Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SCHADENFREUDE

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta tercera propuesta es el término alemán SCHADENFREUDE, que viene a significar la "alegría por el mal ajeno" Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de MAYO

Relatos

MAR114. MUERTOS DE ABURRIMIENTO, de Carmen Llombart Velázquez

Aquella noche, el Jenaro bajó de la sierra voceando que la luna se había puesto roja y que sonaban como trompetas. Las calles se llenaron de chiquillos y de comadres cotillas y el pater gritaba: ¡El apocalipsis! ¡El apocalipsis! En bar del Tolo, los parroquianos bebían chatos apostando sobre el destino de cada uno, -aunque creo que allí todos querían ir al infierno para estar con la Encarnita-. Al principio nos asustamos; aparecieron muchas bestias extrañas y andábamos medio mareaos con tanto meneo de luces… Pero luego, todo nos pareció muy original y entretenido y el alcalde dijo que eso iba dar mucha vida al pueblo y que atraería al turismo. Cuando llegaron los cuatro jinetes, salimos todos muy orgullosos a su encuentro, porque por aquí nunca se ha dignado a pasar nadie importante. Pero, cuando mejor estábamos, comenzaron a murmurar entre ellos, revisando papeles, y nos dijeron que se habían equivocado, que el fin del mundo no era aquí, que lamenten las molestias y se marcharon. Después nos enteramos que iban a la capital y el alcalde se enfadó mucho. Aunque a nosotros nos da igual, no nos habíamos divertido tanto desde que cayó aquella bomba en el 2084.

MAR113. PREMIO POST MÓRTEM, de Antonio Ortuño Casas

Soy un fanático de las películas y libros de ciencia ficción, es mi género favorito, si bien es cierto que en ello como en casi todo hay de todo. Normalmente soy muy selectivo con casi todo en mi vida y aunque al final suelo ser condescendiente con muchas cosas, en lo de esa ciencia soy bastante atascado. Quisiera un 2084 mucho antes de esa fecha, quisiera a Winston y Julia representar la lucha verdadera por la supervivencia, esa que está en cualquier esquema de nuestra vida, en contra de un modelo ya interfecto pero que a pesar de su fétido olor insoportable es defendido a muerte, qué redundancia, por fósiles de carne y hueso. Cuando en ese no tan lejano año encuentren los nuestros, sus descubridores se preguntarán si habría algunos que pertenecerían a gente como yo, que cavilaban por un mundo mejor. Los encontrarían como premio a mi fanatismo.

MAR112. ¿UNO MÁS?, de Eneritz Angulo

Aquella mañana la vista desde la ventana distaba bastante de la de otros días. Desde su quinto piso, con los niños de San Ildefonso como hit parade de la mañana, podía ver a casi todo el vecindario arremolinado en la calle, incluidos su mujer y su hijo. El les había dicho que bajaran con los demás.
Aún quedaba un premio por salir. Entre sus manos un sobre del que sacó el único papel que tenía importancia aquella mañana. Solo había comprado un boleto. En aquellos terribles años había aprendido que solo el dinero podía ayudarle. Nada más había funcionado. Y nada mas lo haría si nada cambiaba. El 2084 era el número en el que había depositado la poca esperanza que le quedaba. Y con el que esperaba reconstruir el presente arrebatado y recuperar los jirones de dignidad perdidos en cada intento por sobrevivir.
Los fuertes golpes en la puerta apenas dejaron escuchar el canto del último premio. Y el sonido seco de su cuerpo golpeando contra el asfalto, precedió a los gritos y las lágrimas. En la mano el boleto no premiado. En el alfeizar de la ventana su carta de desahucio. Y en las noticias uno más.

MAR111. SERES VIVOS, de Amparo Martínez Alonso

—¡No puedes hacerlo, Rosa, solo es un androide! —Marga se bambolea mientras riñe a su amiga. —¿Es que no recuerdas las famosas targidias?… Los amantes siempre terminaban muriendo.
—¡Tragedias! Se llamaban “Tra-ge-dias”. Pero no sé qué tienen que ver en todo esto.
Rosa sonríe al contestar. ¡Marga resulta tan graciosa cuando se enfada!
—Eres poco celebral, Rosa. ¡Paceres un robot! Las categorías son nesezarias. Sin estamentos no habría orden. ¡Por todos los soles, te comportas como un ente de nivel inferior! Tienes… ¿Cuántos júpiters tienes? Te micronizaron después que a mí. Serás uno o dos egos menor que yo, y sin embargo… ¡Paceres una terrícola desfasada!
Cuanto más nerviosa se pone Marga, más se traba al hablar. Siempre le sucede lo mismo: al ascender su temperatura corporal, desciende la cota de locución. Le funcionan como vasos comunicantes: deficiencia lingüística común en individuos con pigmentación nívea.
—¡No puedes unirte a un andriode, Rosa! ¡Son infiriores!
—Pero, Marga, nosotras tampoco somos…
—¡Somos Flores! Tan vivas como los HU-MA-NOS.
La sonrisa de Rosa desaparece. Esta vez, Margarita le da miedo. ¡Tanto como cualquier individuo del nivel superior!

