102. Manchas (Alberto Jesús Vargas)
Blanca ayudaba a su madre en la pequeña tienda encalada donde vestidas con impolutos mandiles, vendían la leche en el pueblo. En la misma calle, a pocos metros, Bruno se instaló con su negra carbonería y como la joven brotaba ya con hechuras de mujer, empezó a rondarla. Ella, encandilada, aceptó el galanteo con gran disgusto de su madre, que no veía con buenos ojos aquella relación, no sólo por la diferencia de edad, sino también por la incompatibilidad de medios de vida tan opuestos, el día y la noche, lo blanco y lo negro. Decidió por ello mandar a su hija a casa de unas tías solteras distante una jornada de tren desde la capital. “Irás a un buen colegio y podrás aspirar a un hombre que no sea analfabeto”. Así, la vida de Blanquita empezó a ser mucho más triste en su nuevo paisaje de brumas, y a pesar de todo, quiso perdonar a su madre, “es por tu bien”, la distancia impuesta y hasta el sometimiento amargo a la disciplina de sus tías, pero nunca le perdonaría el polvo de carbón que al poco tiempo empezó a manchar el blanco rayado de sus cartas.
MUYYYYY BUENO.
Veamos, dónde está el jurado?
Me lo seleccionan, ok?
Gracias Luisa por esa apelación al jurado. No sé si a los que les toque valorar le gustará este pequeño relato, pero sabiendo que a ti sí, ya me doy por satisfecho. Un beso.
Gran relato. Felicidades.
También por el ReC, suerte en la mensual.
No sé si en el REC ya me seleccionan por insistente, porque todas las semanas he estado mandando relatos. Gracias Rafa por tu comentario. Un abrazo.
Una madre que hizo lo que creía mejor para su hija, pero también para ella. Cierto que actuó con gran hipocresía, pero lo pretendiese o no, fue lo mejor para todos: la madre encontró consuelo, el carbonero halló lo que buscaba, la joven se salvó de la relación interesada de un veleidoso, que antes o después iba a explorar otros campos.
Unas manchas esclarecedoras, sin necesidad de llamar a la policía científica, en un relato muy bueno, que no hace sino confirmar ese talento que tan buen fruto te está dando.
Un abrazo y suerte, Alberto
Ángel, ya decía Chejov que es mejor mostrar que contar. En este relato esas manchas lo dicen todo, no hace explicar mucho más, creo que todo el mundo entiende qué ha pasado. Gracias por tu Comentario. Un abrazo.
Excelente relato Alberto, ese detalle final tan sutil. Estás «sembrao» vaya racha llevas. Suerte
Ya sabes, Pablo, que esto de escribir es una bonita manera de aprovechar el tiempo y de pasarlo bien. Si además alguna vez te sale algo que a alguien pueda gustarle, mejor todavía. Un abrazo.
Alberto, leyéndote me dan más ganas de leerte.
Un abrazo y enhorabuena.
Realmente es muy bueno.