Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

ANIMALES

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en ANIMALES

Bienvenid@s a ENTC 2025 Comenzamos nuestro 15º AÑO de concurso. Este año hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores, y el 5º de este año serán LOS ANIMALES. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de AGOSTO

Relatos

DIC83. TODO EMPEZÓ EN NOCHEBUENA, de Mar González Mena

Siempre pensó que el overbooking era una de esas cosas que les pasaba a otros. Sentada en la cafetería del aeropuerto lamentó su error. Pidió un café con sacarina y un shandwich vegetal. Recordó sus reiteradas críticas a las comidas navideñas y, por primera vez en mucho tiempo, echó de menos a su familia y se sintió realmente sola. Al filo de los cuarenta tenía más trabajo que vida, más contactos que amigos y compartía piso con un gato llamado \»Cariño\».
Estaba absorta en sus pensamientos y no le vio acercarse.
– Mal día para quedarse tirado en el aeropuerto. ¿Está libre?
Sin esperar respuesta se sentó a su lado.
– Hola, soy José
En otro momento ni siquiera le hubiera mirado, pero no pudo evitar una sonrisa antes de responder.
– Hola, yo soy María.

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DIC82. A VECES LOS REGALOS SE CUMPLEN, de Estibaliz Dilla Muñoz

Apareció por Navidad, con su maleta rosa, un gabán de cuero negro, el vestido de lentejuelas que cubría a ras su firme pompis, unas botas que ascendían un palmo por encima de la rodilla, y sus guantes de print animal haciendo juego con el bolso. Se anunció con un alegre: -¡Ya estoy aquí!- sin grandes aspavientos.
Mi suegra salió en plan Fórmula 1 de la cocina para estrecharla con un abrazo guarnecido de lágrimas de emoción. Volvía a tener en casa a la hija que hacía más de un año no veía desde que marchara a New York.
–¡Adela , ya ha llegado tu hermana!
Nos levantamos del sofá para recibirla.
– Ven cariño, te presento a mi hermana.-Adela tironeó de mi jersey para animarme a saludarla.
Dejó la maleta en el suelo y dedicándome una sonrisa magnífica me clavó una mirada felina de ojos verdes imposible de eludir.
-Encantado de conocerte cuñado- me propinó un par de besos y me hizo un guiño juguetón que me dejó temblando hasta los boxers.
-Es un placer conocerte cuñada.
No podía creerlo, por fin el Olentzero me había traído el regalo que tanto tiempo llevaba yo pidiendo año tras año.

DIC81. LA NAVIDAD Y EL PERFUME, de Luis Miguel Moreno Rodríguez

Es como una ley más de la Naturaleza: las navidades saben, o mejor, huelen a PERFUME!!!!
Entre el bombardeo mediático y comercial al que nos vemos sometidos, se encuentra el de la industria perfumera. No hay mujer que valga la pena, si no se echa unas gotas mágicas (huelan a lo que huelan), y no hay caballero que tenga más éxito que el que ha usado tal o cual “eau de toilette”.
Es la hora de comprar, regalar o recibir una o varias colonias: Colonias frescas, suaves, sensuales, juveniles, con estilo, rejuvenecedoras, sexis, elegantes, infantiles, personalizadas, exclusivas, exquisitas, extravagantes, prometedoras, de noche, de batalla, especiales, todoterrenos, revitalizadoras, terapéuticas, alegres, con encanto, señoriales, divertidas, atrevidas, clásicas, frutales, coloridas, florales, gastronómicas, impactantes, lánguidas, románticas, duras, despistadas, principescas, exitosas, modestas, nuevas, maduras, masculinas, femeninas, ambiguas…
Colonias en fin, bonitos y no tan bonitos envases que guardan ese poquito de líquido que te ha de transportar a ser todo lo que no eres, ni serás. Y que acabarán en el fondo de algún armario de cuarto de baño, ocupando un espacio que no tenemos.
O en el peor de los casos en el cubo de nuestras absurdas e inservibles, pero carísimas basuras.

