Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

NEPAKARTOJAMA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta última propuesta es el concepto lituano NEPAKARTOJAMA, o ese momento irrepetible. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
Esta convocatoria finalizará el próximo
31 de DICIEMBRE

Relatos

F06. EL BOSQUE SOBRE LAS OLAS, de Ardilla Voladora

Una vez, el rey de Suecia mandó construir una armada para dominar el Báltico. Cien escuadrones partieron a talar los bosques cercanos a Estocolmo. Las hachas asolaron la región. Como guerreros exangües caían los árboles, uno tras otro, profiriendo alaridos milenarios.

– ¡Nos vengaremos!– gritaban al desplomarse.
Allí mismo los serruchos desgajaban los troncos. Inmensos tablones viajaban hasta los astilleros en carretas de bueyes.
Al retirarse los hielos, zarparon a la guerra. A la semana el vigía observó unas yemas que despuntaban del mástil, unos brotes en la proa. Poco después empezó a menguar el ritmo, los navíos no avanzaban. En vano exhortaba el contramaestre a sus remeros que bogasen más rápido. Estaban en alta mar, encallados sin remedio.
Días después las naves se llenaron de ramas. Al poco los barcos se elevaron y quedaron suspendidos en el aire, cada vez más alto. La madera crujía bajo los pies. Las quillas estallaron en pedazos. Perforando lo que se interpusiera en su camino, se abrían paso los troncos. Finalmente, libres de sus carcasas, los renacidos árboles se agitaron, arrojando a los soldados al vacío, y despegaron sus raíces partiendo de vuelta a casa, dando grandes zancadas sobre las olas.

F07. EL HECHIZO, de Espino

Me he despertado sobresaltado por los sonidos nocturnos del bosque que se cuelan por la ventana. Lo único que deseo en este extraño momento de lucidez es poder acordarme de mi nombre todos los días y saber quién es la mujer que amo. También quisiera poder reconocer a mis hijos y poder acordarme de cuando eran pequeños y jugaba con ellos. Algunas mañanas al mirarme en el espejo, éste me devuelve el reflejo de un rostro desconocido. Tengo la certeza de que dentro de poco todos mis recuerdos, todas mis ilusiones y la persona que un día fui se perderán entre la niebla del olvido. Tú, tan hermosa como siempre duermes placidamente a mi lado. Me gustaría despertarte para contarte que estoy de nuevo contigo y susurrarte al oído que te quiero, pero me da miedo que este hechizo dure un momento y provocarte aun más dolor. Esta noche no quiero dormir, solo quiero recordar, pues vivo sumido en un continuo sueño.

¡ Maldita enfermedad del olvido ! -grito para mis adentros, y hasta el mismo bosque parece quedar en silencio por un momento.

F08. EL HOMBRE DEL SACO MOJADO, de Leño

Llovía hasta debajo del agua. Había dejado el cenicero en la balaustrada de madera y la humedad se había zampado la ceniza. Salí al bosque a por leña con una bolsa de basura por la cabeza. Parecía el hombre del saco mojado. Los conejos se escondían entre la leña. Me miraban asustados mientras seleccionaba los mejores troncos del montón. Imaginé invitarlos a tomar café y a calentarse junto a la chimenea. El pensamiento se desvaneció al caerme uno de los troncos sobre el pie. Trate de cubrir la leña con el mismo plástico que cubría mi cabeza. Fue imposible. Tuve que escurrir la leña antes de meterla en la chimenea.
Me puse ropa seca y pasé la tarde agarrado a una taza de chocolate caliente. En la radio, Frank Sinatra cantaba White Christmas. Yo silbaba la melodía mientras esperaba a los huéspedes para ese fin de semana. Todo preparado.
Llegaron en torno a las cinco de la tarde, cargados como burras. Les expliqué todo muy rápido y me marché.
De camino al coche eché una mirada por la ventana de la casa y de sus sonrisas pude intuir que deseaban que llegara este fin de semana desde hacía mucho tiempo.

F09. EL LOBO, de El Lobo Malo

-Mamá, papá dice que en el bosque hay un lobo muy malo que se come a las niñas desobedientes que entran en él, pero yo sé que es mentira.

— ¿Por qué, cariño?
—Porque Laura va muchas noches con chicos al bosque y nadie se la ha comido.

