Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

ANIMALES

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en ANIMALES

Bienvenid@s a ENTC 2025 Comenzamos nuestro 15º AÑO de concurso. Este año hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores, y el 5º de este año serán LOS ANIMALES. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
días
4
1
horas
1
0
minutos
3
4
Segundos
0
1
Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de AGOSTO

Relatos

DIC107. CORNUDO RESIGNADO, de Lola García Roldán

Es matemático, desde hace, que se yo, pongamos una década, o desde el principio de los tiempos, da lo mismo…El caso es que por estas fechas, regresan a nuestras vidas, ese amigo de la infancia olvidado, o aquel que conocimos en la facultad que nos hizo la vida más agradable, o ese compañero tan simpático de un antiguo trabajo, o el vecino con labia de cuando estabas alquilado, en fin, alguien que te va a dar la coña. El asunto es que ingresan de nuevo, como quien no quiere la cosa, en nuestra cotidianidad, llegan con una varita mágica y es tan mágica que produce un cambio en nuestras parientas, Laura, Sofía, Ester, Lorena… Estaban mustias, cambian, se trasforman, se ponen tiesas , florecen, están más alegres, más guapas
Hoy al levantarme me duele la cabeza, me toco y siento dos protuberancias. Han llegado para quedarse, un cierto tiempo. Al principio duelen, luego me la repampinfla, ¡vamos , que me importa un comino!, esto es como todo, hay que acostumbrarse, así es la vida, o como dicen los franceses ¡c’est la vie!

elcircodelasmilcarcajadas.blogspot.com

DIC106. OTRO PUNTO DE VISTA, de Luis Miguel Morales Peinado

De nuevo aquí. Lo oigo. Han pasado once meses. Otra vez los villancicos, las risas, los llantos, la fiesta. La felicidad por decreto; aunque este año, por lo que les he oído, va a ser más complicado cumplirlo. Pedrito (qué ganas tengo de que, por fin, le llamen Pedro) no parará de dar vueltas alrededor del belén, colocará aquí y allá. Bueno, mejor dicho, nos descolocará…
Sí, oigo cómo gira el pomo de la puerta.
Y el árbol apagará y encenderá sus luces; ahora serán de esas… ¿cómo se llaman? De led, creo… Y le rodearán menos paquetes la noche de Reyes. Acaba de abrirla. Ya, ni Dios me salva; por más que intente esconderme debajo de todas ellas. Sus pasos se acercan. Espero que, por lo menos, hoy me toque más cerca del portal.
Ya está aquí; ha abierto la puerta del armario. Disfrutaré de mis últimos instantes de oscuridad antes de que abra la tapa. Qué bien se está en este rinconcito de la caja de zapatos, acurrucado entre los papelillos de paja. ¡La luz! Cerraré los ojos… En fin, todo sea por realizar una buena labor en estas fechas.
¡Hola, Pedrito!

DIC105. DOS FANTASMAS BASTAN, de Luisa Hurtado González

Faltaba poco para Navidad cuando llamaron a la puerta. La niña abrió y se encontró con un hombre que sólo había visto en fotos, por el que su madre había llorado demasiado. Y cerró.
-¿Quién era?
-Una equivocación.
“El fantasma de las Navidades pasadas”, añadió bajito aún con un cuento de Dickens en las manos.
Al día siguiente, más o menos a la misma hora, el timbre de la casa sonó y la pequeña volvió a abrir. A la persona que tenía delante la conocía de primera mano y sabía que tenía la mano muy larga. Sin dudarlo, le dio con la puerta en las narices.
-¿Quién era?
-¡Un vendedor, le he dicho que no queremos nada!
“El fantasma de las Navidades presentes, del que aún nos estamos curando”, musitó, acariciándose un morado del brazo.
Cuando volvió a salir el sol, la chiquilla decidió extender sus juguetes en el pasillo para ser la primera en abrir llegado el caso pero… no pasó nada. La cría pensó: “quizás el regalo es que no habrá más fantasmas, quizás las Navidades del futuro sean éstas, que estemos mamá y yo solas y que nadie nos haga daño”; “buen regalo”, añadió.

