Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SCHADENFREUDE

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta tercera propuesta es el término alemán SCHADENFREUDE, que viene a significar la "alegría por el mal ajeno" Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de MAYO

Relatos

EL LIBRO VIAJERO (19) …DESDE PORTUGALETE

Es de esos puentes inconfundibles… y a su autora, en este blog, le pasa lo mismo… 
En ENTS aprovechó su experiencia docente para contarnos lo que ocurría en la hora del recreo…

…y su autora ha sido Nieves Martínez

ABR81. DON QUIJOTE EN LA BIBLIOTECA, de Juana Mª Igarreta Egúzquiza

Alonso Quijano, el célebre caballero andante don Quijote, harto de permanecer oculto entre las páginas amarillentas de uno de los viejos volúmenes de una antigua biblioteca, aprovechando la soledad y el silencio de la noche y cerciorándose antes de que Sancho estaba sumergido en un profundo sueño, decidió salir en busca de nuevas aventuras y abandonar por unas horas su particular universo de papel.
La tarea no resultó sencilla, ya que, en previsión de lo que pudiese acontecer, se empeñó en llevar consigo la oxidada armadura y una de sus lanzas.
Gracias a la luz de la luna que iluminaba parcialmente la estancia, pudo observar que se hallaba rodeado de libros y lleno de júbilo se propuso encontrar alguna novela de caballería y, ayudado por su lanza a modo de pértiga, fue descolgándose por los estantes hasta topar con un libro nuevo y reluciente cuyo título llamó poderosamente su atención: “Los hombres que no amaban a las mujeres”. ¿Cómo serían aquellos hombres en cuyo corazón no había sitio para ninguna Dulcinea? Tal vez necesitaban consejo de un auténtico caballero como él. Sin pensarlo un instante, se coló dentro. Quizás la mayor aventura todavía le estaba esperando.

http://palabrasquedanjuego.blogspot.com.es/

EL OLVIDO DE XAVIER… TIENE PREMIO

Hacía tiempo (desde la presentación en Sancho Panza) que no sabíamos nada de este amiguete de ENTC, y la primera noticia que nos llega es que acaba de ganar el concurso semanal de microrrelatos del programa Wonderland de Radio 4.
Nuestra más sincera felicitación a 
XAVIER BLANCO
y a su OLVIDO
… no, no es que en marzo no participó en ENTC (:)), 
es el nombre del su relato ganador. 
Puedes leerlo en clicando en el enlace que te dejamos en el título.

ABR80. SABER ESTAR, de Cándido Macarro Rodríguez

La primavera te ha alterado. Tu cerebro sucumbe ante las feromonas. Necesitas aplacar los ardores que te consumen y tiras de agenda. Encuentras su teléfono. Ella no te defraudará. Esa fortaleza no es inexpugnable pero has de desplegar toda tu sutileza para tomarla.
Quinta Mahou mientras esperas en el restaurante acordado. Entra por la puerta apretada y primorosa. Aunque te lo saltarías, el preámbulo de la cena garantiza tu éxito.
Impreciso por los vapores alcohólicos golpeas sus mejillas con tus labios al saludarla. Le dices algo sugerente al oído. Se te escapa un eructo mientras ensalzas su belleza. Asqueada aparta la cara. Tú interpretas timidez. Sonríes seguro de tu encanto y pides una botella de vino de la casa para romper el hielo. Un hilillo de baba se te escapa de la boca.
Sentado frente a ella te envalentonas y atacas. Te descalzas un pie y lo lanzas, con mucha clase, hacia su entrepierna. Te arriesgas a vencer…o a morir. Pero la que parece morir es ella. Tu calcetín, húmedo del sudor de varios días hiede como un perro muerto. Ella se levanta descoordinada, tambaleándose. Cuando consigue rehacerse te corona furiosa con la ensaladera.
¡Merecido honor para tan avezado caballero!

ABR79. UN DÍA DE SUERTE, de Raúl Ariza

Que sea negro. Piensa. Y apoyado en el alféizar del escaparate de un negocio en traspaso, acera de por medio, ve circular vehículos rojos, blancos y azules. Ahora también uno amarillo. Y otro verde manzana. Pero ninguno del color pretendido.
Por firme que sea, su decisión ni le aparta del miedo ni le ausenta una última duda teñida de esperanza. Y si volviese a hablar con los del banco. Se pregunta en retórico silencio sabiendo que es inútil, que no hay vuelta atrás, que está decidido que haya de ser negro -como la muerte- el coche que se lo lleve por delante.
Y de repente, el corazón se le agita desbocado al ver como calle abajo se aproxima un auto zaino. Así que se incorpora de un brinco, tensa los puños y determina irrumpir en la calzada sin darle tiempo al conductor para que frene. Será rápido. Masculla. Luego anda hasta el bordillo, se aposta tembloroso entre dos coches, y…
Disculpe, caballero. Le dice un anciano enjuto, tocado con perilla, agarrándole del hombro con firmeza. Pero ese taxi es mío. Y al detenerse el vehículo, el viejo se sube y se despide cortés, llevándose la mano al ala del sombrero.

