Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

NEPAKARTOJAMA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta última propuesta es el concepto lituano NEPAKARTOJAMA, o ese momento irrepetible. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
Esta convocatoria finalizará el próximo
31 de DICIEMBRE

Relatos

598. EN CASA, de Bosque Milenario

       Acostumbraba a abrazarse a los grandes árboles que conformaban aquel bosque milenario, tratando de encontrar en ellos el abrigo que los seres humanos nunca habían sabido proporcionarle. Aquellas criaturas, ajenas al ajetreo diario de la oficina, majestuosas en su porte, no conocían de envidias ni de angustias. Entre ellas tenía la extraña sensación de hallarse entre iguales, pues tampoco ella había sentido nunca las inclinaciones que mueven a otros a causar el mal de sus semejantes.
            Por ello, el día que de sus pies brotaron raíces no le supuso una gran sorpresa, y lo asumió de un modo natural.
            Ahora forma parte del bosque, el lugar al que siempre perteneció.

597. EL PRISIONERO, de Bosque Milenario

Las primeras semanas de reclusión en aquella cabaña le parecieron una bendición; habían sido muchos los años que había pasado buscando un lugar donde las musas que inspiraban su obra literaria pudiesen visitarle sin miedo al ruido y el ajetreo de la gran ciudad, y finalmente parecía haberlo encontrado. Desde su llegada a aquel entorno natural privilegiado, su escritura ganó en agilidad y agudeza, haciendo que su producción literaria alcanzase cotas con las que nunca pudo soñar.
Seis meses después de su llegada a aquel recóndito paraje, comenzó a sentir las primeras señales de nostalgia. ¿Dónde habían quedado sus esporádicas escapadas al cine? Incluso llegó a echar de menos las molestas sirenas de las ambulancias; jamás lo hubiese creído posible.
Al cumplirse el primer año desde que tomase aquella decisión, tuvo el pleno convencimiento de que su editor debía estar buscándole como loco, ansioso por recibir el manuscrito prometido. Sin embargo, en aquel lugar inaccesible, alejado de las rutas transitadas, estaba completamente aislado, sin posibilidad de ser contactado. Ahora sabía que el bosque jamás le dejaría abandonarlo.

596. EL BOSQUE CALLADO, de Hermes Valles

Huyó de la soledad de la ciudad, no entendía tanto ruido, tanta prisa para no llegar a ninguna parte, ni siquiera su corazón, abandonado por un amor que no supo amarla con la calma que da saber, que alguien apaga la luz, y te cubre con una manta cuando te quedas dormida. Sin destino, llegó una mañana a un pequeño pueblo, casi en el borde entre la montaña y el mar. Encontró una casa rural, donde decidió hospedarse un tiempo, hasta que su corazón volviera a recuperar el ritmo de sus latidos. Justo delante de la casa un bosque habitaba, tenía los colores que la naturaleza era capaz de crear; Sin pararse a pensar en nada más, salió a pasear antes de que la tarde dejase paso a la noche, entre los arboles de aquel bosque lleno de hayas, con un manto de hojas, rojas, verdes y marrones. Se sentó en el tronco de un gran árbol talado. Sus ojos se perdieron en la profundidad de aquel espacio tan lleno de vida, solo una apacible brisa la acompañaba, sin ruido, pudo oír lo que su corazón le hablaba. Y entendió lo que le recitaba, el bosque callado.

595. EXCURSIÓN EN EL BOSQUE, de Roble 3

Rosa: -“Me encanta ir al bosque con el colegio. Mis amigas y yo cogemos flores y jugamos  a escondernos entre los árboles mientras otra nos busca”.
Juan: -“Mis amigos y yo tiramos piedras en el río, y intentamos subirnos en los árboles aunque la última vez mi amigo Pablo se hizo daño en un pie”.
Isabel: -“Cuando entramos en el bosque todo parece distinto al colegio. Se transforma en otro mundo y me gusta buscar ángeles, duendes y ver animales”.
María (profesora): -“El momento mágico cuando voy al bosque con mis alumnos se produce cuando el ruido de los animales se funde con los juegos de los niños y producen una bella melodía”.
Luís (Conductor del autobús): -“Cuando les llevo al bosque puedo disfrutar con ellos, dejo hablar al viento, escucho las hojas y el cauce del río…. Es el paraíso.
Cristina (mamá de Lourdes): “Cuando llegan del bosque puedo ver la alegría, la diversión y el cansancio en sus ojos. Han disfrutado de las pequeñas cosas que te hacen más grande.”.
-¿Para Cuando la próxima excursión al bosque?… Yo me apunto.

