Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

ANIMALES

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en ANIMALES

Bienvenid@s a ENTC 2025 Comenzamos nuestro 15º AÑO de concurso. Este año hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores, y el 5º de este año serán LOS ANIMALES. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de AGOSTO

Relatos

AGO44. ARICIA MORRONENSIS, de María Sergia Martín (Towanda )

Él escudriñaba cabañuelas, recostado y absorto, cuando la vio aparecer. Morena y regia, su anatomía simulaba una figura de vidrio y le confería un aspecto de extrema fragilidad. Jamás había contemplado algo tan hermoso. Se incorporó embelesado siguiendo con la vista sus gráciles y armonizados movimientos, que interpretó como una danza de intencionada seducción. La siguió con la mirada y sintió que la deseaba…
Ella había salido, como hacía cada mañana, cuando topó con unos ojos azules que observaban el cielo. Quedó fascinada y, por un momento, creyó que un pedazo de firmamento había anidado en las cuencas de ese hombre reclinado en la hierba, entre redes y cachivaches.
Sus miradas se acercaron acrecentando en él el deseo por poseerla.
El hombre se aproximó y ella se sintió aturdida cuando los vapores del narcótico, impregnado en algodón, comenzaron a emanar su efecto. Notó que se le iba la vida al descubrir el alfiler alojado, de un certero pinchazo, en su abdomen. Supo que sus majestuosas alas no serían suficientes para huir de su captor, como también fue consciente de que sería clasificada; catalogada con latinajos y exhibida como un trofeo más en una urna de cristal colgada de cualquier pared.

AGO43. ETIQUETAS, de Sara Lew

Te desperezas despacio. Desentumeces las piernas. Estiras los brazos hacia arriba como queriendo llegar a ese techo blanco y redondo que, efectivamente, tocas. No eres gigante, no, aunque la estrechez de tu encierro así te lo sugiera. Tampoco eres un insecto dentro de un frasco diminuto —pálpate bien: tienes nariz, boca, dos orejas y dos ojos, algunos pelos y, además, piensas— si bien las paredes cilíndricas y transparentes con las que te chocas te llevan a esa idea ridícula, que enseguida descartas por otra no menos absurda, pero más conveniente. “Es solo un sueño” te repites una y otra vez mientras miras a tu alrededor con espanto. El yonqui de los tatuajes, la tía buena del bar, el vecino gay, el banquero gorrón, el negrito del locutorio… todos ellos están también ahí, catalogados en la estantería.

AGO42. LA PRUEBA FINAL, de Raquel Ruiz-Moreno

El momento había llegado y con él, el útimo tormento. Sin vuelta atrás, sólo quedaba proseguir con aquella sádica prueba. Mi sudor estaba a punto de delatar mi terror, pero mi verdugo no podía saberlo. Fingí calma cuando se acercó hacia mí con una caja en sus manos y una sonrisa sardónica en sus labios. “Cerdo perturbado”, pensé, pues conocía bien su contenido. En ella, miles de insectos se amontonaban con el fin de torturarme. Y aquél psicópata sería el encargado de procurarme tal dolor.
“Adelante”, ordenó. Obedecí, introduciendo la mano en la caja. Aun sintiéndome desfallecer, agarré el primer bicho que encontré y lo saqué. Miré su caparazón negro y las patitas que, con ansia, querían liberarse de mi mano. “Es una Blatta orientalis”, dije, con el rostro pálido y controlando una arcada. “Correcto, hijo!” dijo el depravado, sonriendo con júbilo. Y con tal rapidez finalizó mi suplicio y la demostración de que era un hombre digno de hija. Pues mi torturador no era más que mi futuro suegro, un fetichista de los insectos incapaz de aceptar como yerno a alguien que no apreciara a tales criaturas. Y esos seres eran mi máxima fobia. ¡Qué bonita relación nos esperaba!