ABR78. QUE TRATA DEL DESCUIDO DE SANCHO Y DE SU POSTERIOR INFLUENCIA EN GEÓGRAFOS Y CHARLATANES, de Fran Rubio

–¿Qué lobos os espantan, amigo Sancho?, ¿acaso teméis que vuestro señor no dé lanza merecida a aquellos enemigos que sin duda hallaremos en nuestro caminar?
– A fe que no es ese el motivo de mi destemplanza, señor, sino el olvido, que ruego sepa disculpar vuestra merced, de una alforja que quedó, en aquel lugar de La Mancha del que no queremos acordarnos.
–Disculpado quedáis, hermano Panza, no hacen falta tantas alforjas para este viaje, o ¿tan importante era el contenido de la olvidada?
–Dice bien vuestra merced, pues de suma importancia era lo de la alforja dejada, como demostrará el devenir del tiempo. Ha de saber también que de no haber cometido semejante descuido este simplón escudero, que con honra sirve a tan grande caballero, se hubiesen evitado tamañas discusiones, diferencias, malentendidos y aún majaderías futuras sobre cuál fue o no nuestro camino andado, al que las gentes del tiempo venidero llamarán ruta.
–Bien se me alcanza a entender por tu perífrasis, Panza amigo, que trátase de ese extraño artefacto al que los licenciados y otros sabios llaman gepese.
–No anda errado vuestra merced.
–Tengo el convencimiento, amigo Sancho, que haremos bien no volviendo a por la alforja.

ABR77. LA ALEGRÍA DEL REY, de Cristina Nóvoa Presas

Cuando el batallón número tres de Caballería alcanzó la cumbre de Monte Oliva, llevaba a sus espaldas largas jornadas de sangrientas batallas. No había ni rastro del enemigo salvo los que habían muerto en combate.
– ¡Capitán todo despejado! ¡Parece que han huido!
Los hombres bajaron de sus caballos, incrédulos de que esta absurda batalla llegara a su fin. Después de mirar al horizonte y asegurarse de que no había ni enemigos, ni cañones, ni disparos, clavaron su bandera tricolor ondeando al viento cálido del sur en señal de victoria.
El correo ensilló de nuevo su caballo, cabalgaría noche y día para llevar la tan ansiada nueva al Rey.
La nueva será, que han perdido más de la mitad de sus hombres y muchos más el bando contrario. Que han conquistado una tierra árida y abrupta que nunca nadie visitará y donde nunca lloverá, la única lluvia que conocerá será la sangre derramada por hombres inocentes.

HOMENAJE A UNA APRECIADA Y CLARIVIDENTE VACA


«Pensemos en una forma sencilla de definir a un escritor. 
Podemos recurrir a varios ejemplos. 
Yo me inclino por aquellos que desmitifican al escritor, que lo bajan de su peana, le despojan de su aureola mágica y lo muestran como un trabajador cualquiera. El ejemplo más directo, sencillo y, a la vez, muy ilustrativo del oficio es la comparación del escritor con una vaca. Como, además, nos encontramos en un escenario geográfico en el que abundan las vacas, espero que me sigan, que puedan visualizar al escritor comparado con una vaca.
Veamos, ¿qué hace la vaca? Ustedes imaginen la vaca en un prado, tan tranquila, detrás de una cerca mirando a la carretera. Por la carretera pasan infinitas cosas. Pasan los labradores que van a labrar los campos, pasan los turistas, pasa la guardia civil, pasa el coche de línea. Y la vaca lo mira todo. Ustedes, los que viven por aquí, se habrán fijado en los ojos de las vacas. Los ojos de las vacas son maravillosos, son un prodigio, merecen tantos madrigales como los ojos de las mujeres hermosas y no los tienen las pobres (…) Y ¿qué hace la vaca viendo todo aquello? Se lo zampa, lo observa todo. El escritor también. El escritor es un voyeur , confesémoslo de una vez, y lo digo en francés para que no parezca indecente. El escritor lo ve todo, lo oye, lo huelo todo – no digo que lo toca porque eso ya sería pasarse – , pero el escritor, verdaderamente, es una cotilla. Volvamos a la vaca. ¿Qué pasa con ella al cabo de un rato? La vaca agacha la cabeza, arranca con sus dientes unas briznas de hierba, las mastica y se las traga. ¡Ah!, pero como ustedes saben muy bien, la vaca es un rumiante. Y, además, tiene cuatro estómagos, quien los pillara, ¿verdad?, para disfrutar más de la comida. La vaca se saca de uno de sus cuatro estómagos lo que ha tragado, lo vuelve a la boca y lo mastica de nuevo. El escritor actúa también como un rumiante: a todo lo que ha visto, todo lo que ha tocado y oído le da vueltas y más vueltas.»
JOSE LUÍS SAMPEDRO. Escribir es vivir
Siempre descansó en paz.

