Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

BLANCO Y NEGRO

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en BLANCO Y NEGRO

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán relatos que desarrollen el concepto BLANCO Y NEGRO. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE DICIEMBRE

Relatos

SEP112. INCOHERENCIAS, de Micaela Tochi

– Quisiera una fiesta de la que cuelguen hilos para llegar al fondo de la primavera.
– Perfuma sus zapatos con té de alcanfor.
– Vamos, una fuerza más, no queda nada.
– No me voy a enamorar, no quiero pensar por dos.
– ¿alguien está hablando de mi prima? Ella vive lejos, pero guarda su equipaje en un archivo mp3.
– ¿jugamos a las incoherencias?
– Lindos son los nenes que se quedan quietos.
– ¿alguien está descompuesto?
– ¿hace falta episiotomía?
– Extraño caminar descalza en la tierra.
– Nuestro límite es la capacidad de crear.
– ¡locos!
– Quiero volar desnuda como en los sueños de la infancia.
– Las mujeres buenas deben casarse y atender a su marido.
– ¿cómo llegamos acá?
– ¿me rascas la espalda? ¿estaremos muertos?
– En este momento 40.000 mujeres están por dar a luz.
– ¿sudán es un país o un estado?
– ¿de quién es este brazo?
– A todos nos son familiares los terribles efectos del virus de la inmunodeficiencia humana.
– Tengo ganas de llorar y no puedo.
– A los hipócritas sólo les interesa saber si dios existe.
– ¿y la tristeza? ¿dónde se esconde la tristeza cuando es primavera?
– El dolor se puede controlar con la respiración.
– Llegó la hora de volver al lugar en donde todo comienza.

SEP111. EL REY PASMADO, de Begoña Heredia

El rey prometió la mejor yeguada del reino, un palacio fortificado y la mano de su hija, al caballero que partiera y regresara con el más valioso obsequio para la princesa. Así, partieron cinco jóvenes en busca de aquello que les proporcionara una vida digna de rey. Tras varios meses de espera, ningún joven había regresado. El rey, creyendo que los jóvenes se esforzaban en encontrar el regalo perfecto, decidió esperar un tiempo más. Diez años pasaban ya, cuando el rey, consultando con los sabios del reino, comenzó a sospechar que los caballeros no regresarían, que tal vez entre caminos saqueados por bandidos, montañas difíciles de atravesar o mares imposibles de surcar, los jóvenes habían fallecido, y viendo que los años hacían mella en su hija decidió casarla con el primer caballero que se ofreciera a unirse en matrimonio con la princesa y prometiera darle pronto un heredero. Un año más tarde llegaron noticias de los cinco jóvenes ausentes. Cada uno de ellos había conquistado ricas tierras, islas colmadas de tesoros y joyas, cuantiosos ganados y hermosas mujeres. Y entonces, el pueblo entero entre risas y burlas se hizo la misma pregunta ¿Acaso tu hubieses vuelto?

MEDIA DOCENA DE BUENAS NOTICIAS

Habéis vuelto a hacerlo… Habéis vuelto a conseguir copar el espacio de los mejores… Esta vez ha sido en el programa cultural de Radio 4 WONDERLAND; nos llega el chivatazo de que la ganadora semanal ha sido
SARA LEW
 y que además, 
NICOLAS JARQUE y RAFA OLIVARES
han sido finalistas.

A ver si en los comentarios alguien nos da el chivatazo y podemos escuchar el podcast correspondiente.
Y por la misma vía nos cuentan que ya se conocen los finalistas del III Concurso Punto de Libro y que en la lista se encuentran 

ESPERANZA TEMPRANO, JOAQUIN VALLS (ya te echamos de menos) 
y RAFA HEREDERO
En el nº 31 de su revista han publicado todos los relatos finalistas.
¡Nuestra más sincera enhorabuena a tod@s!

SEP110. UN AÑO DESPUÉS, de Alfonso Carabias Antúnez.