MAR110. HABÍA LLEGADO EL DÍA, de Puri Otero Domarco

Era el día 31 de Enero del 2084 y sus problemas se habían terminado.En los últimos 30 años en la vida de Pastor los sucesos se habían convertido en su historia.Cada año que pasaba veía como las fuerzas le iban faltando, pero tenía que ser fuerte y alcanzar su meta.
Llegar al año 2084 le bríndaría el hecho de poner fin a su dolores de cabeza, a la incertibumbr del mañana.
En todo este tiempo había visto casar a su única hija y nacer a su único nieto, pero también viera morir a sus padres ya ancianos y vió tambien morir a su mejor amigo víctima de un accidente de carretera.Durante todos estos años se percató de que el estar al lado de su compañera y esposa era la mejor compañía para el viaje.
Ahora ya podía vivir tranquilo el resto de los años que le quedaran con traquilidad, ya que había terminado de pagar la hipoteca que durante los últimos 30 años habia atenazado su vida diaria.

MAR109. DUELO, de Mano Pérez Díaz

Mira impasible el ondulante movimiento de los visillos.
El débil sol de marzo quiere entrar por la ventana pero le resulta imposible. El duelo inunda la casa, la habitación, su alma. Desde el día en que el vuelo 2084 con destino Madrid desapareció en el Atlántico y no volvió a ver a su marido y a su hijo lo único que hace es mirar el cielo a través de la ventana de su dormitorio.
Sólo piensa en el avión, en estar junto a ellos, en otro mundo, en otro espacio, pero con ellos.

MAR108. ABUELO, de Jes Lavado

─Abuelo, me llevas al zoo?
─ Te he dicho mil veces que no me llames así. Soy tu tutor senior de adiestramiento. Y no es un zoo, es una bio-reserva de análisis de conducta. Ya deberías saberlo. ¡Hace dos semanas que te instalaron el software pre-adolescente 2.0!
BX-512 asiente dócil, pero configura una mirada suplicante con un 12% de terquedad y leve expresión traviesa que hace suspirar al anciano. Este, resignado, coge la mano de su nieto-ciborg de tercera generación con sólo un 25% de ADN humano, y juntos se encaminan al “zoo” bajo un cielo inoxidable.
Cuando llegan, el sol rezuma unas últimas llamaradas desvaídas antes de que el firmamento se plague de estrellas borrosas. Luciérnagas que persisten sobre la atmósfera contaminada. BX-512, con la nariz pegada al cristal polarizado, observa curioso. Al otro lado, ajena a todo, una hembra 100% humana amamanta un bebé bajo una higuera. Más allá, una joven pareja copula tras unos arbustos, entregada a un frenesí salvaje.
─¿Qué hacen, abuelo?
El viejo calla. Un fluido salado y caliente desborda su lagrimal y repta lentamente rostro abajo.
─No lo sé. Ya no lo recuerdo.
Sobre ellos, la Estrella Polar titila, quizá por última vez, indecisa.

MAR107. CON O SIN PALABRAS, de Héctor Hernández

—Winston y Julia fueron los primeros, pero a lo largo de los años hubieron otros como ellos.
—Continúe, comandante.
-—Por supuesto siempre nos encargamos de ubicarlos y reacondicionarlos; en algunos casos se tomaron medidas… extremas. Sin embargo, meses antes de nuestra derrota, hubo una pareja que huyó hacia la frontera, a la zona de guerra, donde era imposible que sobrevivieran.

—¿Has escuchado, abuelo? Hablaban de ti y de la abuela Ann.
—Así es, ¿dónde encontraste esa grabación?
—En el archivo público mientras buscaba información para mi clase de Inculturas. Con el lenguaje tan limitado de aquellos días, debió haber sido complicado expresarte, ¿cierto?
—Gracias a la historia ahora sabes que únicamente los líderes de aquel extinto estado conocían el idioma por completo. En cambio, los pobladores comunes solo disponíamos de 284 palabras. Comunicarme con tu abuela fue difícil y no. Eres joven aún, pero algún día comprenderás que de la misma manera en que se cometen actos innombrables, así mismo el amor no necesita de un nombre o de palabras para existir y darse a entender.

MAR106. CONTRADICCIOPÍA, de Òscar Pareja Bañón

Hace dos días que he desaparecido socialmente, es decir, que no me encuentro registrado en ninguno de los controles denominados “socializadores”. He huido de sus  dominios. Lo peor de esta situación es que en 48 horas me insertarán en ella, quiera o no. Debo evitarlo, pero ya les aseguro que no es tan fácil como esfumarse. Existen dos variables para evitar la reintroducción social y romper el chip insertado en mi córtex cerebral. Una es el amor. Enamorarme de otro desaparecido y dejarnos engullir por las sensaciones perdidas, por la añoranza de los besos y por el vago recuerdo de un te quiero enredado en suspiros. Demasiado poco tiempo para no convertirse en calco carnal del mundo que he abandonado. Pocos huidos han obrado el milagro y evitado la reincorporación por este camino. El otro es pura literatura. Arrojarse a la Parca, esperar su abrazo y dejarse arrastrar hasta el mar infinito, al que las crónicas denominan Libertad. Aquí el problema es el valor que se le dé a la siguiente pregunta: ¿desaparecer para siempre o aceptar la reinserción social para continuar huyendo?. Y al contestarla, comprendes que tu vida es una controlada farsa de un inexistente futuro.

