39. Manos de artista
Se dio cuenta mientras rasgaba con una lasca de filo cortante la piel del animal y troceaba la carne. Fue al sentir el olor insoportable dela sangre al mezclarse con el aire cuando una violenta sensación de náusea quiso adueñarse de su cuerpo. Entonces, para evitar el vahído y sostenerse, posó sus manos —cubiertas de aquel fluido viscoso y repulsivo—sobre las paredes de la cueva. La revelación fue instantánea. Aquella contracción involuntaria que le ponía en evidencia ante su gente había dado sentido a su vida, y comprendió que debía contárselo a las Lunas venideras. Luego, bajo la mirada inquisitiva y recelosa del Chamán, buscó arcilla y carbón, resinas y desechos. Más tarde, descubrió los pigmentos minerales y con sus propios dedos y ramas secas, tatuó, sobre los abrigos rocosos y en las panzas de las piedras, bisontes, caballos y ciervas. Aquel ser introvertido y solitario, curioso y sensible que alzaba cada noche su mirada inquieta al cielo misterioso para invocar a los espíritus, sin saberlo, creó santuarios y halló, por fin, su lugar en la tribu…y acaso en la eternidad.
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Ah, ¡que bonitos recuerdos me traes de Altamira!
¿Quién sabe si no ocurrió realmente así? Una feliz casualidad que nos ha dejado un tesoro para la posteridad.
Un abrazo y suerte.
El próximo encuentro nos deparará también alguna bella sorpresa. Seguro. Me alegrará volver a verte. Muchísimas gracias por acercarte y comentar
Un abrazo, Rosalía 🤗
Bien pudo ser así, una casualidad que da inicio al arte, a la expresión sensible y creativa de un ser humano por primera vez, más humano que nunca por ello
Un relato muy bien pensado y contado, María José, con homenaje a tu tierra, además.
Un abrazo y suerte
El descubrimiento de esa sensibilidad bien pudo ser así. Yo así lo imagin y, en cualquier caso, nos donaron un gran regalo y abrieron camino. Muchísimas gracias, Ángel por la visita y tus amable comentario. Un abrazo 🤗
Los grandes descubrimientos a veces nacen de una pequeña casualidad… Y aquí nos muestras, con tu gran maestría y sensibilidad, y además nos dejas ser testigos de un gran acontecimiento, nada más y nada menos que del nacimiento del arte, de la espiritualidad, de la trascendencia.
Es precioso, Maria José. Enhorabuena!!
Pudo ser así o de cualquier otra manera. Lo cierto es que nos regalaron un tesoro que deja constancia de una gran sensibilidad que ha trascendido hasta nuestros días y tenemos el deber de cuidar ese legado. Muchísimas gracias, Susana por acercarte y por tu generoso comentario. Un abrazo 🤗 Espero que nos veamos pronto.
Ohhh me encanta!! Una serendipia que descubre la capacidad artística y la sensibilidad del hombre. ¿Te imaginas que hubiera sido así en realidad? Podría haber pasado. Muy buen relato, mucha suerte.
Quizá a ese ser especial, al ver sus manos dibujadas en la pared, se le encendió la bombilla y se descubrió a sí mismo. Es un misterio. Quién sabe…
Muchísimas gracias, Izaskun por leer y comentar
Me alegro de tú vuelta. Un abrazo 🤗
Me gusta mucho como cuentas esa transformación repentina del «inútil» de la tribu en toda una personalidad. Y todo por posar la mano en la pared… Un saludo, María José.
La casualidad quiso que este ser especial descubriera su destino y , de paso, la manera de obtener un poco de respeto entre los suyos. No lo tendría fácil, seguramente. Muchísimas gracias, Antonio por leer y comentar. Un abrazo 🤗
Me ha gustado mucho tu relato Maria José, tan creíble y bien contado.
Mientras los demás miembros de la tribu cazan o se dedican a otras actividades más rudas, tu protagonista, más sensible, descubre su vena artística. Afortunadamente !siempre hay un artista! 👏👏👏👏
Supongo que, dadas las circunstancias y con las herramientas disponibles, el descubrimiento del arte tuvo que ser todo un desafío para nuestros antepasados. En cualquier caso, su arte ha llegado hasta nosotros . Afortunadamente… Muchísimas gracias, Pilar por leer y comentar. Un abrazo 🤗