Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

NEPAKARTOJAMA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta última propuesta es el concepto lituano NEPAKARTOJAMA, o ese momento irrepetible. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
Esta convocatoria finalizará el próximo
31 de DICIEMBRE

Relatos

705. NO TENGAS MIEDO, de Alimaña

No tengas miedo, sigue leyendo. Ignora el silencio de la habitación, concéntrate en los sonidos de la noche: el zumbido del viento, los aullidos de alguna alimaña, el crujir de las hojas, los pasos que se dirigen hacia ti… Sigue leyendo, no tengas miedo. Ignora el sonido del bosque, concéntrate en la habitación: el repiqueteo de la ventana entreabierta, el crepitar de las paredes, el pausado movimiento de las agujas del reloj, las pisadas que avanzan hasta donde tú estás… No tengas miedo, sigue leyendo. Ignora la noche y la habitación, concéntrate en ti: el nudo en la garganta, el latir del corazón, la sangre recorriendo tus venas, la gota de sudor por la espalda, la mano que te arropa, la respiración que golpea tu oído… Sigue leyendo, no tengas miedo. Acurrúcate entre las sábanas y libera tu imaginación: los misterios del bosque, la persona que hay junto a ti, el peligro que se esconde en el armario o aguarda bajo la cama. Deja que el miedo se apodere de la noche, sigue leyendo…

704. CUANDO EL BOSQUE NO DEJA VER LOS ÁRBOLES, de Níscalo

En una gran cuidad rodeada de gente, yo sola. Con amigos que veo cada dos meses y sin tiempo para hacer nada de lo que realmente te gusta, es cuando me di una cuenta de que “el bosque no me deja ver los árboles”.
 Y como quería ver los árboles, decidí rime al bosque. Tal vez fuera la falta de bullicio, la innecesidad de correr a todos lados, el aire limpio o simplemente el tener esos árboles tan cerca de mí, lo que me hizo quedarme a vivir aquí. Aquí encontré la paz, aquí morí. Hoy soy otra. Hoy he encontrado el amor.
Porque por fin puedo decir que lo he encontrado. No es apuesto, no es adinerado, no tiene ojos azules ni va sobre un gran caballo. Mi príncipe es un hombre bueno, un hombre de campo y, aunque no lo crean, casi no ha estudiado.
Soy feliz, soy sincera, porque he encontrado mi árbol, he dejado la pena.

703. MADRE NUESTRA, de Oruguita

Madre nuestra que estás en este mundo. Bendito sea tu nombre. Venga a nosotros tus montes y mares. Sáciense tus necesidades, así en la tierra, mar y aire. El oxígeno nuestro de cada día dánosle hoy. Perdónanos nuestros incendios, y poluciones, así como nosotros intentaremos perdonarnos. No nos dejes caer en la tentación de la industrialización excesiva y líbranos de hacerte mal.

702. SIEMPRE SALE EL SOL, de Hoja Caída

Cuando el cielo se torna gris y parece que la noche ha madrugado demasiado,
Cuando los relámpagos iluminan cual luciérnagas incandescentes,
Cuando los truenos ensordecen a los pajarillos…
Cuando parece que el viento lucha contra las ramas de los árboles…
Cuando parece que en cualquier momento los árboles ya no aguantarán mas…
Cuando menos te lo esperas aparece el primer rayo de sol.
A nosotros nos pasa igual que al bosque, a lo largo de nuestra vida nos tenemos que enfrentar a terribles tormentas, pero después de la tormenta siempre llega la calma y tímidamente el sol se va abriendo camino. Y al igual que a los árboles nos ha servido para fortalecer nuestras raíces y a aprender que es necesario vivir una tormenta para estar agradecido cuando haga sol.

