Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

ANIMALES

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en ANIMALES

Bienvenid@s a ENTC 2025 Comenzamos nuestro 15º AÑO de concurso. Este año hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores, y el 5º de este año serán LOS ANIMALES. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de AGOSTO

Relatos

ABR.19. EL ANSIADO FRESCO, de José Manuel Molina

Lo trajo la lluvia y su presencia provoco una explosión en nuestros aletargados sentidos y en el sofocante paisaje, era el primer signo de que el verano empezaba su declive.
 ¡Era el fresco!
Que suaviza los cálidos efectos del terral, que inunda el ambiente de olor a tierra húmeda, que acalla a la chicharra y que despierta a una orquesta de animales con nuevos sonidos. Son estos momentos los que vale la pena sentir con todos los sentidos y vivir con nuestro cuerpo. Yo os veo ajetreadas marionetas sin alma y no os envidio, al contrario, me invade una pena tan grande porque con vuestras prisas os habéis olvidado de vivir y sentir el mundo que os rodea.
Vosotros que estáis en vuestras ciudades de espaldas al campo y a vuestra raíces no apreciáis lo bueno de la vida, las pequeñas cosas, que como la bajada de temperaturas que trae la lluvia con la primera tormenta del verano hacen realmente que merezca la pena vivir y sentir, sobretodo sentir.
 http://sapereaude-semanu.blogspot.com/

ABR.18. CAIDO DEL CIELO, de Pepa Jiménez

A veces sucede que me pierdo paseando, como esta mañana, con el alma risueña tras cobrar el paro. Despuntaba el mediodía, desapacible, cuando quede atrapado por  una lluvia cerrada, implacable de gruesas gotas. Me refugie cerca del convento de las Clarisas, en los soportales del comedor de caridad. Olía a pan y a hierbabuena.
   Una extensa fila de gentes aguardaban: hombres sin techo, mujeres solas, ancianos tristes, adolescentes perdidos, pobres de solemnidad…y entre ellos, apartado en un rincón, ¡Dios mío! ¡Mi compañero Pablo! Inconfundible, con su tierna mansedumbre, más delgado. Apoyado en la pared esperaba con la cabeza baja y las manos resguardas. Hace seis meses, cuando cerraron la fábrica, él  hizo un ovillo de su desamparo y en un destello de sensatez, nos contó que se marchaba al pueblo, lejano, con sus padres. Desde entonces nadie volvió a saber del muchacho.
Di la vuelta y entre por la iglesia. Sor María,  acepto mi petición,  quizás  por piedad o quizás por la insistencia contenida que mostré, al entregarle un sobre hinchado de dinero para Pablo.
— Misericordia hermana— dije —. Si le pregunta quien ha sido, por favor, dígale que ha caído del cielo, pegado a esta bendita lluvia de mayo.

ABR.17. MI PRIMERA TORMENTA, de Jesus Alfonso Redondo

El tren nos dejó aquel día de Junio, ya tarde, en la estación de Orejo. Subimos las maletas al carro. En el horizonte los relámpagos hacían visible el perfil de la Porra Colina.  La tía Finuca apuró al  machuco para llegar al barrio de Madriro, al borde de la marisma de Tijero, donde vivían mis abuelos. Ya dentro de la casa, tras los ventanales de la solana, se empezó a oír el tamborileo de los granizos sobre el cristal. Los relámpagos iluminaban la estancia y como un borborigmo de la naturaleza soliviantada estallaba en volutas el ruido del trueno. Era rotundo y seguido de ecos.
Me fijé que las gotas de lluvia resbalaban redondas sobre el vestido de Finuca, mientras nos mostraba en sus manos unas piezas, como botones, diciendo:
– Es pedrisco, Dios nos valga. Tina enciende una vela a Santa Bárbara.
Mis mayores juntaron sus manos y rezaron varias veces:
– Santa Bárbara Bendita, que en el cielo estás escrita con papel y agua bendita.
Con seis años, esta tormenta se grabó en mi memoria. No he vuelto a ver aquellas piedritas del tamaño y de color tenuemente amarillo. Parecían esos testáceos que en Huelva llaman coquinas.

