Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

FOBIAS

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en FOBIAS

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LAS FOBIAS. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE SEPTIEMBRE

Relatos

25. De cuando me sentí Rolex

Los niños tendrían que venir al mundo con una palomilla para poder darles cuerda o no, según —había dicho sin intención de molestar; bueno, miento, con intención de molestar un poco. Mis dos amigas con ojeras de madres amamantadoras me miraron en plan, pero tía, ¿de qué vas?… Sí, me merecía sus desaires ya que no tenía la menor idea de bebés. No los había querido cuando habría podido tenerlos y para entonces era demasiado tarde, lo que me excluía de la conversación. A continuación me dio por pensar en lo guay que habría sido que los relojes biológicos llevasen cuerda, así como el cerebro de mi jefe en la oficina, o como el motor del deportivo azul que se estaba aparcando frente a nosotras. Todo a mi alrededor llevaba ya palomillas. Mis amigas, por ejemplo, las llevaban en medio de la frente lo que resultaba un tanto ridículo. Cuando cavilaba sobre el lugar asignado a la mía, el hombre del coche azul se acercó a nuestra mesa para preguntarme si no era Julia. Pronunció aquel nombre con cuidado, como quien da cuerda a un buen reloj, despacio, recreándose en ello hasta notar que se endurece el giro de corona.

23. Plan de fuga (María José Escudero)

Hacía mucho tiempo que lo estaba fraguando. Desde el día de Reyes para ser más exactos. Primero no se había atrevido porque le faltaban las fuerzas, pero ya había dejado de tomar las pastillas malditas que anulaban su voluntad y lo mantenían al margen. De nuevo había vuelto a escuchar las voces que lo reclamaban y, recuperado el valor,estaba decidido a abandonar aquella sensación permanente de aislamiento.

Siempre tuvo el latido acelerado y la inquietud enquistada en el pecho y, sin embargo, parecía siempre adormilado, desentendido del mundo que lo rodeaba, alejado de la realidad. Por fortuna, cuando descubrió aquel coche que merodeaba por los alrededores de su casa, supo entender el aviso y por eso decidió emprender cuanto antes la escapada.

«Conducta desequilibrada, mente escindida,deterioro de las emociones…Se va a enterar la marisabidilla de bata blanca y gafas de pasta. No volverá a verme doblegado en su diván», piensa mientras forcejea en el aire.

—¡Jolín, para, tío! Que te pares… ¡Mamá! ¡Que el tío Ramón me quiere quitar mi Pinypon Action Vehículo.

22. Clavileños de EUROPCAR (Jesús Alfonso Redondo Lavín)

Un siervo de Trifaldi, abundantemente barbado, vestido todo de verde hiedra y con un bordado de EUROPCAR en la faltriquera mostroles la máquina diciéndoles:

—Suban, caballeros, si tienen ánimo para ello.

—Aquí, dijo Sancho, yo no me subo, porque ni tengo ánimo ni soy caballero.

A grupa de aquel artefacto don Quijote, tentó la clavija, y apenas hubo puesto los dedos en ella cuando dio un volantazo que casi da de bruces en el suelo el cuerpo de su escudero.

—¡Tente, valeroso Sancho, que te bamboleas!

—Por este lado, gritó Sancho, me da un viento tan recio, que parece que con mil fuelles me están soplando.

—Ni el licenciado Torralba logró volar tan apriesa. Sin duda alguna, ya debemos de llegar a la segunda región del aire, mira como doblan sus cuerpos las tropas moras. Presto daremos en la región del fuego, y no sé yo cómo templar esta clavija para que no subamos donde nos abrasemos.

—No son moros, señor, que son palmeras.

—Son malas artes de Malambruno que te hacen ver palmeras do atacan sarracenos, Sancho amigo.

Terminada la carrera se apearon de aquel clavileño y lo dejaron a buen recaudo en manos del siervo, ahora lampiña doncella.

21. ¡Menos mal que existen los Reyes Magos!

Queridos Reyes Magos:

Aún es pronto, lo sé, pero me anticipo este año para pediros sólo un regalo (no vaya a tener una edición limitada): un coche que no necesite gasolina; entre lo que contamina y lo que vale, no tiene ningún sentido seguir utilizándola.

He visto una fotografía de uno que me gusta mucho y que funciona dando cuerda con una llave, como el que me trajisteis de pequeño.

Pensad en las prestaciones claro, aquel era de plástico duro (aunque no mucho, que me duró bien poquito, no aguantó nuestro circuito de Le Mans con los obstáculos que ideamos, je je).