594. PALABRA DE CARPINTERO, de Bosque Negro

He roto mi promesa de no volver. Los árboles me han reconocido. Eso me halaga y me intranquiliza. La luz de la luna decora con destellos de plata el bosque. A cada paso la enramada me palmea  la espalda, devuelvo el cumplido sin cortesía. Reconozco el sendero, los aromas a pino y a corteza. Me adentro en la arboleda y cuento setecientos catorce pasos. Ahí estás, dónde te dejé. Llegaste a mí por casualidad,  la peor silla que había visto en mi vida,  hecha con restos de madera, llena de astillas y con un manto de podredumbre  agarrándote con fuerza. Lo primero que hice fue extraer una a una aquellas esquirlas que parecían atormentarte. Limé, pulí y lustré la superficie. Al acabar me hablaste. Me pediste que te trajera de vuelta a casa. Siguiendo tus indicaciones, te planté junto al tejo. Nunca he sentido tanta felicidad. Juré guardar el secreto. Hoy he vuelto como furtivo, un sibilino ocultando sus intenciones. Te he arrancado una rama y he huido sin despedidas, al amparo de un jirón de nube negra. He llegado a casa estremecido, el corazón palpitando reproches me atormenta.  Te he colocado sobre la mesa de trabajo, te llamaré Pinocho.

593. SED, de Helecho 3

Bebía paseando por un extenso y montañoso bebedero repleto de robustos bebedores de hojas ocres. Sin beberme cuenta, me bebí de frente con un bebedor alto y con bigote, y una afilada bebida en la mano. Entonces, se bebió en seco y me bebió a la cara, y me bebió:
―¿¡Cómo bebas a beber en mis bebederos!?
―Lo bebo señor. Me he bebido de beber tratando de enbebar un bebedero. Estoy muerto de bebida ―le bebí.
―Lo bebo, joven. No le bebo ayudar.
Tras beber durante un tiempo sin bebida fija, creí haberme bebido de nuevo, cuando bebí a un hombre a lo lejos, y me bebí hasta él:
―Bebida ―saludé―. Estoy bebiendo un bebedero. ¿Me podría usted beber, si no es mucha bebida?
―Desde bebo. Bebe usted mi lengua ―bebió con tono amable―. Beba ese gran bebedero hacia el sur y podrás beber en el río. Yo bebo en esa dirección. Si quiere podemos beber juntos.
Cuando bebimos al río, comenzamos a beber hasta saciar la sed, cuando me bebió:
―Qué gusto beber. Se queda uno feliz, completo ¿No lo cree usted así?
―Desde bebo― le bebí.

592. INSTRUCCIONES PARA VISIONAR TU MUERTE EN UN ESPEJO, de Helecho 3

Ve a un claro del bosque. Espera a la medianoche y desnúdate. Hazte con una tela hindú y extiéndela sobre la tierra, evitando mancharte. Con velas santiguadas por un cura virgen forma un círculo delante de un espejo de más de treinta años de antigüedad. Métete dentro del círculo, sobre la tela hindú, sobre la tierra, y observa la luna. Cuando un aullido o un reloj marque la medianoche, da seis vueltas sobre ti mismo, sin preocuparte de posibles mareos. En la última vuelta párate frente al espejo, Pronuncia las palabras “mortem visionarum” exactamente tres veces. Cierra los ojos y concéntrate, ya queda menos para el visionado. Coge un cuchillo de plata y clávatelo en el corazón.
Deja reposar y observa. En ese instante ya deberías de estar contemplando tu muerte. En caso de no surgir efecto inmediato comprueba si por error te has perforado simplemente un pulmón. De ser así, espera hasta las doce de la noche del día siguiente y remueve cada ocho horas.

