Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

FOBIAS

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en FOBIAS

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LAS FOBIAS. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE SEPTIEMBRE

Relatos

40. Jeanne

Lleva tiempo con esa media sonrisa y la cara le tira. Piensa en lo mucho que odia posar, pero aun así continúa. Se recoloca un mechón rojizo detrás de la oreja y mira con sensualidad. Entorna los ojos. Ladea la cabeza. Sacude su fina cabellera para crear un poco de volumen. Prueba ahora con un sombrero amplio y el dedo índice reposando en el mentón.

Es un yo cambiante. Hay un llanto oculto tras aquella sonrisa indulgente. Una expresión oscura suavizada por colores brillantes. La certeza de lo fugaz contenida en la inmortalidad de una imagen. Ansía tanto desprenderse de sí misma… por eso decide saltar al vacío, a pesar de toda la vida que la habita.

Sin embargo, la eternidad acude siempre a rescatarla. Ahí está ella, la de las múltiples miradas. La que pasea su rostro por galerías y libros. La amada musa de Modigliani.

 

Si no conocéis a Jeanne

39. REGRESIÓN (Isidro Moreno)

Aparecieron en pleno siglo XXI anhelando comprobar la posteridad y trascendencia de su obra.

Mozart, Bach, Beethoven y Häendel verificaron que su música y sus nombres habían traspasado la barrera del tiempo y orgullosos visitaron la Biblioteca Nacional, los archivos del Teatro Real y una importante tienda de música clásica con unos mágicos discos que contenían sus obras interpretadas por, al parecer, grandes orquestas.

Henchidos de orgullo, concluida su visita y en espera de ser devueltos a su residencia de genios jubilados, pasearon por aquella bulliciosa capital española, asombrándose de los nuevos tiempos y poniendo especial atención a la música y músicos callejeros.

Boquiabiertos quedaron con esos rápidos carros de metal que abundaban por doquier y muchos de ellos, a través de sus ventanas, expulsaban un fuerte ruido al que llamaban música, aunque aquello consistiera en una paupérrima armonía con ritmo simple y un reiterativo: «atum sim pam, atum, sim pam» capaz de provocar dolor en sienes, revoltijos en las tripas y vibración de cristales.

Regresaron al hotel deseando ser rescatados por la máquina del tiempo que les devolvería a su tiempo y lugar de origen.

Amadeus, Sebastian, Ludwig y George, perplejos y decepcionados, se preguntaban en qué habrían fallado.

 

IsidroMoreno

38. EL ACTOR

Artista, persona que hace alguna cosa con suma perfección, no tiene porque ser actor de cine, ni escultor o pintor, también puede ser como era él, un artista de la seducción.
Cuando lo conocí, su físico, no me dijo nada, era más bien normalito. En nuestra primera cita ya me engatusó, con ese arte que tenía (El de la palabra). No te compraba con flores, ni obsequios. Sus regalos eran sus palabras. Susurradas o de frente. tu ego te lo subía al máximo y te hacía sentir como una reina. Reina fui mientras que lo tuve a mi lado.
Celoso de mi intimidad, rompí con mi familia, con mis amigos, solo vivía por él y para él. Pero igual que apareció, se fue. Mi vida se convirtió en un túnel oscuro, sin luz. Sola y completamente destrozada, me costó mucho volver a pisar el suelo, seguir viviendo, sin él, yo no era nada. Casi al final de nuestra relación, ya estaba preparando su próximo papel «Otra». Era su comedia, su obra, su teatro.

37. CAOS AL ÓLEO


Se plantea desistir, es consciente de la dificultad por tratarse de una técnica que ningún colega ha practicado.

-Majestades, presten atención, o este desbarajuste me impedirá poner fin al encargo. Y vos, don José, si no mantenéis abierta la puerta acabaréis con la iluminación necesaria para trabajar.

-Doña Marcela, restablezca el orden y haga caso a lo que nos exige don Diego -decreta Felipe mientras copia algunos gestos de su esposa, instalada desde hace un buen rato ante el espejo.

-El culpable de todo está siendo Nicolasito -chivatea la infanta-, que es insoportable y no deja de molestarnos. Lleva toda la mañana arrugándome el guardainfante o tirándome de la basquiña.

-Amas, compórtense por favor. A ver Agustina, Isabel, Mari Bárbola, atended a su alteza -impone doña Marcela-. Y tú, Pertusato, eres un tunante, abandona de inmediato las provocaciones, deja tranquilas a las muchachas y acata los mandatos que reclama el artista.

