Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

BLANCO Y NEGRO

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en BLANCO Y NEGRO

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán relatos que desarrollen el concepto BLANCO Y NEGRO. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE DICIEMBRE

Relatos

54. Caelum

Y allí estaban los dos. Uno frente al otro, sentados en aquella mesa envuelta en silencio. Cada uno en su nube, distantes, con la mirada esquiva y el corazón a mil.

Incómoda, ella mira hacia atrás y me busca. Está nerviosa. En su mente da vueltas el discurso ensayado horas antes. No encuentra el valor.

– ¿Amigos?

Él levanta la vista

– Sí.

Nada más. Sin reproches ni reclamos. Sin arrepentimientos ni perdones.

Ante una taza de chocolate caliente las palabras fluyen una tras otra. Se miran, se ven, se encuentran. Vuelven a ser los de antes.

De nuevo, ella se gira y me busca. Esta vez sus ojos infantiles sonríen diciendo: «Tranquila, ya lo arreglé…a mi manera».

53. Amanecía

Amanecía. El frío hurgaba en la ventana hilvanando estelas de escarcha mientras ella se agitaba bajo la pesada manta. Después de ponerse la bata, dobló su Esperanza con esmero, a su manera, y la encadenó bajo la almohada.

En la mesilla, la vela que alumbraba su foto, hacía horas que estaba consumida. Abrió el cajón para reponerla, pero no se acordó que allí se escondían la Pena y la Oscuridad, y sus ojos se cubrieron de negras lágrimas inconsolables. Para combatir el opresivo silencio que se escapó del armario, encendió la radio: La Voz iluminó su rostro por un instante, el mismo que tardó en olvidarla.

Recordó que había perdido la memoria. Comenzó a buscarla por toda la casa pero sólo halló un fantasma que le hizo compañía. Tenía hambre, pero no encontró la cocina. Sollozó con un llanto profundo y sobrecogedor. Una congoja tan extenuante le invadió que se fue a la cama apretando en su fibrosa mano el mechero y la llave que colgaban de su cuello.

Amanecía. Un calor sofocante invadía el cuarto mientras ella se agitaba sobre la ligera sábana…

En la mesita, la vela que iluminaba su foto, hacía horas que se había consumido…

52. El polaco y la frutera (Arantza Portabales Santomé)

Leo Brzeziński está enamorado de Luisa, la frutera. Y ella de Leo, desde que el año pasado él la llevó a cenar a un italiano de Malasaña. Ella aceptó porque le hacía gracia ese polaco callado que siempre caminaba con la vista fija en el suelo, dando saltos ridículos. Y porque él le dijo un día que odiaba los guisantes y ella también los odiaba.
En la cena, Leo le contó que sus abuelos habían muerto en un campo de concentración. Que sufría un trastorno compulsivo. Que estaba obsesionado con los números impares (esto se lo dijo tras besarla siete veces seguidas). Que no pisaba líneas continuas. Que nunca había tenido novia. Y que no conjugaba bien verbos irregulares. Pero esto era por lo de ser polaco, no por lo del TOC.
Después del quinto de los siete besos que le dio, ella supo que lo amaría para siempre. Te amaré a mi manera, le prometió él. Pero no pudo. Ha dejado de llamarla. Dice que por su culpa, su corazón late de forma desordenada, con latidos pares que le provocan una ansiedad infinita.
Lo que el muy idiota no sabe es que eso tampoco es por lo del TOC.

51. LA CREACIÓN, A MI MANERA (BELÉN SÁENZ)

Por más que los mirase no hallaba imagen ni semejanza. Los hombrecillos de galleta me salían requemados, se les rompía alguna piernecita, acababan con la sonrisa de azúcar glas desdibujada. Más que harta, hice una bola prieta con la receta y la encesté en la basura. Y vi que era bueno.

Probé a hornear cerditos, vaquitas, ovejitas, con pasta de almendra. No había modo de distinguir aquellos mazacotes que dejarían perplejo al mismísimo Darwin. Y al día siguiente sucedió otro tanto con los seres marinos, que modelé con masa brisa, y los animales voladores, aunque había batido las claras a punto de nieve para dar ligereza al bizcocho de ángel.