DIC104. ESTA NOCHE, CENA CON LA FAMILIA, de Mª Rosario Val Gracia (Rosy)

Mientras conduzco por la bulliciosa avenida… a riesgo de quedarme ciega por las tantas y derrochonas bombillas, voy repasando mi plan.
Repartiré besos y sonrisas a tutiplén, ¡como si me importasen esos desvirtuados festejos! Dejaré los juguetes bajo el moribundo abeto, a sabiendas que esos malcriados ya tienen demasiados. Durante la cena, esperaré paciente a que salga el bebé, entonces… los dejaré allí, secos, con sus mazapanes, cavas y turrones, sus trasnochados y disonantes villancicos.

Todo transcurre como preveía. Cada beso, sonrisa y regalo en su lugar. Sentada a la mesa, acecho la puerta, ya viene, agarro el bolso,
despacio arrastro la cremallera… de repente, el abuelo, desaforado, armado con cuchillo y tenedor repica la mesa al tiempo que vocifera:
“Pero ¡¡¡qué diantres es eso!!!, ¡¿dónde está el lechal?!”
No puedo creerlo, en una cama de barro, sobre un nido de patatas, aparece ella, verde, hermosa, redondita…
“Felicidades cariño: Col al horno con crujiente de sésamo, rellena de verduras caramelizadas al oporto con piñones y arándanos en salsa de almendras… esta Nochebuena hemos considerado que eres vegetariana”
Apenas contengo las lágrimas, emocionada saco la mano del bolso y abandono la pistola… para mejor ocasión.

http://desdemipinar.wordpress.com

DIC103. NOCHEBUENA, de Purificación Rodríguez Díaz

Recuerdo cómo te gustaba la Navidad. Era un tiempo mágico que te suspendía, por unos pocos días, en un mundo irreal lleno de risas de niños, de ilusiones, de colores alegres y de comida. Un oasis en medio de la pobreza.
¡Ah, la comida! Eras feliz cocinando aquéllos alimentos, que se convertían en auténticos manjares porque sólo se veían en nuestra casa por Nochebuena. En el angosto comedor, tú te colocabas a la cabecera de la mesa y contemplabas los ricos platos creados con tus doloridas manos.
Luego, con tu carita enmarcada por tus cabellos de plata, nos mirabas comer a papá, al nano y a mí con los ojos entornados y una sonrisa incomparable. Resplandecías, mamá.
Después, pasaste muchos años perdida en ésa enfermedad devastadora que te robó la memoria hasta que un ictus te apagó, definitivamente, una mañana de primavera. Te fuiste sin despedirte cuando, después de taparte bien porque estabas helada, te dejé descansando en un profundo sueño.
Por si la nostalgia te hiciera hoy volver de alguna forma, quiero que sepas que te espero para presidir mi mesa porque ésta noche he cocinado yo para ti, mamá.
Y no necesitaremos velas porque tú traerás la luz.

DIC102. POR ESTAS FECHAS, de Raúl Ariza

Fue una vecina la que dio el aviso, harta de oír maullar durante dos días al gato de los del segundo.
Al llegar, la Policía se encontró una penumbra espesa y ese olor dulzón que, según las novelas del género, acompaña a la muerte. Los cajones de los dos únicos dormitorios, el de matrimonio y otro más pequeño empapelado de azul con dibujos de nubes, estaban abiertos y vacíos. En el salón encontraron el televisor con niebla en la pantalla y, junto al reproductor del DVD, la carátula abierta de una conocida película de Frank Capra. Durante aquella inspección ocular un burmilla, de pelo sedoso y carita de pena, no paró de colarse por entre las piernas de los agentes, rompiendo la solemnidad del trance con el inoportuno tintineo del cascabel y un desesperante quejido.
Entre los rígidos dedos del individuo que yacía desangrado vena abajo en el sofá, una carta firmada por una tal Anabel terminaba con estas frases:
«Ya no me pegarás más. Ahí te quedas con tu gato, gilipollas… Feliz Navidad.«.
Lo primero que ordenó el sargento fue que le pusieran agua al minino, a ver si conseguían callarlo de una vez por todas.

