46. Ola de frío (María José Escudero)
Una masa de aire gélido se había apoderado de las calles. Y el Mendigo, que ya casi no sentía los pies, se adentró en el lodo de un vertedero inmundo para rebuscar, entre las cosas que otros no querían, algo que le pudiera servir de abrigo. Al destapar el contenedor, un hedor insoportable le obligó a volver la cabeza y dar un paso atrás, pero un movimiento — apenas perceptible— en el fondo tenebroso del depósito, lo detuvo. Y fue entonces cuando le temblaron a un tiempo el cuerpo y el alma. Tras unos instantes de confusión y mientras se escuchaba el crujido inclemente de la tapa al caer, el Mendigo se alejó receloso y se dirigió, apresurado, hacia el cajero automático más próximo. Allí pasó la noche sobre inhóspitos cartones y se cubrió con una manta de tacto delicado, invadida por sonrientes ositos azules y alguna que otra estrella salpicada. Horas más tarde, el amanecer sorprendió al Mendigo abrazado a un tierno balbuceo y, al tiempo que un tenaz rayo de sol se esforzaba en derretir la nieve, él recitaba, con voz estremecida, una amorosa canción de cuna.
Hola, María José.
Creo que has ahondado más en el «hiperrealismo» tú que yo. Con toda la dureza de la narración se llega al final con un punto de ternura y esperanza.
Mucha suerte y quédate con este cálido abrazo para esa «Ola de frío».
Recibido tu cálido abrazo, te envió uno yo también y te doy las gracias por la visita y el comentario. Hasta pronto.
Me ha gustado mucho, María José. Me ha estremecido y durante un instante temí encontrar la muerte en ese contenedor y no la esperanza para esa nueva vida. Mucha suerte, compañera de letras. Un abrazo. Gloria
Debe ser la cercanía de la Navidad la que nos inclina a enviar algún mensaje de esperanza, de calidez humana, incluso a pesar del cambio climático. Muchísimas gracias, Gloria por la visita y el comentario. Un beso.
Dos descartados, uno hacia el final y otro al principio de su vida, se encuentran en el lugar más inhóspito y menos pensado.
Un relato sencillamente conmovedor, que abraza y rescata, de la inclemente frialdad, lo mejor del ser humano.
Te felicito, MARÍA JOSÉ.
Cariños,
Mariángeles
Por suerte, todavía hay corazones que laten a pesar del frío y de la adversidad. Muchísimas gracias, Mariangeles por la visita y tu amable comentario. Besos.
Me ha gustado tu microrrelato, María José. Generas expectativas desde el principio y muestras como, incluso en situaciones de marginación y desesperación, pueden aparecer los sentimientos más solidarios y el amor. Significado contundente que nos llega desde la periferia de la sociedad en la que vivimos. Enhorabuena.
Un abrazo y mucha suerte.
Nos hemos acostumbrado a la frialdad de esta sociedad tan consumista, tan desigual y quise rescatar un poco de humanidad. Me alegra que te haya gustado el relato, Josep María y te agradezco muchísimo la visita y el comentario. Un abrazo.
Los seres más desfavorecidos dando ejemplo de ternura y compasión. En esta cruda historia el final es esperanzador e inesperado.
Me ha encantado, María José.
Besos.
Basta con un poco de humanidad, de cercanía y una amorosa canción de cuna para sobrevivir en la ciudad helada. Muchas gracias, Carmen por la visita y el amable comentario. Un besuco y ¡Feliz Navida!