Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

FOBIAS

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en FOBIAS

ENoTiCias

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LAS FOBIAS. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE SEPTIEMBRE

Relatos

20 LO CORRECTO (Fernando da Casa)

Aquel chico subió al autobús. Desgarbado, pelo rubio, muy flaco. El acné delataba una adolescencia incipiente, aún educable. No quedaban asientos libres delante.

Sus otros compañeros de fila, negros como ella, agacharon la cabeza y se dispusieron a abandonar su sitio, tal y como establecía la ley. Hacían lo correcto.

¿Lo correcto?

Rosa amagó con levantarse. Dudó. Las varices le recordaron el duro día de trabajo que acababa de soportar. El chaval de los granos le sonrió, o eso le pareció a ella. No parecía mal tipo, tal vez algo tímido. Pero no se sentó a su lado, permaneció de pie, esperando a que ella iniciara su camino hacia la parte trasera del autobús. Era lo correcto.

¿Lo correcto?

Apretó los dientes y decidió no moverse. Sus piernas, su dignidad y una lógica aplastante le daban la razón.

-Señora, levántese y váyase para atrás. ¿No ve que este chico está esperando? –le increpó el conductor-. Si no lo hace, me obligará a llamar a la policía, no está haciendo lo correcto.

¿Lo correcto?

Cuando Rosa Parks abandonó el autobús, esposada e increpada por la mitad del pasaje, aún no era consciente de que, ahora sí, ella estaba haciendo lo correcto.

18 En el espectro

Que no me mueva, que no grite, que no me meta las manos en la boca, que no haga esos gestos bruscos, que mire a los ojos, que responda cuando me hablen, que atienda, que utilice las fórmulas de cortesía, que no corra, que pruebe todo lo que me ponen por delante, que juegue con los otros, que no me quite la ropa, que sea más flexible, que no me muerda el pelo, que empatice, que no llore sin sentido, que comparta, que no me tire por el suelo…

Que lea; que no lea tanto,

que ordene; que no ordene tanto,

que me lave; que no me lave tanto,

que hable; que no chille tanto…

¿De verdad soy yo el erróneo?

Si la sociedad es el ataúd en el que te clavan mientras vives, yo bailo sobre mi tumba.

17. El abismo en tus pupilas dilatadas

Me pregunté si estaba haciendo lo correcto muchas veces aquel día y, antes de salir de casa, interpelé con la mirada a mi marido que volvía la suya con dolor, incapaz de hacer ni decir nada. Me lo pregunté cuando huía, cuando mis pasos temblaban por las calles oscuras y me enfrentaba al lento desfile de seres fantasmales, a sus voces arrastradas y confusas. Y aunque sabía que no era la única mujer que se había sentido forzada a hacer lo que yo hacía, me lo pregunté al subir la escalera negra, al llamar a la puerta desvencijada y entreabierta. Sucia. Me lo pregunté al extender el dinero sobre una garra tatuada y recoger aquel paquete pequeño y lacerante. Me lo pregunté una vez más antes de entregárselo a mi hijo que, como una fiera insomne y convulsa, me lo arrancaba de la mano… Poco después, tras un silencio boscoso y desgarrador, supe que me lo preguntaría el resto de mi vida.

16 SATO, CORRETO, PERFETO

SATO, CORRETO, PERFETO

 

Hice trampas para salvar a mi jefe. Nadie me lo agradeció. Fui despedido al día siguiente. La lealtad tiene sus límites. Aquel jefe no tenía decencia. Ni nunca la tuvo, por lo que veo. Siempre me dijo que defendería a su equipo hasta “la muerte”. A la hora de la verdad no me defendió. Me equivoqué por confundir los límites de la lealtad.

 

Sato.

 

 

Ana daba lecciones de todo. Era difícil debatir con ella. Tenía soluciones sencillas para problemas complejos. Odio a la gente que aparenta saberlo todo. Qué peligro. Qué miedo me dan. El niño se ahogó porque no sabía nadar.

 

Correto.

