Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SERENDIPIA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en SERENDIPIA

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LA SERENDIPIA. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 DE NOVIEMBRE

Relatos

37. Y llegó un ángel…

Y llegó un ángel. Menudo, de grandes ojos y sin alas; porteando una bolsa y un cepillo raído. Le abrieron mi puerta y su mirada oscura de hollín me condujo a un mundo desconocido.

‘¿Quién eres, pequeño?’ pregunté desde la mullida comodidad de mi despacho. ‘¿No tienes familia?’

Pero no pudo responderme, pues su trabajo era urgente. Como urgente era ganar algún chelín con el que procurarse algo de porridge. Para seguir gateando por otras oscuras chimeneas, cuyos humos ocultaban el sol de la capital del Imperio.

Y yo seguí escribiendo, raptado por mis Musas, olvidándome de sus sufrimientos.

A mi puerta, y a otras tantas, continuaron llegando más ángeles, de cuerpos esqueléticos y mirada oscura y vacía. Y algunos se fueron demasiado pronto, enfermos e intoxicados por los restos ennegrecidos de nuestra victoriana comodidad.

Y volaron entre fuegos artificiales, subidos en sus cepillos, a un mundo lejano, lleno de color, calor y felicidad. En el que una enigmática y sonriente niñera, a bordo de un paraguas negro, arrullaba sus sueños. Con pegadizas canciones y un poco de azúcar, que dulcificaba la oscuridad de sus vidas.

Y yo seguí escribiendo y pintando ángeles, absorto en mi mundo irreal.

36. UNA HOJA MÁS (PURIFICACIÓN RODRÍGUEZ)

Querido y odiado Mark:

Me atrevo a perturbar tu plácido sueño porque quiero que sepas que, al final, me perdí para siempre. Tú me hiciste desaparecer en esta casa maldita.

¿Por qué la hiciste más grande por dentro que por fuera? De todas tus criaturas, yo tuve el peor final. ¿Fue porque me atreví a adentrarme en tu extraño invento? ¿En tu Casa de hojas?

Sí. Yo fui el inconsciente hijo que osó desafiar al padre. Y perdí. Pero creo que tu venganza fue excesiva y que no se le debe hacer algo así a un hijo.

Por último, quiero que sepas también que aún sigo aquí, en las profundas entrañas de tu engendro. Y que te espero.

W. Navidson.

35. AS TIME GOES BY

Es la primavera de 1962. En la pista del aeródromo de Casablanca hay un Lockheed L-12 Electra. Sólo es un cascajo casi inservible. Vibra, tose y se comporta como un anciano decrépito. En el avión viaja Michael Curtiz y le acompaña Humphrey Bogart que fuma y mueve con elegancia el hielo en un vaso de whisky.

-Has tardado viejo amigo –Comenta el actor impostando la voz.

En la terminal una hermosísima Ingrid Bergman con los ojos húmedos, alzándose de puntillas, dice adiós con su fina mano enguantada.

Dos rostros asoman por las ventanillas y se despiden.

-¿Te acuerdas cómo acabó aquella película? -Pregunta el director con voz cansada.

– Pero lo que pasó en realidad sólo lo sabemos nosotros.

-¿Qué Paul Henreid despidió al pianista? –Juntos rien la ocurrencia.

Durante el despegue reina un silencio nervioso. Uno y otro evocan su secreto, el momento en que Victor Lazlo compró el bar a Rick ¡Qué contenta estaba Ilsa Lund! ¡Qué felices fueron lejos de la guerra y la memoria! ¡Qué mal se lo tomó aquel joven guionista de nombre Julius!

-Michael, siempre nos quedará Sunset Boulevard…

Y el aeroplano se aleja hacia poniente en un mar inmenso de luz en tecnicolor.

33. CONFERENCIA SOBRE EL EMPLEO

 

Me pidió que le acompañase esa tarde,  tenía que dar una charla a las 7 sobre búsqueda de empleo y después me invitaría a cenar. Era un buen plan, acepte.

El salón de la casa de la cultura estaba casi lleno, muchos jóvenes interesados en esa odisea de encontrar un buen trabajo, él haciendo su exposición sobre esa búsqueda, los cambios vertiginosos de las nuevas tecnologías,  como afrontarlos, etc…

Hasta que llegó el momento sobre la desigualdad entre hombres y mujeres, tanto en sueldos como en puesto, y  ahí él dijo:

  • Permítanme leerles un breve relato que se llama “La entrevista de trabajo”, escrito por una amiga que esta noche nos acompaña.

