Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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Mnstrscp2018 – R2 – Encuentro2

Los participantes con el alias : BERNINI – CHAPLIN – IMHOTEP

deberán escribir un relato que cumpla las siguientes bases:

PLAZO : antes de las 12 de la noche (hora peninsular española) del domingo 23 de septiembre.

CONFLICTO: Te despiertas y te han convertido en : la Venus de WillendorfI 

    

 

EXTENSIÓN : 150 palabras máximo sin incluir ni el título, ni la escultura ni el objeto

debe aparecer obligatoriamente este objeto : UN KEN, (sí el de la barbie)

GÉNERO : Humorístico, simpático, gamberril … y todo que se te ocurra añadir

 

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11 Responses

  1. Melisima

    Metamorfosis de HIMHOTEP

    Esa mañana, apenas puse los pies en el suelo, supe que algo había cambiado. Al llevarme las manos al pecho se me escapó un gritito de felicidad. Las tetas me habían crecido considerablemente, mis chichas rebosaban por doquier. Era imposible reconocer mis contornos. Ahora mi Kent, tan compuesto y urgido de carnes, tendría donde agarrar cada vez que llegara pidiendo guerra.

    Esperé ansiosa la noche. Apareció mi hombre y mirando sorprendido mi figura voluminosa, excitado, se puso manos a la obra. A la primera arremetida me empecé a desmoronar y mi Kent se quedó con los terrones de arcilla rojiza acaparándole la boca. Entre gallos y media noche oí el borbollar desconsolado de su pene.

  2. Melísima

    Venus y Apolo de BERNINI

    Esta mañana, tras un sueño intranquilo, me levanté convertido en la Venus de Willendorfl. No es que yo sea un experto en arte, pero mi hermano Jon, que duerme en la litera de arriba y es un empollón de la hostia, me despertó con el grito de: «¡Mamá, mamá! ¡Hay una Venus de Willendorfl, en la cama de Iker!». Después, mientras se lo contaba a mi madre, comprendí la gravedad de los hechos. Me costó convencerles de que aquel pedrusco con tetas, del tamaño de los barriguitas de mi hermana Lerate, era yo. Cuando llamé a Vanessa para decirle que no podíamos vernos aquella tarde, me colgó diciendo que me dejara de coñas y que no pusiera aquella voz de maricón cavernícola. El Kent de Lerate me hacía ojitos desde la cómoda, pero a mí, no sé por qué, me ponía mucho más el muñeco de Michelin, que le habían regalado a mi padre en la gasolinera.

  3. Melísima

    De cómo Ken terminó en el cubo de la basura de CHAPLIN

    Aunque cualquier hombre envidiaría mi situación, siempre rodeado de chicas, lo cierto es que era invisible. Para las veinticuatro Barbies con las que compartía baúl y para Sandrita, que solo jugaba a vestirlas, peinarlas y coserles vestidos con puntadas desiguales. Soñaba con ser otro, alguien que recibiera un poco de atención y cariño. Una mañana mi sueño se hizo realidad: de mi pecho atlético colgaban dos tetas flácidas, mi vientre se convirtió en un balón grasiento y en la cabeza el pelo se enroscaba en ásperos rizos. Nadie me prestó atención, salvo el hermanito de Sandra, que me cogió en brazos y me acunó, cantando con su media lengua. Lloré al sentir lo que era la ternura. De pronto apareció su madre, con la bata anudada en torno a la enorme cintura y los rulos puestos:
    −¡Es mami, es mami! −gritó Luigi entusiasmado señalándome con el índice gordezuelo.

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