Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

ANIMALES

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en ANIMALES

Bienvenid@s a ENTC 2025 Comenzamos nuestro 15º AÑO de concurso. Este año hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores, y el 5º de este año serán LOS ANIMALES. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de AGOSTO

Relatos

JUL60. PARTIDAS INACABADAS, de Joaquín Valls Arnau

Habían emprendido aquel viaje forzoso, el mismo día de año nuevo. Hubieron de tomar hasta cuatro trenes distintos, cruzando varios países. Una vez allí, los horarios de visitas eran muy estrictos: de diez a doce por la mañana, y de cuatro a seis por la tarde. Cuando no estaba con él, su padre permanecía en la pensión leyendo, a resguardo del intenso frío exterior. A él acudían a despertarlo al alba, y durante buena parte del día no cesaban de hacerle pruebas, mientras hablaban entre ellos una lengua extraña.
En el rato que ambos pasaban juntos cada mañana, bajaban caminando hasta el lago, donde algunos patinadores trazaban figuras sobre la superficie helada, y de regreso se dedicaban a chutar castañas en una solitaria plaza. Por la tarde escribían a casa, y jugaban una partida de cartas tras otra. Iban anotando los puntos acumulados hasta que, cuando en un campanario próximo daban las seis, la enfermera hacía su aparición por la puerta. Entonces su padre se levantaba, se despedía de él con un beso y salía precipitadamente de la habitación. Esa última partida de la jornada, que en algún caso hubiera podido decidir el resultado final, quedaba siempre inacabada.

JUL58. VIAJES DE IDA Y VUELTA, de Nicolás Jarque Alegre

Mi último viaje lo quise hacer con mi hermano, pues él también recibió la misma comunicación que yo. Organizamos, por tanto, la marcha. Él presentó su dimisión como vigilante jurado mientras yo me encargué del papeleo y de escribirle una carta de amor a Paula. Juntos preparamos el equipaje —con muchas dudas sobre aquello que debíamos embalar—,  adecentamos la casa para evitar regañinas futuras y nos despedimos de nuestros amigos y familiares vivos por si tardábamos en volver. Como rezaba en el mensaje, partimos de madrugada y entramos por la puerta de atrás del lugar acordado. Allí estaban. Papá no se parecía en nada al que habíamos enterrado y mamá había rejuvenecido como una folclórica. No les preguntamos ni quisieron explicarnos por qué de su petición, pero tanto mi hermano como yo, aceptamos el intercambio. Era nuestra forma de agradecerles que un día nos dieran la vida y con esto empatábamos con ellos. Antes de partir, nos presentaron  a sus vecinos y nos advirtieron de que nos portáramos bien en su ausencia. Hoy seis meses después, olemos a muerto y no hemos logrado comunicarnos con ellos, porque según Doña Paca, disfrutan de una nueva luna de miel.

  escribenicolasjarque.blogspot.com

JUL57. UN CUENTO PARA PERSONAS GRANDES, de Sara Lew

Imagen del asteroide B612,
captada en el espacio por la nave
del comandante
De niño soñaba con ser aviador para estrellarse en el desierto y encontrarse con El Principito.
De joven, mientras estudiaba para sacarse su licencia de vuelo, soñaba con pilotar una nave espacial y llegar a su asteroide.
De mayor, sin embargo, una vez se halló ante el vasto Universo, fue poseído por las ambiciones, que aplacaron sus sueños. Pasó tantos años ocupado en ascender a comandante, en conquistar planetas inmensos, en acopiarse de las riquezas que sus hombres obtenían arriesgando sus vidas; que olvidó la razón que lo había llevado a emprender ese viaje. Hasta que ya viejo y desgastado como su nave, decidió regresar.
Fue inmensa su sorpresa cuando, camino de la Tierra, se topó con el pequeño asteroide B612. Allí estaban aquellos tres volcanes y la engreída flor para hacerle recuperar sus sueños de juventud.
Supo, entonces, que ya solo le faltaba estrellarse en el desierto para encontrarse con El Principito.

…porque todas las personas grandes han sido niños alguna vez.

