Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

FOBIAS

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en FOBIAS

ENoTiCias

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LAS FOBIAS. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
días
1
0
horas
1
3
minutos
0
5
Segundos
0
8
Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE SEPTIEMBRE

Relatos

90. DÍA Y NOCHE DE UN PINTOR (Óscar Quijada Reyes)

Mi vida transcurre entre pinturas, pinceles, lápices, papeles, exposiciones y otras actividades conexas. Hoy tengo una exposición acompañada de varias conferencias. La gente acude a ver mis obras y quedan anonadadas por aquellas en lienzo, algunos admiran mis dibujos con carboncillo, otros se decantan por lo clásico y por las pinceladas. Estoy sorprendido por la cantidad de personas que se sienten atraídas por las pinturas abstractas, dicen que son muy hermosas; aunque tienen su lugar, yo creo que no lo son, las acabo y presento porque les gustan. Con razón dicen que “sobre gustos y colores no han escrito los autores”.

Estoy seguro de que ninguno conoce lo que en verdad es hermoso en mi vida, lo que me llena e inspira. Aunque no cumpla con los cánones de belleza y la voluptuosidad que imponen los promotores del espectáculo y el mundo mediático, mi esposa sí que es linda y está por encima de todo lo que nos quieren hacer creer. Hoy tendremos otra de nuestras veladas, así que sin duda compartiremos, reiremos, jugaremos y cada uno sentirá la felicidad del otro. ¡Espero que no derramemos todas mis pinturas ni dañemos las obras terminadas!

89. Prejuicio

Hace rato que el niño tiene los ojos abiertos de par en par: es la primera vez que visita un circo con una exhibición de rarezas humanas. Su padre le ha llevado para enseñarle que esas personas no son atracciones de feria y que su oficio es tan digno como cualquier otro. No le cuesta demasiado. Donde los demás solo ven a un hombre con un cráneo tan reducido que parece la cabeza de un alfiler clavado en el cuerpo, el pequeño descubre a alguien alegre y lleno de talento. Es el único que escucha con interés el ingenioso monólogo de otro individuo que se mantiene de pie sobre un taburete con su tercera pierna, el resto del público ríe a carcajadas. Su entusiasmo se multiplica con cada nuevo personaje, hasta que llega a la última jaula y se queda embelesado contemplando la sonrisa de la niña camello, que nació con las rodillas dobladas hacia atrás y solo puede caminar a gatas. El padre se siente satisfecho. «Tal vez aún pueda ser alguien en la vida», piensa mientras vuelve a cubrir la cara de su hijo con una capucha antes de volver a casa.

88. MENSAJES DE AMOR

Mi tío Ángel vivió algunos años con nosotros hasta que nos dejó para acompañar a su amada Angustias. Siempre la ponía como ejemplo en sus pláticas con todos nosotros cuando tocaba hablar de amores. Basaba su argumento en aquellos años difíciles que les había tocado vivir; decía que ella era la más bella de toda la comarca y que era pretendida por casi todos los jóvenes. Fueron juntos al altar nada más decirle que él quería casarse con ella, además de por su belleza, porque sería también su ángel de la guarda mientras estuvieran juntos. Ahora entiendo a mi madre, cuando dice que su hermano es mi fiel reflejo porque hablo sin parar de mi novia que vive en otra ciudad, con la gran diferencia según ella de que él no tenía móvil para pasar horas escribiéndose mensajes de amor. Él utilizaba la borrica de mi abuelo para trasladarse al pueblo vecino y decirle directamente que la amaba.

86. El baile (Mar González)

La primera vez siempre es complicada. El salón parece demasiado grande y con demasiados desconocidos. Aquella columna es el refugio de los nuevos. Desde allí se ve prácticamente todo y uno queda prácticamente oculto.

Los domingos toca la orquesta. Dolores saca a Fermín. La Maite y la Rosa bailan juntas. Y siempre hay alguien que se acerca a la columna para acoger a los nuevos y ponerles al día.

– La más alta es la Juani. Aquella de flores, Sofía. Y la del pelo morado, la Sonsoles. Pero la guapa, guapa, es la María.