Os doy unas pistas de mis gustos:

Acabados en piel vuelta, asientos de competición, suspensión adaptativa, puertas en ala de mariposa, cambio secuencial de levas en el volante, frenos en material cerámico, llantas de 10 radios en aluminio forjado ultraligero y que acelere de 0 a 100 en 3,7’’.

¡Ah! no os preocupéis de la chica, a ella prefiero elegirla yo.

Muchas gracias viejos amigos, sé que no me defraudaréis.

Eternamente agradecido, Vuestro,

Agustín

 

P.D. lo podéis aparcar en la plaza de garaje; con que dejéis la llave bajo el árbol es suficiente (y la de repuesto también).

 

20. LOS COCHES DE ANTES

Mi suegra tenía permiso de conducir y soñaba con coches deportivos, pero nunca se puso al volante de ninguno, porque prefería el ferrocarril. Le firmó los papeles, como era costumbre en esos años, un empleado de la Escuela de Ingenieros de Caminos, aunque jamás se examinó ni de una prueba teórica, ni de nada. Eso sí, llegó a la oficina con una bufanda roja al cuello y un gorro de piloto con gafas y todo.
Al llegar a casa con su carnet, tampoco le comentó semejante logro a su familia, que, como ella, viajaba en tren. Dejó en una carpeta el cartoncillo rosa con su foto, y en un armario el disfraz de heroína de las cuatro ruedas.
Muchos años más tarde, cuando ya había que bajarla en su silla al paseo, ella seguía embobada por el ir y venir de los bólidos, y cuanto más brillantes y ruidosos, ella más trémula y fatigada.
El día en que vaciamos sus cajones, apareció el documento con la foto y aquel atuendo tan sofisticado. Tenía por entonces mi edad actual. Yo nunca la conocí tan joven. Creo que ella a mí nunca llegó a conocerme.

19. Objeto de Deseo

Deseo de Deseos
Azul de Azules
Deseo de Azul
Azul de Deseo

Azul intenso
Inmenso Deseo
Azul de luz
Ansia de Deseo

Azul azabache
Azul escarlata
Azul esmeralda
Azul añil

Deseo extenso
Deseo abierto
Deseo redondo
Deseo sin fin

Azul Azul
Deseo Deseo
Azul objeto
Objeto de Deseo

18. TIEMPOS MODERNOS (Rafa Olivares)

Hace unos años, a mediados de los 40 de este siglo XXI, Henry Böhl-Schneider consiguió hacerse multimillonario demandando, por usurpación de patente, a la multinacional que se había hecho, después de la gran crisis energética, con el mercado automovilístico mundial. Para ello, se había valido del invento del tatarabuelo de Henry, en 1933, para juguetes de cuerda. En realidad, los nuevos motores no eran más que una adaptación de aquel ingenioso muelle en espiral capaz de recuperar la energía acumulada por las vueltas de llave. Gracias a ello, ahora los nuevos modelos ya alcanzaban los 800 metros de autonomía a una velocidad máxima de 30 kilómetros por hora.

Con su inmensa fortuna, Henry reunió la mejor y más completa colección de miniaturas de vehículos del mundo. Estaban todos, desde los primeros impulsados a vapor o gasolina, hasta los híbridos y eléctricos, más recientes, y que duraron menos que un aleteo de colibrí. Eran réplicas perfectas capaces de funcionar si hubiera habido combustible. Böhl-Schneider se extasiaba contemplando cada ejemplar a la luz de una lámpara de carburo.

 

17. Coches (Javier Ximens)

[Al Cowboy Carlos Romano de la Parra Silva]

          Hace un año me robaron el Aston Martin azul. Me lo habían regalado mis padres. La policía dijo que buscaban dinero y joyas, pero que al no hallarlas, se llevaron los coches. Los otros eran obsequios que hice a mis hijos por sus cumpleaños: Un Maserati plateado y un Ferrari amarillo. Las grabaciones mostraban a dos individuos saliendo con una bolsa de deportes y mi sombrero de tratante de ganado.

Días después, otras imágenes nos trajeron pésimas noticias. Mi familia, conocedora de que la ilusión de mi vida había sido el Jaguar «E», descapotable, biplaza rojo, me lo regalaron por mi cumpleaños.

El Aston Martin representaba para mí la pérdida de la juventud. Días después de la Navidad de 1965, mi padre me dijo que partía con mis hermanos a Alemania, que aquí no había trabajo, y que en delante iba a ser yo el «hombre de la familia». Abandoné el coche de cuerda, la escuela diurna y me puse de mozo en un comercio.

El Jaguar representa el paso brusco de la madurez a la vejez.

Hace unos días, mis nietos se han presentado en casa diciendo «mira abuelo, un Fórmula 1», y me pasean en él.