RELATO FUERA DE CONCURSO 
YA QUE SU AUTOR ES JURADO ESTE MES

JUL56. TIEMPOS NÓMADAS, de Laura Garrido

Me sorprendieron sus ropas y que no renunciara a sus atuendos a pesar de sentirse distinto. Su turbante azul teñía su rostro con los colores del mar, anudado a su cabeza como una cobra a la rama de un baobab. Era su señal de identidad. Hicimos amistad en el segundo año de facultad, él me confesó ser un tuareg, me enseñó su alfabeto, el tifinagh, y me susurró que a diferencia de nosotros no necesitaba ser alguien, porque él, ya era. Tuareg de ojos azules, ¡el color celeste del mundo!, un personaje singular que me invitó a su país de origen.
Allí, yo era el diferente, mis vaqueros y mi gorra atraían la atención de un pueblo nómada acostumbrado a los rigores más extremos. Muy pronto aprendí que su concepción de vida y la nuestra no eran excluyentes, pero sí muy distantes: nosotros llevamos reloj, pero ellos disponen del tiempo.
Desde aquel viaje tengo una habitación sin ventanas, una alfombra de arena y mil estrellas en el techo. Al tumbarme, oigo mis latidos haciendo eco en el desierto, el tiempo se detiene y me enredo en su turbante sintiéndome libre. Ahora me emociono con cada sorbo de agua.

 http://demispalabrasylasvuestras.blogspot.com.es/

JUL55. DAME TU MANO, de Maria Jose Saiz Garcia

Dame tú mano te pido, y tú no me preguntas ¿de que color eres? ¿a quién rezas? ¿como te vistes? ¿de que color es tu pelo?… simplemente me la dás. Quizás el viaje me enseñe a mirarte con los mismos ojos con los que tú me miras a mí.

JUL54. LARGO JETLAG, de Antonio Ortuño Casas

Después de algunos meses he vuelto de un viaje transoceánico, esperando pronto volver de nuevo a continuar mi vida aquí. En el lugar que estuve aprendí mucho y he regresado acompañado con alguien diferente a los de aquí, pero que espero no lo sea cuando este lugar aprenda de una vez que el mundo no acaba aquí.

JUL53. EL OBSERVADOR, de María del Carmen Guzmán Ortega

Soy un observador, una especie de periodista. Me han enviado aquí para tratar de comprender por qué nos dejan nuestro suelo lleno de trastos inútiles, de hierros retorcidos y de basura. Los hemos observado desde allá, pero no nos determinamos aún a salir de nuestras ciudades subterráneas llenas de luz artificial, de agua en abundancia y de alimento. Sin embargo, ellos tienen lo que nosotros no tenemos: jardines, mares, aire libre y muchas cosas más. Por eso no comprendemos por qué son tan estúpidos como para matarse entre sí en lugar de disfrutar de tanta belleza. Ya tengo decidido el informe para mis jefes.
     De momento, y mientras no cambien, no les revelaremos que hay vida en Marte, no sea que nos contaminen.

JUL52. COREOGRAFÍA EN EL SUBURBANO, de Miguel Pereira Rodrigo

Aquel viaje me enseñó que ya nadie quería bailar conmigo. Lo recuerdo como si fuese ayer. Entré al vagón y aferrado a uno de tantos hierros fui testigo de la función: tres señores de bien ojeaban periódicos del día; dos escandalosas quinceañeras coqueteaban con un desgarbado pelirrojo, una quejicosa mujer presumía constantemente de sus achaques; la pareja de jóvenes enamorados sonorizaban el lugar; una chica atractiva leía su libro de tapas blancas; los dedos del muchacho trajeado recorrían su corbata impacientemente; un pequeño sector posaba sus ojos sobre la pantalla de un móvil táctil; mientras el resto del pasaje clavaba su mirada en un punto alejado del peligro
En cada parada el convoy se detenía, dando paso a una breve coreografía de movimientos rápidos, simultáneos y certeros, que permitía la entrada en escena de nuevos actores, y la baja eventual de alguno de los citados. Sin embargo yo, luciendo mi octogenaria sabiduría, lejos de la agilidad de otros tiempos, permanecía de pie, parada tras parada, aferrado a una barra vertical, como único chaleco salvavidas entre mares de indiferencia, aprovechando que ésta carecía de cualquier empatía para poder ocupar otro asiento.

