Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

LO INCORRECTO

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en LO INCORRECTO

Bienvenid@s a ENTC 2025 Comenzamos nuestro 15º AÑO de concurso. Este año hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores, y el cuarto será LO INCORRECTO. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 de JUNIO

Relatos

134. EL CORRO DE LAS HADAS, de Bruma del Bosque

Existen ciertas hadas habitantes del bosque responsables de la gente menuda.No se dejan ver a la luz del día.Sólo cuando declina el sol puedes sorprenderlas con un farol incandescente y una varita de avellano prendida en los cabellos.Exclusivamente en este momento se hacen visibles al ojo humano. Es entonces cuando, dejando atrás sus quehaceres de custodia, se entregan a la naturaleza
danzando en corro entorno a guirnaldas de piñas, laureles y velas encendidas. Las hay de todos los colores pero las hadas rojas,las verdes y las amarillas gustan bailar invocando a su reina «Hada Flora» para que les otorgue el don perpetuo de ser como niñas.El corro de las hadas gira y gira sin detenerse preñando de energía al menos dos kilómetros a la redonda. Y al final de sus danzas cuando la luz mortecina de los últimos rayos de sol no logra atravesar la frondosidad del bosque, rien divertidas encendiendo fuegos de artificio con sus varitas de abedul. Es la mágica fracción de segundo en que las hadas, si miras bien, se hacen visibles a la gente menuda.

133. LA INVESTIGACIÓN, de Tronco

Floc. Fue un golpe seco, hasta silencioso se podría decir. Era un bosque denso y las barreras de troncos a ambos lados de la cuneta daban más seguridad que idea del peligro que encerraban. Floc fue el último sonido que recuerdo cuando el coche se empotró en el tronco. A partir del accidente todo me sale bien. Fue un golpe con suerte, que me permitió cambiar de coche a mejor precio. En la casa de seguros me dijeron que era poco frecuente que un «siniestro total» se saldase sin daños para el conductor. En mi casa conseguí sacar tiempo para todas esas pequeñas tareas para las que nunca tienes ocasión.
Tanta «suerte» terminó levantando mis sospechas y empecé a investigar.
Hasta en lo personal me pude ir a la cama con quien menos me esperaba. Paréntesis: (esto no es muy creíble, pero visto el resultado de la investigación, bien vale como farol). Todo me sale bien. Incluso el tiempo atmosférico, cuando el pronóstico es de lluvia, me acompaña con un magnífico sol otoñal.
Ha pasado un tiempo de investigación y no consigo saber con certeza.
Mi conclusión: estoy muerto.

132. POLVO DE ESTRELLAS, de Hiedra

Cuando anunciaron su amor a los cuatro vientos, ninguna criatura de aquel mágico bosque lleno de vida creyó que su romance llegaría a buen puerto. Provenían de mundos muy diferentes y, sin embargo, el Hada y el Duende más rebeldes del lugar habían vivido una historia capaz de salvar todas las barreras que el mundo les interpuso. Una historia que había mantenido sus vidas unidas hasta el final de sus días. Hasta aquel día. El Hada, a la que su polvo dorado se le estaba agotando inexorablemente se acostó por última vez en aquel trébol que en otro tiempo fue de cuatro hojas y mirando con sus ojos entornados y llenos de paz a las brillantes luciérnagas suspiró:
       – Parece que las estrellas están más cerca que nunca. Creo que si estiro la mano un poco podría llegar a tocarlas
El Duende, viendo que quién le había dado toda una vida de amor y felicidad se apagaba lentamente y sin remedio, trató de esbozar una sonrisa. Y acariciándole el pelo le susurró:
       – Sí cariño, están viniendo hacia aquí – dijo mientras ella cerraba los ojos para siempre – vienen para llevarte al cielo con ellas.

