98. MARIPOSAS AMARILLAS (Pilar Alejos)
Me siento tan cansado. Cierro los ojos intentando encontrar un sueño reparador. El cuerpo se abandona al placer de no sentir nada, pero mi mente se mantiene despierta. Caigo en el abismo del tiempo. La oscuridad se desvanece bajo una potente luz ambarina y escucho el aleteo de los recuerdos casi olvidados. Regresa aquel amor infantil junto a ella, tan verdadero que ha sido el único. Vuelvo a ser el diferente del internado, a vivir al margen de los demás compañeros. Reaparece el hambre, las penurias que soporté en aquella buhardilla de París, que me dieron alas para volar. Duele la muerte de aquel amigo que me vi obligado a silenciar durante años para cumplir con mi palabra. Inspira el triunfo del amor de mis padres, a pesar de las numerosas dificultades que encontraron, así como las historias sobrenaturales que, con total normalidad, contaba mi abuela. Me acompañaron a lo largo de mis años de soledad.
He necesitado toda una vida para contárselo al mundo, sin prisas, a mi manera. Sé que soy muy supersticioso, pero mi realismo mágico no sucede hasta que me acompaña una flor amarilla sobre mi escritorio. Solo entonces, me descalzo y comienzo a escribir.
Cuando pensamos en un escritor consagrado, no en uno cualquiera sino, como es el caso, en uno que forma parte del patrimonio de la Humanidad, damos por hecho que con tanto talento su camino hubo de ser sencillo, cuando en realidad solo nos quedamos con el oropel, obviando todas las dificultades que tuvo que pasar hasta alcanzar el lugar que merecía, cómo pudo todo irse al traste en cualquier momento por algún capricho del destino. Los complicados inicios de García Márquez podrían ser los de tantos otros y en otras tantas artes, pero fueron los suyos, únicos como él, que tú has contado muy bien. Por lo demás, supongo que todos tenemos nuestras manías que, seguro que si nos da por eso que llaman escribir, se acentúan.
Un gran homenaje al gran Gabo-
Un abrazo y suerte, Pilar
Su historia demuestra que el camino hacia el éxito es duro y deja cicatrices perpetuas, incluso a alguien tan grande como él. No me extraña que se aferre a algo como esa flor amarilla para que le dé seguridad. En el fondo, aunque no lo parezca, todos tenemos nuestras propias inseguridades y miedos.
¡Mil gracias, Ángel por tus palabras, siempre tan certeras!
Besos muy apretados amigo.
«Cuando llegue la inspiración, que me encuentre trabajando», da igual si uno tiene o no talento, que en este caso, parece sobrado. Ahora bien, apostaría que todos o muchos de los que escriben tienen unas cuantas «necesidades» (y aquí levanto la mano) para que la musa se manifieste… 😉
¡Suerte con él!
Besosss.
Tienes toda la razón. La inspiración es caprichosa y voluble, nos visita cuando menos lo esperamos y otras veces, nos abandona. Todos necesitamos algo que nos dé confianza, ya sea un ritual antes de escribir, un determinado lugar dónde hacerlo o la compañía de un objeto que nos sirve de talismán. Ya ves, hasta alguien tan grande como él tenía sus manías.
¡Muchísimas gracias por tu comentario!
Besos muy apretados, Nuria.
Confesiones de marcas emotivas de infancia, de un gran mago de las letras. Bonito homenaje. Me ha conmovido Pilar. Suerte y besos
La verdad es que todo en Gabo es apasionante y emociona. Cómo me alegro de que con mi pequeño homenaje el aleteo de sus alas amarillas te haya rozado el corazón.
¡Mil gracias por pasar a leerme y dejarme tu comentario!
Besos apretados.
Me ha parecido estar escuchando a García Márquez en esta lectura. Así lo hacía en sus talleres de «Cómo contar un cuento», en San Antonio de los Baños de la Habana, en dónde tuve la oportunidad de conocerlo.
Una mezcla de realismo, magia y lirismo que has plasmado inteligentemente en tu relato, Pilar.
Felicidades y suerte.
Besito virtual
María Jesús, cómo agradezco tus palabras. Escribes intentando transmitir emociones al lector, pero no siempre lo consigues.
Muchísimas gracias.
Besos apretados.
Todos los escritores, hasta alguien tan grande como era Gabo, tienen/tenemos inseguridades, por lo que no me extraña que hiciera acopio de todo lo experimentado, vivido y padecido en su vida y lo conjurara en esa flor amarilla de la suerte, en esas mariposas amarillas de su realismo mágico…
Me encanta la naturalidad y el cariño con que cuenta la voz de García Márquez en estas letras tuyas…
Es un gran micro, PILAR… ¡Felicidades!
Cariños,
Mariángeles
Mariángeles, estoy de acuerdo contigo. Para superar nuestras inseguridades necesitamos algo a lo que aferrarnos que nos dé confianza. De eso no se libra nadie, ni siquiera los genios como Gabo. He intentado plasmar su humanidad y lo que le inspiró a lo largo de su vida.
Mil gracias por tus palabras.
Besos apretados.
Precioso relato como siempre Pilar y como cuentan todos los que te comentan, hasta los más grandes han necesitado de algo para seguir con la inspiración agarrada a las entrañas. Felicidades y suerte.
Besicos muchos.
Nani, a veces no nos damos cuenta de que los más grandes, como Gabo, también son humanos, como nosotros. Tal vez, al conocer esto no parecen más cercanos.
Muchísimas gracias por tu comentario.
Besos muy apretados.
Pilar, excelente relato, has escrito un bello texto y a base de pinceladas amarillas, desde el título hasta la última palabra nos has ido mostrando,de forma genial, todo lo que le acontecía e inspiraba a Gabriel García Márquez a escribir. Uno,una vez lee tu relato, queda prendado de tus letras y le entran ganas de leer algo más sobre Gabo.
Te felicito por tan maravilloso relato y te deseo la mejor de las suertes, la mereces tú y este precioso texto.
Muchos besos.
Que Gabo necesitara tener siempre en su mesa una flor amarilla, es un detalle que lo humaniza, a pesar de su grandeza. Este es mi pequeño homenaje al escritor, con sus inseguridades y sus manías. Nos hace comprender ese realismo mágico tan suyo. Las vivencias que permanecen en nuestro interior nos inspiran historias maravillosas.
Y esas mariposas amarillas que volaron en su funeral, lo representan a la perfección.
Mil gracias por tus preciosas palabras y por tu apoyo a mis letras, Javier.
Besos muy muy apretados.
En «Vivir para contarla» relata García Márquez su infancia, su juventud y sus comienzos como periodista y escritor.
En tu relato esbozas momentos significativos de sus penurias y de su vida. Que nunca falte el aleteo de las mariposas amarillas de la imaginación.
Un texto muy bello, Pilar.
Besos.
El amarillo acompañó a Gabo a lo largo de toda su vida y alzó el vuelo su imaginación con alas de mariposa cuando le llegó el final.
Mil gracias, Carmen, por tus bellas palabras.
Besos muy apretados, amiga.
Una estupenda apuesta «amarilla» homenajeando a uno de los grandes. Aunque te comento tarde, felicidades por este breve pero intenso recorrido por la vida de García Márquez. Suerte y un beso, Pilar.
Nunca es tarde para conocer tu opinión sobre mi relato. Te agradezco que te hayas detenido a leerlo y me hayas dejado tu comentario.
Mil gracias, Juana.
Besos apretados.