DIC101. NAVIDAD INVISIBLE, de Marcel Gris

“Luces cálidas. Frio tras la ventana. Villancicos lejanos que llenan silencios. Un portal a punto de cobrar vida. Olor de comida haciéndose en la cocina. Risas, abrazos, comentarios que recuerdan episodios pasados. Miradas perdidas, enamoradas, desgatadas. Ilusiones ocultas bajo un tronco con barretina que llegó de la montaña. Otras, un duende barbudo las traerá. Una mesa vestida de rojo y repleta de pequeños detalles, espera a sus comensales y a las futuras manchas que la ocuparan cuando todo acabe y se apaguen las luces del hogar. Los pequeños juegan por el comedor”.
Sus lágrimas caen sobre el plato de sopa tras la aparición del educador que le recuerda dónde se encuentra. Nochebuena recluido en un centro de menores, alejado de su familia y de sus sueños. No se encuentra mal pero le encantaría estar con ellos, como otros compañeros lo están. Nunca ha podido hacerlo. No ha tenido esa oportunidad, compartir estas fechas con su familia. ¡Su jodida familia! Tira la cuchara con fuerza, se levanta arrojando la silla y marcha del comedor gritando. Tras de sí deja el silencio de niños asustados que no entienden nada, las miradas interrogantes de los educadores y el CD con los villancicos apagándose.

DIC100. SEGUNDA OPORTUNIDAD, de Nicolás Jarque Alegre

«Fum, fum, fum…», Luciano tararea el villancico que suena por la megafonía del centro comercial. Se siente libre, dichoso y, embriagado del espíritu navideño, compra una colonia francesa de mujer, una Barbie, un coche teledirigido, un jamón, su correspondiente cuchillo y un disfraz de Papá Noel. Cargado de bolsas, sale a la calle para imbuirse en el ambiente festivo, disfrutar de nuevo del sol y ser un viandante más. ¡Decidido! Realizará el trayecto hasta su casa a pie.

Delante del espejo, parece otro con esa barba postiza y el relleno debajo del traje rojo. «Jo, jo, jo», se carcajea antes de introducir los regalos en la saca. Ilusionado, se dispone a sorprenderlos. Llama al timbre de la puerta y se esconde. Es el pequeño de la casa el que abre y, en ese momento, se abalanza sobre él, lo coge en brazos y se adentra en el pasillo hasta llegar al salón. «¡Ya está aquí Santa Klaus!». La niña lo mira con la boca abierta, mientras la madre pregunta quién es, qué hace en su casa. Luciano suelta al crío, extrae el cuchillo y contesta: «Vecina, soy el hombre que necesitas y vosotros, desde esta noche, seréis mi nueva familia».

http://escribenicolasjarque.blogspot.com

DIC99. NAVIDAD, de Marta Trutxuelo García

Sonrió. ¡Por fin una Navidad en familia! ¡Y mantenía su trabajo! Cerró la puerta y ante el contable se abrió un horizonte de interrogantes: ¿Cómo era posible? ¡Si hasta le había entregado su carta de dimisión al no poder cumplir los plazos! ¿Por qué su jefe habría ampliado la fecha de entrega del informe anual? Precisamente él, el implacable directivo para el que no existían horarios, ocio, ni familia. La nube de cavilaciones se disipó cuando el contable recordó que aún debía comprar los regalos navideños antes de tomar el avión rumbo a casa. ¿Qué habría pedido este año? Abrió su maletín y buscó el sobre que le había dado su hija para echar al correo…
La luz de la oficina del final del pasillo, la última que se extinguía con la jornada laboral iluminaba aún el atardecer en la tercera planta. El director volvía a abrir la carta que le había entregado aquella mañana con gesto apesadumbrado su contable; un sobre que contenía un papelito garabateado con una ingenua caligrafía: “Sólo quiero un regalo: que mi papi venga a casa en Nochebuena. Gracias. ¡Ah! He sido muy buena. Y mi papi también”. Sonrió. ¡Por fin una Navidad en familia!