131. ENCUENTRO EN EL BOSQUE, de Arce 2

Apoya la escopeta en un árbol y se inclina a beber del caño, del cual borbotea agua fresca y cristalina como ninguna botella de marca pueda hacer. Estando así inclinado, se percata de que es observado con animosidad animal, un poco más abajo, en el arroyo, ve la presencia de una jabalí con crías, lo cual la hace peligrosa, pues de natural ante la presencia humana se esconden y huyen, pero acorralados o con sus jabatos la cosa cambia. La distancia le permitía no ser visto, pero seguro que por su olor ya había sido detectado, no porque sus efluvios fueran en exceso disonantes, sino por el espectacular sentido del olfato de su contrincante, el cual ya le encaraba.
Apareció otro espécimen de un tamaño considerablemente mayor, con unas navajuelas dentales importantes que le permitirían dado el caso, abrir una vía de escape sanguinolenta en su persona, asunto nada recomendable.
Como los tenía muy cerca, no podía apuntar bien, tampoco quería, se quedo quieto con la escopeta en bandolera, en prevención de una posible embestida, y lenta muy lentamente, se fue hacia atrás, buscando adentrarse en el bosque y dejando vía libre a sus oponentes.

130. CREPÚSCULO, de Faisanes

En el bosque…
El sol se pone y
cuando la luna sale,
se abren las flores de la noche…
Colores de sueños,
tallos de esperanza,
raíces de ayer,
semillas de futuro.
Su sombra plateada es vida;
su aroma atrayente,
quizás muerte…
Valiente las recojo;
ramillete de olvido,
amor y perdón…
y, ebrio de ocaso
y sediento de negrura
y paz,
deshago el ramo,
lanzándolo al viento… ,
cuando la luna sale
y el sol se pone.

129. UN FUERTE ABRAZO, de El Cazador

El cazador tuvo que matar al lobo de un tiro en el pecho.
– ¡Se ha comido a mi abuelita! Gritaba la nieta desesperada.
Rápidamente el cazador sacó un gran cuchillo de monte y rajó de arriba abajo la barriga del lobo, apareciendo la abuelita aturdida pero viva.
La nieta se lanzó a abrazar a la abuelita y casi sin dejarle respirar le dijo:
– Abuelita, te he traído una cesta de comida, pero el lobo se te había comido y me quería comer a mí!
Al ver que la abuelita no podía respirar, el cazador intentó separar aquel abrazo, pero la nieta estaba tan emocionada por el reencuentro que no dejaba de apretar y apretar.
Cuando por fín el cazador separó a la nieta de su abuelita, ésta cayó sin aliento en el suelo cubierto de hojas. La nieta había matado a la abuelita de un fuerte abrazo. En el bosque.

128. MI CAMINO, de El Bosque de Tallac

Hoy me levanté más temprano de lo habitual. Finaliza mi camino. Recogí en mi maltrecha mochila el saco de dormir y los pocos y ya deteriorados enseres que me acompañan desde el inicio. Los días precedentes habían sido duros y húmedos. Mi cuerpo se había habituado a las duras condiciones, pero pedía ya un descanso.  Dejando atrás la hospedería, y bajo el manto de la noche, retomé mi ruta y me adentré en el bosque. El frío abrigaba mi cuerpo.
La estela de una linterna de otros caminantes más previsores que yo me servía de guía. Con la vista puesta en ese rastro fugaz y serpenteante,  caminaba, adquiriendo el resto de mis sentidos un mayor protagonismo.
Poco a poco la noche iba dejando paso al día. Olía a mañana, a verde, a día grande, y una sensación de serenidad, de complicidad y de vuelta a los orígenes recorría mi cuerpo. Es el bosque, generoso, que nos va regalando a su paso un sinfín de sensaciones y emociones sin pedir nada a cambio. Ya casi lo hemos cruzado, y el Sol nos recibe al otro lado del mismo. Amanece. Santiago nos espera. Hoy será un día estupendo.

127. 46 AÑOS, de Roca

El veintisiete de octubre mis botas se impregnaban a cada paso de más y más barro mientras las espesas hojas me impedían ver más allá de mis narices. Llevaba dos horas perdido en aquel bosque desconocido. Desistí. Decidí rendirme. Me senté en una roca y por primera desde la muerte de mi padre, lloré. Lloré por sentirme huérfano, por Lola que tanto me había sabido querer y la había dejado escapar, por mi amigo Mario y la distancia que ahora había entre nosotros y por el peso de los 46 años que se me antojaba imposible de transportar en el camino de mi vida.
 Y de pronto, la voz de un diminuto duendecillo pálido y compasivo me dijo “Vamos arriba, arriba una vez más”.
Qué extraño, pensé, si yo jamás he creído en duendes…

