31. No puede quedar ninguno.
Los duelistas desenfundan sus flamantes espadas y se disponen a cercenar la cabeza del oponente. De acuerdo a una antiquísima ley no escrita solo pueden ejecutar un mandoble. El populacho asiste enfervorecido a la contienda, aplaude, clama, jalea a los adversarios. Tras el lance ambos sobreviven. La plebe, alborozada, traslada a la morgue los cadáveres del alguacil y el vicealcalde.
Se desafían entonces a duelo de escopeta. Cuentan los pasos reglamentarios y se escucha un único disparo. Sorprendentemente, el duelista A se contorsiona sobre sí mismo, como si de Thomas A. Anderson, más conocido como Neo, se tratara, y esquiva el tiro. La bala, una Remington 300 W.M. Core-Lokt, atraviesa el gaznate del párroco, rebota en el crucifijo del monaguillo y revienta el cráneo del alcalde, desciéndete directo de un conocido presidente norteamericano. Fallecen los dos.
Pero el juez advierte que el duelista B disparó antes de tiempo y ordena repetir el lance. El griterío se torna ensordecedor. Esta vez son los dos miembros de la oposición los que caen fulminados, de sendos disparos.
Finiquitada la faena, A y B recogen sus armas y, entre vítores, marchan a la siguiente localidad, donde los recibirán con los brazos abiertos.
Estos duelistas preservan su propia vida a través de los tiempos a costa de terminar con los de los dirigentes, o fuerzas vivas, que enseguida dejan de serlo. En lugar de recriminar que no sean ellos los caídos, la multitud los corea, será por algo. A este paso, una de dos, o las autoridades se vuelven más populares por su buena labor, no merecedoras de fines drásticos, o terminará ocurriendo lo que anuncia el título.
Original propuesta, con toque surrealista, mensaje social y llena de dinamismo.
Un abrazo y suerte, Javier
Gracias por leer y comentar. Tan acertado como siempre, Ángel. El título no es casual, antítesis del lema de la peli «Los inmortales»: «Solo puede quedar uno»
¡Saludos!
Me encanta, Javier, en serio. Surrealista, como bien dice Ángel, pero con un poso de realidad en ese último párrafo que seguro que a todos nos hace pensar en alguna persona a la que nos gustaría ver en semejante tesitura.
Bravo por tan original propuesta y mucha suerte.
De eso se trataba, Ana María. ¿A quien me cargaría yo…? Todos tenemos alguno.
Gracias por leer y comentar. Me alegra que te hay gustado
¡Saludos!
Muy bueno, Javier. Imagino el previo desafío de estos duelistas, en una «segunda» lectura cargada de enjundia.
Abrazo
Uy, eso daría para otro micro Aurora, precuela de éste. Mira. igual algún día me da y lo escribo.
Gracias por pasarte por aquí
Saludos y petons. como dirías por allí 😉
Que forma tan original de acabar con la clase política, a menudo innecesaria. Me recuerda ese chiste antiguo de «que parezca un accidente». Un micro muy divertido.
Un abrazo y suerte.
Y un accidente, parece. Ellos, al menos, no lo esperaban.
Me alegra que te hay hecho sonreír
¡Saludos!
Javier, este gracioso micro en el fondo esconde una venganza contra los poderosos, que se creen a salvo de todos los males. Una manera sabia de librarse de aquellos que ostentan el poder. Un abrazo