DIC98. ENCUENTROS EN LA TERCERA FASE, de Antonio Ávila Calmaestra

La mañana del día de Navidad,andaba Maruja por la Ruta del Colesterol intentando quemar las cinco mil calorías ingeridas la noche anterior,cuando presenció algo que la dejó pasmada: en el parque aledaño estaba aterrizando lo que tenía pinta de ser una olla express Magefesa.
Corrió hacia allí llegando justo a tiempo para ver cómo se abría una compuerta y de dentro salía un alienígena. Sin embargo, a Maruja, aquella pequeña criatura le pareció un bonito agaporni.
El extraterrestre sacó su pistola de protones dispuesto a fulminarla. Maruja, perpleja ante todo lo que sabía hacer aquel adorable pajarillo se sacó del mandil unas miguitas de pan…
Media hora más tarde, el «agaporni» de las galaxias estaba dentro de una jaula acompañado de un canario, una carcasa de sepia a medio picotear y alpiste, mucho alpiste.
– No te lo comas todo de golpe «cari«, no vayas a explotar, como el último… ¡Ay, qué bonico, si parece que quiere hablar!
– XRP-33 a nave nodriza. Abortamos misión de exploración previa a la invasión del planeta tierra. Una vez más hemos sido capturados por las Fuerzas Especiales Maruja. Inmolación en 3, 2, 1…

¡BOOOOUM!

DIC97. ÍTACA EN NAVIDAD, de Vicente Fernández Almazán

Mi vida de niño fue siempre ejemplar, hasta que una nochebuena, mis padres, decepcionados, me subieron a aquel maldito tiovivo. Allí, a lomos de un caballo mustio, me hicieron firmar el finiquito y me centrifugaron entre arengas y burlas. Ni que decir tiene que al rato estallé, transformado en cristales de agua y chispazos azules. Luego, todo cambió… Ahora floto en el aire, sin carga negativa ni rencor, jugando entre isobaras y ventiscas. Nunca volví a ver a mis padres, aunque no estoy solo; somos muchos. Viajamos, bulliciosos, formando edredones níveos sobre los coches, o luciendo, con orgullo geométrico, sobre la fachada del Corte Inglés. Si te fijas bien, podrás verme. A veces bajo en zigzag sin llamar la atención, salvo por un soniquete de velcro cuando caminas. Disfruto espiando parques llenos de luces navideñas. Aunque me quedo poco tiempo. Sólo hasta que vuelve esa tristeza antigua. Entonces hago malabares para no licuarme y me elevo raudo, con la esperanza envuelta entre nubes. Luego huyo sin tregua; desbocado, como un caballo sin tiovivo bajo la tormenta; y me pierdo, otra vez, buscando el camino de vuelta a casa; siempre errando en círculos.

DIC96. UNA CAJA VERDE, de Yolanda Nava

Este mes me ha enviado un dibujo acorde con estas fechas: un enorme abeto decorado con motivos navideños rojos y dorados, la estrella –su adorno favorito- está un poco torcida, sonrío al recordar cómo me apremiaba a que la subiera en mis hombros para colocarla. Al pie del árbol hay cuatro cajas enormes bellamente empaquetadas, por afuera están los nombres de cada uno de nosotros. La mía es de color verde y no puedo evitar el nudo en mi estómago: tampoco este año podré abrirla. Me dice que la guardará con las anteriores y las siguientes. “Necesitará mucho espacio para las veinte” –pienso- mientras la emoción de conservar un lugar en mi familia humedece mis ojos. Por megafonía nos llaman a cenar. Coloco el dibujo al lado del catre y me dirijo al comedor, seguro que el menú de hoy es especial, acorde con estas fechas.

microsyotrashistorias.blogspot.com.es

Nuestras publicaciones