 

 

En primer curso de ingeniería en la Politécnica suspendí todas las asignaturas menos el inglés, al que siempre odié. Nadie me felicitó cuando se enteraron de que el profesor había dado aprobado general.

 

Perfeto.

 

 

De los más complejos cálculos exactos nació la bomba atómica.

 

Sato. Correto. Perfecto.

 

15. LA DUDA

No ha sido por las treinta monedas de plata. Tampoco por el desencanto de ese reino prometido que, como el horizonte, nunca llega a alcanzarse. Ni siquiera por sentirse menos querido que otros discípulos. El motivo fue esa voz sobrenatural que se abría paso entre sus sueños: “haz lo que se espera de ti”.

A pesar de su reticencia a cumplir con el mandato, comenzó a urdir un plan: mostrarse en público demasiado crítico con el Maestro, demasiado interesado por el dinero, parecer dispuesto a dejarse comprar…hasta el acuerdo con los poderosos del Sanedrín y el prendimiento en el Huerto de los Olivos.

Pero cuando lo besa para señalarle, descubre a un hombre solo, resignado a su destino. Siente entonces el peso de la culpa y duda si su traición es voluntad de Dios o del Demonio.

14. A puerta cerrada (MVF)

Lo correcto, lo correcto… Lo correcto está sobrevalorado. Que levante la mano quien no haya hecho nunca pellas, metido el dedo en la sopa (o en la llaga), contado una mentirijilla a los padres o copiado en un examen. Si hasta las beatas de misa diaria cortan trajes sin medida, que no va a hacer una pobre servidora con tal de conseguir las mejores vistas. Por supuesto que cuando alquilé el ático lo sabía. Por supuesto que tenía controlada su rutina y horarios. También sabía de su aversión a las cortinas y su afición a abrir todas las ventanas.  También yo comencé a hacerlo, y eso que me costó mis fríos y resfriados, pero al final… Después de poner la misma música a las mismas horas, colgar una barra en la sala y tratar de seguirle en sus ejercicios, dormir con la ventana abierta casi sin ropa sobre la cama, conseguí despertar su curiosidad y que llamase a mi puerta. Él solito vino a parar a mi casa, lo de apuntarle con la Colt es para que se olvide de la falta de luz y  no decaiga en su rutina gimnástica, así sigue haciendo los mismos ejercicios, pero para mí sola y con las persianas echadas.

13. De la vieja factorIA

Como Secretaria de la Comisión de Asuntos Microrrelatistas de la Vieja Escuela doy fe y hago constar:

Que en el día de hoy, del año 3025, nos hemos reunido, en ciudad capital, un número de quince personas pensantes.

Que este encuentro tiene como finalidad el honrar la memoria y las obras de aquellos escribientes auténticos que nos precedieron. De esos que, se añade por apunte de uno de los presentes, aún usaban cabeza, bolígrafo y papel.

Que nuestro noble oficio ha sido relegado al olvido debido a causas y herramientas ajenas a nosotros.

Que, por una vez, sin que sirva de precedente, y tras una votación consensuada, se hace uso de una de esas herramientas, consideradas impropias, -eso que llaman IA-, y se procede a realizar una pregunta que reza así:

-‘Por favor, ¿Podría ofrecernos un listado de grandes autores microrrelatistas de tiempos pasados?

Como respuesta se obtiene lo siguiente:

-‘Lo siento. No he entendido tu pregunta.’

El ordenador se bloquea y la reunión queda en suspenso.

12. INSURGENCIA

INSURGENCIA

Jamás hubiera imaginado semejante inclinación, pero aquí estoy esperando a que me reciba. Siempre le admiré y antes de que se rebelara pude advertir su fuerza y su cautivador atractivo.Yo fui el encargado de expulsarle. Pesa en mí ese infame mandato. Le escolté y le vi atravesar las puertas desplegando sus alas en un gesto de digna insolencia, como si en vez de sufrir un destierro fuera un rey dirigiéndose a su trono. Hasta en sus detractores podía adivinarse una muda reverencia ante su imponente presencia. Fue un momento sublime. Yo quedé abducido y tuve una clarividente revelación. El amor que había conocido era insignificante comparado con el que me atravesó en ese instante. No me importan los que me juzgan desde sus privilegiados púlpitos. Reniego de la aburrida virtud, de la idolatría a un dios que convierte a sus seguidores en sumisos hipócritas que se creen los hacedores del bien.

