Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

LO INCORRECTO

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en LO INCORRECTO

Bienvenid@s a ENTC 2025 Comenzamos nuestro 15º AÑO de concurso. Este año hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores, y el cuarto será LO INCORRECTO. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
días
2
0
horas
2
1
minutos
5
1
Segundos
3
7
Esta convocatoria finalizará el próximo
30 de JUNIO

Relatos

56. LA CHICA DE AYER

Me duele la rodilla y arrastro el alma por la acera esquivando los contenedores de basura. Es noche de verano en Madrid y hace calor. Las farolas iluminan la calle de La Palma como las traviesas de las vías del tren y la gente se amontona bulliciosa en las puertas de los locales igual que las polillas atraídas por la luz. «¿No sabes qué hora es?» Antonio ya no responderá, es demasiado tarde.

Soy turista en la memoria.

Sobre el compás de los pasos la melodía del recuerdo de su voz marca la distancia. Y ahí está la mirada que descubre el invierno en mis sienes y se contempla en el reflejo de unos ojos cansados que no han conseguido acostumbrarse al abismo. Ella sigue a mi lado sin saber por qué. Y la siento, y sueño con la tormenta.

Atrás queda El Penta, pero no la sed.

Hay nieve, hay fuego y el aire está impregnado en deseo. El camino lleva y empuja hacia arriba donde la calle se abre como una ventana. Alguien comenta que la chica de la canción se fue con cincuenta y tantos. Con los ojos cerrados pienso «no es verdad, ella me espera en casa».

55. Viaje alucinante al fondo de la literatura (La Marca Amarilla)

La verdad es que he viajado muy poco por el mundo real, casi nada. Toda la vida he estado metido en casa dedicado a crear la máquina del tiempo literario y, cuando por fin pude terminarla, entonces comencé a ser turista ocasional de un montón de joyas editadas; personaje secundario, anónimo, de paisajes narrativos. Por ejemplo, recuerdo con mucho cariño aquel día que estuve en la Mancha, muy cerca de Sancho Panza, o las entrañables excursiones por Macondo, a donde he ido en varias ocasiones. También navegué tras Moby Dick y viajé en el Nautilus, aunque me mareaba y tuve que volver pronto. Inolvidables fueron las visitas al colegio Hogwarts, los días que estuve junto a Gregorio Samsa, en casa de Raskólnikov o con la Dama de las Camelias, entre tantos y tantos lugares y personajes. He visto cosas que vosotros también habéis visto, sí ¡pero yo de verdad! Y ahora que la edad casi me impide manejar mi invento secreto, estoy pensando en mostrarlo y compartirlo con todo el mundo, aunque mientras me decido creo que me quedaré unas semanas en este cómodo relato que esta noche te cuento.

54. “Volverán las oscuras golondrinas” (Petra Acero)

Yo no quise a mi hermano como lo querían la abuela, mamá, Sansón, la hija del panadero o nuestros vecinos del quinto. A mí no me impresionaba su afán por volar. Por eso, no lloré cuando su experimento falló, aunque esperé y esperé a que cumpliera su palabra —mientras Marga, repeinada, despachaba cruasanes y magdalenas entre coqueteos y sonrisas, los del quinto jugaban a volar cometas desde la azotea, Sansón ronroneaba al cartero, y mamá y la abuela sufrían, cada tarde, por la huérfana de la telenovela—. Así, cada uno a lo nuestro, pasamos el verano. Luego, en el colegio, estudiamos a Bécquer, y me ilusioné en la espera: los poetas saben de fantasmas y golondrinas. Llegó la primavera y abrí el balcón de par en par, me asomé a cada ventana, busqué en el alero del tejado, subí a la azotea, rebusqué en las alturas. Pero, mi hermano mayor no regresó. Era un mentiroso: ¡menuda golondrina de mierda estaba hecho! Me alegré de no quererlo tanto como lo querían los demás. Saqué, de debajo de mi cama, sus alas de alambre y cartón. Pedacito a pedacito, rasgué el recuerdo de aquella golondrina. Una de esas que… ¡no volverán!