Y mientras lo dice, Antonio la busca con la mirada y sonríe. Le hace un gesto de “aquí estoy, con el nuevo” y espera que ella lo entienda. «Guapo, guapo no soy pero, sin duda, el más sociable. Anda, guárdame un baile».

Ella le mira, sonríe y se siente guapa. Muy guapa. Realmente el vestido verde le sienta bien. Y los labios siempre rojos, enmarcados por infinitas arrugas, pero rojos. Se ajusta las gafas con coquetería y agarra a Sofía por el brazo para acercarse a la columna.

-Oye Antonio, preséntanos. Y vamos a echar un baile.

 

85. Belleza en lo inhóspito (La Marca Amarilla)

Buscar la belleza en una cárcel es tarea complicada. Se podría encontrar tal vez en algunos pequeños detalles, en algunos gestos, o en aquellos ojos transparentes y miradas inocentes de hombres que se saben no culpables.

Eso dibujaba Rubén en la tranquilidad de su celda. No le gustaba hacerlo en el bullicio del patio, ni en el silencio impuesto de la biblioteca. Plasmaba con estilo realista cualquier cotidianía, pero sin delinear barrotes ni reflejar muros.

Y empezaron a pedirle dibujos los compañeros de celda, otros presos más tarde, e incluso algún carcelero, a pesar de tenerlo prohibido.

Dibujaba la foto de la esposa, la de los hijos -sobre todo-, o la de algún paisaje que reviviera momentos felices plenos de libertad… Y él siempre preguntaba cuál era el motivo que les impulsaba a pedir el dibujo de una fotografía, si ya poseían la imagen real. Arte sobre arte. No tenían una respuesta clara, la mayoría solía decir que era para regalar.

Pero Rubén sabía que en esa calidez humana del trazo, en esa recreación artística y artesana, lo que verdaderamente querían encontrar era la belleza de lo querido, de lo amado, su propia belleza.

Encontrar belleza en lo inhóspito.

84. Futuro imperfecto

Todas las mujeres que han pasado por mi vida destilaban belleza, pero ninguna encarnaba el súmmum. Ya había abandonado la idea de encontrar a la mujer perfecta, cuando en una feria de tecnología  me   encontré con ese artilugio que imprimía en tres dimensiones  y no paré hasta  conseguir uno. Me tomé mi tiempo para no equivocarme en el prototipo que buscaba. Finalmente opté por las sinuosas curvas de Eva; los pechos redondos apuntando al cielo de María; la nariz pequeña y respingona de Maribel y el azul intenso de los ojos de Ángela. Un pequeño dispositivo de inteligencia artificial hizo el resto. Así entró en mi vida Violeta, un pibonazo que sabe de todo y se ha convertido en mi compañera fiel y en la envidia de todos mis amigos. Aunque he de confesar que cada noche desciendo a los infiernos cuando me hundo en su cuerpo y naufrago en el océano vacío de su mirada. La acaricio con la esperanza  de que me sorprenda con un gesto nuevo, pero su voz hueca siempre responde lo mismo:  «¿a qué hora quieres que te despierte mañana?»

82. Ángulo muerto

Corren malos tiempos para enamorarse siendo un niño. Cuando nos cruzamos en La Plaza Mayor el tiempo se detiene. Ayer le pedí para salir y me dijo que sí, ella es lo más bello que hay en este mundo.

Mamá me advirtió que debo ser precavido, dice que si nos pillan besándonos tendremos problemas, por eso cuando regresamos a casa en el autobús subimos al piso de arriba, a pelarnos los labios a besos, allí aprovechamos el ángulo muerto del espejo desde donde nadie, ni siquiera el revisor, puede vernos.

 

81. HIPÓTESIS

Mona y Lisa posaron en el taller. El pintor, ensamblando los dos rostros, creó una belleza única.
(Fuera de concurso)

80. ¿Una bella amistad?

Se conocieron en un taller literario. Congeniaron al momento. Ella, una solitaria de pro. El, un socialite indomable, pero, en el fondo, solitario también. Ella, demasiado orgullosa aunque buena persona. Un día, él quiso indagar en el porqué de dicho orgullo, pero ella no se dejó. Eso le resultó incomprensible,..

