Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

ANIMALES

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en ANIMALES

Bienvenid@s a ENTC 2025 Comenzamos nuestro 15º AÑO de concurso. Este año hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores, y el 5º de este año serán LOS ANIMALES. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
días
4
2
horas
1
4
minutos
4
3
Segundos
0
0
Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de AGOSTO

Relatos

OCT54. LA SONRISA DE JULIA, de Asunción Buendía Hervás (Asun)

Julia estaba esperando a que el semáforo se pusiera verde para los peatones, y en la espera pensaba. Últimamente pensaba muy a menudo lo mismo. Que ya no era joven, que había vivido intensamente todas las etapas de la vida, infancia feliz, adolescencia atormentada, juventud con amor y boda. Hijos sanos e independientes. Trabajaba con relativo éxito, y tenía cierta estabilidad económica. Así en esos tiempos muertos de espera, en los semáforos, o viendo pasar estaciones de metro, o simplemente cuando comía en silencio escuchando las noticias, en estos paréntesis vacíos pensaba: si me ocurriera algo y muriera no me importaría. Sus allegados la llorarían un poco, pero podrían seguir adelante con su vida.
Se preguntaba si era una suicida, pero sabía que no, ella no haría eso, pero si ocurriera algo…
El semáforo cambió, y se dispuso a cruzar. Pero se equivocó, había visto mal y aún seguía parpadeando en ámbar. El impacto fue impresionante. Julia no tuvo tiempo de comprender lo que pasaba, y su cuerpo quedó tendido varios metros más allá. Lesiones incompatibles con la vida, dirían mas tarde.
Sin embargo se adivinaba un inicio de sonrisa en sus labios.

OCT53. EL CARTERO SIEMPRE LLAMA UNA VEZ, de María del Carmen Guzmán Ortega

El cartero llegaba todos los días con una carta urgente en la mano. El texto era siempre el mismo: “Ha llegado su hora. Firmado: La Muerte”. Yo, como es natural, me sentía acosada y esperando en cualquier momento una desgracia, pero como pasaban los días y no me ocurría nada, empecé a tomarlo como una broma pesada.
Hasta que una tarde, al salir de casa, vi al mismo cartero que salía de la puerta de mi vecino.
––¿No hay carta para mí?––le pregunté.
––No––me respondió con sorna––.Yo sólo llamo una vez.
Y se marchó a toda prisa.
Como la puerta de mi vecino estaba abierta, entré y lo vi sobre la alfombra, muerto. A su lado una carta decía: «Ha llegado tu hora«… y entendí el error. Mi carta decía SU y no TU.
Lo sentí por él, pero me alegré por mí

OCT52. EL BOTICARIO, de Begoña Heredia

No puedo evitarlo, al fin y al cabo, antes o después todos hemos de morir. La semana pasada fue Doña Elvira, la anterior su marido, ayer le tocó a Jacinto . Como siempre lo tengo todo preparado. Temprano por la mañana, después del pulcro afeitado, rocío mí cara con loción y tras ponerme como otras veces el traje de los domingos, despacio recorro la calle. Se oyen los llantos desde fuera. Dentro, la acostumbrada escena. Al hombre, ya frio, le rodean los parientes cercanos, vecinos y las mujeres contratadas. Las velas ahúman, ahogando el olor nauseabundo del cuerpo, que se mezcla con el aroma a canela de los bizcochos. Me quedo en el umbral de la puerta y desde allí la miro; está preciosa cuando llora. Es del pueblo de al lado, solo la veo cuando las campanas tocan a muerto y eso me basta. Pero hoy su llanto es diferente, no es un lamento pagado ni fingido. Sintiendo el mordisco de los celos me dirijo a la botica. De la trastienda cojo uno de los habituales frascos y lo destapo sabiendo que mañana, entre las velas y el olor de los bizcochos, ella solo derramará sus lagrimas por mí.

OCT51. ESA NIÑA DE ROSTRO SERIO, de Ana Tomas Garcia

Esa niña de rostro serio y ceniciento, de mirada profunda como el infierno y cabello negro como los cuervos. La que se columpia en aquella rama con lianas hechas de cabellos de niños muertos, susurra una tétrica nana llamándome a su encuentro.
Corro a cerrar las ventanas, las cortinas y hago que no le veo, pero el viento maldito por entre las rendijas me cuela sus lamentos.
No teme al frío ni al hielo, sus pies descalzos nunca tocan el suelo. Por los espejos enmarcados de mi cuarto se refleja invisible su espectro.
Que se me escapa la vida es cierto, por el hueco de la chimenea se va huyendo mi último aliento, pero antes de cerrar los ojos, como si de una burla macabra hiciera el intento, me coge de la mano la dichosa niña del infierno, sacudiéndome con mi último estertor el miedo.
Ya no hay nada, por un camino silencioso de tinieblas me lleva la chiquilla de la mano a un lugar incierto, dejando mi cuerpo en una tumba de un jardín lleno de losas, sudarios y restos, guardándose mi pobre alma en su regocijo como uno más de sus preciados trofeos.

OCT50. CITA CON LA MUERTE, de Marga González Acinas

De todas las citas, reuniones, fiestas, comisiones, ceremonias, etc… a las que acudiré en el futuro, hay una a la que asistiré ocurra lo que ocurra.
No hay principio de incertidumbre alguno, no hay ninguna circunstancia que pueda adelantarla o posponerla. Llegaré puntual como un clavo y ella estará allí esperando con los brazos abiertos.
Mientras tanto ella, indolente, da cuerda a mi reloj y yo me esfuerzo por exprimir los minutos.
Ella piensa “todo se andará” y yo pienso “cada cosa a su tiempo”.
Le doy la espalda, inconsciente, sabiendo que hoy gano yo pero que llegará el día en que se salga con la suya.