701. EL PERSONAJE, de Muérdago

El bosque, ese espacio común en todas las mentes, infantiles y adultas, escenario de cuentos, de leyendas, se convirtió una vez mas en protagonista. Un protagonista con maravillosos y evocadores nombres, con historias mágicas o siniestras, con personajes reales o inventados.
Posiblemente el bosque sea un sinónimo de sentimientos, de recuerdos atávicos. El lugar donde cualquiera pueda vivir aventuras, ser libre, ser protagonista.
Es a la vez el refugio y el hábitat de la naturaleza en su más puro sentido, el de especies vegetales y animales, y también el de las personas que han contribuido a hacerlo y a mantenerlo.
Nunca debemos olvidar que desde el carbonero al leñador, desde el cazador hasta el pastor, han puesto su grano o su sudor para que siga vivo. Solo por eso, debiéramos entrar en el bosque como se entra en los cuentos y en los sueños, con la esperanza de un final feliz. O sea de un principio y un continuará.

700. ES NATURAL QUE FUERA ASÍ, de Níscalo

Es imposible saber la cantidad de colores verde que cubrían la orilla del río. Desde los árboles hasta los arbustos, pasando por cantidad de plantas que, sin querer marcar su territorio, se confundían unas con otras. El sol penetraba a duras penas, nadie recuerda cuando no fue así. Pero el tronar que quebraba el silencio en este momento hacía intuir cuando sí iba a volver el sol a esos musgos y hojas que cubrían el suelo.
 Motosierras, equipo pesado de transporte, un permiso que y el alto desempleo en la zona eran los culpables secundarios, la incapacidad para valorar la importancia del bosque y la falta de conciencia, los primeros.
 Cuando un centenar de abetos estaban tumbados en el suelo, cuando ya no había protestas ni detenciones inútiles, parecía que nada los podía detener. Las nubes y la lluvia cubrieron el bosque. Lo cubrieron tanto que, entre nubes y niebla desapareció por completo. Desapareció a tal punto que una mañana, los obreros no pudieron encontrarlo. El destino había sido truncado, no todo se había perdido.
Al salir el sol, nadie sabe cuánto después de aquello, el bosque fue olvidado. Esa fue su suerte.

699. REENCARNACIÓN, de Búho 2

Mientras enciende el último cigarrillo, Fran recuerda la noche en que despertó, parpadeó dos veces, y con los ojos muy abiertos oteó el bosque de hayas en completa oscuridad. Captó un movimiento entre la hojarasca, se lanzó en picado y el ratón cayó bajo sus garras sin rechistar.
Ante el pelotón de fusilamiento, Fran se pregunta qué será la próxima vez que despierte.

698. REDENCIÓN, de Níscalo

Después de su revelación, Antonio dejó la ciudad para encontrar la paz. Nada mejor que un bosque perdido en la Asturias de sus padres y abuelos. Pocas reformas hicieron falta a la caseta abandonada, ahora podía vivir con poco.
 Al bosque no le faltaban historias, lo descubrió al poco de mudarse. Brujas, gnomos, animales mitológicos e incluso espectros poblaban aquel vasto monte cubierto de árboles. Seguramente, el morbo que tales historias generaba era el origen de las mismas, porque donde hay morbo hay gente. Antonio se hizo fanático de esas historias, de todas pero sobretodo de una, la de la bruja María.
 Aquella bruja bienhechora, muerta por la inquisición, merodeaba el bosque en busca de redención. “Que bueno sería que algo así fuera real,” decía para sí Antonio en sus paseos por los pinares. Él también necesitaba una voz que lo escuchara, el también necesitaba redención.
 Y el sueño se hizo real una noche de luna. Nunca se lo contó a nadie. Hoy dicen en los pueblos cercanos al bosque que se sabe porque Antonio, aunque duerma en su cabaña, aparece en los bares y cuenta su historia a todos aquellos que, perdidos en la bebida, también buscan redención.