F10. EL PASEO, de Hayedo

¿Recuerdas cuando recorríamos juntos estos bosques de encina y pino? ¿Esta rivera lindada por olmos y chopos tan antiguos como los ancestrales secretos que los alisios susurran a las velas de los barcos en el puerto? ¿Lo recuerdas? ¿No? Ni siquiera a las ardillas escalando por columnas de madera, ni a las aves, cuyo cántico nos embriagaba como una insondable sinfonía de lo etéreo. ¿No? Quizá es que no estuviste y soy yo quien no recuerda, sino que imagina.

F11. EL PASEO DE ALBA, de Luciérnaga

-¿Que tienes ahí? te pregunté.

– Una luciérnaga- contestaste, y yo, vi una luz tenue.
-¿Puedo verla?
-No puedo enseñártela, se me escaparía- me dijiste desafiante.
Sonreí.
-He visto un búho mirándome desde lo alto de un roble.
– ¿Y qué te ha dicho el búho?-
– Papá, los búhos no hablan, ululan, solamente ululan- sorprendido por tu respuesta volví a sonreír.
De pronto una risa salió de tu boca.
-¿De qué te ríes Alba?
-Una hormiguita sube por mi pierna.
-¿Y a la hormiga, me la enseñas?
-No, si la cojo la haré daño con mis dedos.
Percibí un olor verde y fresco y tú exclamaste -¡Qué bien huele!
-Sí, yo también lo huelo-Te dije extrañado.
-Es la lluvia que moja la hierba. ¡Mira, una mariposa amarilla! ¿La ves?
– Sí, se ha posado en la margarita.
– No papá, está sobre mi cabeza.
– Venga Alba, date prisa.
-Un rato más, quiero seguir paseando por el bosque.-Me pediste con voz zalamera.
-Pero si llueve mucho más, tendrás que regresar.
-No, ya no llueve.
– Venga Alba, deja el perfume de tu madre, apaga la linterna y sal de la sábanas, llegarás tarde al colegio.

F12. EL PODER DE UNA MARIPOSA, de Margarita

Cuando nació no lloró… simplemente me miró asustado, lo malo fue que pasaron los años y siguió igual.
Algo en su cerebro nació quebrado y le condenó al ostracismo. Los que le amábamos sufríamos viéndole crecer en soledad.
Un amigo me aconsejó que fuéramos al campo y lo hice como hacen las cosas los padres, aunque sea sin fe, aunque sea sin esperanza.
Miró el bosque, los árboles y el río con indiferencia absoluta haciéndome notar su malestar con un rictus de enfado.
De pronto se levantó como una exhalación y echó a correr, naturalmente le seguí y oí por primera vez el sonido maravilloso de su risa. Perseguía a una hermosa mariposa que despreocupada iba parándose de flor en flor, libando, volando, posándose.
Durante un momento nos aproximamos tanto que mi pequeño acercó su dedito tembloroso hacia ella… naturalmente salió volando hacia el cielo.
El niño rompió a llorar con desconsuelo, hasta que se me ocurrió enseñarle fotos de la mariposa; ante mi estupor sonrió y me dio un abrazo.
Terminó el día y terminó el sueño, él volvió a su autismo y yo a mis intentos desesperados por alcanzarle, pero aquel momento aún calienta mi corazón.

F13. EL REENCUENTRO, de Ruiseñor

Camina despacio para no llegar. Sabe que allá lejos, donde el sendero se diluye en la niebla, comienza el bosque de las ánimas. Y tiene miedo. Aun así continúa. Algo sobrehumano le empuja a andar en esa dirección, una fuerza descomunal —y a la vez tan sutil— como la tierna voz de su madre llamándolo al oído. Un rechinar de dientes marca su paso mientras imagina, expectante, lo que le espera. Sin embargo, ese reencuentro fantasmal, amparado por el abrazo verdinegro de los árboles, no sucederá esa noche. Se quedará acurrucado en la hierba, indefenso, aguardando el milagro. Las ramas silbarán para él y acunarán su miedo. Las fierecillas salvajes merodearán a su lado demostrándole quién manda. En la tenebrosa oscuridad de la floresta, Kimbu no podrá cerrar los ojos.

Será al despuntar el sol —mientras inicie, cabizbajo, el camino de regreso— cuando al fin se le presente su madre, y le diga que ha superado la prueba, que es un joven valiente, y que ya no la necesita.