126. ¿HACIA DÓNDE SE DIRIGEN LAS HOJAS?, de Hojita

Bajo el viejo molino, junto a un tímido afluente de agua resplandeciente que realizaba reales esfuerzos por abrirse camino entre innumerables nogales, sauces, castaños… que se eregían robustos hacia el sol, me senté una tarde de otoño.
Un grupo de juguetonas hojas, que parecían más bien tintadas al antojo de cualquier caprichoso pintor, me rodeó a modo de suave torbellino. Sus colores parecían recordarme a los que se impregnan en el cielo cuando la tierra despide al sol en los mejores días.
Mientras revoloteaban no pude evitar pensar ¿hacia dónde se dirigirían estas atrevidas viajeras?
Se me ocurrió pensar que volaban locas, saboreando la tan ansiada libertad, con la satisfacción del deber cumplido; trabajar duro para regalar vida al ser que las vio nacer y oxigenar al mundo.
No se podría ser más feliz, pensé, al recibir el maravilloso regalo de volar, justo cuando no hay nada que perder…
Algunas viajaban contra el tiempo aprovechando su última oportunidad de descubrir lugares desconocidos donde caer y esparcir sus semillas; otras, menos curiosas, se mecían sutilmente con el viento… Todas buscando su lugar especial donde caer y fusionarse de nuevo con el mundo, les parecería entonces haber revivido ya ese instante…
…Pensaste entonces…

125. EL BOSQUE MARINO, de Faisanes

La Tierra, para los patrones humanos, es muy vieja… Antigua, más que lo más antiguo.
Donde ahora hay una alameda o un hayedo, pudo haber un inmenso lago de agua dulce. Donde desiertos, océanos, mares verdeazulados plenos de vida.
Si de noche atendemos con nuestros sentidos alertas, paseando bajo la enramada otoñal desnuda de hojas, a la luz de la luna podemos quizás sentir cardúmenes de extintos peces ingrávidos multicolores, tiburones implacables, gráciles seres que se comunican con musicales silbidos.
De día, la floresta se alegra con el sol y las sombras marcadas, recordando la luz tamizada por el agua oceánica, mas… El aire se hace agua y nosotros delfines curiosos.
Los árboles se acompañan, tocándose, acariciándose con el final de sus raíces, dándose valor, sabedores de su condición mortal, conscientes de su pasado acuático, queriendo elevarse al cielo en grupo, flotando hacia la superficie para sentir la luz caliente y seca.
Pasado el hechizo frecuente, llega la calma, vuelve el bosque a su ser, oímos cantar a aquel pájaro, ruidos de insectos voladores…, mientras evitamos pisar un hormiguero vacío o el excremento de una vaca que, por un segundo, asimismo pueda ser que se creyera ballenato.

124. EPIFANÍA, de Junco

Hoy mismo me ha venido una historia muy graciosa a la mente. Una anécdota de juventud…fíjate si no te hablo de años… Era un mocoso descarriado que hacia campana, fumaba, robaba… Vamos, era la crème de la crème para cualquier padre. Como te decía, un día, siendo yo muy joven y estúpido, me refugié en el bosque para fumar un par de porros y así, también, evitar que mi madre me molestara con que hiciera las tareas de casa y del cole. Cuál fue mi sorpresa cuando me descubrí de repente, y así sin avisar, sentado a los pies de un sauce llorón y parlanchín.
– Abuelo, ¿qué te dijo el sauce?
– ¡No veas que bronca me echó!  Un recuerdo vago tengo pero no puedo serte muy concreto. Sólo recuerdo una frase que me marcó. ¿Cómo era? Esta anciana memoria que ya divaga… Espera, ya recuerdo. El sabio sauce me dijo que mirase más allá y amase la vida como el amaba el sol de la mañana.
– ¿Y eso que significa?
– Hijo, la verdad que no lo sé –dijo el anciano entre carcajadas- Pero a partir de ese día todo cambió…

123. PARAÍSO TERRENAL, de Pasto

Amaneciendo en el bosque con el sol colandose entre los frondosos arboles, acariciando, pedazos de tierra y pasto
ese aroma a tierra humeda que sabe a delicado y fresco perfume
llena los sentidos mas intimos del alma
musica de pajaros que cantan su alegria, de sentir la vida en todo su esplendor
bosque sereno, acogedor y misterioso que te arropas a ti mismo con las hiedras en flor, en ti hay vida colores e ilusion,
musica y resplandor alimentas el espiritu sintiendonos parte de ti y de tu esencia,saboreando esa sensacion de eternidad que emana de tus entrañas

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