AGO41. EVERCLEAR NOVENTA Y CINCO GRADOS, de Esther Gomez

No es un sueño. Levanto mis párpados y la pesadilla no termina. Sin embargo es al abrir los ojos cuando, con una espeluznante claridad, puedo ver miles de diminutas hormigas, incesantes en su ir y venir. Sus antenas dirigen sus pasos sin equivocaciones, formando un ejército obediente y bien organizando. Se expanden por todo el suelo, son incontables y comienzan a subir por mis pantalones, metiéndose entre estos y mi piel. Siento sus pequeñas mordeduras como pinchazos de alfiler.
Unos eléctricos escalofríos sacuden mi cuerpo de arriba abajo, no paro de retemblar. Doy manotazos sin sentido en el aire, intento sacudírmelas, necesito quitármelas de encima, pero no paran de subir y subir, son infatigables, no cesan en su empeño. Me he convertido para ellas en el más suculento de los alimentos, me están comiendo. El sudor corre por mi rostro desencajado y de mi garganta salen los gritos mas desgarradores: !NOOOO! !AYÚDENME!
Unos brazos me sujetan fuertemente, la aguja desliza un líquido en el interior de mis venas. Siento mi cuerpo liviano. Todo va quedando en silencio.
Mi mente alcohólica empieza a descansar, los insectos comienzan su retirada.

AGO40. LOS AMOS DEL CLIMA, de Gloria Arcos

El breve aletear de sus frágiles alas era el anuncio de la llegada de la primavera. Su presencia siempre bella, con su cuerpo encarnado, adornado con sus curiosos lunares negros, alegraba cada año nuestras largas tardes, mientras jugábamos en las frías aguas del río. Cada niño que lograba atrapar a una de las bellas mariquitas adquiría entonces un lugar predominante en el grupo, ya que se suponía que, con ella, se convertía en el poderoso dueño del clima, y tenía desde entonces la capacidad para cambiarlo a su antojo.

AGO39. EL CICLO DE LA VIDA, de Aurora Royo Cañadas

En mi vida hay dos amores. Uno es femenino y otro masculino. Ambos son importantes caudales, fuente de enseñanzas y experiencias. Los dos me han ayudado a entender que ningún instante es igual a otro y que la vida es un constante fluir. Ambos han forjado mi carácter. Me han enseñado que es muy difícil domeñar su fuerza y que cuando se enfurecen, el hombre es incapaz de detener su voluntad. Ante sus avenidas he visto aflorar lo mejor y lo peor del ser humano.

Estos dos amores son el Ebro y la Ría del Nervión. Y esta historia tiene como fundamento servirme de excusa para introducir un asunto que me ronda la cabeza.

Cuando niña crecí a orillas del Ebro, bañándome en sus aguas y cogiendo lombrices para servir de cebo para la pesca. Ahora es inviable. La contaminación impide ambas actividades. Sin embargo, puedo pescar en la Ría.

Ayer recorríamos las veredas, junto al Pilar, siguiendo la ruta del Ebro, a bordo de un “ESCARABAJO”. Hoy tengo que cambiar de coche y creo que me decantaré por un “NEW BEETLE”. Lo estacionaré a orillas de la Ría, mientras me doy un refrescante baño junto al Guggenheim.

AGO38. GLORIA, de Mei Morán

A saber cuántos vuelos habrían sido ya. Joven y gallardo, capitaneaba el escuadrón y los demás pilotos le seguían sin ningún signo de rebelión, ciegos en su confianza. Rizaban el aire con sus piruetas de alabeo y, a la vuelta, de cabeceo en una demostración de acrobacia única. Durante toda la exhibición dio muestras de un dominio perfecto de las artes de la aviación y del mando. Sin embargo, en un descuido inexplicable, uno de los pilotos abandonó la formación y se descarrió dirigiéndose a una deriva inexorable. Los esfuerzos para llevarle al redil fueron vanos. Inició un descenso en picado dramático, de consecuencias terribles. El general, preocupado e inquieto por haber perdido a uno de sus mejores hombres se revolvía en el duermevela delirante producido por las fiebres. El zumbido revuelto de los aparatos le perforaba la cabeza trastornada. Yacía decrépito, senil. Ni gota de aquella bravura con la que bombardeara otrora al enemigo y sus ciudades.
El manotazo salvador de la enfermera acabó con la mosca. Rabiosa, atronadora había cercado al moribundo toda la mañana. Él volvió a planear durante días. Ahora ya sin motor. En silencio. Soñando los colores de la bandera que dejaban las estelas de los aviones. 

