Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

FOBIAS

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en FOBIAS

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LAS FOBIAS. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE SEPTIEMBRE

Relatos

18. HÉROE o VILLANO…

TELEVISIÓN (dirigido al espectador): “Por 97,5 euros a la respuesta nombres de superhéroes”.

ANCIANA: (dirigido al inquilino inferior): “Baja la televisión” (y acompasándose al golpear de una escoba en un suelo, a la vez techo).

Supuso que vendría algo así como: “…uno, dos, tres, responda otra vez…” u algo similitante, pero espeso en un idioma incontrolable, giró esa ruletita creadora del vacío sonoro imbuyéndole en el pasado más cercano a Oriente…  Y rememoró:

A la anciana casi atropellada…

Al ladrón de bancos atajado…

Al terrorista que no le vio venir…

A cientos más…

A esos tiempos de laboratorio en crisis sacrificado: apenas un tubo,  apenas dos probetas, una al romperse la segunda. Con la bata superpuesta sobre su calzón rojo… Sobre los viejos periódicos del Daily Planet atrapando los líquidos desparramados…

Y sentado en un sofá de muelles saltones, ser reafirmó las viejas habladurías antes erradas, claro que era un verdadero héroe, ahora lo sentía (ahora sí), bebiendo un coctel secreto alineado con criptonita líquida  en la calavera de Lex Luthor.

Y gritó:

SUPERMAN: ¡¡¡Superman!!! (dirigido a la televisión, en esa bobez de hablar a quin no puede escuchar).

Retornando de golpe los escobazos.

16. El hombre ateo

Está bien, volaré para ti. Pero no quiero misas ni coronas de flores. Odio las coronas de flores y el olor a polvo añejo de los curas. Deséame suerte. En eso sí creo.

15. «Kryptonieta»

Aferrado a su bastón, se aproxima torpemente a la verja. Nadie diría que acaba de dejar empaquetado al enésimo asesino en la puerta de comisaría, o que mientras se tomaba el Sintrom sostenía con la otra mano el puente de la autopista, o que anoche desencajó aquel superpetrolero encallado en la Antártida. Ahora más bien parece súper-canoso, o súper-achacoso. Sin embargo, una mueca se intuye entre sus arrugas al escuchar la sirena. Mueca que culmina en luminosa sonrisa cuando la maestra deja que vuele desde la fila hasta sus brazos ese meteorito que, como cada tarde, hoy también succionará todos sus poderes.

14. NO ES PAÍS PARA SUPERHÉROES

A pesar de que Mortadelo y Filemón trabajaran para la T.I.A., Superman nunca llegó a librarnos de nuestro villano. El viejo dictador murió en la cama, atendido por el equipo médico habitual. Al Capitán América solo le interesó nuestra geografía para instalar sus bases militares pero ¡ojo! sin mezclarse con los nativos, no fuéramos a pegarle los piojos.

Nuestros héroes vivían en edificios como el de la Rue del Percebe donde los ladrones eran gente honrada y los tenderos robaban a las clientas. Las calles estaban llenas de Carpantas que soñaban con bocadillos de chorizo y recurrían a la picaresca para calmar sus estómagos soliviantados, de perros que fumaban colillas y gatos que tocaban la guitarra española.

Mientras, en las mazmorras de la DGS, Billy el niño y sus secuaces torturaban a los desafectos al régimen y los obreros levantiscos morían por los disparos que lanzaban los grises al aire. No eran súper héroes, pero volaban como los americanos.

13. El héroe imperfecto (María José Escudero)

Le gustaba todo de él. Todo. Su nariz larga y deforme, sus gafillas de miope. Aquella sotana deslucida que se agitaba con la mismísima furia que la capa del Capitán Trueno cuando algún asunto requería su presencia. Asimismo, adoraba su voz de timbre claro y brillante resonando en el Altar Mayor: “Ayuda a tu pueblo, Señor, ayúdalo, Señor…”.