Ante las recriminaciones, el enano, amulado, se acomoda a regañadientes posando el piececito sobre la grupa del mastín. De repente, el tiempo se detiene en la Sala del Príncipe, el momento es propicio para el primer selfie de la historia.

36. El ilusionista

Para mi sorpresa, la carta elegida tenía mi nombre escrito bajo el as de corazones. Con solo mirarme, adivinó en quién pensaba – ¡se parecía tanto a él! – y de su chistera extrajo el peluche de mi niñez, el que papá dejó sobre mi almohada el día que se fue. Un rápido gesto de sus delicadas manos transformó mis emocionadas lágrimas en mariposas, que se posaron sobre mí adornándome el cabello. Cuando me invitó a meterme en la caja para serrar mi cuerpo, no pude resistirme, deseaba que me hiciera suya aunque fuera trozo a trozo. El blanco vestido de mi inocencia voló como una más de sus blancas palomas. Ascendiendo en el aire, levitamos como trapecistas sin miedo al vacío y nos amamos a dúo, sin trucos ni red.

El aplauso cerrado de las focas celebró nuestro número final: el enamorado beso de despedida. Después, como por arte de magia, desapareció. Como papá, se fue. ¡Se parecía tanto a él!

Pero, esta vez, no me siento sola. La ilusión crece dentro de mí.

35. π

Hasta hace unas semanas firmaba como π y así se le nombra. Nadie conoce su apariencia, ni siquiera si es hombre o mujer. En su Primera Etapa escribía tuits en su perfil que nos hacían replantearnos nuestra existencia; otras veces su Obra aparecía en callejones de extrarradio con su símbolo acompañando un grafiti, tan majestuoso y trascendente que de inmediato sus seguidores expandíamos por la red. Logró su último fenómeno viral comprando cinco segundos de publicidad y utilizándolos para emitir de madrugada el primer plano del desagüe atascado de una ducha. Y aunque su firma no se mostraba en la grabación, todos sabemos que fue π. De hecho, ese corte, casi estático, se proyecta en museos del mundo entero y hay personas que sostienen haber entrado en una especie de trance tras varias horas de visionado en bucle.

Ahora debemos estar muy atentos, cualquier estímulo sensorial —por pequeño que parezca— puede ser una de sus creaciones anónimas. Su Segunda Etapa es global. Esta tarde, sin ir más lejos, un grupo de adolescentes se ha quedado mirándome fijamente mientras yo silbaba una melodía cualquiera en el vagón del metro. Luego han empezado a grabarme con sus móviles.

 

34. EL ARTISTA (Ana Tomás García)

Otro día más era el artista jaleado por su ferviente público, asistiendo entusiasmado a la representación de su propia obra. Le hacían sentir tan importante los comentarios que escuchaba a su paso: “Este chico sí que vale” “Qué arte tiene, y eso que sólo es un muchacho”… que se arremangaba sin dilación pero con parsimonia, sabiéndose arropado por sus fans más incondicionales (personas que le doblaban la edad, y por lo tanto, con el doble de experiencia), se frotaba con energía las manos, agarraba con fuerza el pico y comenzaba a picar sin mediar una sola palabra.

Aquella mañana iba a demostrar lo que era ser un artista de verdad, pensaba picar el doble que el día anterior y terminar por fin aquella larga, profunda y penosa zanja que ninguno de sus compañeros se animaba a afrontar.

33. EL FUNCIONARIO CABAL

Yo cazo artistas. Es mi trabajo. Pero no es lo que piensas. No soy un buscatalentos. No, eso ocurría antes de la nueva Ley. Yo simplemente acabo con ellos. Y soy el más eficaz de mi negociado. En mi cuenta hay una media mensual lo suficientemente abultada como para ser respetado y envidiado. Incluso los detractores de lo que hacemos alaban la humanidad con la que cumplo mi obligación.

Desde que al Ministerio de Medioambiente se le encargó controlar la desmesurada población de estos parásitos se produjo un enconado debate: ¿Los encargados de hacer efectiva la norma debían ser funcionarios o era necesario abrir un concurso público para que una empresa se encargara del asunto? ¡Ay, politicastros! Por suerte, triunfó el sentido común.

Y aunque los primeros años fueron una locura, ahora la cosa está tranquila. El número de artistas está controlado en todo el país según complejos cálculos realizados atendiendo a su actividad. Además hay una vigilancia estricta sobre los individuos sospechosos de portar esa extraña mutación en sus genes. Así que no se podía afirmar que fuera un mal trabajo hasta esta mañana. En el desayuno mi hijo pequeño me ha enseñado un dibujo de nuestro gato.

