Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SERENDIPIA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en SERENDIPIA

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LA SERENDIPIA. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 DE NOVIEMBRE

Relatos

14. Tatuajes con tinta salada

Impacientes abandonan sus asientos antes de que el autobús haya aparcado. Con algarabía se empujan y apremian para salir rápido. En la tercera fila, ajena a todo, la chica de melena oscura mira abstraída por la ventanilla. El resto baja atropelladamente. Gritos, risas, estrepitosas zambullidas, abundantes salpicaduras.

Parsimoniosamente encamina sus pasos hacia el atrayente y desconocido manto azul. Lo escudriña sin recato. Primero lo olisquea, con prudencia, y después lo aspira, con deleite.  Con cierto rubor deja que le acaricie sus lánguidos pies. Se estremece.  Observa abstraída la rítmica danza que él interpreta. Tímidamente avanza y deja que le lama el primer tramo de sus piernas, hasta las rodillas. El deseo de que acaricie sus muslos y su cintura le impulsa a alejarse, un poco más, de la orilla.

Encandilada, ante su magnética presencia, deja que la envuelva, por completo, en un vigoroso abrazo.

Este primer encuentro deja fugaces marcas en su cuerpo y huellas persistentes en su alma. Los surcos de salitre que serpentean, entre el incipiente bello de sus adolescentes extremidades, son prueba de las primeras y,  el anhelo y la necesidad de estar cerca de su querido mar, de las segundas.

13. SIN ÁNIMO DE OFENDER (A. BARCELÓ)

Pili y yo éramos amigas inseparables hasta que conoció aquel potentado y se casó con él. Entonces, se convirtió a la religión de la ostentación y todo cambió. Empezó presumiendo de ropa y complementos, continuó con los coches y las propiedades, luego vinieron los almuerzos y las fiestas con la jet set y el remate fueron los viajes. Se unió a la moda de mandar por Whatsapp fotos de sus pies apuntando a un fondo idílico: las impresionantes vistas desde la piscina del Marina Bay de Singapur, la costa griega desde el velero, los horizontes perdidos desde las Seychelles… No creo que fuera consciente de hasta qué punto aquello podía fastidiar, pero terminamos por perder el contacto.

Hace poco, volví a saber de ella y quise reanudar nuestra amistad. Le envié unas fotografías mías con vistas de mi pueblo y otras de la Isla de Benidorm el día que pillé primera línea en sus atestadas playas. No creo que se molestara, aunque no me contestó. Tal vez sea que no le llega bien el Whatsapp a la nueva mansión que le ha proporcionado su maridito, por firmar unos papeles que no debía.

12. DICCIONARIO EXISTENCIAL DE QUIEN FUERA UNA SIRENA* (*Fragmento encontrado por un alma solitaria en las costas del Mar Egeo)

ACANTILADO: lugar que muestra de dónde vengo.

BORDE: límite infranqueable franqueable.

CUENTAS: hitos del pasado, de diversas formas y colores.

HUELLAS: marcas del camino emprendido.

MACRAMÉ: punto que entreteje los sueños.

PASOS: novedosa forma de traslación.

PIES: extremidades que llevan lejos.

SALTO: decisión trascendental.

TOBILLERA: asidero a la realidad.

VIAJE: aventura que se inicia.

©Mariángeles Abelli Bonardi

 

11. Silencios de agua (Carmen Cano)

Un grupo de pescadores se arremolinó en la bahía. El poder liso del agua había entregado el cuerpo de una mujer vestida de novia.

En el pueblo aún recordaban su desaparición unos años atrás, en la víspera de la boda. Y la desesperación de Andrés. Y el luto estéril de las hermanas.

El tiempo se había detenido para la hermosa ahogada. Del otro mundo traía una pulsera en el tobillo que nadie reconoció.

El sacerdote temblaba durante el oficio fúnebre. Un silencio de espanto alcanzaba las bóvedas del templo, donde se congregaron los vecinos para arropar a las hermanas.

Pálido como la espuma, Andrés procuraba borrar de su pensamiento la estela nocturna del barco al que la vio subir. Su maleta, en la mano del capitán. Dejó que la buscaran y calló por vergüenza, pero permaneció unido a la familia.