52. Viaje sin parada (Manoli VF)

Hoy he viajado en el tren de la memoria. Los abetos que rodean el sendero lucían llenos de luces y cintas de navidad. Las águilas que custodian la inmensa cancela estaban engalanadas con coronas de acebo. Desde la entrada, bajo el contraste de sombras del atardecer, pude ver que las luces de la casa comenzaban a encenderse. Tu habitación, con las cortinas de encaje y la lámpara de perlas tenía la luz prendida. Te imaginé, con tu carita de niña enmarcada por el negro azabache de tu pelo, tus ojos azules como el cielo a mediodía. Por un momento, el tren se detuvo y estuve a punto de bajar. Pero la memoria no es lineal y se desplaza, caprichosa, de uno a otro lugar, conjuga tiempos jugando con nuestro corazón y, mirando de nuevo por las ventanas del tren, pude ver el sendero abandonado, los abetos fundidos con la vegetación, las águilas llenas de madreselva, la cancela cubierta con la herrumbre del olvido, la casa en ruinas y tus ojos, cerrados para siempre en el camino.

51. VIAJES LOW COST (GINETTE GILART)

Cada mañana, a la misma hora, aparecía en la estación de tren, se dirigía al andén y allí se sentaba en un banco. Se quedaba observando el ir y venir de los viajeros subiendo o bajando del tren. Luego sin quererlo se quedaba traspuesto un buen rato; cuando volvía en sí se sorprendía un poco e inmediatamente miraba el reloj que colgaba de la pared, «todavía hay tiempo» murmuraba y seguía entretenido viendo a la gente pasar. Hacia el mediodía un hombre joven se acercaba a él: «ya es hora de regresar a casa, seguro que tendrás hambre», le ayudaba a levantarse y caminando juntos hacia la salida le preguntaba: «cuéntame, abuelo, ¿a qué lugares has viajado hoy?».

50. «Paseo nocturno»

El reflejo de la luna llena se colaba entre las persianas formando un camino adoquinado de luz que acariciaba el lugar donde se encontraba.

─“Todos duermen, no se darán cuenta y volveré a tiempo de despertarles”

Recorrió ascendiendo el haz que conducía a una estancia delimitada por muchos pilares sin fin. Y allí permaneció hasta que una presencia se hizo visible a su lado y le habló así:

“Bienvenida de nuevo, soy Óbide, tu guardián de hoy. Aunque no lo recuerdas, ni recordarás, vienes aquí cada luna llena a escuchar nuestras historias, reposan en tu memoria y cuando llega el momento, te llaman y las escribes para otros”

La próxima vez no se me olvidará

Mientras, repetía internamente:

“Recuerda: un lápiz y un papel, un lápiz y un papel, un lápiz y un papel…”

Ni Óbide ni sus otros guardianes observaron que, cuando despertaba, la noche dejaba en ella una especie de barrunto que se iba convirtiendo en huella y pasado el tiempo lo asoció al plenilunio.

Un día, aparecieron dos imágenes de manera persistente en su mente.

Lápiz y papel”

Y sin certeza alguna, se acostó con ellos fuertemente agarrados.

“Por eso, ahora sé”

49 – Gaviotas

Se sentó sobre una maraña de redes, para mirar cómo se suicidaba la tarde. El mar abrió su inmensa boca y el agua se volvió roja de saliva y sangre. Levantó la barbilla. El horizonte, afanado en su quehacer eterno de mantener las ilusiones a distancia, se reía con graznidos de gaviota. Olía a lágrimas estancadas, salitre y pescado.

«¿A qué distancia estará el horizonte?»

«Volveré», dijo su amante cuando zarpó camino de su Troya particular, y ella se quedó tejiendo redes y dibujando quimeras sobre una estela de plata.

«Esperaré», contestó. Y en ese instante sus senos comenzaron a marchitarse, desinflarse como una vela sin viento.

En ese instante.

Cientos de sueños rondaron su cama, y en sus ojos aparecieron cíclopes, secretarias, sirenas, más secretarias, y ese dios injusto y despiadado que necesitaba veinte años de lágrimas para llenar sus mares y que sin duda había confundido el rumbo de su vendedor de sueños.

Una mañana de invierno, alguien pronunció su nombre. Una gaviota le ofreció sus alas abiertas mirándola con sus ojos cansados. Ella utilizó los suyos. Sus ojos vacuos porque era invierno.

Los suyos.

«No te conozco», le dijo, y se volvió para seguir abrazando al horizonte.