16. UN JUGUETE MÁS

Luisa y yo gastamos todos nuestros ahorros en clínicas y tratamientos, solo para poder acunarla. La criamos entre algodones y nos olvidamos totalmente de nosotros.
Yo no veía por otros ojos que no fueran por los suyos, azules, pequeños y vivarachos. La mimé tanto que Luisa enfermó de celos.
Así entre desvelos y caprichos llegó Isadora a la adolescencia.
Para su dieciocho cumpleaños quiso una de sus extravagancias, un coche que imitara uno de juguete. Descapotable, color nube, una gris azulada, una de tormenta.
La complací como siempre y encargué aquel proyecto soñado para mi niña, pero como tantas otras cosas, ahí quedó, arrumbado en la calle, siendo objeto de la curiosidad de los transeúntes.
Creo que me he equivocado cuando voy a ver a Luisa al sanatorio. En sus ojos sigue habiendo desconfianza y rabia. Procuro no hablarle de Isadora, aunque vivo por y para ella, tan rosada, tan inocente, tan dulce.
Vuelvo enseguida a casa, pero últimamente no coincidimos. De casualidad la vi hoy, llevaba prisa. Reconocí el foulard de flores de Luisa.
Un flamante descapotable blanco la aguardaba.
No me esperes papá, no volveré. Me ha dicho lanzando un beso al aire mientras soltaba una carcajada.
¡Isadora!

15. La partitura de Pau

Leticia y yo seguimos sentados en nuestro Corvette, rígidos como dos maniquíes. Varados en el arcén. Las luces de emergencia parpadean en nuestras esquinas y algunos coches nos envuelven con sus gritos. Sonido de claxon en pasado, presente y futuro: la partitura del efecto Doppler. El sonido podría ser un participio, pero se comporta como un violento tictac si no tienes nada más que decir. Es agudo cuando está llegando, el gozne de la puerta de una casa que se abre por primera vez. Todo por llenar de muebles.

La voz de un niño también es aguda.

La de Pau lo era.

Los coches nos sobrepasan rápidamente en esta carretera nacional. Inventan estelas de colores. Nos muestran el sentido del ruido, horizontal y más grave según se aleja. Pasa de largo una ambulancia que nos trae el recuerdo de aquella otra sirena atronadora. Leticia me aseguró que superaríamos lo de Pau y me lo creí. Los dos nos lo creímos hasta que el camino asfaltado se nos ha acabado de golpe. El kilómetro 63 nos ha sorprendido justo aquí, constatando el puto efecto Doppler, en silencio, porque nunca he visto un maniquí que hable ni llore por su hijo.

14. DIVINA LOCURA (A. BARCELÓ)

“…Para ti y todo lo que en ti vive,

Yo estoy escribiendo.”

(Para quién escribo – VICENTE ALEIXANDRE)

 

Todo lo que el chico decía o hacía era automáticamente anotado en la libreta del Psicoanalista. El crío  jugaba con el cochecito que éste le había entregado dejándolo correr sobre la mesa hasta que llegaba al final y se precipitaba al vacío abismo existente entre el mueble y el suelo. Después, lo recogía y volvía a empezar.

−¿Qué te gustaría ser de mayor? –le preguntó el especialista en uno de los momentos en que el chaval volvía a darle cuerda al juguete para repetir la secuencia.

− Quiero ser hombre y mujer y animal y…

−Lo ve Doctor –le interrumpió la madre− ya está otra vez con sus chaladuras.

−Deje que el muchacho se explique, señora. A ver, chaval, ¿cómo crees que vas a poder ser todas esas cosas a la vez?, eso no es posible.

−Sí se puede –dijo el pequeño mirándole fijamente con sus dos grandes ojos negros.

−¿Cómo?

−Fácil, voy a ser escritor.

Los adultos se miraron asombrados y el niño volvió a concentrarse en su juego.

 

Para Eduardo Martín que nos lee desde el cielo

13. Control

Sale furiosa de la casa y le da toda la cuerda al coche, se sube, quita el freno de mano y alcanza una velocidad de vértigo. Mientras se aleja, con el pelo al viento, en su reluciente descapotable, se siente más cerca que nunca de la libertad, casi puede tocarla, pero, cuando está a punto de salir de la finca, el volante no responde y el coche da la vuelta. Hace varios intentos, con el mismo resultado, hasta que se queda sin cuerda. Ya agotada, piensa que nada tiene tanta importancia como para huir y dejar todo atrás, y abandona su objetivo. 

Desde el interior de la casa, la madre sonríe al verla por la ventana de la cocina. Es un alivio que, tras una discusión, aún pueda utilizar el control remoto, al menos con el cochecito de su pequeña díscola.

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