Días después del sepelio, su hijo echó el primer anzuelo:

-¿Quién era esa señora que vino preguntando por padre? Se te parecía tanto…

10. Entre tiempos (Manoli VF)

Cada vez que mudo mi piel me da por descalzarme, sentarme al borde del acantilado y contar los dedos de los pies. Comienzo siempre por el dedo meñique del derecho: cuento los cinco dedos muy despacio, como si los viese por primera vez. Después sigo con el dedo gordo del izquierdo, hasta el meñique y desde él continúo de nuevo hasta el otro pie. Cuento cien dedos en diez minutos, estirando el tiempo y la piel. Esto no tendría más transcendencia que una anécdota, si no fuese porque soy una sirena y jamás he tenido pies.

9. DE LA COMPLICIDAD AL OCASO (Edita)

Llevo horas sentada en un saliente del acantilado. El nuestro, ¿recuerdas? Igual que entonces, balanceo las piernas desnudas sobre el abismo; pero hoy, echo en falta mi risa y tus labios salados. El océano ha dejado de ser música de fondo para transformarse en perverso seductor que tira de mis pies con la fuerza de un imán gigante. Cada vez que estoy a punto de ceder, clavo los ojos en la pulsera tobillera, tu último regalo, y me convierto de nuevo en una lapa adherida a la roca. Cuando anochezca, no podré verla. Tengo miedo.

 

08. ISLA DESIERTA

Olivia, mirando el horizonte marino, recordó lo que decían sus amigos que se llevarían a una isla desierta: un cuchillo, cerillas, anzuelos,… Ella dijo sin pensarlo: yo me llevaría a Oto. Luego recordó cuando, tras el naufragio, ellos dos, los únicos supervivientes, consiguieron llegar nadando a la isla. Construyeron un refugio y una balsa y se las iban arreglando para sobrevivir.

Ambos buceaban y pescaban a mano moluscos y crustáceos. Esta vez, durante la inmersión, Oto había enhebrado trocitos de coral con un filamento de alga y, cuando emergieron, él le colocó la pulsera, con dulzura, en el tobillo. Ella, sentada al borde de la balsa, metía y sacaba los pies del mar. Miró cómo Oto se sumergía de nuevo a pescar. Cuando la perturbación de la superficie del agua se calmó, Olivia empezó a inquietarse. Pasaba ya más tiempo de lo normal y Oto no había salido. Se puso en pie y se lanzó de cabeza en su búsqueda. En el fondo, Oto luchaba con sus últimas fuerzas para liberarse de las algas que le atrapaban las piernas. Olivia cogió una ostra, la utilizó con destreza para cortar las ataduras y logró ascender abrazada a su cuerpo.

07. AYER Y HOY (Ángel Saiz Mora)

(RELATO FUERA DE CONCURSO)

La visión de la superficie inestable, efluvios de humedad y cloro. Recuerdos asociados a sensaciones.
El profesor de educación física dijo a mi madre que la niña tenía facilidad. Ella se lo tomó muy en serio.
Nadar ya no era un juego. Al final del día coincidían agotamiento y tareas del colegio.
Sin tiempo para amigas, otros diseñaban mi existencia con una severidad que no me dejaba pensar.
—Solo importan los resultados —escuchaba al entrenador, dentro de un infierno líquido.
—El sufrimiento aleja de la mediocridad, no te rindas —repetía mamá.
Pocos conocían la disciplina como ella, bailarina ilusionada hasta que tuvo que abandonar por una lesión.
—Tú triunfarás —afirmaba con un brillo fanático en unos ojos a los que temía decepcionar, dócil mariposa atrapada en un estilo ajeno.
Un “no” puede cambiarlo todo.
Trabajo en una joyería. Atiendo a los clientes con agrado. Me maravilla ver crecer a los gemelos. Disfruto de las series de televisión por las noches con mi marido.
Ayer volví a hablar con mamá desde que hui de casa.
Hoy me he propuesto volver a la piscina, dos días a la semana, por el gusto de hacerlo.