Sólo ansío servirle. Esperaré a que decida que soy digno de su mundo, de su ejército, mientras le imagino no como un ángel caído sino como un ser todopoderoso. Y yo, el Arcángel San Miguel, le seré fiel hasta el fin de los días.

11. EL ARTE SEGÚN PIERO (IsidrøMorenø)

Piero era saxofonista de jazz. Decía que el ritmo era un corsé del alma, y que el compás era solo una sugerencia, como las señales de tráfico en Nápoles.

Sus solos eran impredecibles porque casi nunca sabía en qué tonalidad estaban los demás. A menudo desconocía qué tema tocaban, pero eso no lo detenía. “El error es arte si lo tocas dos veces”, afirmaba desafiando a la armonía.

Los puristas lo odiaban. Los modernos lo consideraban revolucionario. Los demás se preguntaban si su saxo estaba desafinado, o poseído.

Una vez tocó en un cuarteto. Al final del concierto, el pianista renunció al jazz, el bajista se convirtió al silencio y del batería nada se sabe. Piero sigue tocando, libre como el viento.

Dicen que en su última jam session, Piero tocó unos arpegios tan incorrectos, tan absurdos, que el público fue succionado por una sexta dimensión donde espacio y tiempo no eran lineales y solo sonaban notas azules.

Desde entonces, al amanecer,  a veces se puede escuchar su saxo en el aire, ejecutando escalas imposibles.  Y los amantes del  jazz    —los que entienden el alma del músico— cierran los ojos y dicen:

Ah!, eso es Piero, su saxo… y amanece.

10. Nobleza obliga. (Sergio Capitán)

Uno nunca sabe cuándo va a surgir una nueva oportunidad de hacer el bien. A mí me ocurrió el pasado verano en el autobús. Era un día cualquiera de julio, hacía un calor sofocante y el aire acondicionado parecía estar estropeado. Contrariado, me dediqué a matar el tiempo con el móvil, deslizando el dedo de un vídeo a otro. Qué fácil es dejarse arrastrar por esos diabólicos algoritmos.
Aparté un momento la vista de la pantalla y, de repente, la vi. Una mujer en avanzado estado de gestación se abanicaba con desesperación. Le pregunté si quería cambiarme el sitio y con una sonrisa contestó que no. Insistí, repitiendo que de verdad no me importaba, pero esta vez su respuesta fue más seca.
Así es que nada, asentí con dignidad impostada y nos quedamos tal cual.
Ella siguió sentada y yo de pie.

09. El esperma del hombre muerto (Antonio Bolant)

Faltaba poco para cerrar y ella esperó pacientemente a que los últimos visitantes abandonaran los nichos cercanos para hablarle al suyo en voz baja.

—Sé que te imaginas lo difícil que me resultó sobrellevar los escrúpulos de nuestra gente, el rechazo que muchos mostraron cuando solicité la extracción post mortem tras tu accidente. ‘Déjale descansar en paz’, me repetían. Consiguieron que llegara a odiarme por ello. Entonces rebrotaban nuestras conversaciones, aquellos paseos donde charlábamos de cualquier cosa. ¿Te acuerdas? Me devolvían la fuerza al recordar tu forma de entender la vida, pero sobre todo de afrontar la muerte, que aceptabas como un polizón fraccionable, con una estoica naturalidad que no lograba asimilar.

Caía la tarde y con ella la temperatura. A pesar del frío, la mujer se desabrochó la chaqueta. Con una emoción apenas contenida, apartó el jarrón con flores que tapaba el apellido escrito en la lápida. Puso la mano sobre su abdomen y su voz empezó a temblar.

—Ahora lo comprendo, amor mío. Ahora entiendo que morimos por partes y que la última en hacerlo es nuestro legado. Mira, vengo acompañada. Hoy… hoy traigo en mi interior esa parte de ti que se quedó conmigo.

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