80 MATAR AL RESUCITADO
Unos meses tras terminar la guerra, Agustín Fierro aún no había regresado. Mercedes, su mujer, tras llorar prolijamente en público, le dio por muerto. En el cuartelillo firmó unos documentos y regresó para preparar la cena.
Amador, el hijo del panadero, la había estado rondando y llevaban tiempo acostándose a escondidas. Pero esa noche se fumaron un cigarro en la casapuerta de Mercedes. Comenzaron los rumores, pero demasiada gente debía ocultar sus vergüenzas y pronto comenzaron a saludarles al pasar. «Buenas tardes. Parece que refresca», «¿Habéis vuelto a encalar?» o «¡Virgen santa! ¡Cuánto ha crecido el pequeño!»
Cuando Agustín Fierro regresó había pasado tanto tiempo que no parecía él. Pero lo era. Lo sabían Mercedes y Amador y lo sabían todos en el pueblo porque nada hiela el espinazo como ver a un resucitado.
—He vuelto, Mercedes —dijo Agustín Fierro ante su puerta.
Pero Mercedes solo supo ignorarle.
—¿Qué haces en mi casa, Amador? —le preguntó.
Y Amador, sin alzar la cabeza, siguió limpiando las judías.
Agustín salió a la calle y nadie posó su mirada en él. Y así fue como quedó vagando por el pueblo, un día tras otro, buscando una mirada que le devolviera a la vida.
Está fenomenal, Salvi. Ahí, con tu estilo inconfundible que se lleva a los lectores de calle. Suerte, bonito.
Muchísimas gracias, Mery Poppins! Gracias por tu fe y tu optimismo… y por leerme… y por tu cariño…
Besitosss!!
Está claro que nadie es imprescindible, y que cuando las cosas cambian, cambian.
Muy buena historia, Salva.
Un abrazo y suerte
Querido amigo Ángel, siempre fiel y rápido, que nadie es imprescindible es una certeza que todos aprendemos, más tarde o más temprano… Lo cual debería ser una enseñana en vida.
Gracias por pasarte y leerme!
Abrazo fuerte
Es que, Salva, cómo se le ocurre a Agustín regresar, cuando ya nadie le echa de menos… Eso sí, un gustazo leerte, nos metes dentro dentro de la escena de manera magistral.
Un abrazo y suerte.
Jajaja… al final, Agustín, como todos los Fierro, tiene un cierto afán de protagonismo…jaja. Y, oye, a qué vienes ahora poniendo caritas y haciéndote el importante… ¡Venga ya!
Bueno, gracias por leerme, Rosalía. Y por tus comentarios.
Un abrazo!
Es que no se puede llegar tarde a los sitios. Un relato estupendo, Salvador. Enhorabuena.
Jajaja… A ver si el bueno de Agustín Fierro tenía un TDA no diagnosticado y anda entreteniéndose por el camino, distrayéndose con esto y con lo otro… en lugar de volver derecho a casa…
Gracias x leerme! Abrazo