ABR.16. PINCELADAS DE TORMENTA, de Noelia Puigdengolas

Estaba esperando como cada día que pasará el autobús que la llevaba cada dia al trabajo. Tenía casi una hora de trayecto hasta llegar a la oficina que estaba situada en el centro de la capital. Sentada en la marquesina de la parada de bus, intentaba leer un libro que no acababa de gustarle. Su mente no paraba de pensar en aquello que tanto deseaba, en aquel hombre sin figura determinada y de sentimientos profundos. Soñaba despierta. Miró hacia el cielo y vio el cielo encapotado, todo él, era una gran pincelada de tonos grises oscuros. De pronto empezó a llover, con fuerza empezaba lo que parecía ser una tempestad. Oyó a lo lejos un continuo chapoteo que daba una persona desdibujada por las gotas contundentes de lluvia y que corría a toda prisa hasta el punto donde ella se encontraba a cubierto. Llegó jadeando, sin respiración. Ella le miró, le sonrió y creyó ver que gracias a la lluvia estaba volviendo a salir el Sol en su interior. Lo trajo la lluvia.

ABR.15. EL GRIS NO ES NEGRO, de Amparo Martínez

 —Tenemos que darnos prisa: ¡va a llover!
—¿Está gris?
—Sí.
—El gris es bonito, ¿verdad mamá? ¡No es negro!
— Sí, el gris es bonito… Pero si no corremos, nos vamos a mojar.
—A mi no me importa mojarme, mamá.
—Alba, vamos a caminar más rápido. No te sueltes.
—¡Vale!
Parecen dos marionetas de cuerdas flojas, encogidas. La madre, cargada con las cestas de piñas, anda como una oca,… pero Alba no sabe cómo se mueven las ocas, nunca ha visto una. La pequeña sonríe al sentir las primeras gotas sobre sus párpados cerrados. ¡Huele tan bien! El pinar susurra: al-ba…  al-ba-ba…  al-ba-bas-bas… bas-basf-basf-basfff… cada vez más rápido, demasiado rápido.
—¡El gris no es negro!… ¿Verdad mamá?
—Tenemos que parar. ¡Llueve demasiado!
Trata de adivinar, entre el desdibujado campo, un pino para cobijarse. Llegan chorreando, descompasadas, como espantapájaros inservibles. La mujer apoya las cestas y coloca a Alba de espaldas al tronco; la peina con los dedos separados, para no darle tirones, y aparta el pelo mojado que cubre sus ojos opacos, sin vida.
—¡No me gusta, mami!
—¿La lluvia?
—¡La oscuridad!… Pero la tormenta no es oscura, ¿verdad, mamá?
—¡No! La tormenta es gris.
petraacero.blogspot.com.es

ABR.13. BENDITA LLUVIA, de Gloria Arcos

Recordaba los sentimientos que le habían despertado aquellas primeras lluvias de abril, de hacía 35 años, cuando era una grácil jovencita, ansiosa de conocimientos y deseos por despertar a la vida.
 Un día como aquel, mientras observaba desde detrás de los cristales de una cafetería como caían las hermosas gotas de aquel preciado líquido, se dio cuenta de que alguien la miraba con curiosidad y ansias de conocerla.
 Tímida e incómoda, a la vez que curiosa, bajó la mirada.
 Afuera, la pertinaz y acostumbrada lluvia que enriquecía los verdes campos de su amada Galicia, seguía cayendo.
 El hermoso joven, después de calibrar si debía acercarse, por fin se llenó de arrojo y osó hablarle.
 Esas serían las primeras palabras que los unirían, en una historia feliz durante  treinta y cinco años, hasta que una noche como aquella, una  fuerte tormenta que atrajo a la muerte, acabaría alejándolos para siempre.

ABR.12. LO TRAJO LA LLUVIA, de Silvia Merino

Nadie supo de donde venía ni a donde se dirigía. Lo trajo la lluvia un mes de Abril empapado y oliendo a lilas. Permanecía en su habitación sin hablar con nadie, y a veces, cuando jugábamos en el patio, le veíamos asomarse a través de los cristales, con su cara pálida y sus ojos oscuros. Nunca comió nada, nunca bebió nada, nunca nos habló. Dejo la habitación una madrugada sin decir nada y sin ver a nadie. Solo una nota manuscrita en el mostrador: tres noches doscientos cuarenta euros, y un sobre con el dinero. En su habitación nada, la cama hecha, la ventana cerrada, como si nunca hubiese habido nadie. Se marcho con la lluvia igual que vino dejando en nuestros corazones senderos de agua con olor a lilas y un gran desasosiego que regresa los días que llueve.
http://www.silvia-elpalomar.blogspot.com.es/