Le cautivaba su inclinación por el riesgo. Su energía y buen humor, sus estridentes carcajadas en las partidas de mus. Su apasionada afición al fútbol. Las encendidas homilías dominicales, incluso su manía de ofrecer caramelos de menta. Y también le arrebataban aquellas misteriosas escapadas que solía hacer a la capital.

Le fascinaba que comprometiera su prestigio en el Obispado por brindar la Iglesia a los obreros de la fundición, que escondiera a los perseguidos en la Casa Parroquial, que exigiera al adinerado patrón compromiso en efectivo. La retranca con la que se preservaba del orondo cabo Linares. Le complacía tanto aquel olor a tabaco que desprendían sus manos toscas cuando daba la comunión…

A Crispín, el joven sacristán, le agradaba todo del padre Ambrós. Todo. Menos aquel calendario de mujeres despampanantes que colgaba de la pared de su inaccesible y austero dormitorio.

12. Suphermana

Querido Clark:

No aguantaba más sin escribirte. Hemos escuchado en la radio las noticias de un personaje volador en la lejana Metrópolis y, sin incumplir nuestro pacto de silencio, quería enviarte nuestro cariño y algunas novedades.

Mamá sigue bien. Trata como siempre de aparentar que es incansable, aunque a veces el deterioro de papá la entristece. Yo hasta ahora puedo con todo. Nadie se explica cómo gestiono una finca de tantos acres, el ganado y lo demás. Tengo muchas ideas para mejorar la instalación y quiero ponerlas en marcha cuando termine los cursos de Ingeniería de la Escuela agrícola.

En el condado las cosas no cambian. Demasiados problemas que ni siquiera tú podrías arreglar. Cada vez estoy más decidida a presentarme como candidata al consejo porque esto no puede seguir así.

Lo más importante es que Bob y yo somos muy felices. No es el mejor medio de darte la buena noticia, pero esperamos bebé para mayo. Intuyo que esta vez será niña. ¿Te gusta el nombre de Loise?

Y ahora debo despedirme, escápate alguna noche de tus obligaciones y ven a vernos un ratito que te echamos de menos.

Tu hermana que te quiere.

S. Kent

11. CRISÁLIDA (Yolanda Nava)

Deja de ser mi héroe. No vengas en mi auxilio. Quiero caerme, herirme, ver sangrar y cicatrizar mis heridas. Deseo salir afuera. Traspasar la barrera de tus brazos. Emerger del foso de tus besos.

Voy a escapar. Mis alas están casi listas y no podrás alcanzarme,  papá.

 

 

10. MEJOR SÓLO HOMBRE

Cuando nacimos, la matrona advirtió que llorabas con súper llanto. A los cuatro años, avanzaste tres cursos por superdotado. De adolescente, la profesora de Física Nuclear se rindió a tus encantos, mientras las alumnas la odiaron para siempre al haber conquistado tu súper belleza. Con veinte, triunfaste en el reality «Superhombres», y una Central de Inteligencia  contrató tus superpoderes, para que protegieras a la humanidad de amenazas potenciales.

Pero ayer, harto de tu súper existencia, decidiste que todo debía terminar. En tu último vuelo regresaste, y allí, en la playa de nuestra infancia, me pediste que te librase de tu capa roja, mientras disfrutabas comprobando cómo los dedos de tus pies ahondaban filas de pespuntes regordetes sobre la arena húmeda. Cuando escuchamos el crascitar de las gaviotas, inspiramos una bocanada de salitre, para dejar que los bodoques de espuma, arrimados por el oleaje hasta la orilla, nos hicieran cosquillas en los tobillos, y te despojé del traje azul, acuciado por los temblores, por la desnudez, tras manifestársete la vergüenza privado de tu antifaz de súper visión. Sólo entonces te sentiste feliz, lo clamó tu sonrisa, por dolerte el frío del océano en el estómago, como a cualquier humano.

09. HÉROES LATENTES (Mariángeles Abelli Bonardi)

El hombre, ocasional transeúnte, que encontrará a un perro atropellado, más muerto que vivo, y lo llevará de urgencia al veterinario.

El veterinario, que pese a encontrarlo más muerto que vivo, reducirá la fractura, y limpiará y tratará la sarna que lo aqueja.