F14. EL VIEJO CAMPANO, de Árgoma

Otra tarde que la niebla sube por el valle cubriéndolo todo, llegara a los puertos antes de que el sol se esconda tras las peñas. Camina Toño por el bosque, pensativo, sube a ver las yeguas, como siempre quiere echarlas mas arriba, donde los pastos están sin tocar aun. Ha pasado por los mismos lugares una, dos, tres, mil veces, la roca enorme y solitaria, el árbol partido por un rayo, el claro donde alguna vez vio al lobo… Siempre es igual. Pero esta vez ve algo entre unas matas que le llama la atención, se acerca y recoge un campano, sorprendido se da cuenta que es de «la vieja«, una vaca tudanca de Fermín, un vecino. Mejor dicho era, porque la vaca murió va para 10 años. Lo guarda y cuando baja al pueblo rodea por el callejo que va a casa de Fermín. Le encuentra de espaldas en el patio reparando unas hoyas, no le ha oído, así que despacio saca el campano del morral y lo menea, Fermín deja lo que esta haciendo y sin girarse dice: el campano de «la vieja».

Toño lo posa en la tapia de piedra y sigue para su casa.

F15. FUMAR MATA, de Coto de Caza

La estampida de las fieras al crepitar las ramas, la confusión de aleteos y plumas en el aire… Nada de eso llega a tus oídos. Apenas percibes un remoto olor a madera y follaje quemados. Si mirases por el retrovisor, divisarías a lo lejos una nube de humo y cenizas —te recordaría a esa niebla que arruina tus batidas de caza— que envuelve el tapiz de ocres y naranjas hasta cubrirlo por completo.

Indiferente, sigues con tu rutina. Elevas el volumen de la música, pisas a fondo el acelerador y enciendes otro cigarrillo.

F16. INFORMACIÓN BÁSICA PARA HUÉSPEDES, de Duende Zahorí

Querido visitante:  Es nuestra obligación revelarte algunas historias sobre el bosque; indicarte que tal vez auscultes ecos melodiosos; incluso es posible que te susurren las margaritas.  Escucharás cuentos fantásticos, leyendas sobre apariciones. Otearás nubes de unicornios alados que sobrevuelan fantasías. Algunas noches  se percibe el canto de una sirena. Nada debe preocuparte. Podrás engalanarte con el traje nuevo del Emperador; conversar con Caperucita cogiendo moras en un recodo del camino. Dicen que por ahí vaga el espectro de la bruja y el alma de Campanilla. Algunas tardes Hansel y Gretel regalan golosinas al final del sendero. En otoño llueven palomitas y pompas de jabón. Los más afortunados cuentan exaltados que reconocieron a Alicia corriendo detrás del conejo, y a la cigarra, amenizando una procesión de hormigas. Explican que la liebre venció a la tortuga y que la Bella durmiente sigue adormecida bajo la espesura. Si interrogas a un roble, te expresará que Pulgarcito abandonó a sus hermanos, que el lobo se merendó a las siete cabritillas,  y que los enanitos delataron a Blancanieves. Piérdete por el bosque como lo hacen los sueños en primavera. No preguntes. Aquí las cosas siempre pueden ser diferentes, de otra manera.

F17. INOCENCIA, de Termita

Siempre recordaré aquella tarde de noviembre junto a la chimenea cuando cumplí seis años. El abuelo azuzaba la lumbre y las ascuas resplandecían en la oscuridad como luciérnagas. En la calle hacía un frío del demonio y yo daba buena cuenta de un trozo de cebolla y una hogaza de pan duro. Entonces llamaron a la puerta. Eran tres hombres. Preguntaban por mi padre. No pude escuchar muy bien, pero mi abuelo les dijo que no, que se confundían. Luego, mi padre me acarició el pelo, me dio un beso muy fuerte y se marchó.

-¿Adónde lo llevan, abuelo?
-Al bosque –dijo el yayo entre lágrimas- a dar el paseo.
-Pero eso es bueno, ¿no?
 ****
Hoy tres décadas después he tenido el valor de ir a al bosque. Ha sido fácil encontrarte, reencarnado en ese roble tan alto cuyas ramas surcan los cielos y por las noches se funden con las estrellas.

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