ABR76. EN LONTANANZA, de Héctor Hernández

El tramo del bulevar Hollywood que va desde la calle Orange hasta la avenida Highland es, probablemente, el más transitado de toda el área de Los Ángeles, especialmente por las tardes. Y precisamente allí, por donde a diario desfilan turistas, gente extrañísima, individuos disfrazados de superhéroes y personajes, fue donde lo vimos por primera y única vez. Con un marcado acento español nos dijo que se llamaba Alfonso o Alonso, el dato resulta incierto. Por su barba y melena blancas calculamos que rondaría los 60 años de edad, pero sus ojos parecían aún más pretéritos. No llevaba lanza ni escudo, ni escarpes, ni hombreras; solo portaba un casco con visera oxidada y un peto reluciente a la altura del corazón, y, sin embargo, aseguraba ser un caballero. Después de habernos fotografiado con él le dimos algún dinero y él, a su vez, nos sonrió benignamente. Luego se encaminó por un callejón oscuro donde su jamelgo le esperaba. Lo vimos montarlo y alejarse a paso lento mientras el sol se ponía. Y casi cuando le perdíamos de vista, a la distancia nos pareció ver una segunda figura, baja y rechoncha, que se unía a ese caminar cargado de siglos.

ABR74. LA PROMESA, de José Ángel Gozalo Molina

Sonido lejano de tambores.
Los últimos rayos del sol luchan por no morir tras las montañas.
Arrodillado junto a una tumba, un caballero de ostentosa armadura, derrama lágrimas amargas recordando las últimas palabras que pronunció su amor en su lecho de muerte.
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Su corcel, que parece intuir su profundo dolor, lame su rostro cuando él acude a su encuentro.
Después de una jornada de viaje, por fin los dos ejércitos se encuentran cara a cara. La batalla está presta de comenzar. El rey desenfunda su espada, y montando a lomos de su fiel yegua, da la orden de avanzar encabezando a sus hombres contra el enemigo campo a través.
—Vuela como el viento pequeña —le susurra al animal en el oído.
De pronto, el silbido de una lanza acercándose, rompe el aire en el mismo instante en que el corcel se alza sobre sus patas de atrás. Entonces, jinete y caballo terminan en el suelo embarrado.
La lanza ha atravesado el corazón de la yegua hiriéndola de muerte.
A su regreso, el rey descubre horrorizado que en la tumba de su esposa la lápida se ha teñido de sangre.

ABR73. VUELVE DON QUIJOTE, de Gloria Arcos Lado

Hacía tiempo que ya no estaban de moda los caballeros ni sus damas.
Ahora, en vez de la lucha para apoyar al más débil, se había impuesto otro” caballero”, bastante más fuerte, cruel y poderoso, “Don Dinero”, que arrasaba con todo lo que se le ponía por delante.
Hartos ya de su poder omnímodo, los más débiles empezaron a unirse para intentar vencerlo en movimientos sociales como el 15-M, las mareas blancas y verdes, o en el incesante “Sí se puede, pero no quieren”.
Para reclamar los derechos que le habían sido arrebatados, en nombre de la tan cacareada austeridad, utilizaron únicamente su capacidad para indignarse.
Sólo con ese arma osaron oponerse a la injusticia, los recortes y los abusos perpetrados por los poderosos mercados, los intocables bancos y los omnipresentes políticos.
Intentaban así elevar su voz con toda la fuerza que les concedía la razón para intentar evitar así que la población fuera empujada hacia la pobreza y la exclusión social.
-¡Ay, si nuestro buen Don Quijote levantara la cabeza¡ Arremetería,sin dudarlo, con su flaco rocinante y su lanza justiciera contra aquellos bellacos que osaban oprimir al más débil!

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