32. Noche tras noche (Nuria Rubio González)

Una noche más, consigo acomodarme en una desvencijada butaca revestida de deslucido terciopelo carmesí. Instantes después, Eleonora se sienta en mi corazón, oprimiéndolo suavemente. Ante un público con los sentidos adormecidos por el exceso de alcohol, acaricio volátiles teclas de piano, al compás de la adorada voz que late dentro de mí. El eco de pasionales vocablos me desgarra con infinita dulzura. Momentáneamente, soy privado de tan placentero dolor debido al violento desalojo del local.

Sin techo, a la luz de la luna, mis dedos, flotando en el aire, dan vida a los postreros acordes del último bolero. La melodía, enredada entre los viejos cordones de mis desgastados zapatos, ata felizmente cualquier movimiento; mis longevos pasos, diluidos en la marea de muchedumbre evacuada por la policía, aparentan dejar atrás el antiguo Café Encadenados, nido de mendicidad desde hace décadas… En gozosa quietud, mi corazón acoge a una Eleonora que, ajena al inexorable fluir del tiempo, se abraza al estremecedor latido que anuncia el inicio de su eterno recital. Y una noche más, la sangre que brota de mi sien empapa, poco a poco, el tapizado bermellón de una butaca en la que, no sin dificultad, acabo de acomodarme…

31. INSÓLITA SALA DE EXPOSICIONES

Antes de manipular con sus manos infantiles ceras, acuarelas y pinceles Cris ya hiciera gala de su potencial artístico con materiales tan nobles como restos de fruta triturada, papilla o barro.

Sus trazos eran curvos, seguros y largos. Cuando descubrió las espirales sus creaciones se inundaron de ellas y adquirieron un cariz abstracto.

Sus progenitores siempre observaron con distanciamiento esta anodina afición.

Cuando Cris elude la estela empresarial que dejó su bisabuelo los inocentes lienzos se erigen en muros. A los reproches iniciales siguieron los pesados silencios. La peor torpeza fue ponerla en la tesitura de elegir.

Francisco se estrena como consejero. El hall, el ascensor, los pasillos, rezuman vetustos. Llega a la sala de juntas. Al cruzar el umbral el aire sorpresivamente parece ser liviano. El mobiliario es de madera maciza pero el color inunda las paredes. Contempla fascinado los lienzos que le trasmiten emociones encontradas. Una voz le sobresalta.

-¿Le gustan?

– Si mucho. Pero me sorprende encontrarlos aquí. Están como desubicados.

– Es un capricho del viejo, del presidente. Cada cierto tiempo aparece uno nuevo. Todos de la misma artista. Cuando expone, sea donde sea, envía a un experto con el encargo de adquirir el mejor.

30. IRONÍAS DE LA VIDA (A. BARCELÓ)

Le pregunté a una amiga suya cómo podría hacer para que se fijara en mí. Me comentó que a ella solo le gustaban los hombres que poseían la rara habilidad de hacerle reír. Me apunté a un taller de Clown y me convertí en payaso. Ella resultó padecer coulrofobia. No conseguí su amor, pero encontré mi verdadera vocación y me enamoré para siempre de ella. Desde entonces, me dedico al arte de buscar sonrisas.

29. ARTE TÓXICO (Petra Acero)

Ha venido todo el pueblo, además del frío viejo que nos acompaña cada invierno. El último en marcharse fue don Benancio. Hablamos de tu rara enfermedad. “Los caminos del Señor son inescrutables”, se justificó, antes de remangarse la sotana y abandonar el cementerio. Ahora estamos tú y yo solos.
¡Gana el que aguante más tiempo el frío! ¿Recuerdas cómo me retabas? Tú inventaste el juego y tú ganabas. ¡Tan fuerte, tan valiente! Después, como buen hermano mayor, calentabas mis manos con tu aliento (veladura cálida que difuminaba el ocre de la tarde). Hasta aquel día en que, enredada entre los ribazos, la nieve desdibujó los caminos y la frontera del lago. “Ven, pisa, que no te hundes”, me engañaste, saltando sobre la tierra firme. Anduve por el hielo y gané… estos muñones. ¡Maldito seas! Enterraste mis sueños, como hoy te entierro yo a ti. Tuve que abandonar los lienzos, pero me afané en los colores. Con paciencia practiqué en tu taza de desayuno, sobre todo en los bordes: azul de cobalto y blanco de plomo. El amarillo de cromo y el rojo de cadmio vinieron después: tu tazón, tu jarra preferida… Figuras toscas, deformes como mis manos.

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