El la llamaba prácticamente a diario, la proponía planes varios: fiestas, teatros, reuniones con amigos. Ella siempre aceptaba de buen grado, pero, por otro lado, nunca le llamaba para preguntarle «qué tal te encuentras», «¿cómo te va?». Entonces, él comenzó a darse cuenta de que esa amistad que creía tan entrañable hacía aguas por algún lado.

Un típico día soleado de Madrid, de los que queman el alma, él le realizó la última llamada, la  de la despedida porque se había hartado de soportar su incomprensible orgullo. «¡Adios, bonita, me he aburrido de tus silencios!» Una voz temblorosa sonó al otro lado del teléfono: «Es que cogí miedo de tu cariño». El pegó una sonora e incrédula carcajada  y colgó para siempre.

Lo que él creía que, durante años, había sido una bella amistad, se había esfumado para siempre, como el sfumato de La Gioconda…

79. Belleza consumida

La hechicera había sido una mujer muy bella, pero se ajaba con cada lágrima vertida. Ahora su piel se le metía entre los huesos y sus ojos parecían ir a caérsele, aunque aún se podía ver en el fondo de su mirada lo que le quedaba de hermosura. Ella sabía que pocos eran los que se esforzaban en ver más allá de sus greñas, y sus carencias adivinatorias las compensaba haciendo teatro. De esta forma sacaba los cuartos a los ilusos y sobrevivía a duras penas. Pero lo cierto era que podía ver el vacío a través de los ojos de los desesperados. Entonces entraba en trance. Se clavaba las uñas en sus párpados flácidos, y cuando le brotaban las lágrimas se las hacía lamer directamente de su piel. Así, mientras al atormentado se le llenaba la mirada de gracia, ella se marchitaba un poco más.

 

 

78. El eslabón perdido

El primer hombre sobre la tierra parecía estar modelado por la mano izquierda de un dios quizá todopoderoso pero no ambidiestro. Alboreaba aún el sexto día de la creación y ya se podía decir, sin necesidad de otro con quien compararlo, que Adán era feo de una manera absoluta. Adán era tan feo que su creador negó siempre haberle dado forma a su imagen y semejanza. Era tan feo que al mirarlo uno deseaba que fuese deshecha aquella luz concebida apenas unos días antes.

Eva no pensaba aquella tarde en otra cosa mientras jugueteaba con la manzana. Y se decía además, no sin razón, que su compañero no era bello ni siquiera por dentro. Porque era de natural descontento, protestón, y en tal grado que ni el mismísimo Paraíso escapaba de sus quejas. Aunque lo peor en él era su honda desidia, manifiesta en un total desinterés por cuanto le rodeaba que le hacía ignorar incluso la historia existente hasta la fecha, así como en un desaliño de su persona que lo convertía en un perfecto adán.

Es comprensible, pues, que Eva al final decidiera, para confusión de toda la antropología futura, ofrecer la fruta prohibida a un adorable chimpancé.

77. Elemental (Patricia Collazo)

Lo cierto es que no sabíamos qué hacer con él. Se llamaba James y era un mayordomo inglés, muy circunspecto y con levita. Había aparecido una mañana de lunes junto a las mesas de la sala de lectura. Cojeaba un poco a causa del golpe. Podía haberse caído desde cientos de novelas.

Tuvimos que dejarlo suelto en el pasillo de literatura inglesa y confiar en que encontrara su hogar.

Pero no fue así. Los crímenes empezaron a sucederse cada noche. La belleza era su debilidad. Las víctimas, todas hermosas muchachas, aparecían atrozmente asesinadas entre dos estantes o colgando desde las páginas de un libro entreabierto. Con una letra capital clavada en el pecho, o un guion de diálogo cercenando sus esbeltos y nacarados cuellos.

Tenía una particular preferencia por las heroínas de grandes clásicos, cierta inclinación por las jóvenes rusas, y un modo sistemático y cruel de llevar a cabo sus ataques. Tuvimos que descatalogar varios títulos. Urgía restituirlo a su sitio.

Al final, hubo que contratar los servicios de un tal Holmes que resolvió el caso con gran profesionalidad. El mayordomo pertenecía a una típica novela de misterio, donde, por supuesto, era el asesino.

Nuestras publicaciones