Apagué el horno, saqué la labor y me puse a tejer claveles de lino blanco, a sembrar rosetones de ganchillo en los estantes. Logré hallar sosiego hasta que empezó el aguacero. Pasó una tarde, pasó una mañana, y las aguas mezcladas con barro se colaron por debajo del umbral. Nada que una fregona empuñada con mano firme no pudiera solucionar. Ni siquiera el apagón logró sumir mi cocina en el caos y las tinieblas; no tuve más que decir: hágase la luz, y encender las velas.

El séptimo día, descansé.

50. ESA VOZ

—Encendiendo motores…

—Motores encendidos.

Aquella voz metálica aceleraba el pulso de los tripulantes de la nave, que se veían ya cumpliendo un sueño.

—Diez, nueve, ocho…

—…

El resto de la cuenta atrás ya ni se escuchó, y solo sintieron la aceleración del despegue, las vibraciones al soltar los propulsores y el cambio de la luz en el compartimento. En un suspiro ya estaban en posición frente a su objetivo, pero al fondo siempre estaba ese brillo tan tentador.

—Apertura de escotillas…

—Escotillas abiertas.

Ya estaban solos jugando entre las estrellas, como se habían prometido mucho tiempo atrás.

Quién sabe cómo, si queriendo o no, los dos astronautas perdían contacto con la nave, de la que se alejaban rumbo a la nada, pero agarrándose muy fuertemente, como si bailaran…

—Fly me to the Moon, let me play among the stars… In other words…

—Base a módulo, base a módulo. Respondan.

49. En familia (Blanca Oteiza)

Siempre he ido contra corriente, como el salmón. No me importa mojarme. En la sala de espera los minutos parecen horas. No me gusta seguir rebaños, más bien me considero la oveja negra. He viajado por todos y cada uno de los caminos. Los de asfalto y los de barro. He trabajado duro, aunque también he disfrutado de buenos momentos. Se abre la puerta, una enfermera asoma y me sonríe desapareciendo por el pasillo. Yo quiero palabras, no muecas que no me dicen nada. Quizás a veces no me haya entendido, ni haya estado de acuerdo en mi forma de actuar, pero siempre he ido con la cabeza alta y la mirada al frente. Las lágrimas quieren brotar de mis ojos, me avergüenza admitirlo. A la mente me viene el My way de Sinatra y mis labios comienzan a tararearla. El médico sale del quirófano y me pongo en pie. Las piernas me tiemblan y la garganta seca no me deja articular palabra. Ambos están bien y fuera de peligro. Es lo que quería escuchar después del accidente de ella y el bebe que lleva en su vientre. Voy a decirle que la quiero, que los quiero a los dos.

48. LIBRE

Después de tanto viaje, de un lado para otro, vivir el día a día contemplando el presente, triturando el pasado y venerando el tiempo que queda para seguir soñando.

Después de alcanzar metas, en gran parte no previstas, de romper tus propios records, que en sueños ya habías vivido.

Después de todo soy yo, el que ha trazado una trayectoria plagada de realidades. Cuando me la han querido imponer, he querido romper siempre las barreras y proseguir, con la cabeza bien alta, el viaje con nuevos retos y repleto de sueños.

47. …NO MOLESTEN (Edita)

La abuela está rara. Ya no invita a comer a sus hijos y nietos todos los domingos, ni los visita diariamente. Tampoco espera a los pequeños a la salida del colegio con besos sonoros y golosinas a escondidas. Ahora son ellos los que tienen que llamarla por teléfono.

—¿Mamá, qué tal estás?

—Muy bien, cariño.

Le extraña que no se queje como siempre.

—¿Tienes la radio puesta? Oigo una canción de fondo…

—¡Qué va! Es Sinatra en la ducha. Está pasando unos días conmigo. Maaaaiii güeeeeeiii —tararea remedando la voz—.

—¡¿Pero qué dices?!

Cuelga y contacta inmediatamente con sus hermanos a través del grupo de whatsapp: su madre desvaría, tienen que hacer algo. Los móviles arden; muchos mensajes se solapan; el diálogo a cuatro manos, imposible. Al fin, la hermana mayor logra poner orden con el emoticono adecuado, y los convoca a una reunión urgente en la casa materna.