Gloria sigue regalándome una margarita cuando paso por la puerta de su tienda buscando el abrigo de aromas primaverales. No ha perdido su encanto; como el barrio, o como el perro de Antonio, que aun me recuerda y sale corriendo a mi encuentro buscando esas caricias perdidas.

Al pasar por el parque veo a los niños, ahora más mayores, que juegan efervescentes mientras sus madres me observan desde su corrillo. Nunca supieron disimular.

Abro la puerta del portal y subo con movimientos tórpidos por esas escaleras cómplices de todos mis recuerdos.
Al llegar a casa toco el timbre y retrocedo tres pasos. Los nervios siguen ahí; nunca se han ido.

Se abre la puerta. Es él, ¿quién si no?
Aun después de un año reconozco su cara y esa tibia sonrisa que nada mas verme se apaga; será que ha visto la pistola, será por el primer tiro, por el segundo, el tercero.

De fondo oigo los gritos de los vecinos. Antes también los oía, pero ahora, un año después, no todo es igual.

SEP108. NUESTRO SECRETO, de Rakel Ugarriza Lacalle

Todas las tardes mamá acude al colegio a recogerme, aunque estos últimos días no lo hace sola. El señor que la acompaña tiene la voz un poco ronca y una barba que siempre pincha. No me gusta cómo la mira y no me gusta que a cada rato la coja de la mano. Seguro que a ella tampoco porque enseguida se la suelta. Creo que no le caigo demasiado bien. Además odio que mamá me obligue a darle un beso antes de despedirnos, pero lo hago sin rechistar porque sé que ella me regalará un tebeo o un montón de cromos. Siempre lo hace, justo después de prometerle que no le contaré nada sobre su nuevo amigo a papá cuando vuelva de viaje.

www.chavalojapitiloja.blogspot.com

SEP107. DE VACACIONES, de María Jesús Briones Arreba

Salir, respirar, ¡Oxígeno!, olvidar esta rutina impropia de un hombre, soltar amarras,¡Volar!.. La inmensidad. El mar… La brisa rozando mi cara, el sol haciendo suyo mi cuerpo desnudo. olas agitando mi sangre, escamas de sal en mi piel.
Volver adentrarme con mi hijo en la barca, obtener el mejor trofeo.
Volver a cenar en la playa, sudor reciente de pescadores, regado con fino y manzanilla: raciones de chopos, bandejas de jureles y afrodisiaco de ostras.
Volver a la intimidad abandonada con mi mujer y engendrar una nueva vida.

Esto no ocurrira, al menos, hasta dentro de quince años y un día.

SEP106. NAUFRAGANDO, de Lladiu de la Mata

…Ahora mismo volvemos, no se muevan de sus asientos.
Recitándose aún el manido dicho televisivo me encaminé al baño. La melodía ahogada de los anuncios me amenizaba la micción, fue cuando mi atención se vio atraída por el revoloteo de la cortina y, a su vez, en el edificio de enfrente otra cortina parecía imitar la misma coreografía. Cuando la alineación del cortinaje se produjo me encontré con una visión insospechada: era una desnudez extrema, como si la ropa se hubiese derretido en su cuerpo resbalando hasta acumularse a sus pies formando una ignota isla en un mar de impudicia. Así me encontré a la nueva vecina.
Me miró y bajé los ojos al no poder resistir tan alta carga de lascivia. Me rehíce, le sostuve la mirada adornándome con un desnivelado de cejas y me acodé en la ventana ladeando la cabeza unos veinte grados para tomar perspectiva. Pero su gesto cambió súbitamente: desorbitó los ojos y masticó unas palabras para, acto seguido, aparecer un ceño muy fruncido, un puño pendenciero y un hombre encolerizado con una cámara fotográfica. De un golpe cerré la ventana y llegué al sofá justo a tiempo.
Tras estos consejos publicitarios continuamos con…

SEP105. VERANO, de Eduardo Mesa Leiva

El columpio todavía se movía, arrastrado por una fuerza invisible, cuando llegamos a casa. Una leve sombra cruzó la frente de mamá, mientras abría la puerta. El árbol de Navidad brillaba en la oscuridad. En la chimenea dos leños se abrazaban consumidos por el fuego. Hacía un calor insoportable y otra vez las fotos descoloridas estaban esparcidas por el sofá. Mamá las recogió cuidadosamente y ya iba a guardarlas en su caja cuando cayó una. La de siempre. Esa en la que papá no dejaba de sonreír.