DIC80. NATI Y MARIO, de Ángeles Sánchez Gandarillas

Era el primer año que Nati y Mario iban a hacerse cargo del pueblo.
Como novedad iluminaron las calles con faroles de hierro colgados sobre palos y que ardían con los restos del prensado de las aceitunas y sus pepitas; canalizaron el arroyo bajo el castillo y reconstruyeron el puente piedra a piedra. Consiguieron acomodar los utensilios y ganados en los cobertizos de artesanos, ganaderos y comerciantes dejando así las calles libres; remozaron una fuente como homenaje al preciado agua y enlosaron la placita de al lado, para que los sábados de mercado vendieran los productos con la máxima higiene. Dijeron que gustaban del barullo de la gente recorriendo los puestos de chacinería y quesos, el frus frus de los tejidos, las voces de venta… Nati y Mario también repararon bellamente las balconadas, y se notaba su entusiasmo por la colombofilia, pues aprovecharon las paredes exteriores de algunas chimeneas para colgar palomares y resguardar a sus veintisiete mensajeras.
La veintena de viviendas del pueblo lucían perfectas -aunque dejaron un desconchado- y construyeron un retrete público. Dispusieron un cobijo para los invitados, José y su esposa…
…Los niños admiraban embobados el Belén a escala de Mario y Nati; ellos sonreían.

DIC79. APARECIÓ POR NAVIDAD, de Lita Rivas Folgar

Mientras hacía limpieza en el desván, encontró la caja de cartón en la que guardaba, una vez pasadas las Navidades, las figuritas del Belén. Las extrajo una a una: María, José, Los Magos, los camellos, el buey y la mula…, pero faltaba algo…la figura más importante: “El Niño”
Era un caluroso día de octubre, así que no era problema. Ya aparecería. Pero seguía dándole vueltas a la cabeza ¿dónde podría estar? Además, aquellas figuras eran irreemplazables. Habían sido talladas, en madera de boj, por su padre, fallecido recientemente.
Rebuscó concienzudamente entre las otras cajas sin resultado. Y el tiempo empezó a correr como las hojas en alas del viento, pero el Niño seguía en paradero desconocido. Decidió comprar una nueva figurita para llenar la pérdida: un delicado niño de escayola, que ocupó el vacío en el pesebre. Desentonaba un poco entre las demás figuras, pero era una solución.
Y entonces; en Navidad, el Belén recuperó a su protagonista: El desaparecido Niño Jesús de boj, apareció plácidamente colocado en su lugar, con una nota que decía: Mami, te devuelvo al Niño. Lo cogí cuando el abuelo marchó. Esperaba que volviera para hacer otro.

DIC78. SOLILOQUIO NAVIDEÑO, de Manu Garpe

No maldigo la Navidad porque sí, solo que hoy es lunes veinticuatro de diciembre y sigo sin saber nada de ti. Inmerso en una catarsis febril, escribo bajo el aire acondicionado, en pleno diciembre, con un gramo de paracetamol en digestión, sintiendo el acompasado ritmo de mi músculo torácico y entregado por completo al consecuente delirio. Tampoco odio a mi familia, es solo que no estoy acostumbrado a verlos durante tanto tiempo y desde ayer convivo con okupas. Su compañía acentúa mi incompatibilidad familiar profundizando aún más si cabe mi sensación de desarraigo. Y no es que me acongoje esa sensación, porque desentendido desde hace tiempo de todo sentido de la responsabilidad, al menos puedo agradecerle a la jodida Navidad que me recuerde todo lo que aborrezco. Tampoco es que sea un proscrito social, es tan solo que ya hay demasiado sentimiento artificial para andar amando sin conocimiento, así que prefiero abrazar la soledad. Bajo esta perspectiva solo necesito dos cosas: la última foto que te tomé desnuda, sin que tú lo supieras, y un bourbon con hielo. Al mirar la foto creo recordar que la cámara con la que la tomé fue un regalo tuyo por Navidad.

