21. Miércoles
Los miércoles por la tarde, es ella quien me saca. Vamos al parque, deja que yo haga las necesidades más urgentes y enseguida subimos a aquel apartamento que hay cerca. Yo me quedo en la salita, tumbado sobre una manta de lana. Al poco rato, escucho unos gemidos parecidos a los que se sienten en casa algunas noches. Después, volvemos a nuestro piso de siempre. Mientras cenan, ella cuenta en que lugares hemos estado y las cosas que hemos hecho. Exagera respecto a algunas y se olvida de otras. Al acabar, dice que le duele la cabeza y entonces ya sé que aquella noche no escucharé ningún gemido.
Si los perros hablaran cuántas cosas contarían, sobre las andanzas de cierta dueña los miércoles, en concreto, aunque son bien listos y el de tu relato algo intuye, a partir de la información privilegiada de que dispone.
Un relato con las palabras apropiadas para contar de forma elegante y sutil.
Un saludo y suerte, Josep
Cierto que a algunos perros solo les falta hablar. Y menos mal. Porque mentir igual ya sería mucho pedirles…
El perrito está entretenido con la doble vida amorosa de su dueño.
Que trajín, para aquí y para allá.
En su inocencia entiende que algo raro pasa.
¡Ay, si los perros hablaran!