Según van llegando, les sorprende encontrar la vivienda cerrada a cal y canto. Cada uno comprueba que su copia de la llave no funciona. Se miran desconcertados. En la puerta, pegado con esparadrapo, un típico cartel de habitación hotelera parece burlarse: POR FAVOR, …

46. OM MANI PADME HUM

La bailarina dio un delicado salto y besó el suelo con un spagat frontal. Su cuerpo se rompió y liberado por fin, un útero salió despedido aferrándose a la cara de un señor de Salamanca que por allí paseaba su aburrimiento y que pereció asfixiado.

-Papá, el diablo siempre me adivina…

Cerca, el inmenso gusano azul se movía en un compás 4 x 4. Sin perder su cadencia rítmica se acercaba a las fachadas y vomitaba gente: Primero una señora mayor, luego un joven estudiante y un guardia urbano… En sus tripas vivíamos en una ensoñación. Los vaivenes nos acunaban y pocos se resistían a la derrota.

Y entonces la arcada. Sin más fui escupido como un mal verso a la acera gris de la calle gris y la mañana gris que despertaba entre altos edificios con luz mortecina.

¡Ignora el número Pi! Anunciaba el globo.

Una profecía de combate, blindada y armada, me susurró su mensaje. Era una frase que pertenecía a una canción de Sinatra: “¿Qué es un hombre si no se tiene a sí mismo?” Escuché sin poder entender. Anhelé la iluminación, pero no mucho porque el reloj se quedó sin pila.

-Buenos días Manuel. ¿Un café como siempre?

45. RAZONES (Beto Monte Ros)

A mi manera destapo las cañerías de mi casa, no soy plomero: también he corrido la distancia de un maratón sin ser un atleta. Cantar en el bar, con mis amigos, no me convierte en Sinatra y dudo que salir cansado del trabajo, llegar al hogar, ponerme el delantal, preparar la cena y fregar los trastos me haga ser un buen marido, si sólo lo hago por una chica que me espera, acomodada en un sofá, con la boca pintada y desnuda; junto a la que, cuando termino, me duermo, abrazado a su cuerpo de hule.

44. Mamá en domingo (Mar González)

Desde que nació, Marina se queda dormida escuchando mis cuentos e historias. Al principio, mientras la arrullaba entre mis brazos, le contaba los mágicos planes para el día siguiente y la lavadora se convertía en el monstruo de la colada al que no le gustaba comer colores mezclados. Cuando fue creciendo, los duendes de las cosquillas le recorrían el cuerpo buscando un tesoro oculto. Todavía hoy vienen, de noche en noche, antes de acurrucarnos juntas en la cama con algún libro infantil con muchas ilustraciones.

De momento, las letras no importan. Confieso que le narro los cuentos a mi manera, sin princesas cursis, con ranas que prefieren seguir croando en su charca para siempre y brujas de chocolate que hacen unas pócimas riquísimas.

Cada protagonista tiene mil y una historias a las que Marina le ha empezado a sumar las suyas propias. Ayer me dijo que Caperucita es el superman del bosque y, hoy, que la bella durmiente es una mamá en domingo a la que su hija despierta con un beso.

43. TRABAJOS SUCIOS (Rafa Olivares)

—El Padrino llega esta noche —dice Salvatore–, para entonces Charlie tiene que estar liquidado y alguien tiene que hacerlo.

Todos dirigen su mirada a Rocco. Tiene bien ganado prestigio por su precisión y pulcritud en este tipo de trabajos.

—¡Porca faena! —masculla con resignación y desgana sintiéndose elegido—, pero lo haré a mi manera.

Una nube de alivio ahoga cualquier mueca de objeción. De inmediato, toma el maletín de las armas blancas, lo abre y repasa su contenido. Se decide por un puñal de mango de resina y veinte centímetros de hoja. Lo introduce por la bocamanga derecha, pegado al antebrazo que baja para comprobar que la gravedad desliza suavemente la empuñadura hasta su mano.

Sin más dilación, se dirige al lugar de cautiverio de Charlie. Entra con ademanes suaves y serenos para ganar su confianza. Le da conversación, le ofrece algo de comer y tabaco, aunque sabe que no fuma. Cuando considera llegado el momento, toma la faca y se abalanza sobre su cuello.

Cuando el Padrino llega, Charlie, rosado, en el horno, con una manzana en la boca y rodeado de patatas, brócoli y una salsa de champiñones, está casi a punto.

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