Saco los folios y procedió a leer. Al término de la misma, todos se levantaron y aplaudieron. Yo estaba desconcertada, no me lo espera, esos aplausos que sonaban para mí. Era mi recompensa por haber reflejado esa desigualdad que yo sufrí en una entrevista y que quise dejar reflejada.

Gracias, Gracias, Gracias, no podía decir nada más mientras todos de pie seguían aplaudiendo.

32. El ensayo

Una noche más enroscan con sumo cuidado la bombilla en el flexo. La conservan celosamente, rescatada de un antiguo camerino, y su resplandor ilumina el pasado de éxitos de la pareja y la colcha, escenario cotidiano de sus ensayos.

En turnos nada rigurosos, con chillidos quedos para no despertar a los demás inquilinos de la pensión, convocan a los protagonistas de los próximos estrenos de su espectáculo callejero itinerante. Se presenta primero un príncipe shakesperiano, atormentado por la caída del cabello, a continuación, una diva patética acosada por galanes imaginarios y, de improviso, aparece una pareja de ancianos sordos que se saludan al grito de “¡Valar morghulis!”*.

Terminan sin resuello, jadeantes por tantas carcajadas y se queman como siempre al guardar la bombilla entre las ropas de su baúl. Luego esperarán abrazados la llegada del día. Son actores de primera y cada uno fingirá un sueño profundo y reparador con la intención de sosegar a su partenaire, exhibiendo una tranquilidad que no les acompaña desde hace muchas temporadas.

 

* Expresión que aparece en las novelas de la saga “Juego de tronos” de George R.R. Martin.


31. Episodio I (Susana Revuelta)

Parecía tan hambriento, tan desplumado el pollo aquel, que Calimero enseguida se sintió conmovido.

—Toma esta lombriz —le ofreció, gustoso— que yo acabo de nacer y aún no tengo apetito. —Y con las tripas rutándole, vio cómo el cuco engullía su desayuno sin decir gracias ni nada.

A continuación, este abrió el pico hacia el cielo, piando como un energúmeno, exigiendo más. La mamá iba y venía, agotada, trayendo más insectos para aquel grandullón que abultaba el triple que ella. No aprobaba Calimero los modales del primogénito, pero siguió compartiendo con él sus miguitas, por ganarse su cariño y sentirse menos solo. Era extraño que no hubiera más huevos allí.

Cuando se notó saciado, el cuco se repantigó todo lo largo que era. A punto estuvo de tirarle fuera del nido.

—Eh, no empujes —protestó Calimero.

Pero el cuco ni se inmutó.

—Mira, canijo —eructó, señalando con un ala el suelo—. ¿Ves esos huesos y plumas de ahí abajo? Pues como me cabrees mucho te mando a reunirte con tus hermanitos, ¿estamos?

Lloroso, Calimero se acurrucó en una esquinita y antes de cerrar los ojos se ajustó el cascarón a la cabeza, por si acaso.

Y menos mal.

 

 

30. UNA TARDE EN COMBRAY (GINETTE GILART)

Sentada cerca de la cristalera, la anciana, ensimismada, lee un libro; de vez en cuando levanta la mirada y observa, un instante, la calle poco transitada. Se acerca un camarero y coloca una tetera encima de la mesa; ella le mira sonriendo y le da las gracias. Mientras reposa la infusión quita el envoltorio de una magdalena. Luego vierte, poco a poco, el líquido humeante en una taza de porcelana. Después de mojar el bizcocho en el té, lo acerca a su boca, con sumo cuidado para que no se deshaga, y lo saborea.
Cuando acaba, se levanta y, con la ayuda de un bastón, se dirige a la salida. Al pasar delante del camarero, le saluda:
—Hasta mañana, Marcel.
—Hasta mañana, Doña Leoncia.
Antes de que cruce la puerta, puedo ver la portada del libro que lleva debajo del brazo: “Por el camino de Swann”.

29. Atesorando…

Y le advertí sobre ese cometido,  de sus andanzas quizás en algún día añoradas… Y mi señor se entorno sobre esos gigantes en apariencia inventados…

28. La araña y el cuentacuentos

Celia se asomó al balcón al oír el bullicio. El mercadillo medieval llenaba todo de aroma y sabor, con puestos de embutidos, almendras y miel; cánticos y espectáculos. Se imaginó paseando por él y por un instante se sintió feliz. Siempre estaba alerta contra unos perseguidores imaginarios que pretendían robarle sus cuentos.