SEP104. LA PECERA, de Rocío de Juan Romero

Bernardo tiene siete años y una tiza de color rojo sin estrenar. La encontró a la salida del colegio; quizá era parte del botín de alguno de los mayores que escriben con colores en la pizarra.
El único sitio donde Bernardo puede dibujar es en el camino asfaltado que lleva de la verja a la puerta del garaje. Hoy no puede entrar en casa porque se le olvidó la llave. Así que durante toda la tarde se dedica a trazar sobre el cemento, gastando la tiza lentamente.
Casi anochece cuando llega el coche de su madre. Los faros iluminan un instante el menudo cuerpo recostado en el suelo, antes de detenerse. Bernardo está dormido, encogido como un erizo.
Ella baja del coche con una sonrisa cansada, y se detiene junto al niño. Sólo entonces ve el dibujo: una pecera gigante donde nada un cardumen de diminutos peces rojos y, en el fondo, una caracola en cuyo interior se esconde ovillado el cuerpo de su hijo.

SEP103. MASCARÓN DE PROA, de María Elejoste Larrucea (Mel)

El sanguinario capitán Morgan jamás sintió piedad. Tras el abordaje y saqueo del galeón capturado, los hombres fueron pasados por la quilla hasta morir. Las mujeres, ultrajadas, heridas, arrojadas al océano pasto de los tiburones. Sólo quedó una niña pequeña a quien incluso las leyes piratas respetaban. Pero no Morgan. Ordenó atarla con cabos a la proa, a la suerte de la espuma de mar.
El rey Neptuno, conmovido por la crueldad pirata, acudió en su auxilio pero fue tarde. Desató entonces su furia arremolinando los mares, engullendo madera y sangre. La marea sólo devolvió a tierra el cadáver infantil cuajado de algas y estrellas de mar, mortaja regalo de las profundidades.
El Dios Eolo, ofendido por la ruptura del pacto de no interferencia, exigió como tributo a la más pequeña de las hijas del rey del mar. Desde entonces, los hombres tallan mujeres amuleto en la proa de los navíos, y los delfines siguen eternamente patrullando las olas, por si ella regresa.

SEP102. EL PACTO, de Arantza Portabales Santomé

El lugar permanece exactamente igual que hace cincuenta años. Aquí conjugamos su ansiedad y mis deseos, firmando un documento que nos ha mantenido unidos por el hilo invisible de mi juramento. Parece que fue ayer. Recuerdo perfectamente aquel día en el que, sin volver la vista atrás, huí atesorando en mis manos los secretos de la eterna juventud y la felicidad plena. Confiando en mi promesa de entrega eterna, el pobre diablo se sumergió en las profundidades de un averno oscuro que acerté a vislumbrar detrás de sus pupilas.
Mereció la pena.
He alcanzado la fama y el reconocimiento. He saboreado el poder y la gloria. He navegado por cuerpos hermosos, alcanzando cotas de placer indescriptibles. He adorado mi perfecta imagen, incorrupta y bella a partes iguales. Por ello, ni un sólo día de mi vida me he arrepentido de lo que hice.
Él no podrá decir lo mismo.
Aquí le espero.
He vuelto, como le prometí, dispuesta a cumplir mi parte.
Sin embargo, cuando su satánica majestad asome al abismo de mis entrañas comprenderá que no tengo nada que ofrecerle.
A fin de cuentas, es de todos sabido que soy una auténtica y completa desalmada.

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