Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

BLANCO Y NEGRO

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en BLANCO Y NEGRO

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán relatos que desarrollen el concepto BLANCO Y NEGRO. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE DICIEMBRE

Relatos

AL FINAL ESTÁ LA LUZ…

Este mes tenemos una cita muy especial, nos hemos propuesto que una de las invitadas a esta fiesta mensual no sea de esos personajes que nos gusta ver aparecer, pero que es todo un clásico en cualquier tipo de género. La muerte es un referente tan potente, su trascendencia y su capacidad de transformación convierte el hecho en una magnífica herramienta que nos termina sorprendiendo, molestando, aliviando… 
Es un buen mes para trabajar con el genero del suspense o el policiaco, para el apunte histórico, el relato de aventuras y también cabe el del terror o su versIón extrema del surrealismo o el humor ácido… 
Para este mes tan particular tenemos una ilustradora única, con uno de esos estilos y universos tan personales que es fácil reconocer una obra suya a distancia. Gracias Sara Lew por mostrarnos esa luz al final del túnel, haremos todo lo posible porque nos ilumine cada día.
Lo hicimos con toda la intención, el último día de este mes estaremos muy cerca de esa «cita con la muerte» que se convoca cada 1 de noviembre… Será la señal de haberse salvado… 
¡¡¡Salud y suerte para tod@s!!!

RELATOS DE LA KEDADA… ADIVINA ADIVINANZA…

Para que puedas llevar a cabo el mismo juego que hicimos en Bilbao hemos publicado los 14 relatos que fueron presentados, volaron por los aires en globo y fueron a parar a manos  y voces ajenas…
En unos días incluiremos sus autores, pero hasta entonces os dejamos que os divirtáis poniéndole un autor a cada relato… En el listado de autores se encuentran 
ASUN GÁRATE, MARIA ELEJOSTE, PALOMA CASADO, JESÚS REDONDO, LINES SÁNCHEZ, SUSANA REVUELTA, ESTI DILLA, GINETTE GILART, AURORA ROYO, BEGOÑA HEREDIA, IGNACIO URANGA, ESTHER CUESTA, KISTILA CLERET Y JAMS
En Bilbao ganó Ginette que consiguió acertar en 4 ocasiones

14. CITA EN EL MUSEO, de Esti Dilla

Puedo sentir como su mirada sigue mi trayectoria cuando atravieso la estancia. Noto sus ojos marrones y cálidos posándose en mi nuca. Me doy la vuelta y la observo. Desnuda, serena, adueñándose de la pose de la maja desnuda, reclinada sobre el diván azul, acomoda su cabeza en el cojín asalmonado. Sostengo su mirar eterno en mis pupilas, sus ojos me preguntan ¿Por qué? Entonces desarmado y sin respuesta aparto del lienzo la vista y rompo en un sollozo afligido y silencioso.

Ya han pasado seis meses desde la última vez que contemplé sus ojos reales en esta misma habitación. Aquí la conocí, fue nuestra primera cita en el museo. En esta sala del siglo XXI fue donde comencé a dar forma a su idea vanidosa de plasmar su juventud en un cuadro para que la recordara siempre hermosa. Tarea que realizo sin esfuerzo el primer jueves de cada mes, el mismo día de la semana en que se me escapó su libertad como un pájaro con sus treinta y ocho primaveras.

13. CITA EN EL MUSEO, de Asun Gárate

Ella está delante del Museo, al lado de Puppy. Lleva puesto un vestido de florecitas de los mismos colores que el enorme terrier y permanece tan quieta que parece formar parte de la escultura. A sus espaldas se eleva, curvándose y retorciéndose, el cuerpo hecho de escamas de titanio del Museo. Y en el cielo azul hay nubes, hinchadas y blancas como velas.
La imagen es bellísima, podría tratarse del spot publicitario de un perfume. Pero la realidad es otra. Esa mujer es mi mujer y tiene una cita con alguien. A quien aguarda mordisqueándose los labios, con ese gesto ansioso que siempre me gustó y que ahora me desespera.
Quisiera ir a su encuentro y fingir que no la he seguido desde que salió de casa. Y dejar que continúe mintiéndome. Y llevármela de allí antes de que sea demasiado tarde.
Sin embargo, ya se ha acercado a ella un desconocido. Se abrazan y se dan un beso lento y ensimismado que obliga a varios turistas a esperar con la cámara en vilo. Alguno sonríe e inmortaliza su beso junto a Puppy.
No necesito ver más. Desciendo por la triste escalinata y tiro mi alianza a la ría.