OCT48. EL CIELO, de Josefa Reche

Sus ojos no habían visto nunca algo tan hermoso; un cielo más azul, una inmensidad más apabullante. Se sentía realizado. Estaba totalmente embriagado de satisfacción y serenidad. Se acordó de su mujer, de su hija, de su primer amor, de sus travesuras de crío, hasta de la canción que tarareaba su madre mientras hacía la comida. Todas las sensaciones y recuerdos eran nítidos en ese paraíso. Su mente estaba más clara. Sus sentidos más receptivos. Unas palabras del sherpa le sacaron momentáneamente del éxtasis:
-Tenemos que bajar ya.
Sin fuerzas, sin oxígeno, con un edema pulmonar y setenta y cuatro años a sus espaldas; no había abajo para él:
-Adiós amigo.

OCT47. INFIERNO, de Alejandro Pozo (Epífisis)

Huele a azufre.
En el extremo de la larga sala, en una esquina, tres biombos delimitan un espacio donde se encuentra una cama y en ella un bulto se revuelve en las sábanas.
Cada vez que lo hace, parte de su carne queda pegada a ellas y el olor que desprende enmascara el de los vapores sulfurosos.
Las lámparas incandescentes provocan sombras en el techo alto y al mirar sus pies, divisa dos ojillos rojizos nerviosos que desaparecen bajo la sábana. No sentía dolor, pero si un asco que hacía que intentara ahuyentarla.
Se subió a su cuerpo y al rato apareció por el embozo, con el hocico con restos de sangre y coágulos. Movía la cabeza compulsivamente, la nariz medio desprendida iba de un lado al otro, cuando en un movimiento raudo, la cazó al vuelo y saltó al suelo desapareciendo.
Le dijeron – Ve a Fontilles, te encantará, no querrás volver – recordó los años de tratamiento con termocauterios y galvanocauterios, el olor a su carne chamuscada, la pérdida progresiva de sus dedos, sus tumoraciones abiertas.
Por fin, cree llegada la hora, cierra los ojos y descansa.
Un ruido estridente de los biombos metálicos y despierta, otro día más.

ARANTXA EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS…

Volvemos a sacar nuestro medallón a pasear con la ocasión del fallo semanal del espacio radiofónico Wonderland de Radio Nacional.
Nuestra más sincera enhorabuena a 
ARANTXA PORTABALES
que ha ganado el concurso y se ha permitido el lujo, además, de ser finalista
¿No lo crees?
Mira los detalles y lee los relatos en su BLOG
¡¡¡Enhorabuena!!!

OCT46. COSAS DE LA GUERRA, de Sandra Monteverde Ghuisolfi

La guerra es una putada por donde la mires, pero cuando llegas al frente de combate, te percatas de inmediato de que salvo una fortuita descoordinación de horarios con la parca, tienes indefectiblemente una cita con la muerte. Hasta ese momento, el mayor problema en una contienda es el exceso de ocio. A las tres semanas ya lo has probado todo y si no estás matando, evitando que te maten o practicando para matar, te aburres como una ostra.
El capitán de mi unidad, hombre medianamente ilustrado y con algunos conocimientos médicos, ideó unas conferencias educativas, orientativas y de apoyo buscando atenuar el tedio. Dado que mis compañeros las calificaban de eclécticas, un martes a la tarde me presenté en la sala auditorio, dispuesto a satisfacer mi curiosidad. Quedé perplejo al leer el título de la charla de ese día: “Peligros de la halitosis en el combate cuerpo a cuerpo”

OCT45. LA ACAMPADA, de Rubén Gozalo

Mamá y su nuevo amigo se quieren mucho, me informa mi hijo al subirse al coche. Desde el divorcio apenas le veo, exceptuando algún que otro fin de semana. Ya casi no pasamos ni un momento juntos. Aborrezco a mi ex por todo el dolor y el sufrimiento que me causó. Durante años se estuvo acostando con mi mejor amigo. Y encima el juez le dio la razón y le concedió la custodia de Alberto.
—Nos vamos de acampada, cariño. Papá tiene todo el fin de semana libre. ¡Lo vamos a pasar genial! ¡Ya lo verás!
—¡Qué bien! —masculla entre dientes mi hijo de seis años con su angelical rostro que se proyecta en el espejo retrovisor.
Arranco el automóvil y, al pisar el acelerador, las ruedas dejan en el asfalto una estela de goma. En el maletero llevo lo imprescindible: la tienda de campaña, las cantimploras, el pico, la pala y medio saco de cal. El hombre del Telediario ha dicho que va a hacer buen tiempo.

OCT44. NOTA INFORMATIVA , de Aurora Royo

Soy consciente de que, en la ya remota fecha de primeros del año 2013, quedé comprometida a escribir en el presente mes un relato con el contenido “cita con la muerte”, para habitual deleite de propios y ajenos (me encanta esta expresión).

Sin embargo, no me apena confesaros que ¡me da una pereza!. Es que yo, que de natural soy alegre y optimista, prefiero tener una “cita con la vida”. Ya sabréis comprenderme.

Nuestras publicaciones