El perro, que ya recuperado, será bueno, agradecido y fuerte, y morderá el pañal del bebé para evitar que el bebé, hijo del hombre que lo supo rescatar, meta el dedo en el enchufe.

08. El cazador de Dragones

Cada vez que el pequeño Daniel sentía el pinchazo en el brazo, imaginaba que aquella aguja era la espada con la que luchaba contra los dragones alados que vivían en su cuerpo. Aquellos monstruos se alimentaban de su sangre, moviéndose por sus venas amenazando con devorarle. El era el apuesto corcel que les hacía frente con las pócimas mágicas fabricadas por alquimistas legendarios. Y asi se convertía en un valiente soldado armado para una terrible pelea, en donde el premio era la vida y la derrota la muerte.
En esta lucha desigual, el perdió su dorado cabello, pasando a ser el bravo guerrero calvo que volvía del infierno, magullado, agotado y malherido, pero sabedor de que había sobrevivido y de que miles de las bestias negras que en él habitaban habían caído y aunque su cuerpo cada vez estaba más debilitado, màs delgado y consumido, su voluntad era cada vez más fuerte para afrontar las embestidas.
Sabía que debía de esperar años para ganar la guerra, pues había veces que algunos dragones escapaban y permanecían dormidos en sus mazmorras. Pero el espíritu del héroe tenia el poder de estar siempre preparado para empezar de nuevo la lucha.

07. RAMIRO, JUSTICIERO (Ángel Saiz Mora)

Hubo risitas, incluso de Victoria, cuando anuncié el título de mi exposición verbal sobre un superhéroe.

Elegí una de sus últimas aventuras, que comenzó al recibir la visita de dos supuestos operarios de la empresa del gas, que enseguida detectaron una avería falsa en su caldera. Hasta los seres excepcionales tienen algún punto débil. El suyo era el buen carácter, que no le hizo sospechar y abonó un costoso servicio inexistente. Algo después, al saberse engañado y sin poderes para sobrevolar la ciudad, salió en su busca con un teléfono móvil que le regalamos, tecnología tan compleja para él como la que utiliza Batman.

Encontró a los villanos y supo fotografiarlos sin ser visto. Gracias a sus imágenes la policía desarticuló a una peligrosa banda de estafadores, azote de ancianos desvalidos.

Emisoras y diarios intentaron entrevistarlo por este y otros muchos hechos, aunque él siempre mantuvo la identidad oculta. Antes de dejarnos, me pidió que transmitiese sus andanzas; dijo que así no moriría nunca.

La clase entera me dedicó un sincero aplauso. Desde entonces todos quieren conocer más gestas del abuelo Ramiro, aunque nunca usara capa ni ajustados trajes de colores, pero yo solo se las cuento a Victoria.

06. JUSTICIA SIN GLAMOUR (ÁNGEL BARCELÓ)

En pocos días los congeladores de la morgue se han ido llenando con los cuerpos de destacados personajes de la vida pública, todos ellos han estado presuntamente relacionados con asuntos turbios en los que nadie ha podido demostrar su implicación, entre ellos, el reciente «accidente» de contaminación radiactiva.  El inspector habla con su amiga la forense.

–Necesito resultados, me están presionando mucho.

–Lo único que tenemos es esa sustancia pastosa, mezcla de color blanco y marrón verdoso, que aparece sobre la cabeza de todas las víctimas.

– ¿Quieres que nos tomen por locos? Debe haber otra explicación.

–He experimentado con muestras del residuo halladas en el lugar de los hechos,  junto a los cadáveres. Es completamente inocuo, salvo al contacto con determinadas pieles. Te parecerá increíble, pero todo apunta, por así decirlo, a que altos niveles de corrupción en sangre pueden producir una mutación mortal selectiva.

– Creo que podrías estar dejándote llevar por esa invención de los periodistas.

–Yo realizo mi trabajo de manera científica y objetiva, tú decides si seguir la línea de investigación de ese justiciero que sobrevuela la ciudad cagándose en todo aquel que lo merece, ese al que todos empiezan a llamar Palominoman.

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