ABR.11. EL CIELO Y TÚ, de Inés Zapirain

Hoy es tu despedida, y aunque me enseñaste a ser fuerte, la tristeza intenta colarse entre mis ropas.La lluvia golpea con fuerza contra los cristales, su visión humedece mis ojos.Un último vistazo a lo que queda atrás, un ligero pensamiento, un sentimiento. Salgo a la calle con el paraguas que me regalaste. Ya no estás conmigo, pero la tela azul me protege del agua helada,tal y como tú hacías cuando era un niño.Decido cerrarlo,mojarme,dejar que las gotas de lluvia se confundan con mis lágrimas.Las pupilas inundadas me hacen verte a lo lejos.Corro entre los charcos intentando alcanzarte,pero no eres tú.La humedad en mi ropa me devuelve a la realidad,la gente me mira y yo intento sobreponerme.Hoy es tu despedida,y hasta el cielo se ha cubierto de un manto de nubes negras,llorando por ti.

ABR.10. AÑORANZAS, de Cándido Macarro

Fuera, la lluvia comienza a salpicar el cristal. Las gotas de agua se deslizan ondulantes hasta caer en el alféizar de la ventana, haciendo cientos de escurridizas piruetas. Tras ella, un rostro triste de mujer, un rostro derrotado por la vida, surcado por infinitas arrugas, una por cada risa, una por cada llanto, una por cada segundo en su compañía, que deja escapar unas lágrimas deslizándose silenciosas por sus mejillas, imitando, muy a su pesar, lo que la naturaleza hace fuera.
    – Abril te trajo a mi vida aquella maravillosa tarde de nubarrones. Hace tanto…Tú, calado hasta los huesos esperándome a la salida de clase, nervioso como un flan, pero con una sonrisa ingenua y franca que me cautivó para siempre.
Ahora, cruel y desalmada, la lluvia de Abril de aparta de mi lado.
Siempre te gustó la primavera. Seguro que por eso la elegiste para marchar.
 ¡Amor mío! Mi compañero de camino.
Y ¿Qué pretendes ahora? ¿Acaso esperas que yo tenga fuerzas para continuar sola? ¿ ¿Por qué eres tan cruel?
Me has dejado demasiada carga para un corazón desolado.
 Compréndelo. La primavera ha dejado de tener sentido para mí. Ha muerto contigo.
 Lo mismo que yo.

ABR.09. AMOR AHORRADO, de Estíbaliz Dilla

Estaba comiendo magdalenas. Intercalaba mordiscos entre sorbos de café. Era un domingo de primavera infernal. La lluvia chocando contra los cristales resultaba ensordecedora. Intuí el timbre. Abrí la puerta .
-Buenos días, no quiero molestarla. Iba conduciendo y he pinchado. Tengo que cambiar la rueda pero con este tiempo me es imposible. Me he calado entero y como esta es la única casa que está cerca me preguntaba si no le importaría que entrara a refugiarme, estoy completamente helado.
Me quedé perpleja unos segundos. Después dejé que aquel desconocido entrara en la cocina . Le ofrecí una taza de café que agradeció sobremanera. Entablamos una conversación sincera en la que en ningún momento dejó de mirarme a los ojos. Le conseguí ropa seca y tendí la mojada al lado de la chimenea .
Mientras se quitaba la camisa contemplé su torso desnudo. El se giró al notar que le observaba. Después no sé muy bien lo que ocurrió. Se acercó hacia mí, me miró a los ojos y comprendiendo mi infinita soledad, me dijo:
-Lo que tú me des, no se lo voy a dar a nadie.
Mi boca sedienta alcanzó la suya y rompí la hucha de los besos.

ABR.08. A VECES PASA, de Eva Castro

La tenaz insistencia de sus palabras me impulsó a callar las mías. Me exigía una explicación clara de lo sucedido, aunque yo sabía que la justificación que asomaba a mis labios no serviría para acallar su enojo a punto de transformarse en cólera. Lo indicaba a partes iguales el peligroso fulgor que despedían sus ojos y el nervioso movimiento de sus manos al gesticular. “Lo trajo la lluvia”, acerté a decir, y el brillo de sus ojos se esfumó a la vez que dejaba caer los brazos, lánguidos, derrotados. “Lo trajo la lluvia, repetí, no sirve de nada sembrar si no acompañan los elementos a dicha siembra. Esparces inocentes semillas pensando que tan sólo con ese gesto germinarán verdes brotes que a su vez derivarán en los ansiados frutos y no piensas que hay factores externos que condicionarán que tu cosecha sea o no la esperada. Así es la vida, tú has sembrado el mal jugándotelo todo a una temporada seca, sin embargo, el agua ha echado a perder tus propósitos lavando lo que quería causar daño para transformarlo en algo puro. A veces pasa, y la vida consigue sorprendernos”.

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