12. CITA EN EL MUSEO, de Ignacio Uranga

De niño desconfiaba de las armas contenidas tras sus vitrinas; ahora trabajo en el museo. Aquí tengo un sillón en un despacho, una cita con un hombre aún sin derechos, y una mala noticia que darle.

Vivíamos en una casa de paredes de ladrillo y goteras en invierno; demasiado pequeña para mi madre y sus hijos. En la plaza había una mayor: de tres plantas, muros de piedra, balcones con tiestos de arcilla y, sobre el tejado, un gallo de metal negro que luchaba con el viento.

Archivo documentos viejos que permanecían ocultos desde la guerra. Dicen que esos papeles explican demasiadas cosas. Yo cuento con permiso, y leo lo que para otros sigue prohibido.

En verano regreso al pueblo. Derrumbaron la casa pequeña; la grande continúa erguida. Visito la tumba fuera de la tapia del cementerio. De camino cruzó la plaza, pero no miro al gallo negro. En el metal de la veleta quedó grabado el nombre de mi padre; el verdadero dueño de las tres plantas de abajo.

El hombre aún sin derechos abre la puerta del despacho. Su solicitud denegada descansa sobre mi mesa. Me pregunta cuándo podrá leer los documentos viejos.

11. CITA EN EL MUSEO, de Aurora Royo

Nunca espabilaré. Cuando mi amiga me dijo que había quedado con ese chico de internet, ya me pareció mala idea. Lo de internet me da yuyu.

Tenía que haberle mandado a la porra cuando me pidió el coche. Pues si quiere ir a Bilbao, encima al Gujenjein, o como se diga, que ha quedado allí, mira que es peliculera, que pille el bus. Total, desde el pueblo, una hora. Tampoco tiene que madrugar, ha quedado a la una. Puede hasta trasnochar el viernes. Y con un poco de suerte, pilla con uno del barrio y se olvida del bilbaino, que llevará la txapela a rosca, fijo, como los del pueblo. Pero como es de capital… esta tía…

Ahora va y me llama, la muy torpe. Que en realidad no era un chico sino varios, resulta que se ha metido a “escritora” y ha quedado con unos de un blog para comer y ha pillado un pedo del quince. Mira como escribe, la tía, con tintorro. Ahora me toca coger el bus e irme hasta allí, si quiero recuperar mi coche.

He quedado con ella en el Museo, el de Bellas Artes. Por lo menos, se cómo se escribe. Menudo planazo.

10. CITA EN EL MUSEO, de Juan Morán (JAMS)

CÓMO VES-ARTE

Sin conocerse, coincidieron en la sala 56 del Prado contemplando la misma obra: la tabla central del tríptico donde El Bosco les mostraba El Jardín de las Delicias.

-El placer es una búsqueda que la razón no entiende -comentó él sin apartar la vista de un grupo de personajes atrapados por la lujuria.

-Y acabamos confundiéndolo con el amor – respondió ella-; nos sorprende y nos cautiva por los sentidos, pero solo a veces llega a tocar lo profundo del alma.

Intercambiaron su punto de visión, y la conversación visitó lugares comunes hasta llevarlos a una cafetería cercana. Allí se miraron a los ojos por primera vez. Varias coincidencias en su biografía y la luz amable de la tarde les empujó DE a cenar juntos. Compartieron boloñesa, helado de canela y pastel de crema con chocolate caliente. Alargaron la aventura hasta una pensión del centro donde saciaron al caprichoso deseo. Al amanecer, ella abandono la escena en silencio y él desapareció definitivamente.

Unos meses después el destino y una exposición sobre la vanguardia rusa contemporánea volvió a reunirles casualmente en el Thyssen. Ambos se presintieron delante de un bodegón cubista titulado Naturaleza Muerta, de Alexandra Ekster. No se atrevieron a mirarse.

9. CITA EN EL MUSEO, de Jesús Redondo

Museos hogar de las Musas.

