Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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102 MENGUANTE (M.Carme Marí)

Rosario lleva la vida entera enganchada a un espejo, aunque cada vez de menor tamaño.

De niña, en clase de danza, aprendió la elegancia en el porte tras años de pliés y “relevés” mientras se observaba girando en esa gran pared que reflejaba sus movimientos.

Su abuela era modista, y de jovencita le encantaba coger retales que sobraban para improvisar vestimentas de todo tipo. Se paseaba mirándose en la puerta del armario de mamá con uno u otro color, con seda o lino, con mil combinaciones distintas.

Entre una cosa y la otra, y ayudada por su esbeltez, acabó en el mundo de la moda. Le daban los últimos retoques a su imagen en el camerino para salir a desfilar. Las pasarelas se abrían a sus pies, como lo hizo la cartera de un magnate de los negocios a cambio de que ella le abriera sus piernas.

El tiempo no pasa en balde y ese hombre con alta estabilidad económica tenía baja estabilidad emocional, además de ser rico en impulsos y pobre en autocontrol. Espejito en mano se esmera con el colorete para tapar lo inaceptable.

Últimamente aspira a hacer desaparecer unas líneas blancas de su brillante superficie.

3 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    De lo más alto a lo más bajo, con un juego de espejos que son grandes en un principio, cuando la ilusión también lo es, para ir empequeñeciéndose, por malas decisiones (sobre todo la de unirse a alguien inapropiado), hasta quedar reducidos a una mínima expresión, el tamaño justo para contener polvos con los que intentar olvidar algo que no parece tener remedio, una realidad demasiado dura, el fracaso vital, una caída sin posibilidad de levantarse.
    Una historia que utiliza muy bien, como hilo conductor, espejos en los que reflejarse a lo largo de una existencia. Al contrario que el dinero, que parece por si solo un elemento para alcanzar la felicidad, los espejos, como el de la bruja de Blancanieves, sirven para no engañarse, ellos nunca mienten.
    Un abrazo y suerte, Carme.

    1. Gracias, Ángel, por tu comentario. Como siempre, muy bien analizado el texto. Ya tienes razón, los espejos nunca mienten, y el dinero «parece» que te trae la felicidad, pero… se ha de ver de qué más viene acompañado.
      Un beso.
      Carme.

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