MAR105. LA SEÑAL, de Gabriel Bevilaqua

Mientras me cepillaba los dientes descubrí que tenía tatuado el número 2084 en la frente. Tras enjuagarme apenas la boca, salí del baño a las zancadas para enseñárselo a mi mujer. Ella me miró seria, luego se rió, me besó con ternura en la frente y me preguntó qué quería desayunar. «Un té de tilo», le dije, y regresé al baño. El número, pese a la incredulidad de mi señora, aún persistía de lo más orondo; sin embargo ya no se trataba estrictamente del mismo: había mudado a 2083. Entonces tuve una intuición: cerré los ojos durante un instante, y al abrirlos, el número había vuelto a menguar. Con el correr de las horas, además, establecí que no sólo mi esposa era ciega al tatuaje… Esto en parte me tranquilizó. Pero recién pude retomar mi habitual sosiego algunos días después, cuando, en coincidencia con la aparición del número 1984 en mi frente, el hallazgo en un baño público del libro homónimo se convirtió en una especie de señal para abstenerme de los espejos.

 http://elefantefunambulista.blogspot.com.ar/

RELATO FUERA DE CONCURSO, YA QUE SU AUTOR ES JURADO ESTE MES

A MODO DE CRÓNICA FINAL…

De piey de izquierda a derecha: Merche, Asun, Xavier Blanco, Pilar, Rubén, Begoña Heredia, Paloma Casado, Javier Gonzáles (Jurado final), Susana Revuelta, Jesús Redondo, Javier Ximens, Saly, Saray, Rosa Sáez (Molino de Bonaco), Javier y Pedro. Agachados, de ozquierda a derecha: Kistila, Angelines Sánchez (Lines), Emilio Magdalena, Ginette Gilart, Carmen, JAMS, Mª Jesús (Sendero del Agua) y Mar Gonzlaez (Puck)  

Intentaré ser breve…
A las 2 de la tarde, en un pueblecito cántabro llamado Cabrojo, había mesa reservada para 22 comensales. Fuimos 24. Se cumplieron todas las reglas de una reunión así: fallaron algunos, vinieron a los que ya no se esperaban y llegaron tarde los que mejor conocían el lugar… Lo de siempre. La espera ya fue un placer. La media hora que pasamos en la puerta fue de permanente emoción al encontrar rostro para esos nombres que ya conocíamos desde un año atrás.
¡Qué bien nos portamos! No volaron servilletas ni trozos de pan, nadie cantó ni bailó, no hubo reclamaciones a la cocina, salieron las cuentas a la hora de pagar… vamos, lo que podría ser un completo aburrimiento… pero no, no hubo descanso en lo que ya hemos demostrado saber hacer: contar historias.
Fue unánime: comimos muy bien.
A la salida foto de familia y a Cabezón de la Sal. Paseíto por el pueblo y a la búsqueda de la Librería Sancho Panza, una verdadera tentación (como dijeron algunos) para nuestros gustos ávidos de literatura, y Marta (la librera) terminó haciendo caja… Se nos unieron allí algunos más: amigos de los participantes y de los convocantes, otros participantes, algún curioso… Nos reunimos alrededor de 30 personas. Los medios decidieron no venir, posiblemente por miedo a no estar a la altura…
JAMS inició el asunto con un repaso a lo que ha sido esta historia de ENTC y terminó entregando a Xavier Blanco el objeto más preciado de un enteciano: el bote de mermelada… su premio más dulce por haber sido elegido por los compañeros como el mejor cuento del año.
Vinieron las lecturas. Cada uno leyó un texto propio (seleccionado o no) y uno de algún compañero ausente que estuviera en el libro: Xavier, Paloma, Susana, Emilio, Mar, Ximens, Begoña, Ginette y Lines. Destacó la preciosa-precisa lectura de Mar y la sorpresa que Ximens y Saly nos tenían preparada: leyeron el relato de Amparo disfrazados convenientemente, no os perdáis las fotos…
Como cierre, estrenamos en público los dos relatos ganadores en su versión completa: imagen, letra y sonido. Creo que fue un momento con mucha magia.
Y no quiero extenderme más… Intercambiamos firmas, tomamos un vino, charlamos con unos y otras, y nos fuimos a terminar la velada juntos, sin parar de contar historias. Algunas personales, y otras basadas en ese mundo particular y pequeño que se forma cuando el ánimo tibio de una ilusión llega a tomar vida propia… en este caso tiene nombre, se llama Esta noche te cuento, y acaba de cerrar su segundo capítulo.
Gracias a todos los que hicisteis de ese día un recuerdo imborrable. 
A todos los demás, os esperamos en la próxima.

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