697. BOSQUE PROFUNDO, de Perenne 2

       Una mañana de septiembre, cuando aún los rayos caniculares eran rojos como sangre, Blanca se encontraba absorta frente a su última inspiración y, agarrada a dos pinceles manchados de verde húmedo,  perdió el conocimiento.
 En el momento en el que Blanca recobró la conciencia, ya se hallaba aprisionada entre  paredes grises que estuvo contemplando varias semanas con las reminiscencias en su memoria de aquel lugar, que ella, secretamente, había llamado Bosque Profundo y que se derramaba, con verdadera obsesión,  por todos sus lienzos.
Blanca contempló el silencio de un campo que dormía la siesta en sopor enfermizo. Caminó por un sendero. El sol tostaba su piel con el calor de un mimo dulce. En el horizonte se distinguían las azules montañas tal que espejismos. Gotas de sudor caían y se detenían en sus labios con sabor cansado y salado. Entonces el camino descendía en una hondonada  verde, mágica, que  suponía un alarido en la calma de los campos de cereales y piedras.  Bosque Profundo en medio de la tierra aurea.
                Cuando Blanca tomó nuevamente sus pinceles, el paisaje se extendía bajo el sol como una tela con remiendos ocres y rojos. Bosque Profundo no existía más que en sus lienzos.

696. SILENCIO, de Castaño 4

Empezaba a oscurecer y la emoción me embargaba con el paso de los minutos. Sentada sobre la verde hierba contemplaba el horizonte desde lo alto de un claro del bosque tupido. El sol iba escondiéndose dando paso al ocaso del día. Llevaba unas horas preparando todo. Esa noche por fin la pasaría sola en el bosque, rodeada de naturaleza. Era un sueño que tenía desde niña, acampar en mitad del silencio de la noche con más compañía que las estrellas en el cielo y la luna si había suerte.
Había pasado la tarde montando la tienda, preparando el saco, almacenando las provisiones de alimento y respirando aire fresco.
Cuando los últimos rayos de luz se despidieron no pude reprimir una sonrisa en mis labios. Miré a mi alrededor y salté de alegría. Encendí el candil y escuché. ¿Silencio? No exactamente, podía escuchar los búhos, el crujir de las ramas, el viento en las hojas y hasta mi respiración, pero nunca había sentido una paz tan relajante en mi interior como aquella noche que pasé en vela disfrutando cada segundo, cada parpadeo de mis ojos con las pupilas dilatadas no queriendo perderse detalle.

695. OTOÑO, de Castaño 4

En esas tardes de otoño, cuando el paisaje se vuelve ocre y dorado es cuando me gusta pasear por los senderos del recuerdo. Con los cantos de los pájaros como sintonía camino sumida en mis pensamientos. El borde del camino se tiñe de hongos que aparecen tras la lluvia previa y entre marrones asoman las últimas flores como pequeñas pinceladas violetas. Las ramas de los árboles que me rodean, que me envuelven en un abrazo, van desnudándose como los amantes en la noche oscura. La silueta de sus ramas solitarias recortan el cielo plomizo. Es entonces cuando el viento suele azotar repentino y es entonces cuando me uno al baile con los danzantes arbóreos.
La nostalgia aparece camuflada entre los arbustos y se disfraza de musgo verde en los troncos. Bajo las piedras encuentro la melancolía que me acompaña por un rato y en la orilla del riachuelo que cruza el valle contemplo sus aguas cargadas de añoranza. Me siento un momento disfrutando de la soledad que me rodea para volver a mis senderos del recuerdo.

694. EL VIEJO ROBLE, de Castaño 4

Recuerdo aquellas tardes de estío de mi infancia  en las que salía a pasear con mi abuelo por los caminos del pueblo. Todas ellas terminábamos bajo la sombra del viejo roble. Impasible a los años se mantenía erguido estirando sus brazos que daban buen cobijo en días de sol. Mi abuelo me contaba que cuando él era niño iba con su abuelo a merendar bajo el árbol. Allí sentados en la hierba engañaban el hambre antes del regreso al hogar. Y mi abuelo me narraba que su abuelo le decía que también pasaba el final de las tardes de verano bajo el gran roble con su abuelo.

Ahora soy yo quien de la mano de mi nieto contemplo el roble, que sigue impasible al paso del tiempo.

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