DIC77. MÁS ALLÁ DE LA NAVIDAD, de Héctor Hernández

Sería la última cena de navidad que celebrarían juntos. Luego de siete años de remar a contracorriente, los padres de Ana decidieron disolver su matrimonio. Las manías y ligerezas de su madre no lograron encontrar cabida en la personificación del orden que era su padre. Que si la señora no sabía combinar el labial con los zapatos, que si quedar a las seis para merendar significaba llegar a esa hora y no veinte o hasta cuarenta minutos después. Ana, estoica, lo soportaba todo desde su recámara, donde las historias que leía por horas con embeleso le permitían refugiarse de su realidad en la que una cucharada de azúcar de más en el café era motivo de reprensión y en donde rara vez su madre la tomaba en cuenta. Cenaron en silencio y al terminar Ana se excusó. Cuando acabo de leer las últimas páginas de aquella historia que comenzara la noche anterior, se sintió profundamente feliz. Del otro lado del libro que sostenía entre sus manos también había una niña como ella, con una historia similar. Antes del desenlace, aquella niña fue capaz de cambiar el punto y final por puntos suspensivos y una esperanzadora página en blanco.

DIC76. ESPÍRITU DE NAVIDAD, de Alfred Comerma Prat

Como cada noche del mes de diciembre, encendió la calefacción al llegar a casa, sólo que esa noche en concreto, no respondió a sus requerimientos.
Se volvió a poner la chaqueta, el gorro, la bufanda y se dispuso a salir de casa.
En la calle se percató, que las farolas de alumbrado estaban a media luz y los escaparates de las tiendas a oscuras, la gente andaba apresurada y los coches ante la falta de semáforos se desgañitaban a bocinazos, atrapados en los cruces.
Vio una pareja de andar cansino, ella recostándose en él, en avanzado estado de gestación, en circunstancias normales, no les hubiera hecho el más mínimo caso, no solía perder el tiempo observando a sus congéneres.
Pero recordó esas caras, eran clientes de la sucursal bancaria, en la cual era el director, al no pagar sus cuotas de la hipoteca, tuvo que realizar los trámites para el desahucio, dada su eficacia lo resolvió rápidamente.
En esto sintió un pinchazo agudo, un dolor en el brazo, y una pérdida de conciencia que le dejo tumbado en el suelo.

http://alfredcomermaprat.blogspot.com.es/

DIC75. EL APÓSTATA, de Eduardo Iáñez

El anciano, de nariz gruesa y prominente, gesticula incansable frente otro hombre de avanzada edad y aire patriarcal, objeto al parecer de airadas palabras que soporta en silencio con una mirada entre comprensiva y recriminatoria. La firmeza del tono del
discurso ha concitado a un buen número de curiosos. Rodean instintivamente al
venerable señor de larga perilla y guedejas rizadas, y cuando el primero concluye su alegato, se vuelven hacia aquél, esperando sin duda una respuesta. Aunque nadie parece sentirlo, hace frío y una espesa capa blanca cubre el lugar.
—No quiero volver a discutir el asunto… —logra comenzar; pero el anciano se reserva aún una última andanada.
—Pero ¿es que no lo ves? —le espeta—. ¿Acaso no quieres comprender que nada tengo yo que ver —dice mientras apunta con su bastón a cada uno de ellos— con tu escuálido Oliver y tu pusilánime Pip, con tu sensato Copperfield y tu vitalista Pickwick…?
—Me veo en la obligación de repetírtelo —insiste el caballero con una franca sonrisa—: si quieres entrar al Parnaso, deberá ser junto al resto de tus hermanos.
—¡Paparruchas, Charles! —brama Scrooge volviéndole la espalda, mientras Uriah Heep no logra contener una lágrima de admiración.