591. EL GUARDIÁN, de Manada

Helio3 lucía en el firmamento cuando cogí la nave de exploración. Atravesé las Praderas Glaucas envuelto en vapores que levantaba el aparato. Al tiempo reconocí unas mariposas aldebaranas parecidas a pterodáctilos enanos con largas alas de mil colores. Intenté perseguirlas pero el motor se apagó y hube de planear sobre la llanura. Caí cerca de una manada de Yakos. Los alrededores estaban salpicados por grandes Rucarios, que más allá formaban las primeras espesuras del Bosque Azul. En la banda opuesta divisaba los montes copernicanos. Pasaron uno, dos, tres minutos… El silencio era completo en la nave, no podía apartar la vista del paisaje. Un Yako se acercó sin prisas, triscando el pasto azul con parsimonia. El animal se paró a escasa distancia. Alzó el cuello, me miró con sus ojos bovinos y penetró en mi mente. Los exobiólogos sospechaban su habilidad telepática, pero eso no alivió mi asombro. En mi cabeza estallaron sonidos: el agua resonante
 de las montañas, la sinfonía compleja y armoniosa de las aves, el cántico de los cuadrúpedos… Una voz imperiosa decía: “Humanos, no repitáis vuestro error”. El motor rugió de repente y escapé colmado de desazón, sabiendo lo que sabía sobre mi viejo planeta natal.

590. VOCES DEL BOSQUE, de Hoja Seca 2

     Hay noches en que el bosque parece tragarte. Tropezaba con las piedras grises. Las ramas crujían cuando me aferraba a ellas para sostenerme. Un remolino hacía girar las hojas a mi alrededor.
       Mis pies se enredaron con las raíces de un tronco enorme y caí. Permanecí inmóvil, aterido por el dolor y por la sangrante herida de mi alma. Tanto caminar sin haber llegado a ninguna parte; tanto buscar la luz para hallarme sumido en las tinieblas. Sentí lástima de mí mismo. Y lloré.
       Desbaraté algunas hojas secas entre mis dedos. Luego, encontré una hoja verde y lozana, que seguramente el viento había arrancado antes de tiempo. Sentí odio y quise destruirla, pero no pude, un murmullo me detuvo.
       Acaricié la hoja con mi mejilla y escuché más cercano el susurro. Seguí buscando la voz y lentamente me incorporé, apoyándome en el árbol. La hoja ya no me hablaba. La solté. La vi descender y luego tuve miedo del silencio y de mis manos vacías, pero sólo duró un momento. Había comprendido. Extendí los brazos y estreché al árbol hasta donde pude. Alcé mi mirada hacia su copa y entonces lo escuché todo.

589. RECUERDOS DEL VALLE, de Musgo 6

Cuentan mis mayores que el rincón donde vivo, situado en un valle rodeado de granito, fue en su tiempo una zona boscosa. Los chopos acompañando al pequeño río, salpicados con el olor del poleo y de las huertas que con ellos se entremezclaban. Los robles y los pinos salpicando la ladera de esta humilde montaña, con el veraniego amarillo del ramo, y el olor penetrante del espliego. Incluso ardillas y lechuzas dicen que por aquí habitaban. De ese paraíso serrano yo no he vivido casi nada, en mis jóvenes recuerdos si veo más verde vida el color de la dehesa, más cobre otoñal  la ladera de la montaña y más orugas adornando los pinos con sus caprichosas borlas blancas. De todo eso apenas queda nada. En mis paseos recojo las supervivientes semillas para plantarlas, esperando que los retoños crezcan robustos, haciendo pasado estas palabras y futuro el recuerdo del más anciano de este rincón encajado entre montañas.

588. SI YO FUERA AGUA, de Lluvia

Si yo fuera agua sería lago. No sería río que fluye rápido, ni mar inmenso y poderoso. Tampoco sería pozo servicial y oscuro, ni sería represa contenida. Sería lago, verde y llano, espejo del mundo afuera. Todo aquel que a mí se acercara, vería su imagen nítida al verme y así llegaría a mis entrañas llenas de algas, piedras y peces.

587. ASTRONOMÍA, de Lluvia

Se encontraron en un bar del centro. Olía a churro quemado y a cine independiente.
Él llevaba una rosa roja. Ella un mapa de las estrellas del día en que  él le enseñó las constelaciones antes de hacer el amor bajo el cielo nocturno, entre los árboles del bosque, sobre el pasto húmedo.
-Usted es una mujer para el amor, pero  tiene el corazón roto y está metida en muchos líos, y yo estoy jodido- Le dijo mirándola con ojos de almendra.
Años después ella se enteró que él se casaba. Se apagaron todas las luces en ese cielo estrellado de hace tiempo.

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