6. Manantial

Dibújame la piel, me dijo.
¿Qué quieres?.
Un manantial.
Desnuda, tumbada, serena, esperó a que preparara pincel y acuarelas.
El delicado trazo azul comenzó en sus labios.
Bajó sinuoso por su cuello.
Llegó rebosante de agua traviesa a sus pechos, bordeando ambos pezones.
Continuó por el vientre, haciendo un requiebro en el ombligo.
Respiraba entrecortadamente.
La suave punta del pincel, húmedo, se aproximó al triángulo donde todo nace.
Se retorcía.
Bajó por el muslo derecho.
Rodilla.
Pantorrilla.
Al llegar al empeine emitió un gemido largo y profundo.
Cuando el pincel acarició la planta de su pie, estalló.
Bañada en sudor, el manantial se había transformado en incontenible cascada.
Una amalgama de todas las tonalidades posibles de azules inundaba por entero su cuerpo.
Varios espasmos hacían temblar las diversas cataratas.
Me miró con ojos extasiados.
Únicamente pudo susurrar:
“Manantial”.

4. MI ÚLTIMA MIRADA (Purificación Rodríguez)

Mil gracias, queridos. Sois lo más bello que poseo. O al menos eso es lo que todo el mundo me decía siempre cuando me descalzaba y yo, halagada, solía mostraros desnudos con cualquier excusa y, a menudo, hasta sin ella.

Mis pies. Mi soporte y mi lujo. ¡Tantas veces disfruté de la brisa, del agua, del sol y de la mullida arena gracias a vosotros dos!

Esta tarde he dado mi último paseo. Largo, intenso, como recién estrenado. Igual que aquel primero en el que supe que, caminando sobre mis pequeños pero ya sólidos pies, podía descubrir el mundo. ¡Tenía tan pocos meses y tantos pasos por ensayar!

Hoy he sabido que no me queda apenas futuro y, serenamente, he decidido despedir la vida dedicándoos a vosotros, inseparables compañeros, mi última mirada.

 

03. ALGO LE OCURRE A MI NIÑA (María José Sánchez) (Fuera de concurso)

La noche envuelve cualquier pensamiento en azabache plateado. Selene se refleja en el océano, y este le devuelve una imagen mejorada. La belleza lunar se suma a la de las aguas. El resultado es de ensueño. Los pescadores echan horas interminables a bordo de pequeñas embarcaciones para pesca menor. Son hombres rudos, de piel curtida por el sol, castigada por gélidas madrugadas, pero de gran corazón. Mientras trabajan, recuerdan a tantos compañeros perdidos. Miran al cielo y los ven en cada estrella. Eolo despierta e inspira para soplar bien fuerte, poniendo a prueba la fortaleza del María del Mar, del Rosario y del Carmencita. Todos llevan nombres de personas muy amadas y despedidas en cada partida. Con el tiempo se hacen más largas, harto difíciles, las ausencias. Madres e hijas se encomiendan a la Virgen marinera.
Mar sale de verbena con sus amigas. En pleno mes de agosto, no paran las fiestas. Bebe demasiado. Se pierde, desorientada por los efectos de una primera borrachera, y va a parar al puerto. ¡Dios! ¡Se sienta con tremenda melopea en el borde… ! No sabe nadar. Su cuerpo cede. Cae.
Marino regresa anticipadamente. Justo para salvarla. Es pescador, padre y, ahora también, brujo.

02. VUELO MARINO DE UNA QUEJUMBROSA POETA ALADA (María José Viz)

 

Estoy acercándome. Espera.

Apenas me faltan unos metros para alcanzar tu esencia.

Hasta hace muy poco te reías de mis bromas

y admirabas mi manera de pensar, tan loca;

pero últimamente te has mostrado excesivamente esquivo,

me has apartado de tu camino.

¿Han influido los vientos alisios en tu decisión?

¿O, tal vez, una sirena te ha enredado en su cola de ardorosa pasión?

¡Ya la veo! Confirmo que ha sido ella la que te ha embaucado.

Dile que no le guardo rencor, pues admito el magnetismo que te atrapó en sus lazos.

He decidido que mi vuelo marino se desvíe,

aunque aún no sé muy bien a dónde se dirige.

Estoy alejándome. No me esperes.

Apenas me faltan unos metros para conseguir que me anheles.

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