido para recuperar el esplendor del Cielo y deportar a todas las almas ilegales, reclamaba en tono chulesco el control del gasto, la reducción drástica del funcionariado celestial, y unos altos aranceles para todos los postres y dulces terrenales. Jacob deseaba que la aparición de aquel maldito demonio fuese otro de sus sueños, una pesadilla transitoria.