DIC74. AQUELLAS NAVIDADES, de Luis Molina

La imagen me sobrecoge, la familia reunida alrededor del árbol, la mesa servida y los regalos esperando la hora de ser abiertos.
Cierro los ojos y mi mente se retrotrae al pasado, la vidriera repleta de juguetes, desde la calle sólo quedaba mirarlos, eran inalcanzables para el magro ingreso de mi madre, miraba arrobado aquellos que nunca podrían ser míos, luego regresar soñando que algún día quizás…
Pasar por casa de amigos donde veía largas mesas repletas de delicias, con música y algarabía. Entrar a casa donde dos platos en la mesa me esperan junto a ella que me mira con una sonrisa, no hace falta más. Comemos en silencio…
Suenan campanas anunciando las doce, tras un beso me da un pequeño paquetito, un autito rojo ilumina mi rostro, un abrazo y un beso…
-¡Papá!
Abro los ojos, mi hija me acerca una copa mostrándome el reloj, comienzan a sonar campanadas entre besos, abrazos y saludos.
En un rincón donde sólo yo lo veo, aquel niño me mira sonriendo mientras se encoge de hombros, han pasado tantos años…

www.luismolin.blogspot.com

DIC73. QUERIDA HELEN, de Ander Balzategi Juldain

Arrinconada en el buzón, encajada entre extractos de bancos y folletos publicitarios encontré un sobre desvencijado, con franjas azules, blancas y rojas recorriendo su contorno. Su sola visión produjo un aleteo en mis entrañas, los sellos americanos, el «Air Mail» intercalado, la tinta del franqueo. Y luego esa sinuosa caracola, casi exagerada, desplegando la hache de Helen. En seguida lo supe, no hacía falta remitente.
Cinco años después, cuando la lengua de los vientos había sofocado mi ardor y las cicatrices de tus heridas yacían soterradas entre nuevas caricias, justo en las navidades en las que iba a nacer mi hija, aparecías tú. Se me atragantó la respiración. Vi la fecha en el franqueo, nunca te olvidaste te mí. ¿Qué vericuetos de la fortuna habían retenido tu carta? No había suegra malvada, ni elipsis con sentido. ¿Podía un simple error burocrático o la desgana de un funcionario desvanecer nuestro amor? No, me dije gritando en el portal de mi casa, nunca lo permitiremos. Temblando, abrí el sobre. Era tu letra. En seguida leí, «será mejor que cada uno sigamos nuestro camino«, el resto se disipó. Tiré la carta, mis manos entrelazaron mi vientre y juro que noté un suspiro.

DIC72. SUPER NAVIDAD, de María Sergia Martín (Towanda)

Hoy hemos bajado los cuatro al súper. Recuerdo, cuando eran más chiquitines, cuánto les divertía llenar el carrito…
Ahora bajamos Samu o yo, solos, aprovechando las horas de mayor aglomeración.
Al padre y al niño les gusta la Navidad; sobre todo por los dulces. Malena y servidora somos más de salaos, así que nos hemos distribuido las secciones. Había degustaciones de ibéricos, patés y mariscos, por lo que nuestro desfile frente a las promotoras ha sido incesante, tanto que nos lanzaban miradas amenazadoras. Pero ¿qué diantres me importan?

Mi hombrecito no ha parado de reír con la boca atiborrada de polvorones. No voy a olvidar ese pícaro gesto al esconderse varias bolsitas de turrón cortado en su cazadora, ni el guiño de su padre consintiendo emocionado. Hace mucho que no les veía tan felices. Creo que hasta ha vuelto el color a sus mejillas.
Esta madrugada decidí que, nada ni nadie, nos iba a arrebatar estos días. Estamos juntos…es Nochebuena… Basta de llantos, números, ajustes y culpas porque hoy es día para sonreírles. Se lo merecen, Samu, lo merecemos todos, y no vamos a permitir que nos roben también las ilusiones de nuestros hijos. ¿Y mañana?, preguntas… Mañana Dios dirá.

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