http://cuentospigmeos.blogspot.com.es/

JUL51. TIENES RAZÓN, de José Ramírez Barrero

   Los turistas que se animan a viajar hasta el valle noroccidental del planeta Gliese, no dejan de lamentar el desastre… «Este rincón del universo se parece cada día más a cualquier metrópoli de la tierra. No vale la pena invertir una fortuna si es para ver las mismas cosas que pueden contemplarse en Londres o en París».
        Al cabo de su descubrimiento, el hombre, fiel a la divisa que constituye su marca registrada, domeñó, sometió, cruzó lo foráneo con lo autóctono que le llamó la atención y luego destruyó lo demás importándole un pitoche el equilibrio cósmico y el respeto al derecho ajeno.
        «Por mí, que estos mandrias del demonio no regresaran jamás», me farfulla una ingeniera ambiental de Saturno que trabaja conmigo en la reconstrucción del valle. Yo no sé qué pensar. Sin la afluencia de turistas el comité interplanetario seguramente suspendería los recursos que sustentan nuestro proyecto y, abur reparación.
        «Es preferible que vengan acá a que sigan expandiendo su coto de excursión por todo el universo», le respondo. «Tienes razón, candongo. Entonces, a esconder las especies que vayamos recuperando para evitar que se las lleven de souvenir».

JUL50. CUADERNO DE BITÁCORA, de Esperanza Temprano Posada

Siempre he sido un alma viajera. De niña visité los bosques de Caperucita, navegué por el Mississippi con  Tom Sawyer y exploré el País de Nunca Jamás de la mano de Peter Pan.
 Cuando salí de la Universidad ya había coincidido con Casanova  en los canales de Venecia, había dado la vuelta al mundo en 80 días con Phileas Fogg e incluso había hecho una excursión a la luna con Cyrano de Bergerac.
Me he  topado con gentes de la  más  diversa condición: hidalgos que creían ser caballeros medievales, como un tal Alonso Quijano, que conocí en un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme; hombres enfermos de soledad como el Coronel Aureliano Buendía al que encontré en  Macondo y bellas doncellas dispuestas a morir por amor como Julieta Capuleto con la que compartí desesperación en Verona.
He llorado las lágrimas de tristezas ajenas  y he sentido en mi piel el respingo de sus primeros besos. He viajado por sus mundos y los he respirado tanto que los he hecho míos, sin salir de mi casa, sin levantarme de mi orejero, compañero de viaje, compañero.

 http://elrastrodelapalabra.blogspot.com.es

JUL49. MIEDO, de Amparo Martínez Alonso

Inspiré. Sentí el aire llegar a mis tripas. Lo mantuve ahí, hasta que las chicharras de mis oídos empezaron a marearme: espiré.
El miedo lo revuelve todo. Hubiera apostado a que la fila donde estábamos se movía impulsada por el traqueteo de mi corazón.
Los primeros gritos de terror arañaron mi frente: noté cómo se escurría mi sudor bajo la camisa. Quise esconderme con él. Todavía me quedaba un 59% de agua por vaciar. No podía esperar, tenía que salir de ese agujero antes de desbordarme,… pero mi familia iba en la fila. Inspiré, espiré.
Avanzamos lentamente. Mi hijo comenzó a gritar, le apreté la mano. Quería decirle que todo eso no iba a durar, que no sintiera miedo. Pero la fila entera comenzó a gritar… Él se tapó la mitad de su cara  con la mano que tenía libre.
Una pesadilla interminable: un viaje de quince minutos.
Cuando por fin salimos del agujero y vi la luz, y la sonrisa de mi mujer y mi hijo dijo:
—Otra vez, papá… ¡Por fa, papi! ¡Otra vez!
Comprendí que el tren del terror era para mujeres y niños.

 http://petraacero.blogspot.com.es/

JUL48. LA PROFESIÓN DEL ABUELO, de Yolanda Nava

Cuando le preguntaban al abuelo qué había sido en la vida, una lucecita se encendía en sus apagados ojos y una sonrisa torcía los pliegues de la piel que rodeaban su boca: “viajero” -contestaba-, y su voz se convertía otra vez en un rugido; venciendo la languidez de su actual tono, comenzaba a narrarte su vida.
Empezaba su viaje con las vivencias de su niñez y adolescencia. Te hacía saborear las escasas golosinas que deleitó y oler la leña que ardía en la cocina económica, y saborear las patatas con carne que comía al menos tres veces por semana: “muchas patatas y poca carne”  –repetía, muy serio.
Continuaba su viaje paseando por las pasiones de su juventud y ahí se quedaba: prendido del recuerdo de la abuela. Se olvidaba de que estabas a su lado y se emocionaba mirando un punto indefinido que estaba más allá de la pared que tenía enfrente: “el paisaje de su cuerpo, ha sido la parte más hermosa del viaje”. Gruesas lágrimas brotaban de sus ojos empapando los amarillentos algodones de sus recuerdos.

 http://microsyotrashistorias.blogspot.com

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