Reparó en el maestro del relato, al otro lado de la calle, que narraba con fervor la fábula de Aracne que ella misma había escrito. Mientras éste mantenía los niños interesados; asombro, rabia y angustia volaban por la mente de Celia.

–¡El cuentacuentos es un ladrón!– Se sorprendió a sí misma gritando.

El hombre se giró dirigiendo su mirada hacia arriba, y clavándole sus ojos azules hizo que se quedara inmóvil unos segundos. Después, cerró tras de sí el balcón para volver a confinarse en la oscuridad. Su ansiedad la empujó a convertirse en Aracne, y tras rodearse de una telaraña de lanas de colores para proteger sus escritos; se durmió.

Despertó bruscamente y deslizó la mano bajo el colchón cogiendo unas cerillas y sus relatos…Tras prenderles fuego, quiso salir de la habitación, pero había quedado atrapada en su propia telaraña.

27. I UNIVERSAL CONGRESS OF IMMORTALS (by Manuel Bocanegra)

El congreso será clausurado con la elección del Personaje Universal de todos los tiempos. Las vanidades andan desatadas. Los egos medran.

El otrora humilde, Don Quijote, exhibe ínfulas de gigante exigiendo buffet libre para Sancho y cuadra para Rocinante; mítico, Ulises, reclama  sirenas desnudas cada noche en su suitte; Julieta no concede entrevistas, acusa a la prensa de Celestina, por tergiversar su encuentro con Don Juan y el de Romeo con Emma Bovary; Harry Potter denuncia malas artes, porque Gandalf aparece antes que él en la lista de invitados, aunque fue conjurada, estrictamente, por  mágico orden alfabético; Drácula se niega a compartir planta con Frankestein, “carece de modales y no tiene sangre”; Blancanieves abomina de los enanos, “la estrella soy yo, espejito”, dijo a cámara; aunque Hamlet lo duda, atónito ante la insultante Lisbeth Salander y los encantos de Lolita; Hannibal Lecter está que muerde y Sherlock Holmes, no pasa ni una; El Principito, Alicia y Peter Pan se disputan el premio al más inocente protagonista, despechando a Dorian Gray.  Hasta Godot, desespera.

Solo Monsieur Bouchenoire, solícito maestro de ceremonias que estrena personaje en esta ficción, parece encantado entre tanto azoramiento inmortal. A pesar de los innumerables quebraderos de cabeza.

26. ∞ (Modes Lobato Marcos)

 

 

 

 

      f  d                 a              o       l         v                        p                         m

                                              nk                   i                                w              s                   u

ñ            h                         b                r                     t                        e

y       c                           q                   g                          z    x

 

Hartas de ser manoseadas por escritores mediocres, las letras, arrojándose al vacío, se suicidaron en masa.

Los tendones del mundo fueron sepultados por un manto de incomunicación y el Hombre involucionó hasta regresar al silencio que una vez rompiera para convertirse en humano.

Pero una a diminuta había caído sobre una vid y unidas preservaron la palabra «vida».

Millones de años después, un homínido se elevó sobre sus cuartos traseros y, volviendo a modular la voz, dio forma al relato más bello al pronunciar torpemente la palabra «mmmm… ma…má».

25. EN BUSCA DEL PADRE PERDIDO

Muchos años e incluso siglos anduve buscando a mi padre verdadero. En mis memorias dije ser vástago de un molinero cuya muerte temprana dejome huérfano, pero persona tan importante como en la que me convertí, con tantos herederos repartidos por los países de las hablas hispánicas, debía proceder de hombre ilustre y no de un triste anónimo. Después de todas mis desventuras guiando a un ciego ruin y sirviendo a clérigos y fijosdalgos muertos de hambre, quiso la suerte que diera con Don Diego Hurtado de Mendoza, persona ilustre e ilustrada. Preguntele la causa de esa desafección hacia mi persona para que no me hubiera reconocido, si no de manera pública, al menos como fiduciario de mis intereses. Justificose Don Diego con la pérdida de los legajos en donde figuraba su paternidad, pero yo noté la falsedad de sus palabras en la manera de retorcerse los bigotes. Al fin, después de mis incisivas interpelaciones, confesome su viejo temor a que se conociera la progenitura de ese hijo tan crítico y burlón que le había salido.

Mas a la postre, sintiose orgulloso de mi notoriedad y no tuve más remedio que compartir con él los laureles de la gloria.

 

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