Museos, gineceos de las musas, donde pesan igual cetros y cayados.
¡Aquellas musas del Parnaso!:
Calíope de la épica, Clío de las epopeyas, Erato de la lírica, Euterpe de las flautas, Melpóneme de la tragedia, Polimia de los himnos, Talía de la bucólica, Terpsícore de la danza, Urania de las ciencias…
—Pero, ¿dónde estabas tú, musa de la pintura?
—Te inventaron los pintores en cada mujer modelo.
Tantas horas de contemplación, tantos soles reflejados y partidos por sus cabellos, acabaron, muchas veces, nublando el seso del artista.
Joanna Hifferman, musa irlandesa del pintor James Whistler a quien con su hermosura, inteligencia y simpatía sedujo, también atrapó a Courbert. Sus atezados cabellos lo hechizaron. Ya altiva, ya sensual, reposa sugerente en sus obras.
Solo una vez no pintó su rostro, o si lo pintó luego lo cercenó.
En el Museo de Orsay de París expuesta intermitentemente, en pos de la moral imperante en cada tiempo, la tenéis. Su lúbrica indolencia escandaliza a algunos, aunque a todos vigoriza.
Su cobrizo vello vela el “origen del mundo”.
Perdido en un olvidado almacén, un escorzo de rostro de cabellos color castaño, buscó durante años su perdido cuerpo.

—Parece que hoy, ya lo ha encontrado.

8.CITA EN EL MUSEO, de Begoña Heredia

No se conocían ni siquiera de otra vida, como solía bromear Joaquín. Aunque desde hace un tiempo ,coincidían vigilando el museo cuando los visitantes abandonaban sus pasillos y el silencio invadía las salas. El horario nocturno, a los tres les resultaba inmensamente aburrido. En uno de sus encuentros, Francisco propuso convertir la noche en una divertida velada. Al dar las doce fue él quien dio el primer paso; frente al cuadro de Las Meninas, alzó un pincel, y convirtió a Margarita de Austria en una fiel servidora, cambiando los papeles entre ella y sus camareras. La respuesta fue rápida y Diego, con firme decisión ,dio a los chicos de la playa unas compañeras, no podía ser que los chiquillos estuvieran faltos de compañía femenina para jugar con las olas. Joaquín sin ser menos en aquella nocturna travesura, recogió el pincel y convirtió las bayonetas del fusilamiento del tres de mayo en guirnaldas de claveles. Tras las risas por este gesto tan pacifista, firmaron sobre las autenticas rúbricas, las obras modificadas. Así Las Meninas pasaron a ser de Goya y sucesivamente Velázquez, y Sorolla dejaron constancia de quien vigilaba el Prado.

7. CITA EN EL MUSEO, de Esther Cuesta

Coincidieron en una gran exposición y ya no pudieron apartar sus miradas. No hicieron falta palabras, permanecer juntos fue suficiente. Los que les veían, notaban algo diferente, «han cambiado la luz», decían unos, «se ven radiantes», comentaban otros, y así pasaron los días.
Una tarde llegaron sin previo aviso. El contemplo’ atónito la escena, «la descolgaban, se la llevaban». No pudieron hacer nada por evitarlo. En el último instante, sus pensamientos se cruzaron, «nos veremos de nuevo, aquí mismo, o en otra pared».

6. CITA EN EL MUSEO, Christine Cleret de Langavant

Al final de la hora de Historia se me acercó el guapetón de la clase. Haciéndome alabanzas me propuso encontrarnos en el Prado para que le ayudase a preparar el examen sobre la pintura del XVI… también me insinuó que después le gustaría compartir conmigo otro “prado” y “otras bellezas”…

Llegué a la hora prevista… llamó diciendo que le había surgido un imprevisto… la verdad es que me daba igual: hacía mis apuntes y disfrutaba.
En un momento dado, vi que Paula, la empollona de la clase, estaba sentada en una de las banquetas llorando… me acerqué… descargó su corazón…
¡El muy cabrón la había dado cita como a mí utilizando los mismos argumentos! …Pero la pobre estaba “colada” por él…
En un relámpago me asalto la duda de si Estela, que también andaba por la sala, estaba por la misma razón… las tres reunidas comprobamos cuan inocentes éramos…

El día del examen oral, el guaperas espetó confiado:
“El Greco, seudónimo de El Bosco, pintaba con colores muy vivos, mujerzuelas, chihuahuas y naufragios”…
Toda la clase estalló en carcajadas…

…Entre risas habíamos urdido nuestra venganza, sabiendo que el muy tonto no comprobaría nuestros apuntes…

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