AGO37. GRILLOS, de Ricardo R Gonzalez Ramos

No tendría yo más de 8 años cuando cacé por primera vez, eso si, sin muerte, claro.

Incluso era bucólico. Bastaba una plantita de tallo largo. Aunque existía otra versión menos fina según mi amigo el “Milindris” que era mear en el agujero. El animalito afloraba e inmediatamente pasaba a su jaulita, como en los safaris de Hatari.

La segunda parte era menos atractiva. Convencer a mis padres.

En aquel tiempo no estaba tan asumido el ecologismo. Yo tuve que aceptar aquella ideología.

-¡Si el grillo sigue en la jaula y come lechuga, tú sigues en casa y comes acelgas!

Y cedí.

Vagamente recuerdo haberle oído cantar una o dos veces al pobre insecto en su corto cautiverio. Y ello coincidió con tórridos días de agosto.

Sorprendentemente he sabido que el calor de la abrasadora Sirio nos es anunciado por los grillos:

Temperatura en ºC = (Cantos de grillo por minuto partido por 5) – 9

No dudaré yo de la fórmula que nos legó Svante August Arrhenius. Nobel de química de 1903.

Admirable su paciencia.

AGO36. EL SECRETO, de Mari Carmen Brun

En el jardín imperial, un grupo de gusanos de seda se disponía a desayunar unas apetitosas hojas de morera, cuando el más gordo de todos y que parecía ser el jefe, se dirigió a ellos para decirles: –¡deprisa muchachos! tenemos un importante trabajo que realizar: se trata de fabricar los hilos más finos y delicados que hayamos realizado jamás y que han de servir para tejer la tela del vestido, que lucirá en su boda la hija del Emperador.-

Rápidamente se pusieron manos a la obra y fabricaron kilómetros y kilómetros de hilos.

Cuando llegó el gran día la princesa estaba espléndida, a su ya de por sí belleza natural, había que añadir cómo la realzaba el espectacular vestido que llevaba. Todos estaban con la boca abierta; unos exclamaban: ¡qué elegancia!! Qué pliegues tan favorecedores! ¡Cómo se adivina la suavidad de la tela en el tacto!…

Otros no paraban de preguntar: ¿Quién habrá fabricado esas telas de brillos irisados y vivos colores? ¿a qué lejano país habrán ido a comprarlas?. ¿Será obra de los dioses?…

Mientras tanto, en el jardín imperial, unas feas mariposas revoloteaban satisfechas por el deber cumplido.

AGO35. EL AMANTE, de Ramón Ruiz Moreno

Le conocí un día de verano. Me miró y aguanté su mirada con indiferencia. Se me aproximó y dejé que lo hiciera. Dio una vuelta a mi alrededor y me gustó, así que permití que prosiguiera acercándose. Me abrazó fuerte y delicado a la vez y debo confesar que me gustó su contacto. Era un auténtico animal con el sexo; el mejor amante que nunca había tenido. Ninguno antes me había hecho sentir lo mismo que él. Debo confesar que me costó mucho hacerlo, pero la naturaleza siempre te obliga a ello y con todo mi dolor lo devoré… Es lo que tiene ser una dama de mi especie, siempre condenada a estar sola.
¡Qué duro es ser una hembra adulta de mantis!

AGO34. DECIDIDA, de Lola García Roldán

En casa me tomo el antihistamínico que me han prescrito en urgencias.
Tarda un día en surtir efecto, por eso hoy convencida hago la maleta.
Me llevo la cajita de mi madre, mis útiles de trabajo y un par de libros.
Dejo las picaduras, las ronchas, el picazón y los sarpullidos que me ha venido ocasionado el insecto con el que he compartido mi vida durante los últimos años.
Después abro la puerta y salgo.

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