48. Planes de futuro

Coinciden en su preferencia por el ventanal. A los dos les gusta que sitúen sus sillas de ruedas allí. Uno narra las singladuras de su juventud, entre mares y burdeles de medio mundo, expulsado de la Armada o como contramaestre en un paquebote de oscuros cargamentos. El otro, el ciego, porfía como as de la aviación. Los monólogos simultáneos siempre acaban en bronca, trufada de reproches mutuos por no prestar atención a las gestas ajenas.

En realidad el presunto nostramo nunca atisbó el mar más que en la televisión. Era viajante de comercio con una ruta esclava por el interior y toda su geografía marítima la aprendió en las cajas del género, llegadas de países cada vez más asiáticos. El piloto si voló. Tan solo una vez cuando el accidente. Fue el único superviviente y la larguísima recuperación en el hospital de veteranos le proporcionó el repertorio que su memoria vacilante enreda sin cesar.

La enfermera que los vigila descubrió sus mentiras al revisar las fichas médicas de la residencia. Le gusta escucharlos sin que se den cuenta. A veces entorna los párpados por el cansancio y se pone a pensar en qué querrá ser ella cuando sea mayor.

47.La playa y el ojo (Asunción Buendía)

Menuda playa, medio metro de algas en la orilla, rocas en su fondo y bañistas con una media de edad que roza los 80.

Resignada decido bañarme. Cuando el agua me llega a la cintura me cruzo con dos abuelillos que no dejan de mirar hacia abajo. No cabe duda, se les ha caído algo. Uno de ellos, me pide ayuda:

– Joven por favor, a mi amigo se le ha caído un ojo, ¿serias tan amable?

Señala la arena del fondo. Pienso que es un chiste y comienzo a reírme, aunque disimuladamente echo un vistazo. Me quedo petrificada: mirándome fijamente con su azul vidrioso ¡Hay un ojo!

Sin tiempo que perder, cual sirena me zambullo y con la máxima delicadeza lo atrapo entre mis dedos.

Se lo entrego al dueño, naturalmente ciego. Todavía coqueto, se había bañado con sus ojos de cristal. Muy agradecido, me hizo prometer que no le diría nada a su mujer, pues le tenía muy amenazado con lo que le haría si un día perdía algún ojo.

Hago el gesto de cerrar una cremallera sobre mi boca.

Ya desde lejos observo a esos dos traviesos octogenarios, mientras  pienso que ha sido un gran acierto hacer este viaje.

 

46. ORIGEN (Mercedes Marín del Valle)

Emprendieron un camino de amor por separado para llegar al mismo lugar. Se encontraron y, en milésimas de segundo se fusionaron. Primero fueron dos y después convertidos en una sola célula asistieron a la extraordinaria paradoja de dividirse para poder multiplicarse.
Durante días rodó hasta encontrar el lugar idóneo para madurar, un microclima a medida donde alimentarse, especializarse y desarrollarse.
Como un astronauta ávido de aventuras y suspendida de su cordón de vida exploró el universo contenido en su pequeña bolsa ensayando posturas, hipos y sonrisas. Después de cuarenta y una semanas, estaba preparada para aterrizar. Su viaje, el más difícil, el menos recordado estaba por concluir. Reajustó su ritmo y con la destreza y el empecinamiento de una raíz, atravesó a oscuras el estrecho conducto que separaba el agua de la sed, y la seguridad del abismo.
Llegó sin equipaje de mano y sin mochila a la espalda. Llegó desnuda y con la piel por estrenar, rosada y cálida como un melocotón maduro.
Los brazos amantes de sus padres la arrullaron. No había nada que temer. Nayra, aún libre y genuina, abrió sus grandes ojos rasgados y bostezó estirando su pequeño cuerpo de recién nacida. El viaje había concluido.

45. VACACIONES DE VIDA

Solo quería pasar dos días, solo dos, unas pequeñas vacaciones para olvidar un pasado oscuro, después de esos dos días conmigo misma, sin gente, sin cosas, con mente en posición tábula rasa, encefalograma plano, valoraría lo que dejé en el otro punto del planeta.
Así fue, solo dos días, y tras el cansancio, empecé a disfrutar de otra visión, otra vida, no es cierto solo lo que se nos pone por delante, y vi montañas, arena seca, desierto, cabras, gente sencilla, demasiado para mi gusto, pero que me enseñaron que la ambición y el poder no es ni bueno ni necesario, y me quedé, mis vacaciones ya eran mi vida, mi presente, mi hoy, y me salvé…..

Nuestras publicaciones